Esta es laI Parte de lo que será 2ª parte de un artículo que introduje en mi blog más personal, en el cual se explican las bases y los orígenes de este género y movimiento llamado Cyberpunk. Y lo pueden leer aquí:
Cyberpunk: mucho más que simple ciencia-ficción
Recomiendo su lectura antes de proseguir.
En esta entrada hablaremos del arte y la expresión Cyberpunk, referentes musicales, audiovisuales,… Comenzaremos por la literatura,la música, saltaremos a lo audiovisual, y en la II parte de esta 2ª parte arte visual, y finalmente el arte escénico y performativo.
Literatura, sus orígenes
Cómo se daba a entender en la primera parte, en la anterior entrada referida, el Cyberpunk debe su origen al subgénero del mismo nombre perteneciente a la ciencia-ficción.
Su sensibilidad puede remontarse a esa fase llamada Nueva Ola, o New Wave, así como a las circunstancias y cambios sociales, políticos, culturales e intelectuales que se ofrecían entre los años 70 y 80, como el neoliberalismo, la cultura consumista, la introducción de la tecnología electrónica e informática y la ciencia cibernética en la vida cotidiana de la población occidental, las críticas postmodernistas, etcétera.
Durante esta fase, en la Nueva Ola podemos encontrar gérmenes sobre la ecología y la sociología (Ursula K. Leguin), así como temas más protocyberpunk. Una seria transición crítica entre la antigua ciencia-ficción que aun adolecía de utopismo, hacia una ciencia-ficción cada vez más distópica con ciertos temas sociales y tecnocientíficos.
Recientemente la librería Gigamesh está promocionando una de esas novelas con temas que compartiría con el Cyberpunk. Esta novela es El jinete de la onda del Shock (1975), de J. Brunner, cuya sinopsis resumida viene a ser la de un navegante de la red (lo que es internet ahora) que trata de eludir el control del gobierno (un cyberactivista hoy en día), hasta que lo capturan. Guarda la esperanza de que un nuevo sistema surja de una área de la red oculta hasta entonces a los gobiernos (el Precipicio) donde otros como él se ve que luchan.
Aunque si hablamos de precedentes literarios del Cyberpunk, hemos de mencionar a Phillip K. Dick. Una de sus obras con más vocación Cyberpunk es “¿Sueñan los androides con ovejas mecánicas?”, sí, esa novela en la que la película “Blade Runner” de Ridley Scott se inspiró.
Pero el Cyberpunk se situa plenamente en los años 80 y principios de los 90. Si en 1983 encontramos el relato “Cyberpunk” que dio nombre al género y posterior movimiento, del ruso Bruce Bethke, un año antes se inició la saga de Rucker “The Ware Tetralogy”, cuyos nombres de cada obra son como augurios de cada época: Software (1982), Wetware (1988), Freeware (1997), Realware (2000).
Podemos destacar otros autores como B. Sterling con Schismatrix (1985), la notable novela Snow Crash (1992) de Neal Stephenson donde se acuñaron términos como avatar y “metaverso”.
Pero quizá el autor más popular y notable del Cyberpunk por sus temas, su densidad y enfoque, y su “ciencia-ficción dura” como el “hielo” sea William Gibson, destacando por encima de todo la Trilogía de Sprawl inaugurada con la novela “Neuromante” (1984), novela que obtuvo los tres premios más prestigiosos de la fantasía y ciencia-ficción que puedan ganarse: Nebula, Hugo y Phillip K. Dick. Las otras dos novelas de la trilogía son Count Zero (o Conde Cero, 1986) y Mona Lisa Acelerada (1988)
A esta novela, Neuromante, le debemos una palabra que usamos hasta el abuso: el ciberespacio.
Las tramas son, como se comentaba, entorno a seres de clases bajas, retratando mundos más o menos dominados por megacorporaciones, y humanos con prótesis cibernéticas o incluso mutaciones genéticas. A veces con un toque a novela negra, pinceladas de bajos fondos. Mugre punk y mucha tecnología. Volvemos a remitir al “low life high tech“de W. Gibson.
Hoy en día se siguen produciendo novelas afines a estas ideas, pero algunos entendidos ya lo clasifican como postcyberpunk, donde el individualismo de estas novelas de los 80 y 90 es sustituido por el colectivismo y ciertos toques de esperanza en la lucha.
Música
Aunque para algunos les suene paradójico, a pesar de la raíz “punk” en el término (ya que, como se dio a entender en la Parte I del tema, dicho punk se refiere exclusivamente a la crítica activa de la sociedad), a día de hoy no existe una definición concreta, unificada y única sobre qué es la música Cyberpunk. Por lo que aquí se indicará es aquella música más o menos aceptada como Cyberpunk, pero no excluyente de pertenecer a otros géneros musicales propiamente.
Puede resultar obvio que la sonoridad del Cyberpunk deba ser digital o electrónica, especialmente sonidos generados por sintetizadores y ordenadores. Seguramente con sonidos mecanizados, que aludan a la industria pesada, al más puro estilo del tecno, como música “enlatada”, pero también oscura, e incluso sucia, con crítica tecnológica y/o social implícita o explícita. Y a partir de aquí, dragones: fusiones y derivaciones con música punk, Postpunk, Industrial, e incluso Trance.
Aunque son anteriores, un icono de la música Cyberpunk para los más veteranos es Kraftwerk, ese fantástico grupo alemán pionero de la música tecno, de los 70 y 80, cuya música y estética entran en tremenda sintonía con los temas del Cyberpunk. Qué decir con títulos como Die Roboter (Los Robots), Computer Liebe (Amor de Computadora), o Neonlicht (Luces de Neón) o Sex Object.
Cuando el Cyberpunk cómo tal tuvo cierta repercusión en el mainstream, en los 80, aparecieron los músicos vestidos en tejidos sintéticos negro, o vinilo, emfatizando los argumentos más explícitos y superficiales.
En el límite de esa esfera Mainstream podemos encontrar un disco sorprendente, más que nada porque trabaja el tema Cyberpunk con interés. Es el disco de Billy Idol llamado “Cyberpunk” (1993). Tiene incluso una canción dedicada al Neuromante de William Gibson.
Ahora bien, podemos encontrar de forma más difusa otro disco sorprendente por un músico bien popular: David Bowie y su “1.Outside”, con texturas industrial y experimentales. Todo el disco gira entorno a una historia futurista distópica, que en ciertos puntos se aproxima mucho a las cuestiones Cyberpunk.
Ambos discos, especialmente el de Billy Idol, fue diana de acusaciones con motivos de la “mainstrimización” o incluso prostitución del Cyberpunk: convirtieron y usaron el movimiento para hacer temas vendibles.
Como iba diciendo, los géneros musicales que pueden ilustrar mejor el Cyberpunk son la música industrial, un género transgresor a caballo entre el rock, el metal y la electrónica, con ritmos que aludieran a la indústria, líricas que instigaran críticasobreontra la tecnocracia.
Seguidamente encontraríamos el EBM o Electronic Body Music, algo como el tecno más depurado a conciencia con sonidos claros, compases sencillos de cuatro tiempos (aunque a 100 beats por minuto) y absolutamente bailables. Es hijo de la fusión de estilos como el industrial, el postpunk, y la música electrónica densa, y el tecno de Kraftwerk. En sus inicios se aludió como el “Pop agresivo”, véase como un contraataque a la música comercial.
Me encantaría hablar de los artistas más relevantes con más detenimiento, pero mencionaré esos artistas y grupos, y dejaré un enlace a una Playlist especial de música “llámale” Cyberpunk.
Estos grupos y artistas que se asocian o integran con el Cyberpunk y que prefiero remarcar son Front Line Assembly, Front 242, Clock DVA, Cabaret Voltaire, Atari Teenage Riot, Haujobb, Nine Inch Nails, Prodigy, Covenant, Juno Reactor,…
Valga la pena no dejar fuera la BSO de Blade Runner, por Vangelis. También me gustaría mencionar a Daft Punk, esos casi herederos de Kraftwerk, con algunos temas que son permeables a una visión cyberpunk, como Technologic.
Hay múltiples artistas que dejamos en el tintero, otros que estoy segura que a algún entendido le rechinarán, porque, como decía, es indefinible la frontera de lo que sería música Cyberpunk, es un género que además es muy crítico a lo comercial (a eso que dirán, ¿para qué puso Daft Punk? Porque viven los temas tecnológicos y son rarunos). Y otros que se mencionarían por encima por una o dos canciones que podrían clasificarse, como por ejemplo la “Téo & Téa” de Jean Michel Jarré.
Playlist de servidora de música Cyberpunk: http://grooveshark.com/playlist/Cyberpunk/53827935
Referencias audiovisuales
Creo estar segura que todos están esperando a que vuelva a hablar de Blade Runner (1982, Ridley Scott). Es La película Cyberpunk para muchos aficionados al género (y movimiento). Pues no pienso hacer ninguna reflexión más allá de lo que ya está sobrecomentado por mayores entendidos, cómo Scott hizo una verdadera obra maestra encontrando el género de la ciencia-ficción con lo noir, en un mundo verdaderamente distópico donde nos presentan la historia de un cazador de replicantes, algo como androides, muy humanos (sin ánimo de hacer demasiado spoiler para quien no haya visto las versiones extendidas).
Tron, la original (1982, Steven Lisberer) podría considerarse Cyberpunk muy light, proponiendo el debate sobre la realidad vs realidad virtual, la creación de universos digitales, etcétera.
Por entonces, se sucedieron títulos más o menos taquilleros de ciencia-ficción que tratan temas Cyberpunk como la conexión de la mente en programas y realidades virtuales como Brainstorm (1983) y Johnny Mnemonic (1995), cyborgs y transformación corporal transhumana como Cyborg (1989, la que sale el Van Damme,…) o Tetsuo (1989), futuros distópicos gobernados por megacorporaciones o con caos social y problemas medioambientales como Videodrome (1983) y Split Second (1992). Prácticamente, casi todas las películas de ciencia-ficción de finales de los 80 y de los 90 tenían algún tipo de influencia en esta corriente, lo cual merece un análisis social por ser significativo. ¿Realmente comenzamos a ver así el futuro?
En la segunda fase conocida como postCyberpunk, podemos encontrar títulos como Hackers (1995), pero sobre todo, hay que hablar de Matrix, especialmente la primera de la trilogía (Wachowski brothers, 1999): típico héroe mesiático en una realidad virtual, perseguido por hombres programa con aspecto de altos ejecutivos para liberar a la humanidad del “sueño”.
Aparte, merece una especial atención el anime japonés, por ser un género que trabajó con mucha pasión la cuestión cyberpunk. Títulos a destacar como Akira (Otomo, 1988), Neo Tokyo (1986), Bubblegum Crisis (1987), o Ghost in the Shell 1 (Oshii, 1995) y 2: Innocence (204), incluyendo también una reinterpretación harto interesante del Metropolis de F. Lang, que sin duda su visión tecnodistópica y esotérica influencia constantemente el Cyberpunk: Metropolis (2001).
Cabe pensar que los propios artistas japoneses eran conscientes del papel de Japón, y especialmente Tokyo, en la economía mundial, el papel que ya la tecnología que producían obtuvo en su propia sociedad y cultura en transformación, hasta niveles insospechados, y como las corporaciones iban obteniendo más poder.
Japón está, de hecho, presente en otras obras Cyberpunk: por ejemplo, algunos episodios Neuromante de W. Gibson suceden en dicho país, y en Blade Runner el papel de Japón está claro en los anuncios.
Los cortometrajes, a diferencia de los largo, son independientes y con poca vocación comercial, dicho de otro modo, exploran con menos recelos algún aspecto del Cyberpunk. Además, se proyectaban para ciclos y acciones culturales o sociales entorno a temas relacionados, por lo que su escasa difusión no ha permitido, lamentablemente, que sean muy conocidos.
Uno de estos cortometrajes relativamente conocidos, de animación, es The Sex Life of Robots (M. Sullivan), del cual podemos ver un extracto en Youtube, donde se trata cuestiones como el sexo, la robótica, y una alusión metafórica a la sociedad. Es de género artporn, es decir, es pornografía artística -pero entre robots.
Advertencia: contenido sexual explícito entre robots humanoides.
Extracto The Sex Life of Robots
Finalmente, hablemos de series televisivas. Al igual que sucedió con las películas, el Cyberpunk marcó una tremenda influencia en todas las producciones de ciencia-ficción.
Seguramente, la serie más icónica clasificable como Cyberpunk sea Max Headroom (1987). Una serie con una estética que ha trascendido en la cultura pop -aun incluso si no la conocemos- y cuyo protagonista, del mismo nombre, ha sido comparado con el personaje de V de Vendetta o con movimientos como Anonymous.
En un futuro distópico similar a nuestro presente, una megacorporación televisiva gobierna el mundo, usando la tecnología de la televisión para dominar las personas, incluso con tandas de publicidad sin opción a no verlas.
Un periodista algo rebelde contra el sistema sufre un accidente. Por diversos motivos, descargan la memoria del periodista en un ordenador para generar un programa que sustituya el vacío del periodista, pero se les va de las manos… Así nace el personaje Max Headroom, independiente, representativo del estereotipo satírico de presentador de televisión egocéntrico, que interrumpe las transmisiones de televisión para ir dejando perlas…
Hay muchas más películas que nos pueden remitir a temas también tratados en el Cyberpunk, como Gattaca o Repo, y series influenciadas, tales como Star Trek New Generation, o Expediente X. Clasificar una producción dentro del Cyberpunk es una tarea difícil, ya que, tal como pasa con otras tendencias y movimientos que además se entremezclan con lo social, los límites no quedan del todo claros, y tal vez no deban en un exceso.
Un poco de reflexión antes de continuar hacia la segunda parte. Podemos observar como mucha creación cultural de los pasados años que se enfoca en el futuro, digamos la ciencia-ficción, evoca a futuros inciertos, distópicos, sucios, donde el papel del ser humano frente a sí mismo, frente a la tecnología, se cuestiona hasta la desconfianza. ¿No creen?
¡Nos vemos en la segunda parte!
Este post es una auténtica pasada. Aún estoy procesando muchas de las referencias, incluída grooveshark. Me va a dar de comer durante un año.