Viernes otra vez – me hecho el pelo para atrás – todo bien – vamos allá – hola, he acudido, ¡mi cuerpo a la vista! – y vuelve a empezar el movimiento – britney spears es la musa esta vez – ella es más amable con nosotros, no le gusta levantarnos de la tierra, o en todo caso no demasiado, simplemente nos da lo que queremos – lo que sabemos de antemano que queremos, nos lo da britney spears.
La primera noche de la primavera está de incógnito entre nosotros, antes de las 6:00 AM voy a descubrir quién es – los rapaditos suben al escenario, empieza su show alucinante – el láser rosa va de la esquina sobre las chicas a mi frente, de la esquina a mi frente: me puse a propósito y aquí me quedo, esperando – esperando de espaldas al show – ven, pienso, ven – empiezo a imaginarme el aspecto del muchacho que busco – su religión corporal, los agujeros de sus piercings, creo que me hago un idea – si contengo la energía la irradiaré mejor y vendrá hacia mí – pero tengo toda la noche, son sólo las 2:30 AM, si es que mi reloj sigue funcionando – de espaldas al show hago rotar mi cabeza y en cada posición soy un peinado diferente – de cool paso a dark, de dark a preintelectual, de preintelectual paso a pijo de pedralbes – practico mejor: de pijo de pedralbes paso a Stephen Dédalus, de ahí paso a Lara Croft, de ahí a zombie – aún puedo hacerlo mejor, con el láser en mi frente me vuelvo viejo, tallo de hierba, antártida, y de pronto: ¡zas! – lo soy todo junto en un mismo movimiento. 5:40 AM y ni una gota de sudor, en el aire sí, pero no en mi cuerpo – estoy hablando con dos chicos después de besarnos, estamos aquí, en medio de la multitud – ellos vuelven a bailar cuando llega el remix esperado: poco a poco los que estaban fuera se unen al baile – al principio los movimientos son apresurados, pero poco a poco el salto de la gente se va acompasando y se vuelve único – lo que quiero decir con esto es que todos están saltando menos yo – yo en el centro de la sala, con el retumbar del terremoto en mi pecho, pero sin despegar los pies del suelo – abrazado por los demás o la muerte o el árbol quieto – y bueno, mientras empiezo a salir del lugar, pidiendo permiso, me pregunto por qué no me acuesto con cualquiera, y quizá la única certeza en la que creo ahora mismo es que britney nos ve a todos desde el cielo y sabe que nos clava tenedores en los pliegues de los cuerpos.
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Hoy el plan es ir al Passeig Marítim con la cámara de vídeo.
Ya somos tres, estamos esperando delante del Hospital del Mar,
donde por cierto nunca vamos a entrar, ni siquiera para acompañar a nuestros viejos.
Hay que estar de cara al límite que se forma entre el cemento y la arena
y no importa si la arena se hunde enseguida en el agua,
sólo somos cinco o seis, en todo caso no más de siete.
Llevamos botellas de agua en las mochilas para ahogar a los turistas,
salvo a los japoneses, porque un día vamos a ir a Tokio.
Siete vidas bellas contra mil millones de granos de arena,
adelante.
Primeros hundimientos en nuestra historia, intuiciones de felicidad
y Calipos en dos o tres manos, la cámara de vídeo, ninguna toalla,
lo suficiente para tener la sensación de que tenemos enemigos,
para meter las manos en esta arena que tanto se vende en las agencias de todo el mundo
y decir: esto soy yo, este es mi trance, mi orgullo, mi réquiem y mi sueño.
Esto soy yo, digo, este es mi trance, mi orgullo, mi réquiem y mi sueño,
lo digo de espaldas al Hopital, ya de espaldas también al cemento, de cara al límite que se forma entre la arena y el agua
y doy un paso y lo digo al límite que se forma entre el agua y el fin del mundo,
porque estoy aquí para esto, para contar los corazones que se me caen rodando del pecho.
Mis amigos ya han espantado a unos cuantos idiotas.
Esto marcha.
Más adelante hablaré de la atlántida.