MÉTETE EN MI CUERPO Y ARRÁSTRAME AL INFIERNO
(o la invasión del personaje)
El locutor de radio de la obra “Llum de guardia”, que vi hace algunos veranos en el Romea, gritaba esto a sus oyentes: seres góticos, satánicos y demás tribu dark.
Estos días de inicio de ensayos recuerdo mucho esa frase…
La consteladora que ha participado en la primera fase de creación de nuestro proyecto, Ció Sagristà; y que también es actriz, me dijo una vez que probara a entrar en los personajes como si de una constelación se tratase. Simplemente te pones en tu sitio y te dejas sentir, venía a decir. Como si yo sólo fuera un canal y el personaje – ente independiente- sintiendo que tenía espacio, decidiese habitarme sin esfuerzo. Sin que yo tuviera que poner en marcha la conciencia o la voluntad de construirlo. Como una posesión pero sin giros de cabeza de 260 grados. Y yo, que soy muy de probar las cosas, voy y lo hago.
Y así me encuentro estos días, poseída, casi arrasada, por Alba.
Durante el día una más o menos vive con la tranquilidad o nerviosismo propios de mi persona. Pero en el momento en el que piso el suelo de la Fabra i Coats, mientras subo por el ascensor hacia la planta tres y giro hacia la derecha, al fondo, para llegar a nuestro taller de ensayo, se apodera de mí una especie de mal rollo, de pena y miedo nuevos. Vamos, que creo que no me pertenecen.
Porque yo tengo mis miedos de actriz, yo ya he soñado que olvidaba el texto o que tenía que salir a actuar en una obra de la que no sabía ni el título. Yo ya tiemblo y padezco insomnio antes del estreno. Pero me doy cuenta que ESTOS, no son míos. Que me los han prestado. Que viene y van como lo hago yo de la sala de ensayo a mi casa.
Así que estoy segura, la única explicación racional y posible es que estoy poseída por el espíritu de Alba, o por su alma. Porque Alba no es alguien muerto, no es un fantasma – por cierto, que el padre de Hamlet vino a vernos el otro día al ensayo. Hay un documento que lo certifica en nuestro Instagram (@colectiulasanta)-. Tampoco es que sea alguien vivo en concreto, pero Alba, de alguna manera estaba pululando por ahí. Es una historia que de algún modo ya existía, una energía que ya era y que, a través de este texto y usándome a mí como canal –propasándose casi, diría yo-, ha encontrado un tobogán para poner los pies en el suelo.
Perdonad el misticismo – si Stanislavsky levantara la cabeza-, ¡juro que yo no he hecho nada! Ha sido ella.
Para disipar un poco este ambiente enrarecido terminaré con un chiste:
-Doctor, doctor, estoy poseído.
-Será poseso.
-¡Pos eso!
Arántzazu Ruiz. Alba en “Historia de mi huida”