Releo el material escrito hasta ahora, diez textos (10-19 años). Me hago preguntas. ¿Debo preocuparme por la «teatralidad» de mis textos? Es decir, por su representabilidad. Respuesta: no, porque todo texto es representable. Un libro de mecánica es representable en manos de un director de teatro. ¿Entonces por qué no escribo cualquier cosa? Respuesta: porque busco sinceridad. Sinceridad quiere decir que yo tenga la sensación, ilusoria o no, de que lo escrito es una proyección de mi alma. ¿Confundo sinceridad con hacer cosas raras? Respuesta: la mayoría de las veces no. ¿Confundo sinceridad con ser autobiográfico? Sí, y no me importa. Pero, ¿confundo ser autobiográfico con ser sincero? Creo que a veces sí, y no lo deseo. Es decir, un texto no va a ser más sincero porque salgan los nombres de mis amigos o de los lugares que me importan. Había escrito varios textos sobre Cadaqués, y me parece que ni siquiera los puse en el blog porque intuía esto: mencionar mi Cadaqués y ser sincero no es lo mismo.
Debo pensar mi trabajo como texto teatral y no como obra de teatro. El papel es una cosa, la escena otra. Para mí, como dramaturgo, los actores o el escenario no existen. ¿Los personajes y el espacio? Eso sí, si me apetece. Si no me apetece no habrá espacio ni personajes ni discurso. No existen reglas para hacer un texto teatral, solo costumbres. Que en el papel explicite que hay personajes que dicen cosas, es solo una costumbre. ¿Qué relación tengo yo con esas costumbres? Pienso que pueden hacerme daño y perjudicar mi sinceridad, pero por otra parte quizá me dan un miedo excesivo, un rechazo no justificado. Ahora mismo, por ejemplo, no se me ocurriría jamás escribir algo tan aparentemente teatral como una situación o un conflicto. Quizá simplemente necesito alejarme de eso porque no lo entiendo en la carne, o porque sí tienen razón las voces que dicen que confundo sinceridad y rareza. Vamos a dejar ese miedo sin analizar en profundidad por ahora, forma parte de mi yo-escritor-no-percibido. Creo que si mis intuiciones me han colocado en el lugar donde estoy, debo estar ahí, entero.
Comment posted by Anonymous
at 10/14/2007 11:53:00 AM
Me a parecida asombrosa esta web,la he descubierto indagando acerca de Mercedes Benz segun los pajaros,texto del cual he leido muy poco pero me ha parecido asombroso,esto si es teatro,no la basura que muchas veces vemos por ahi,lo digo yo,que llevo años en el medio,me presento un momento,soy actriz,cubana,de la escuela de teatro,amante de las tablas y de las personas que las hacen gloriosa como ustedes y no los putos famosillos que hay por ahi haciendo choradas,¡gracias por entregarnos a nosotros los actores tan fabulosos textos!
Saludos
Natali
Comment posted by Adriana
at 7/25/2007 4:07:00 AM
Hola, Emi!
Estos días fui al Festival de Avignon, y vi varios espectáculos orientales (como me voy a Korea, me estoy empapando y conociendo compañías, a ver si allí puedo contactar con ellos, ya veré).
Y cada vez me doy más cuenta de que hay espectáculos hechos con la mente-ego (no-sinceridad) y espectáculos hechos con el alma (sinceridad).
Y de que los primeros los odio, que son prácticamente todos los espectáculos catalanes, hechos para lucirse, para demostrar inteligencia, dominio técnico, colaborar en un discurso intelecutaloide modernísimo vacío o televisivo-vacío que a mí me aburre muchísimo.
Y los espectáculos hechos con la mente-ego de los creadores (actores también, claro, todos pomposos escondiendo sus almas detrás de su impostación) hablan a la mente-ego del espectador, no al alma.
Y luego… luego están los espectáculos hechos con el alma, que hablan al alma del espectador. Pina Bausch es el ejemplo, para mí. Y este fin de semana, en Avignon, vi un espectáculo Koreano y uno Taiwanés que eran 100% alma, la de los directores y actores. Los actores no se reservaban una parte de su atención para (ad)mirarse desde fuera, no ponían ese “pestillo de seguridad”, sinó que se entregaban completamente al presente de esa ficción, con una concentración asombrosa, fácil, transparente, la mente-ego no estaba, eran sólo aquél maravilloso personaje viviendo intensamente su presente.
Y esto lo ligo también a la dicotomía entre lo que yo llamo “lógica realista” y “lógica simbólica”. La primera es la opción por defecto de las puestas en escena en Barcelona, es la forma de no reinventar el mundo cada vez. Yo creo que la mente-ego opera en la lógica realista, igual que la TV, la publicidad, los medios…
Pero nuestra alma, nuestra parte de verdad, de unidad con todo, de fe infinita, opera con una lógica mucho más verdadera, la “lógica simbólica”. Y estos dos espectáculos orientales eran de lógica simbólica, usaban el teatro para explicar la vida de verdad saltándose la vida-realista, y la reacción del público era asombrosa! Sobretodo de los jóvenes. A la salida todos nos mirábamos a los ojos! A los ojos, Emi! qué maravilla. Y la gente gritaba Bravo, Bravo, se ponían de pie, y la actriz taiwanesa lloraba en el escenario de puro agradecimiento, sin egos, humilde. Intentó parar los aplausos para darnos las gracias, y la gente la volvió a interrumpir gritando Merci! Merci! y eso era teatro.
Por fin…
Me alegra profundamente saber e ir confirmando con lo que leo aquí en tu blog que tú no vas a hablar a los egos de los espectadores, sinó a las almas, desde tu alma, maravillosa igual que todas y con las ganas de jugar de alguien que no tiene nada que perder -las almas nunca tienen nada que perder.
Tenía muchas ganas de decirte todo esto, y que en Avignon me sorprendí a mí misma sacando una libreta en medio de las representaciones y apuntando ideas que me venían para aplicarlas a mi versión de Mercedes-benz según los pájaros, que será, cada vez lo veo más claro, una versión.
Un abrazo enorme,
Adriana.