La cultura lleva estando recortada y estrujada por las administraciones desde que comenzó la crisis. Vaya novedad dice la que suscribe… Por cultura entendemos muchas veces las artes, o la industria cultural, e incluso la creativa, cuando se habla de ella. Lo vemos en las redes de profesionales, sea por redes sociales de la web como Twitter, o sean redes de verdad, físicas.
Recortes por allí, alguna nueva legislación por allá, la subida del IVA del 8% al 21%,… Todo esto nos “sobre”suena a los que podemos rondar por aquí. Entradas y artículos que lamentan esta situación, o incluso culpan a aquellos (muchas veces con pruebas y sobrando razones…), cada vez más. Propuestas, por suerte, también, pero de casi todo tipo. Análisis de todo tipo, también,…
Como saben, y tirando las piedras sobre mi propio tejado, no esperen que hable desde la voz de la experiencia, pues soy una “junior” con interés en eso llamado gestión cultural, y aunque he tenido una corta pero bastante intensa experiencia gestionando proyectos propios a la babalá, y también un poquitillo de experiencia haciendo danza (6 años sigue siendo poco), también leo, me informo, converso, con todo tipo de opiniones, informes, aunque siempre tengo la sensación que me falta más… Así que aquí no encontrarán una solución con clave maestra, ni la voz de alguien reconocido o docto en el sector, pero creo que como todos, puedo aportar mi visión, dícese derecho, y quiero aportar una crítica, pero con algo más que esperanza.
Para comenzar, me gustaría aportar mi visión por algo que este último par de meses me alarma, y es el alarmismo y pesimismo, valga la redundancia, que ya no es tendencia: nos ahoga a la gente que estamos haciendo “algo”, sea al nivel que sea. Supongo que hay gente que cree que ser realista es alejarse del optimismo.
Eso sí, hay profesionales que tienen un buen argumento de peso para estar preocupados porque viven de ello honradamente, e incluso pueden tener una familia. Estamos hablando que es su trabajo con el que sobreviven, y por ello también hay que luchar.
Comprendo perfectamente que la situación sea injusta y nos quejemos, debemos hacerlo, pero llega un momento que las quejas es lo que se ve más, y ciega el resto de oportunidades, de propuestas interesantes o viables, y otras voces. Y es una postura emocional que afecta a más gente. Mucha gente se acaba dejando arrastrar por una situación de constantes cambios, tensiones y problemas. Puede que mi perspectiva sea la más funesta, y no tengo una gestión de canales y contactos en las redes sociales tan buena como creía… ¿Os ocurre también esta sensación?
Pero si nos dejamos arrastrar por esta tormenta emocional colectiva, ocurre que nuestro cerebro, entre otras cosas, sólo se enfoca en lo negativo, en las alarmas, y puede llegar a dejar paralizada a la persona, baja en creatividad y en capacidad de reacción y proacción. Y esto no lo digo yo, ni lo dice “el Punset”, lo dicen neurólogos, psicólogos, coachs, y cada vez está más verificado empíricamente.
Los que piensan que pensar en positivo, hacia lo constructivo, es un enfoque que hace perder realismo, supongo que lo piensan porque en nuestra cultura (uy, que comenzaremos a mezclar múltiples usos de esa palabra) está extendida la asociación del optimismo con “soñar con pajaritos”, “pensar que la vida es de color de rosa”,… Básicamente, una visión de ese prisma como signo de surrealismo, subjetividad e incluso debilidad. Pues a mí me parece más el tipo de pensamiento constante negativo.
Hacer vibrar nuestra mente en positivo hace que encontremos las oportunidades, que nuestra creatividad se active, que la motivación sea más fácil de encontrar,… Si pensamos en esos momentos de nuestra vida en los que hemos logrado algo que deseábamos, ese momento de felicidad, alegría, “subidón”, ¿no ha pasado que veamos todo desde una perspectiva diferente? ¿No nos pasa que de repente se nos ocurren nuevas ideas, o incluso proyectos? ¿O incluso que se encadenen cosas buenas? Digamos que no es casualidad.
Evidentemente, como todo, entrar en los excesos no es bueno, ser excesivamente optimista seguramente es ser un “somiatruites” que se dice en Catalunya, pero si explico este tema es porque tengo la sensación que hay un exceso ahora mismo de enfoque pesimista, y no es útil. Para interesados en técnicas más que creativas, de flexibilidad mental, recomiendo la técnica de los Seis Sombreros para pensar, y quizá se explica mejor sobre lo que refiero de las perspectivas. Incluye la perspectiva positiva, y la negativa, entre otras cuatro, porque son útiles bien combinadas.
Una cosa muy positiva que está sucediendo es que gracias a esta crisis, que aunque esto ya ha sido dicho por diversos expertos, no es sólo económica, sino de prácticamente todo, básicamente estamos acabando de evolucionar a una nueva sociedad y un nuevo modelo cultural -hablo de cultura desde una perspectiva más antropológica, por si no se me entiende-, el modelo de la gestión de las industrias culturales, de las artes y de toda la cultura se está examinando, analizando, destripando y criticando de cabo a rabo, dando lugar a debates con muchos puntos de vistas, algunos divergentes, muy apasionantes, pero sobre todo importantes. Una ardua lucha entre lo antiguo y lo nuevo, lo tradicional y lo innovador. Se habla desde lo más administrativo hasta lo más profundo, proponiendo nuevos valores éticos, nuevas formas de trabajo como la cooperación,…
Pero, no sé si seré la única, tengo la sensación que muchos debates en el sector cultural, al menos a los que he asistido, oído o leído, comienzan hablando de la situación, “vamos a analizarlo y a buscar soluciones”, sale el tema de las subvenciones, y todo el mundo se hunde, porque ya no hay subvenciones de la cultura.
Las soluciones giran entorno a destacar que las subvenciones son importantes, que la administración pública y los gobiernos deben apoyarla en muchos sentidos, y que hay que presionar, presionar y presionar. Y quejarse en diversos niveles y mediante diferentes estrategias y métodos.
No es que sea ingenua. Sé bien el porqué hay tanta necesidad de subvenciones para la cultura, ya que por ejemplo hay proyectos que podemos entender como interesantes o necesarios para y con la sociedad, pero pueden ser financieramente deficitarios, es decir, que de lo que se invierte en su realización no se recupera, y esto no tiene nada de malo si es ético y correcto el planteamiento.
Pongamos una campaña de lectura, para motivar a la sociedad a que lea más y mejor, es el tipo de campañas o proyectos que necesitan subvención seguramente. Con obviedad, si a la gente de a pie, y a nosotros mismos, nos están recortando en cosas más importantes como la salud, yo ya opino que prefiero que recorten la campaña de lectura antes que la de financiación en sanidad, no me escondo, aunque me afecte el recorte en cultura. Es bueno luchar por el restablecimiento de las subvenciones, remarco, pero estamos ante la incertidumbre, hay que gestionarla, cogerla por los cuernos.
Tenemos derecho a estar indignados, no sólo porque están recortando mientras recibimos información que algunos ricos se están haciendo más ricos a costa de todos, sino porque se está dando a entender qué aspectos o disciplinas culturales son más importante para los que gobiernan -sólo hay que ver como han subvencionado los toros en detrimento de la cultura.
Tenemos no sólo derecho, sino deber a luchar por lo que creemos, y por lo que queremos y es bueno para muchos o incluso todos, o al menos no afecta negativamente a nadie. Pero, ¿es útil quedarnos paralizados entre la indignación, el miedo y la lamentación? Yo creo que no.
Evitaré ser fatalista, más si estoy abogando por lo constructivo, pero hay que comenzar por la aceptación de la situación, que no quiere decir resignación. ¡Eso nunca! Aceptación significa:
“Vale, esto está así y así. No caeré en soñar con “qué hubiera sido si esto no hubiera pasado”, sólo sirve para que me quede más paralizado. Mi objetivo no es que den subvenciones, porque las subvenciones son un recurso para lograr el objetivo, quiero __[inserte su objetivo tipo proyecto, enfoque, valor a aportar en la sociedad,…]___ ¿qué otras vías podemos encontrar?”
Creatividad. Creo que una de las claves está en la creativad. Si se quiere lograr un objetivo de dar a conocer, de difundir, de hacer reflexionar, o de crear arte, cultura,… hay que salir de los paradigmas a los que estábamos acostumbrados, aceptar que todo está cambiando, y ya nunca será lo de antes (si todos nos esforzamos de forma constructiva, estoy muy segura que para bien), y que hay que repensar no sólo la gestión de la cultura, sino que además,… ¡la propia cultura, sus valores, paradigmas y discursos, están cambiando! Es casi un “borrón y cuenta nueva”. Por ello quizá sería bueno conocerla y adaptarse a ella y al entorno. Yo me lo tomo como haber llegado a otro planeta con otra cultura y sociedad.
Puede sonar desesperanzador para aquellas personas que su trabajo y los ingresos que le daban el pan de cada día estuviera en la cultura y las artes, sea como creador, difusor o lo que sea, pues no estoy dando una solución, nada que pueda “solucionar” el problema o problemas como por arte de magia rápidamente, ni soy una Nostradamus, sólo estoy dando mi opinión y perspectiva. Creo que se solucionará, pero a medio y largo plazo, y no se hace solo, ni nadie nos lo solucionará por nosotros.
Otro punto que me gustaría expresar es el de la falta de aprovechamiento de estos cambios. He estado sólo en los movimientos del 15-M de Barcelona, y era dificil encontrar un auténtico apoyo o presencia de la gente de la cultura realmente visibles y activos. Han habido, sí, y doy gracias a los que lo han hecho posible, ¡de corazón!
Me explico aunque seguro que alguien con más experiencia pueda encontrarle problemas, o matices a arreglar. Esto es opinión en base a pensamientos más o menos claros y sencillos.
Uno de los problemas que ha tenido la cultura, por ejemplo en España, es la falta de conexión y sobre todo comprensión de qué es la cultura, y su importancia entre la sociedad. Por ejemplo, esos debates de la gratuitidad, o de que ciertos sectores de la sociedad no van a un espectáculo de danza porque ¿para eso han de pagar?
No sé si soy yo, pero creo que este sigue siendo el perfecto momento para acercar la cultura a la sociedad.
La sensibilidad de la gente, en el buen sentido, está más a flor de piel, y el sentido crítico ha tenido un pequeño empuje con la necesidad de estar informado. ¿Por qué no estar en estas “movidas”? Si recuerdo un proyecto como “Cómo acabar con el mal“, que estuvo conectado con estos movimientos de forma muy directa, donde usaban el arte y la creatividad para aportar soluciones contra lo que nos cae, y analizamos la visibilidad que tuvieron, la participación, el tipo de segmentos de público al que llegaron, y la repercusión a los medios siendo un proyecto que algunos consideran de “alternativo”… ¡éxito! Evidentemente tenía un enfoque social, pero ¿y qué?
Si se sigue obcecando en ideas como que sólo hay que promover la “alta cultura”, ya se puede dejar todo. Se han quedado en el siglo XIX y el siglo XX. Estamos en un momento donde la sociedad, por lo general, tiene un fácil acceso a la información, e incluso al autoaprendizaje. Lo que comentaba además de muchos expertos: quizá sólo hay que adaptar la gestión de la cultura a estos nuevos tiempos (aclaro: no refiero en este caso a la profesión “gestión cultural”). No hay nada alternativo, no hay ya un solo discurso, la sociedad es segmentada. Sí hay criterios de calidad y contenido, eso nunca desaparecerá, evidentemente. Lo cortés no quita lo valiente. Pero no hay que menospreciar a los que “no son profesionales” por concederles la duda de menor criterio.
Aprovechemos esta oportunidad. Aproximemos y sensibilicemos a la sociedad con la cultura, explíquemosle qué es la cultura, que no sólo es arte, que es mucho más, y que sin cultura… ¡tal vez ni hablarían! (eso de que el lenguaje y el idioma es un aspecto de la cultura, ya sabéis…) Se les puede hacer participar en los debates, no son tontos. No serán entendidos, pero ellos, al igual que nosotros, somos el público de la cultura y pueden decidir, y pueden aportar hasta ¡ideas geniales!
Es el momento para quejarnos, sí, pero también para demostrar cómo es el proceso de creación de un artista, que hay un curro como el que trabaja en la construcción, y por qué es necesario. Tal vez entiendan porque es bueno pagarlo. O expliquemos como funciona un museo, o una biblioteca…
Son ideas que ya se han hecho, y no digo nada novedoso, quizá absurdo. Pero lo que pretendo abordar es la importancia del enfoque adecuado, y de los enfoques necesarios para abordar y contraatacar la crisis.
Como se dice en coaching, nosotros por cada uno tenemos un círculo de influencia, que es aquello que nosotros podemos cambiar mediante nuestras acciones (proactividad), pero si todos “atacamos” por esa línea, el círculo de influencia crece, incluyendo al público que también es quien transforma la sociedad y la cultura, y estoy segura que de conseguirse eso, crecer el círculo de influencia hasta un tamaño considerable, se come la crisis con patatas. Advierto: no es fácil, pero hay que comenzar YA desde uno mismo.
Esta es mi idea y mis opiniones. Si os gusta compartidla, ponedla en práctica, o mejor, en común y en grupo, todos a una, o mejoradla, refinadla. Es una idea “en código abierto”. Si no os gusta, déjenla de lado, su opinión es tan válida como la mía.
¡Un saludo!
¿Cómo se puede poner “me gusta” a esta entrada?
Vamos, que así: ME GUSTA
No me gusta la situación pero si no pienso que se puede seguir trabajando y buscando otras maneras de hacer lo que nos gusta, entonces me corto las venas.
La semana pasada estaba en la playa con una amiga y estábamos de acuerdo que basta ya de quejas y vamos a ponernos “manos a la obra”. Entonces nos ponemos a pensar… en las energías renovables, en la arquitectura colectiva, en la banca ética y sostenible, en definitiva todo aquello que convive bajo el paraguas de las Economías Creativas. Entonces nos centramos en la cultura y concretamente en la escena contemporánea, que es lo que nos interesa, … pues el tema es: ¿qué vamos hacer? o mejor dicho ¿cómo lo vamos hacer?
Como hace poco me dijo Rubén Ramos (que me hizo mucha gracia) el crowdfunding es la lista de boda y parece que en nuestro marco no funciona, los sistemas mixtos (que serían los ideales) entre las ayudas públicas y los patrocinios privados no parece que se vayan a consolidar, el patrocinio privado supone sotemerse a las leyes del mercado y por tanto las minorías no tienen nada que hacer… ¡jo! pues nos quedamos ahí, en los puntos suspensivos. Seguiremos pensando de cara al mar, en un bar pero al menos siempre con amigxs. 🙂
Saludos Elisa, en primer lugar decirte que me ha gustado tu artículo =) es posible que la crisis ponga trabas a la difusión de la cultura (como a todo), conforme los recursos escasean se van destinando a lo más imprescindible, aunque no siempre se hace así. Pero aunque en un sistema basado en el consumo y la competitividad, intentar fomentar otros valores es complicado…(cuando queda poco pan, el que en lugar de cogerlo rápido piensa en danzar se queda sin comer), me ha gustado mucho tu enfoque de que no nos debemos dejar arrastrar por el pesimismo y que solo quejándonos y lamentándonos no vamos a llegar a ningún lado. Me parece que tienes mucha razón, así como en eso de que cada uno debe aportar su grano de arena para que transitemos juntos a un nuevo mundo o sociedad, que como bien dices puede llegar a manifestarse desde donde estamos ahora.
Yo por mi parte voy a aportar aquí mi granito de arena, dejando enlace a descarga a un libro que recien he publicado y en el que se desarrolla una estrategia mediante la cual, considero que el pueblo podría unirse y organizarse para salir de la crisis.
Aquí lo dejo: http://www.bubok.es/libros/214494/El-ocaso-del-capitalismo
Es un escrito conciso, pero claro y contundente, otro granito de arena como lo es también este artículo tuyo =)
Gracias por compartirlo Elisa y un abrazo.