¿Y después?

En la pieza escénica se sucede de forma simbólica el romancero gitano de Federico García Lorca, sumergiendo al espectador dentro de un mundo hostil condenado a la frustración y a la aproximación de la muerte. Todo esto queda representado a través de la danza, la puesta en escena y la música; creando un lenguaje visual polisémico, influidos por los símbolos del poeta granadino.

Por otro lado como director escénico y dramaturgo genero un paralelismo con los conflictos que han tenido lugar en los siglos XX y XXI en el mundo. La propuesta plantea “un juego de niños” como esa jerga con la que la sociedad performatiza los conflictos bélicos. Haciendo una reflexión sobre el empoderamiento de la lucha de capitales (políticos, religiosos, culturales y/o económicos) y como esto afecta a la población civil que cada vez está más protegida, segura y a la misma vez más vulnerable, verbalizando conocimientos autómatas y adoctrinados que comparten con sus vecinos. Lo infantil, lo adulto, la inocencia, la picardía, lo salvaje y lo civilizado se representan en los roles que los bailarines-performers representan.

El espectador observará todo este universo de sensaciones a través de un tupido velo, símbolo que evoca la disimulación de las cosas secretas y como según San Pablo dice “es la ignorancia del literalismo y del oscurecimiento del corazón”.