Recientemente he lanzado desde la nueva plataforma de danza “Mecanismo Tribal” un curso online de Introducción al marketing cultural para bailarinas de danza oriental y tribal.
Soy de las que consideran que la danza oriental no es sólo un mero espectáculo de entretenimiento de restaurante libanés, si las bailarinas, y lamentablemente escasos bailarines, se lo proponen. Y por suerte he visto ejemplos tanto en España como en el resto del mundo -estos de momento no en directo- de espectáculos que buscan un objetivo cultural y artístico más que de entretener al público a secas, a base de golpes de cadera y “shimmys”.
Evidentemente la cultura entretiene, y eso es bueno, pero como se sabe, la cultura is on the air, inevitablemente en el mundo humano está en todas partes, no podemos vivir sin ella (lenguaje, alimentación, rituales de higiene,…).
Y la danza, en todas sus formas entretiene, pero también emociona a través de sensaciones, estética, expresión, puede hacer reflexionar sobre el mundo que vivimos o la condición humana, por ejemplo, crea un debate en el complejo lenguaje del movimiento fluído.
La danza oriental, o “danza del vientre” no es una excepción. El sencillo hecho de su relativo éxito de introducción en sociedades occidentales ya nos habla de una cierta reflexión de sus practicantes sobre Oriente y el orientalismo, la diversidad cultural y eso llamado “multiculturalidad”, en un mundo que se globaliza más y más. Sin embargo, no hay que engañarnos que es una danza menospreciada.
Menospreciada porque es eso, una danza que no toma la distinción de otra cultura occidental, no tiene el mismo valor dado que la danza irlandesa, el ballet, o a su manera el flamenco. Es una danza, o siendo justos, un conjunto de diversos tipos de danzas folklóricas y modernas que van desde la extensa y pluricultural Índia hasta Egipto y los Balcanes, que toman prestado esta forma cultural de Oriente. Cierren los ojos y díganme tres cosas buenas que les evoca Oriente, y tres cosas malas. Más que posiblemente las cosas buenas estén relacionadas con aspectos idealizados y placenteros (la estética árabe, una supuesta “way of life”, o su gastronomía por ejemplo), y los aspectos negativos estén relacionados con los debates que día a día leemos en los medios (el terrorismo islámico, la represión de la mujer, la pobreza, las desigualdades,…).
Cuando alguien piensa en danza oriental le remite a la danza del vientre, y cuando alguien piensa en ésta, ve a una mujer despampanante y sensual en sujetador y falda ajustada, colores vibrantes, lentejuelas y monedas, velos, y muchos meneos y miradas enigmáticas. O directamente en Shakira, en siglo XXI, no vamos a negarla. Siendo sinceros, hay profesionales que les gusta este papel, y es una línea muy explotada en diversas intensidades y variaciones, y puede ser una línea muy respetable, pero prosigamos.
Detrás de las danzas orientales se esconden estos tipos de danzas:
- Danzas folklóricas de diversas etnias, tribus y culturas, algunas de origen ritual, marcial,…: zaar, odissi, sai’di, danza del jarrón de Marruecos,…
- Danzas de Oriente modernas, como la danza oriental libanesa, la egipcia, etcétera que introduce elementos modernos como las “alas de isis”, o incluye lenguaje y técnica del ballet y la danza moderna occidental del siglo XX. También podríamos incluir el Bollywood (o correctamente dicho, el estilo de danza que aparece en las producciones de Bollywood).
- Las versiones occidentales y americanas del anterior punto, que son más occidentalizadas -en diversas intensidades-, y dan lugar al “cabaret americano” -no es el cabaret que vosotros pensáis. Se incluyen danzas fantasía como la “gitanesca”.
- Danzas fusión de las anteriores con otras, algunas como la fusión flamenco, la danza oriental con danza contemporánea, o el “Bellynesian” (fusión de danzas cabaret o orientales modernas con danzas polinésicas).
- Danzas fusión totales “made in USA”, especialmente el American Tribal Style y el tribal fusion. Danza tribal para los amigos.
Desde hace décadas han habido en estas líneas diversas compañías que han impulsado todo tipo de ideas y conceptos en las danzas: desde el trabajo en la investigación de danzas folklóricas in situ y su divulgación -tanto detrás de compañías de danza que viajan a Oriente para estudiar como tras asociaciones y fundaciones-, pasando por la experimentación completa -los mejores ejemplos los da las fusiones con danzas contemporáneas-, puestas en escena profesionales con todos los elementos necesarios para ser un espectáculo de danza -como el espectáculo “Gálata” que recientemente se ha hecho en Madrid, y un montón de ejemplos-,…
El estudio de las danzas orientales, las cosas como son, desde una perspectiva profesional, es un camino duro y complicado, que requiere no sólo un esfuerzo físico, sino intelectual y emocional, además de recursos económicos -supongo que como en todas las artes, en el fondo.
Te puedes iniciar en cualquier academia, o incluso en algún centro cívico, y evidentemente con profesionales. Hoy en día muchas academias de danzas orientales ofrecen un buen programa que suelen centrarse en las danzas orientales “clásicas” (o libanesas, cabaret, turca, egipcia, o una combinación homogénea), que suele dividirse en 3 niveles: principiante, intermedio, avanzado, y en algunos casos un cuarto nivel: profesional. Porque, si no lo había dicho y había la duda, no hay reglamentación en estas danzas, aunque puede imaginarse, querido lector, que viendo tanta tipología y heterogeneidad, puede ser complicado, entre otros motivos. Así pues, el accésit, requisitos y programa de cada nivel es a criterio y elección de la dirección de cada academia y/o profesora.
Además, estas academias pueden ofrecer otro tipo de formación complementaria, como por ejemplo danzas folklóricas orientales, Bollywood, o el introducido tribal, e incluso otro contenido complementario muy requerido, tipo “Danza clásica para oriental”, “Estiramientos”, “Yoga” (para estirar y tonificar el cuerpo), “percusión”, “elementos”.
Cuando quieres formarte más, o incluso especializarte, con suerte en tu ciudad o en la capital llegarán de tanto en tanto profesionales y estrellas de las danzas que requieres, y harán “workshops” y clases maestrales durante un fin de semana, y evidentemente tiene su precio.
Si aun quieres evolucionar más, es posible que te costees un viaje de un mes, dos, o incluso más a la India o Egipto para formarte con los mejores profesores dentro de la propia cultura original.
Es una danza que suelen practicar mujeres, por motivos culturales puramente: se dice que es una danza para la mujer, que trabaja el cuerpo y la feminidad, un poco espiritual y trascendental, aunque existen danzas para hombres en Turquía, Egipto y la Índia con movimientos pélvicos incluídos, y no necesariamente femeninos. Se suelen introducir a una edad avanzada en comparación a otras danzas, hacia los 18 años más o menos, con éxito en mujeres adultas (25-35 años).
Ciertamente, en todo esto “ayuda” que hay muchas visiones de como enfocar esta danza. Algunas bienintencionadamente quieren preservar un espíritu oriental, algunas llegando al extremismo del “purismo oriental” sin tener en cuenta que, por haber nacido y educada en una cultura distinta, el contexto cultural de la danza que interpreta guste o no nunca podrá ser comprendida y profundizada en todo su ser, y muchos signos culturales ligados a las danzas no los comprenda por completo, y lo que hace por tanto es una re-interpretación de esa danza según su cosmología y entender el mundo. Otras son más occidentales (dicen realistas) y, sin dudarlo no renuncian a los orígenes, quieren adaptar estas formas artísticas al marco de las otras danzas occidentales: la forma de difundirlo y exponerlo.
Ahora bien, echarle totalmente la culpa a estos obstáculos y límites culturales a la comprensión y amparo de las danzas orientales en las sociedades occidentales, especialmente por parte de las propias profesionales de estas danzas, es como decir “que no pueden hacer nada”. Hay una forma sencilla de avanzar en este aspecto: haciendo, luchando pero como dicen algunos coachers “no sólo esforzándose, sino sabiendo que se pone el esfuerzo en el camino correcto”, o subir peldaños pero fijarse si se ha apoyado la escalera en la pared adecuada. Y vamos a la parte II