En diciembre estuvimos dos semanas en AZALA. Al final de las residencias, está la costumbre de hacer un ate irekiak (puertas abiertas con charla y vino caliente). Siendo la primerísima vez que se empezaba a hablar y a especular posibilidades para un nuevo proyecto, la idea de presentar resultaba en cierto modo extraña, pero decidimos no pensar demasiado en eso y plantear una presentación en el último momento.
Escogimos un solo material, lo último que apareció y con lo que más nos estuvimos recreando, eso nos parecía significativo.
Hay una iglesía en el pueblo Lasierra, muy pequeña y antigua, con dos columpios en la entrada y una pista de petanca en la parte trasera. Era mucha tentación como para no utilizarla de escenario. No fuimos los primeros en tener esa idea claro, Idoia Zabaleta nos contó que se llegó a hacer un concierto con canción inspirada en San Bitor (un santo alavés que aún decapitado seguía predicando), y cuya estatua perfila el altar.
El material para la presentación consistía en imágenes proyectadas en la pared, sobre el cuerpo y sobre los objetos, en una sucesión de formas, colores y sobre todo ritmo. Instalamos el proyector en la iglesia apuntando al altar y sus figuras, y probamos hasta componer una suerte de relato cromático de unos 15 minutos. Era atractiva la idea de una instalación, sobre todo porque para nosotros todavía no era momento de escenificar algo. No sabemos si formará parte o tendrá algo que ver con la próxima pieza, pero ahora que ha pasado el tiempo sí pensamos que guarda suficiente contundencia como para tener vida propia. Igual buscamos otro altar por ahí.