Stephen dédalus puede ser una sábana y britney spears puede ser un arco romano;
yo puedo ser las dos cosas y elijo ser una presencia real
– de esto me doy cuenta cuando abro el grifo y la hoja verde empieza a bailotear.
Un antiepiléptico puede flotar en el mar cinco minutos y ofelia preferir una silla de ruedas;
tres mil trenes descarrilando no cambiarán mi elección.
Me despido de la muerte
– de esto me doy cuenta ahora mismo.
He sido oscuro, pero no he sido totalmente oscuro,
no he consumado mi amor por ti – y qué.
Adiós lucecita de ascensor, no es cierto que mi cuerpo esté podrido, y te lo digo a ti.
A ti, que me enamoraste con cinco nenúfares verdaderos, con un pack de cepillos de dientes verdaderos, con un balcón muy alto, muy alto y muy verdadero.
Básicamente, me arranco los labios y cuando me crecen lo vuelvo a hacer.
Seis o siete veces por año suman bastantes veces hasta ahora.
Hacerlo menos, dejar de hacerlo será cuestión de muchos amigos, fe y basura.
Nada contradice nada con vehemencia. Sólo ella:
“No te salves. No te salves. No te salves.” – me susurra desesperada.
Pero hoy en el metro he encontrado un pedacito de sentido.
He pensado que era mi mayor secreto y que siempre lo sería y que es muy difícil de explicar.
Quisiera pedirme a mí mismo que me eches una mano de vez en cuando,
porque al fin y al cabo… bueno, ya sabes.
Porque si no cualquier estado de ánimo, hecho de humo y cansancio,
te va a volver loco, te va a volver completamente loco,
y tu memoria será tan mentirosa que cuando hables sobre tu vida
te saldrá una pequeña estafa hecha de humo y cansancio, o quizá de nada.
*
No te asustes, soy yo.
…
…
¡Yo!
No te avergüences, yo no lo hago.
¿Ya te ibas a dormir?
Bueno, llego tarde: es culpa de las madres, o quizá sólo tuya y mía
(si es que yo soy quién crees y tú quien creo).
Un momentito, un momentito.
Vamos a ser simples:
he venido a traerte un mp3 water proof.
Que fuera mp3 era cuestión de ahorrar dinero, nada más…
que fuera water proof me costó once meses de trabajo.
Pero bueno, ahora está listo, aquí está.
Ni una sola canción en la memoria, eso lo eliges tú
(no sé tus gustos, no los recuerdo).
Lo dejo sobre el banquito, es un regalo.
…
…
Puedes decir aleluya.
…
Sé que es raro, yo tuve miedo la primera vez que me pasó esto.
Te lo dejo y otro día me mandas un mensajito, ¿te parece?
Aquí tienes todo.
Sigue duchándote, prometo no olvidar tu desnudez.
Aunque ya la intuía.
…
*
Hay extensiones que empiezan debajo de las camas de los adolescentes:
el Barri Gòtic, con sus calles de siempre, l’Eixample, Gràcia.
Las recorremos muchas veces con los cuerpos pintados de blanco,
y lo decimos abiertamente porque de todas formas nadie nos cree.
Nadie cree que exista un lugar llamado Avinguda Diagonal
que sirva para luchar contra la muerte.
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