Ayer publiqué en el blog de Steampunk y Otros Retrofuturismos la entrada que pondré hoy. Como hay entradas que pueden ser compatibles en éste y ese blog, he pensado de subirlos indistintamente en ambos para una mejor accesibilidad, aunque tengo claro que cuando hable de artes escénicas retrofuturistas, lo haré exclusivamente en éste.
Creo que es una entrada interesante para todos, aunque os estéis introduciendo en la materia por cualquier motivo, es un tema con el que me apasiono, y es el debate sobre el carácter y naturaleza del Steampunk, sus límites y no límites creativos,…
“El pasado 14 de junio fue “el día internacional del Steampunk”, y en Twitter tuvimos un debate intenso sobre la lógica y los fundamentos reales del Steampunk, entre ellos Decimononic, Bruno Jiménez, el antropólogo Marcus R. y finalmente Mike Perschon. Si quieren saber más, en este hilo de Steampunk Spain se indican enlaces, incluyendo del fantástico recopilatorio que Decimononic realizó y se sigue bastante mejor el debate.
Básicamente, saco el tema porque en él explicamos cómo se creó un día porque sí, y su relación con el carácter colectivo del Steampunk actualmente. Al parecer, como investigó Mike Perschon, la decisión de imponer un día se originó vía Facebook y después en algunos foros, pero no se entendía la razón de ser ni la misión. Sencillamente “tener un día”.
Pero el objetivo de este escrito de hoy no es hablar y debatir de este tema, ya está en el anterior enlace hecho. Con éste quiero expresar mi visión sobre qué es el Steampunk, aunque ya lo he expresado en alguna que otra ocasión: un movimiento. Quiero dar mi punto de vista sobre cómo llegar a una conclusión y en base a qué.
Algunos se preguntan que qué importa darle “una etiqueta”, “y esas cosas”. Para los que tenemos el Steampunk como un objeto de estudio, como es mi caso -lo que en las redes se llama “Steampunk scholar”- nos interesa encontrarle no una etiqueta, ya que “movimiento”, “estética”, “moda” no son meras etiquetas de adorno grandilocuente, un título honorario, son adjetivos que definen la naturaleza de la cuestión y ayudan a transmitir mejor el concepto a todo tipo de públicos con los que se transmite la información. En mi caso y por mis intereses, por ejemplo, es llegar a comunicar con precisión tanto a un tipo de lector que tenga conocimiento del tema, como el que no.
Pero añadirle un adjetivo definidor es inevitablemente imponerle un tipo de discurso, y es donde quiero llegar. ¿Qué quiere decir esto? Los conceptos y las ideas transmitidas en textos (de palabras), imágenes, signos y códigos, y las representaciones o significados conferidos a esos signos formulan discursos; un proceso evidentemente cultural y/o social. Por esto mismo, no es lo mismo si hablamos que el Steampunk es una moda, es una estética, o un movimiento. Estaríamos hablando de cosas diferentes, y confiriéndole diferentes valores -no tendría el mismo valor sociocultural una moda que una estética o que un movimiento.
En EEUU muy especialmente se ha dado este debate -de entre otros muchos, para variar- sobre qué es, y parece que impera el concepto de que el Steampunk es una estética. En inglés usan la palabra “aesthetic” y no “fashion”, mientras que en español en principio solemos usar estética para hablar de ambos conceptos. Muchos interesados de habla española no han tenido en cuenta esta diferencia y han dado cancha a una mayor confusión en el mundo del Steampunk de habla/escritura española, y aunque es cierto que algunos steampunks anglosajones se hayan pensado que la palabra aesthetic es una forma arcaizante y “victoriana” de decir “fashion”, no significan lo mismo.
Brevemente, diremos que “aesthetic” se refiere a la sensibilidad por lo bello y lo no bello, a una forma de transmitir unas ideas emocionalmente de una forma concreta, a través de unos conceptos, convenciones y referencias definidas por la estética concreta, digamos que se relaciona con la rama de la Filosofía llamada “estética”. Mientras tanto, “fashion” se refiere a una práctica popular, un estilo visual concreto, lo que llamamos moda. De hecho, en principio “fashion” se traduce correctamente como lo que nosotros entendemos moda de forma popular: formas de vestir, de llevar complementos, de peinarse y maquillarse: de mostrarse a la sociedad, llanamente.
Así pues, cuando se dice que el Steampunk es una estética, se habla de una sensibilidad muy concreta de lo bello, pero también los que hablan del Steampunk como estética hablan, como decía, un poco de lo “fashion”. O dicho de otro modo y temiendo no confundir más al lector, cuando en EEUU especialmente se dice que el Steampunk es una estética, se dice que es un conjunto de visiones o representaciones visuales o de forma sensibles a unos parámetros retro y retrofuturistas, concretamente victorianos. Predomina por tanto la idea de un mix entre aesthetic y fashion.
Cherie Priest (autora Steampunk) definió el Steampunk como “una estética que mezcla tres aspectos: la tecnofantasía (tecnología explicada sin plausabilidad, tecnología como fantasía), el neovictorianismo, y el retrofuturismo”. Fuente.
Una de las escuelas de análisis del Steampunk, tal vez la más popular, es quedarse como espectador, donde casi todo se admite, y si un grupo, aunque sea minoritario, imponen en el Steampunk una nueva idea o concepto, o forma visual, es válido siempre y cuando no sea extremadamente contrario; por tanto, ellos dicen que el Steampunk es como lo que los que están dentro deciden que sea y lo llevan a la evolución. Y si mucha gente sólo se dedica al aspecto estético del Steampunk, por tanto, les lleva a través de la inducción y la síntesis a decir que el Steampunk es una estética.
Evidentemente es una postura sensible y muy prudente. En mi opinión, demasiado prudente. No huyo de admitir que es importante considerar cómo los movimientos o tendencias evolucionan, y son las dinámicas sociales, la gente, quienes le dan forma y evolución. Por tanto, sería necio tomar una postura totalmente contraria, que cayera en la pura imposición de lo que una persona o un pequeño colectivo considere que es correcto.
Algo que puede ser alucinante es, a veces, la falta de crítica en nuevas intrusiones y consideraciones, y sobre todo la permisibilidad que se ve en las comunidades, hasta el punto de verse que se acepta gato por liebre. Por ejemplo, y sin ánimo de ofender a quien pueda sentirse identificado (más bien con ánimo a considerarlo una crítica constructiva), esas famosas sesiones fotográficas donde aparecen mozas en estética neovictoriana gótica con unas gafas de soldador sin decoración o con una estética pin up militar más propia del dieselpunk, y cuatro engranajes colgando, y se le llama Steampunk. Sin más documentación, ni trabajo creativo. Y se valida porque ya “mucha gente” a eso le llama Steampunk. Y este es un sólo ejemplo, lo encontramos en la música Steampunk, en el arte Steampunk -por suerte no tanto-, y sobre todo en la -sí- estética Steampunk.
Como decíamos algunos, o citando mejor la metáfora que hizo Alfaya de Decimononic en alguna ocasión y me hizo mucha gracia, no todo lo que lleve huevos, o patatas, o cebollas son tortillas de patata. Pero en el extremismo de esa escuela que explicaba, todo lo que llevara sobre todo huevos sería una tortilla de patatas si más de una persona que se considerase fan de la tortilla de patatas dijera que lo es.
Por este mismo motivo, hacen falta gastrónomos y críticos de la gastronomía que, también basándose en el empirismo, en la investigación académica y sobre todo el sentido crítico y el razonamiento definan qué es esta tortilla de patatas llamada Steampunk, aunque algunos chefs no estén de acuerdo y se enrabien.
Pero que la estética Steampunk sea lo más presente en las redes sociales no significa que sea una estética. Y vamos al grano.
Ya hemos visto, más o menos, qué implica una estética. En muchos sitios se le ha negado al Steampunk que tenga un aspecto político, y en realidad no lo tiene en el sentido que tenemos presente la política, aunque han habido intentos por parte de colectivos anarquistas y punk de encontrar en el Steampunk una renovación.
También se le niega una filosofía, porque en realidad tampoco podemos hablar de una corriente filosófica estricta y académicamente hablando, obviamente.
Lo que sí se le acepta es una visión, pero según algunos entendidos abogan porque esta visión del presente deriva de la estética -o para ellos, forma parte-, e incluso es inocua y sólo participa en dicha estética.
Negarle al Steampunk una visión crítica del mundo presente mediante a la acción que toma en reprender el espíritu fantástico tecnocientífico del pasado -concretamente el siglo XIX-, es como negar la función crítica con el mundo presente y la sociedad que tiene y ha tenido la ciencia-ficción desde Verne y las edisonadas hasta las nuevas corrientes de la cifi. Incluso la fantasía tuvo en su momento una función de evasión de la realidad, y en algunos casos de nostalgia por aspectos del pasado como un romanticismo medieval, cuando no estuvo relegada a la producción de best-sellers sencillos.
Es negarle al Steampunk la vocación de criticar el mundo consumista, minimalista e individualista en el que estamos, con una visión del futuro falta de expectativa, sin proyectos a largo plazo como en el siglo XIX con proyección al futuro. Sea a través de cualquier disciplina artística, desde las artes escénicas hasta la literatura, o sea a través del movimiento Maker ligado a él.
Está ahí desde el momento en que retoma todas esas esencias fantásticas y de la ciencia-ficción, lo envuelve en la nostalgia, en un entorno acogedor del pasado y a la vez oscuro e inesperado propio de lo que puede dar la ciencia, es hablar en cierto modo de la resistencia de nuestra sociedad a salir del círculo de confort como colectivo, y en el fondo, de la del pasado que nos ha legado nuestro presente. Y desde el momento en que absorbe esas tendencias mencionadas del “makerism”, y el Do It Yourself actuales.
Así pues, me atrevo a decir que el Steampunk es un movimiento cultural del siglo XXI, de un siglo en que los movimientos sociales y culturales ya no se limitan por un espacio geográfico, sino por gente con inquietudes iniciales próximas. Vuelve al siglo XIX porque es cuando la industrialización y el imperialismo transformó por completo nuestra sociedad y planeta y dio lugar a la sociedad postindustrial y globalizada con desigualdades que estamos; porque por entonces aun se veía el futuro optimísticamente, pero ahora tenemos la oportunidad de que la burguesía, o los que tienen el poder económico no tengan la exclusividad de elegir como será ese futuro, y nos sorprenda a todos por igual. -aunque esto último no es la pretensión real de forma “liminal”, es un objetivo implícito.
Un movimiento que hace que disciplinas artísticas, artesanales, formas de entender el futuro y el presente, e incluso de forma más dispersa formas políticas se enfoquen en una dirección concreta.
Que muchos artistas y artesanos se enfoquen concretamente más en la cocción de la patata, de la cebolla, o en ponerle más cantidad de yema que de clara, no significaría tampoco que la tortilla de patatas tiene que ser de esa forma concreta. Si unos tiran más por la fantasía, otros por la visión postapocalíptica y otros por una forma más historicista y retrofuturista clásica es totalmente normal y sobre todo enriquecedor. E incluso que se hagan fusiones con otros tipos de tortilla es plausible. Pero si hacen un revuelto de setas, no es tortilla de patatas.”
Hola!
un billete muy interesante por su contenido y que estabamos discutiendo en el forum de Steampunk.fr (soy frances) Me gustaria traducirlo en frances y publicarlo en este forum si me das permision
Un saludo
Theobias