ANTÁRTIDA INMENSA.
YO.
Yo fui Emi, el gran perdedor del restaurante, el perseguido. Fue fácil. Ahora queda esta antártida. Dónde – dónde están – quiénes – los hombres. No sé. Los adolescentes suelen construir cabañas en el bosque, quizá allí. No. Bajo el océano los buzos suelen colocar los vestidos de sus mujeres. O en los chicles pegados bajo las mesas de las oficinas. No. Una uña recortada, una sala de ensayo, lo que sea – pero dónde – dónde. Copos de ceniza – ceniza – ceniza. Sol, sol de las cumbres. Yo, que exprimía planetas sobre el mundo, que ayudé a bien morir las olas en mi nuca, busco ahora por lo menos el póstumo calor de los ahorcados, algún temblor de cola de largatija, la forma de una niña. Mira, copos de ceniza – ceniza – ceniza. Pero, no entiendo, ¿no dejaron cartas en los abrigos de los percheros? Quizá dentro de los forros, ¡no puedo creer que hayan olvidado dejar una sencilla carta! Construir un nido – pero dónde. Kilómetros de blancura. Silencio de trenes bocaarrba. No llega un rumor. No llega una gota de sangre. El aire ha arrancado los post-its de las neveras, las brasas de las fogatas y los puñales en los pulmones de los elefantes. Yo no soy Emi. Mi ombligo fue arrojado por encima del muro. ¡Hay que anidar! Dónde. No hay siglo nuevo, no hay éxito del verano, ¡no hay verano! Hay antártida sin esfuerzo. ¿Qué peso habrá perdido el mundo? ¿Qué risa, qué ironía ha ganado esta galaxia? —-……–…-.-..-………………. El primer día que fui una vida, lo rememoro: qué tranquilo. Recuerdo que tenía envidia de los helicópteros, y una vez vi al Papa sobrevolando amapolas para ir a salvar la vida de una joven. Recuerdo las linternas por la noche y las aureolas de las urbes vistas desde el mar. Pero no logro recordar las formas de andar, ni las caras. ¿Fueron laboriosos? Entre todos, ¿cuál eligieron ellos? Yo podría restituir una nostalgia, decir un buenas noches. Si recordara un peinado, una manera de morir, una mirada. ¿Cuál elijo yo? ¿Cuál – elijo – yo? Hay demasiada luz, y nadie me dejó un nido. ¡Qué horrible haber sido alguien! Necesito más relax, olvidar… Además, quizá me estoy confundiendo, quizá fue un chiste que me contaron. Vamos a mover un poco el esqueleto. Esta noche la antártida es mía, ojalá encuentre alguien para follar.
*
Basta, basta, o me quedaré vacío. Obra, quémate hasta que lo olvides todo.
Comment posted by Emiliano Pastor Steinmeyer
at 9/13/2007 12:50:00 PM
Qué buena aportación lo de la atlántica, seguro que lo uso. ¡Y por supuesto que no bastas! Eso lo dice mi yo de la obra, no mi yo del mundo.
Comment posted by Javier
at 9/13/2007 4:59:00 AM
Hay una antártida sin esfuerzo. Qué razón tienes. Y detrás de la ausencia del fuego se esconde la atlántica. No bastas, no bastas ni para parar. Reconoce que lo quema engancha.