Si en la anterior entrada habíamos presentado un poco el carácter de las danzas orientales, ya en esta parte nos introducimos a analizar el tipo de prácticas o su ausencia de marketing cultural en búsqueda de nuevos públicos, y su difusión.
Como hemos entendido, usualmente la formación independiente y esencial en danzas orientales no suelen incluir ningún tipo de formación profesional, o preparación laboral para la futura bailarina, excepto si se ofrece en un intensivo o seminario contadas veces. Así pues, la formación en difusión de su danza corre a cuenta de las que se han formado paralelamente en las materias pertinentes. Y todo es, en la danza oriental, muy Do It Yourself, muy intuitivo, y muy “Juan Palomo”.
La difusión y el marketing en danza oriental suele estar muy mal enfocado. Existe una creencia, muy arraigada y dañina, dentro de éste en qué el público de la danza oriental es muy limitado, y es exclusivo. Muy limitado y exclusivo porque se cree que no tiene mucha capacidad de crecer, que es el que ya está predispuesto a ver un espectáculo de danza oriental compuesto por: alumnas, bailarinas amateurs, profesionales, y amigos/familiares y gente con un contacto previo con espectáculos de danza oriental y han quedado afianzados, de forma minoritaria.
Por otro lado, a diferencia de otras danzas, raramente la profesional sólo quiere dedicarse a actuar. Cuando una bailarina, o bailarín, decide entrar en el mundo profesional de la danza oriental, está considerado, establecido casi como una norma no preescrita, que inevitablemente debe ser profesor.
Hay una jerarquía de progreso muy clara y definida, que no debe ser saltada ni modificada: primero alumna; a los cuatro años de estudio aproximadamente se puede comenzar a ser bailarina amateur; a partir de los ocho aproximadamente profesional y/o profesora, y hacia los diez o doce años de estudio y dedicación puede considerar “montar” su escuela o academia.
Esto se debe a que, siendo una danza minoritaria, por excusas de motivos económicos “sale más a cuenta” ser profesor, con un número mínimo de alumnas generan unos ingresos mensuales o trimestrales más o menos fijos de los que vivir.
Si se profundiza, se puede comprobar como esta dinámica, presente en toda la danza oriental internacional, con sus diferencias claro está, ha relegado la creación casi como una forma de difundir, dar a conocer su talento, conocimientos y habilidades como profesional, o lo que es lo mismo: han dejado la creación artística como una herramienta de marketing al servicio de las bailarinas en casos muy extremos.
En la mayoría de casos, valga remarcarlo, no es del todo así, si bien existe una presión a coordinar el papel de docente, tal vez también administradora de una academia, y creadora.
Por otro lado, podemos analizar la estructuración de espectáculos, que raramente existen espectáculos creados por una compañía o colectivo, y son galas de exhibición sin ningún hilo creativo en concreto: ahora entra una bailarina, hace su número, luego otra y hace su número,… Son formatos que para los que no estudian la danza y son espectadores, ya han mostrado más de una vez su tedio en numerosas ocasiones. Y eso debería ser preocupante, y a la vez una oportunidad para saber por dónde se puede innovar en danza oriental, y reconocer los límites de conocimientos técnicos.
En EEUU existen los mejores ejemplos de espectáculos modernizados para grandes teatros y buenas producciones, a modo de ejemplo citamos la compañía Desert Sin, cuyo objetivo, a través de una fusión de danza tribal, danzas modernas y teatro tienen por objetivo “to weave narratives through movement embracing the beautiful and grotesque within”.
Básicamente, no existe por lo general ningún estudio por parte de las bailarinas y compañías sobre sus públicos, o si lo hay, por ejemplo en el caso de academias, desde una perspectiva más empresarial que cultural (ofrecer lo que el público quiere sin probar a ofrecer lo que se tiene o quiere difundir encontrando el punto de intersección entre los intereses del público y del creador).
Es una posición que funciona en el día a día para quienes tienen el valor de vivir de esto, pero que a largo plazo constriñe las posibilidades de expandirse, y poder tener más libertad en crear. Es dura y más complicada esta idea, pero quizá sea lo más interesante para evolucionar.
La falta de expansión de públicos, o del interés en expandir dicho público en el tiempo, mediante un estudio de posibilidades, de públicos potenciales, de mejora, innovación y optimización del rendimiento en difusión con pocos o muchos recursos ha hecho que se genere, además, un “mundo” en el que, al haber un número muy limitado de público potencial (alumnas, o espectadores) en cada área geográfica, provoque una competitividad en algunos casos, ya que estamos diciendo las cosas sin pelos en la lengua, insana.
Quienes están dentro o son próximos (especialmente los Damnificados por la Danza Oriental, es decir, parejas, hijos o familiares de bailarinas), saben de lo que hablo. Suele invocarse a la frase que “hay demasiadas mujeres y poco hombre que equilibre el mundillo”. Puede que también sea verdad, pero eso ya es más subjetivo y podría valorarse la visión que se tiene de la mujer -no todas queremos sacarnos los ojos, algunas queremos colaborar, qué curioso.
Para ver esto desde otra perspectiva, vuelvo a invocar pocas líneas después el blog de Damnificados por la Danza Oriental, que aunque en clave de humor, las que somos bailarinas y las parejas pueden sentirse identificados, y puede ayudar a entender en otras palabras un poco lo que estoy explicando: http://alergiaoriental.blogspot.com.es/
Podríamos evaluar en algunos casos el tipo de comunicación, o lenguaje que algunas bailarinas usan para difundir como ejemplificación de la falta de formación en difusión para bailarinas que todo se lo tienen que hacer ellas mismas. No es lo habitual, pero tampoco es extraño, por ejemplo, de llegar a ver lenguaje de sms o muy coloquial en las redes sociales o sobre todo en mailings para dichos eventos. Se basa sin duda en la familiaridad y en la invocación de buena onda entre bailarinas y estudiantes, y puede funcionar con el público o “clientes” ya asiduos, que además lo consideran muy próximo, íntimo y efectivo, pero seguramente el que no es familiar o asiduo de esas bailarinas, que son muy buenas en el escenario, puedan estar confundidos por una cabecera de mail tal como “Chikassss, ké tal???” -vale, vuelvo a la objetividad relativa. Puede que si forma parte de la imagen de la bailarina (algo como muy urbana y próxima), y se hace conscientemente, es otro tema, pero de los casos que he visto personalmente, no me ha quedado claro…
Resumiendo, podemos decir que no hay nociones ni conocimiento en general de cómo difundir, hacer crecer el público hacia nuevos caminos cuando las propias bailarinas se gestionan todos los aspectos solas, con excepciones por suerte y por supuesto.
Es una verdadera pena porque las danzas orientales nos hablan de conexiones del mundo occidental con el mundo oriental, esa dualidad cultural que sigue presente; nos permiten explorar diferentes formas de expresión y reflexión; pueden hablarnos de la relación y la naturaleza de lo femenino y lo masculino; del mundo o la tendencia multi e intercultural,…
La danza oriental, como todas las danzas, debería ser un intercambio de ideas, conceptos, historias más allá de lo estético. Un arte que a través del movimiento corporal nos expliquen nuevas visiones, nos conmuevan… Y por todo esto es una pena que quede relegado a un público exclusivo y limitado, por miedos y desconocimiento. Hay un público más allá que tiene ganas de ver todas esas posibilidades, y no lo sabe porque no lo conoce, sólo está ahí, a la espera.
Me considero una apasionada de las danzas orientales, pero creo que en estas épocas merecería la pena reflexionar, especialmente por parte de las y los profesionales, revalorar la posibilidad de ampliar los estudios a más campos, los realmente necesarios; romper esos mitos de la danza oriental, esa falta de valoración o baja expectativa de la danza oriental y lo que puede ofrecer al mundo. A reconocer o descubrir hasta donde están las limitaciones y lo que una bailarina debería aprender, más si todo se lo tiene que guisar ella misma por necesidad y/o interés, y me gustaría invitar a que las bailarinas, y bailarines, hicieran sus propios y personales descubrimientos y reflexiones relativas a este asunto, incluso si va por vías diferentes a lo que propongo.
Hasta aquí mi crítica y reflexión de estos aspectos en la danza oriental. Espero que invite a la reflexión (y siento si he dado la sensación de generalizar), y sobre todo, que pueda aportar algo.