Envidio la facilidad de los artistas plásticos de jugar con sus materiales lúdica o azarosamente; en cambio la escritura se me aparece como algo muy armado, rígidas estructuras de frases y claras diferencias entre lo que está bien y lo que está mal. Supongo que si fuera pintor podría verlo al revés, porque conocería de cerca las “reglas” (¿¿¿reglas en arte???) de lo visual. Mi gran fe en el arte es atea con ganas, es decir, que rehuye cualquier precepto estético como dogma. Cualquier. Esto tiene consecuencias muy grandes en la forma de pensar.

Para mí todas las subjetividades son válidas en arte. Todas. Porque así creo yo que es la naturaleza del arte, libre y subjetivo. De hecho, me parece que no me interesaría lo artístico si no fuera así. ¿Quién dice que es “más arte” un lied de Schubert que una improvisación silbada del señor Ramírez del octavo, y a los qué lo dicen, por qué les damos más crédito, y por qué nos inquieta o nos resulta polémica esta visión mucho más amplia del arte? Necesitamos estar seguros de nuestros conceptos, estar en condiciones de decir “no, no: esto es una tomadura de pelo, no arte” cuando sea necesario, como si eso nos lastimara y tuviéramos que protegernos. Pues no, para mí la emancipación del receptor radica en la tolerancia del “existir” de toda obra, todas tienen derecho a la vida, porque el arte es el resultado de un hacer al que no podemos exigir nada. Ni aún si el artista se propusiera tomar el pelo, podríamos decir que su obra es así, porque el objeto se constituirá en relación con un sujeto y en esta segunda construcción pueden surgir otras cosas, y serán válidas. La tomadura de pelo de un proceso creativo podrá ser económica, social, política… pero, ¿artística?

Todas las reglas tienen derecho a existir porque ninguna pesa más que otra y ninguna es verdadera –en este pensamiento, los criterios de aceptación y exitosidad de la obra no son tenidos en cuenta como artísticos. De modo que cuando borro una frase que he escrito y no me gusta, ¿qué estoy haciendo? ¿Estoy siendo consecuente con mis reglas o estoy sucumbiendo al “tienes que gustar”? ¿Bajo qué criterio de calidad estoy operando? Quiero saberlo sencillamente para acercarme cada vez más a mí mismo como creador, y adquirir progresivamente un mayor rigor en el ejercicio de la libertad.

Mi talentosa amiga Paula Pogranizky me envió algunas reglas suyas para “equivocarse”, cosa que se relaciona con el juego y la soltura. Las adjunto porque encuentro valor (en los dos sentidos de la palabra) en ellas:

1 dibujar con la mano izquierda
2 hacer un manchón de tinta en una hoja (con material muy muy líquido) y soplar mediante un sorbete para que la tinta se desparrame de forma azarosa.
3 dibujar a oscuras
4 hacer el contorno de figuras en el colectivo (bus) cuando más se mueve, después las podés colorear en el lugar más cómodo y a gusto de tu casa.
5 pintar con los dedos o materiales no convencionales, por ejemplo un tenedor.
6 pintar con materiales al agua (por ejemplo tempera) e inmediatamente terminado el trabajo meterlo bajo la ducha.
7 pedirle a la mascota amiga que camine con las patas impregnadas depintura sobre una hoja en blanco. A partir de esas manchas agregarle ojos, boca y orejas – salvo que sean monstruos y además tengan antenas y muchas patas o bocas
8 poner un gran papel en la pared y música fuerte. Bailar con las manos y brazos (teniendo siempre un pincel cargado de pintura en la mano)…. Bailar dejando que los trazos y manchas sean consecuencias de la danza que a su vez es consecuencia de la música…
9 pintar con un pomo de pintura, nada de pinceles ni de dedos ni nada ajeno al pomo de pintura… que puede se más de uno… y usar colores.
10 intentar hacer A- algo feo B- algo desequilibrado, en cuanto a forma ycolor C- recortar las partes de los trabajos anteriores y crear uno que te guste!!!

Me resulta muy inquietante pensar cómo traducir este decálogo a la escritura, animo a los lectores a que dejen reglas para equivocarse en la escritura en los comentarios de esta entrada.

Hablando de esto con mi amigo el grande y famoso dramaturgo boliviano Eduardo Calla, me dijo que se piensa que algo “bien hecho” equivale a algo artísticamente bueno, y que ese lazo causal es un tremendo error. Se trata de llegar al punto en que la técnica no sea más una finalidad, que no intentemos demostrar ninguna pericia formal (eso sería circense, “¡miren todos qué habilidad!”), sino que la técnica se convierte solamente en un medio transparente.

AVISO: ESTE POST ADJUNTA COMENTARIOS DE INTERÉS

Comment posted by Anonymous
at 7/16/2007 11:19:00 AM
Silvia, la que conocés, dice. No se trata de decálogos ni de dogmas: eso es puro «forma»-pura, técnica-pura, si sola, Nada.
Moda, a veces. Recurso técnico que distrae y hasta engaña. estética de los estilos.
Para cada obra una forma….
Se trata de tener algo que decir. Algo que por particular y privado, sea universal.
Universal = Verdad suprema
El trabajo del artista (ARTISTA) no admite engaños y es el resultado de un ejercicio de humildad infinita (de eso saben mucho los músicos)
El «todo vale» vale si vale. El «todo vale» no vale si es sólo bruma que intenta disfrazar la Nada.
Y no hay que temerle al «no entiendedo nada» ¿No es ese el motor sagrado que nos anima a todo lo que hacemos?

Comment posted by Freyo
at 7/2/2007 10:32:00 AM
Mmmmm…
Un decálogo para equivocarse o cómo era…?
Resumo los diez puntos en uno solo:
1.- Escribir un Blog.
JUAR!!!
Deja lo pienso bien y te lo pongo.
Por acá anduve y esto es prueba de ello.

Comment posted by Javier
at 5/17/2007 5:24:00 AM
Hola! hablas de un espectador pasivo, la mítica historia… pero bueno, cuestión de tiempos y de pasiones. Estoy completamente de acuerdo contigo en exigir al que quiera entrar en la obra, porque las cosas también, aparte de entenderlas, se pueden entrar por otras puertas que no son las de la razón… de todas maneras la falta de costumbre siempre tiene sus pros y sus contras (no somos nada, en este mundo hemos venido a lo que hemos venido y frases así…)… De todas maneras quería decirte que ahora estoy empezando a escribir un poema por versos que escribo en pequeños post-it (estos papeles con un mal pegamento a un lado) y lleno mi mesilla de noche, los cuadros, los posters… y… no sé, esperaré a que se deshojen unos cuantos y los reuniré, luego los que hayan quedado y según hayan quedado puestos. Se puede formular buenos poemas si los versos son potentes (luego, claro, también puedo unirlos por «lógica»). Como también estoy escribiendo un poema al revés. Es decir, comienzo con los dos últimos versos y de ahí voy despejando lo que se había dicho antes y luego antes y antes y antes… siempre con la idea de que hay una pontencia en el verso dicho y que en el anterior ya estaba… es como pintar con la mano izquierda, la sensación de extrañamiento no se la quita nadie… un abrazo.

Comment posted by Emiliano Pastor Steinmeyer
at 5/12/2007 10:30:00 PM
Gracias por tu comentario y tu decálogo, Javi, eres maravilloso. Tienes toda la razón al sacar el problema de la identificación, y es cierto que cada uno suele tener su sistema. Simplemente no estoy tomando partido. Supongo que ahora debo ser ese «pagano polígamo», todo en Argentina me ha llevado hacia ahí. No tengo otra justificación de mi postura actual que la sinceridad conmigo mismo y con lo que veo. Tal vez simplemente se trate de mi descubrimiento de que hay miles de esquemas de conceptos, y la toleracia sea una forma de darles la bienvenida. En cualquier caso me sirve muchísimo para la apertura artística, y eso es algo que ahora me interesa y que destruye muchas cosas mal aprendidas en España. Mi propia teoría me impide decir que la mía es más valiosa que otras, ¡pero esa emancipación sería tan hermosa en muchos espectadores! Y aquí mi supuesta tolerancia se vuelve intolerante, porque me cuesta aceptar los parámetros estéticos de gran parte del público. El famoso «no entiendo nada», más que un desprecio a la obra, es un desprecio al propio entendimiento, es un «yo no puedo»… Y a esos espectadores yo les diría, ¡si lo deseas hay un acceso para ti, tienes derecho a él, está en ti mismo!

Comment posted by Javier
at 5/11/2007 5:49:00 PM
Dices: «para mí la emancipación del receptor radica en la tolerancia del “existir” de toda obra, todas tienen derecho a la vida, porque el arte es el resultado de un hacer al que no podemos exigir nada»
Como mínimo le podemos exigir que se identifique como arte, que se identifique como esa materia que no tiene etiqueta y de la que poco sabemos si nos han hablado mucho de ella. No hay opción a hacerse una idea desde el vacío. Sabemos que «La dulce Molinera» de Schubert es una obra genial porque:
A) Nos lo dijo nuestro profesor o novio melómano.
B) No la ponen en Eurovisión o los canales típicos de explotación y consigue callar (a costa de una posterior verborrea insostenible) a esos señores con gafas de pasta y que fuman en pipa.
C) Porque al escucharla sientes que la nana te arrulla y te dio ganas de meterte en un río.
(Hay más posibilidades, pero con estas puedes tachar una).
El arte necesita identificarse y para eso existen tantos métodos. Cada uno elige y desdeña los de los demás. Es una cuestión de valores. ¿Que eres una pagano polígamo de las ideas y conceptos? Muy bien, pero eso ya es una tradición del «todo vale» (Que no me termino de creer que sea del todo así, Emi) que ya está metida en otro saco de tradición de «cómo reconocer una obra vanguardista sin manual de instrucciones». Claro, pero también… tanto también… es necesaria la tradición y el acto de reformarla (de ordenar una biblioteca que diría algún ciego) es una posibilidad de búsqueda nueva. No sé hacer decálogos, me salen siempre de menos y de más y, además, soy un impráctico, desde chiquito y cuando me daban a elegir entre una flor y un plato de garbanzos, lo siento… pero me gustaría dejar algún decálogo para el escritor:
1) Coger un poema favorito (propio o propio escrito por otra persona) y buscarle sinónimos a las mejores palabras, giros y rudimentos varios. Luego se pueden reordenar los versos, también cambiar la sintaxis.
2) Viejo concurso vanguardista: Recortar las palabras de un diario, las frases, los actos, e incluso fotografías y anuncios y prepararse una carta de amor/secuestro/rezo a la luna, con todo ello.
3) Diálogo automática, a ser posible en los post, los blog y los comentarios a imágenes… es decir, coger una foto y decir lo que uno ve hasta que empiece a ver cosas qu eno están en la foto o lo que uno se sorprenda…
4) Coger varios poemas al azar (o no), del mismo o varios autores e intercalarlos, mezclarlos, apostillarlos, ponerles algún tono, una fotografía, un sonido…
5) Mítico hipocomístico chorizo florido del cadaver exquisito: Cuentos escritos por uno mismo. Empezar un cuento en una página de un cuaderno, olvidarlo y numerar la página. Continuar con lo que uno creía que había empezado del cuento días después, volver a numerar la página. Seguir con el cuento cuando uno se vuelva a olvidar, sin atenerse a estilos, rasgos, personajes (o no).
6) leer en la duchar y reescribir lo que uno ha leído y recuerda justo después de secarse.
7)Con alguno de los textos anteriores jugar al teléfono estropeado (Chinese Whispers) o el telégrafo (que es el mismo juego, de boca en boca se dicen a varias personas, muy bajito y muy rápido una frase larga) El último escribe lo dicho y lo encadena.
8) Coger un personaje de una historia que sea secundaria y refute o acepte o le importe un pito lo que se contaba en esa historia principal (esto se ha hecho mucho, pero todavía se puede seguir haciendo. Se puede combinar con cualquiera de las posibilidades anteriores).
9) Comentar cualquiera de las pinturas que se sugieren en el decálogo anterior (supongo que no hace falta decir que el comentario no tiene porqué tener relación con lo que se ve o se sintió, o sí)
10) Qué bonito es escribir a medias, qué otro tanto cuando uno intenta copiar a un maestro. Copiar y copiar y copiar hasta que (desconfía si crees que no hay diferencia) se pueda tomar lo que se cree que no hay manera de q

Acerca de emipastor

Emiliano Pastor es un director y dramaturgo español, nacido en Barcelona en 1985, que a veces reside en Buenos Aires, de donde proviene su familia. Estudió dirección y dramaturgia en el Institut del Teatre de Barcelona, pero huyó desencantado y siguió formándose en Argentina, donde destaca su formación de dirección con Emilio García Wehbi. Ganó el "Premi de Teatre Principal de Mallorca" con la obra Allà on s'estimen els peixos ("El lugar donde se aman los peces"), escrita conjuntamente con Adriana Bertrán. Esta obra quedó finalista en el "Premi Born" y fue publicada. Con El jardinero de la N-II ganó el accésit al "Marqués de Bradomín", premio del Ministerio de Trabajo español para jóvenes autores, que además la publicó. Esta obra también quedó finalista en el "Premi J. M. Bartrina". Sus obras Ríanse del hipopótamo y Aquello que no entienden los marcianos serán próximamente publicadas en antologías. Esta última obra fue estrenada en Argentina en el Teatro El Fino bajo su dirección. Otro texto, Mercedes Benz según los pájaros ha sido semimontado en la sala Beckett de Barcelona, bajo la dirección de Jordi Casanovas, en el Ciclo de Autores Catalanes Contemporáneos 2007. Recientemente ha escrito un artículo sumamente crítico con el Institut del Teatre y su influencia en la cultura local, que se publicará en el próximo número de la revista Artributos. En la actualidad trabaja en los siguientes proyectos: -Escribe un texto teatral acerca de su adolescencia. -Trabaja en una puesta en escena de "Árbol de Diana" de Alejandra Pizarnik, con el dramaturgista Javier Pérez y la actriz Amanda Delgado. -Prepara una acción teatral individual provisionalmente titulada "Aquí el caosmos". -Trabaja en el proyecto multidisciplinario "Ik", junto con Paula Pogranizky en Buenos Aires y Javier Pérez en Madrid. El contenido de este proyecto es absolutamente secreto. Da clases de dramaturgia escrita y dramaturgia escénica en Barcelona, así como a través de Internet. Su mail es gatomapuche@gmail.com
Esta entrada fue publicada en Que no quede ni un solo adolescente en pie. Guarda el enlace permanente.