Mi gran amigo Javi se tomó el trabajo de hacerme esta súper crítica a los textos. ¡Mil gracias! Es tan alentador recibir ayudas en este tipo de búsquedas…
Para empezar tendríamos que deshacernos de la idea (en especial de mi idea) de literatura en el tramo convencional. Esto que nos pones en el blog no es literatura. Esto no es esa convención de conocimientos (tanto mentales, emocionales, devocionales…) en el sentido extenso, ya que no existe una autorreflexión, ni directa ni intuida (como faltan otras tantas cosas). Quizá sí exista autorreflexión en el momento de la creación global. La forma del Blog sí que orienta a una organización (que los días vayan al revés del calendario, los nuevos se anteponen a los pasados y tú, que vas anteponiendo paso a paso el pasado a este presente, con las superposiciones de adolescencia que nos obligan al recuerdo inventado), pero de todas maneras el blog es una organización de salud, una vía de escape, escritura de la sanación. Está muy bien para comprenderse, quizá hasta cierto punto para que te comprendan (pero no es tu primer objetivo). Quizá has cambiado de objetivos, pero sigues queriendo desnudar al completo el objeto de estudio (el teatro), tanto como cuando te empeñaste en utilizar sus normas. Quizá la mayor ventaja de este experimento, desde mi punto de vista, sea el trato de una conversión hacia los demás, pero para eso hace falta un posterior entendimiento de los demás con la similitudes que tenemos entre todos. Como llegar a la profundidad donde todos somos el mismo (que en realidad todos queremos una pizza tropical en nuestra habitación o salir de este iceberg que se cae, pero tienes que decirnos cómo lo queremos, sin paternalismos, incluso, en lo más profundo de ti, desapareciendo). Este es un camino para la sanación de todos y me parece que es la escritura del futuro, lo que no desaparecerá, por necesaria. Es como te decía tu amigo, pero no digas jóvenes, que no haya egoísmo, o por lo menos que no lo haya en grado que te pretenda diferenciar de listos/tontos, ricos/pobres, viejos/jóvenes, negros/verdes, zurdos/diestros. Lo único que va a diferenciar a esta gente es la actitud que van a tomar frente a tu texto o la representación y como mucho el idioma o cómo vengan de ánimo ese día al teatro.
Voy a intentar concretar ahora más en tus textos:eres un gran creador de espacios interpersonales y tienes un brillo muy útil en los diálogos y los sentidos que buscan las separaciones de las cosas. Esto da agilidad, pero no retomas un texto desde una postura exterior cuando lo «notas serio». Comprendo que tu adolescencia fuese dura, pero ese texto, esa escritura de lo que pasaste no es lo que pasaste, ni la realidad ni el acercamiento. Si te lo tomas en serio será la deformidad del millonísimo de cosas que ocurrieron (y te ocurrieron a ti metido en un ciclón de consecuencias de miles de personas, puedes analizar todas con tu ojo?). Quizá te sirva saber que hay un poeta norteamericano que ha investigado muchísimo con los casos de esquizofrenia en el uso del texto poético, se llama John Ashbery y creo que es bastante buen poeta (porque tiene la capacidad increíble de sacar la conciencia del lector en el momento del rapto). De la frase «Esto soy yo, digo, este es mi trance, mi orgullo, mi réquiem y mi sueño,» (21 de septiembre) ¿Qué podrías asegurar, aquí, ahora, que es «verdad»? ¿Soy, trance, orgullo, réquiem, sueño? Me parece una intuición genial para acercarse a un tratado de lectura, pero es como las tramas de la alegría, si se dicen desaparecen. Por eso mismo uno no puede decir que está viviendo un sueño, nadie le va a tomar en serio o alguno le dirá que te repites con alguno que escribía teatro por ahí. Las cosas, desde dentro y sin confundirlas. El cliché mata porque acaba convirtiéndose en un sofá para hongos. La hipersensibilidad necesita de las cosas extremadamente concretas, de lo que refleja en diezmil caras una sola luz y, si podemos vernos en una, esta se repite y repite. Es cuestión de abandonarse a la concreción de ese impulso creador. Esa energía, para mí, aúna lo más abstracto con lo más material (desde tu «humanidad» o «divinidad» hasta la composición química de la tinta). Prueba con un (y digo un) sólo episodio de los que esperaba a Guillem debajo de su ventana. Repasa ese episodio de una sola vez, hasta que puedas sentir cómo se han roto los vínculos de este adolescente solo y engarzan al resto de esperas, nunca las mismas, pero sí más ampliadas por algo que no se entiende (por lo menos yo). Esta ruptura puede llamarse de otro, no hay coherencia en el camino del uno presente con el que tuvo antes, quizá una idea de conexión, pero según pasa los años me parece imposible pensar de todas las maneras. El que fue esperando a Guillem se peleará con el que serás y, quizá, con el que está leyendo esto, porque Guillem, ese mismo muchacho (lo sabes bien) ya no existe. Ahora es otro. Los dos sabemos que esos sueños nos quieren absolver de nuestro pasado y presentarnos, un poquito más, en el ahora sobre el que parecemos planear. Esos sueños son artificios que parecen lanzados contra la tierra y… confundimos, esa es la sensación que a veces transmites. Muchos de tus personajes se confunden (co-funden) y sabes que el lector no podrá hacerlo, pero tú no puedes evitarlo. Confía en que el lector sí se co-funde (y harás poesía), mete al lector a participar en el espacio de la fusión (y así es como articulas la pieza «mágica» de tu teatro), haz que la confusión sea estirada, con forma lineal (hacia un fin) o circular (como haces los recuerdos, que no miran al frente, o el frente es un espejo) y tendrás narración. Y tienes una voz capaz de articular esto, sólo es necesario que pilles tus propios sparrings reales (y lo haces con blogs, cuadernos, profesores, compañeros…)
«Antártida, atlántida, esas cosas quedan dentro de la piel.» (miércoles 25 de septiembre de 2007)
Me alegró mucho encontrarme con este espacio interior. Me siento un compartidor. Intento hablar de él en algún micro, pero nunca me sale. Es un espacio de imágenes preciosas, de esas que siempre parecen venidas de otro planeta. Quizá en este post hayas conseguido algunas de mis imágenes favoritas (me has teletransportado a otro lado), aunque yo no me imagino a nadie salir indemne de la atlántida. Para mí la Atlántida te descubre todo el interior profundo del resto de lo vivo. Uno de nosotros ahí es el resto. Es como un espejo oscuro en el que nada puede deshacerse. Es un apocalipsis interior y anterior. Es lo que no ha existido y uno la recorre para encontrar lo que está por llegar. Si llego a soñar con la Atlántida sé que desde ese momento será una gran vida lo que me espera. Tu Atlántida tiene una marca de extensiones inauditas, de lugar en el que no quieres parar o quizá por el que no puedes detenerte (yo tampoco). ¿Qué decirte? Revisa el texto cuando pase un tiempo. Descubrirás cuándo y dónde te cansaste de escribir y trataste de escaparte con otro tema, de salir por otra vía de escape que quizá te merezca la pena empalmarla con otros fragmentos y quizá algunas partes puedan tener una gran autonomía si las acompañas del silencio adecuado. Esa es casi una misión propia para una vida. La corrección debe de traer el silencio adecuado, no el emborronamiento de los deseos. Poda y verás que es posible que crezca la sentencia exacta para pensar y construir un edificio, por mínimo que sea, que enriquezca.
Pero, la verdad, es que me gustaría mucho ver una posesión de personajes dentro del blog. Vamos a ver, personajes dentro de tu persona, ya me entiendes.