LA CUENTA ATRÁS
En menos de una semana habremos presentado a la Infanta y a su séquito real en sociedad. En menos de una semana estos ejemplares saltarán a escena y entonces nada se podrá hacer ya.
Inundan nuestros pensamientos deseos como el de una enfermedad repentina, que atrasa irremediablemente el estreno unas semanas; o el de un éxito arrollador que nos hace salir en volandas de la sala y que emociona al público tanto, que todos corren a quemar el Parlament y a declarar la III República. Ambos, son deseos oscuros que demuestran hasta donde es capaz de llegar nuestra mente enferma, tras meses de producción. Y a su vez dejan entrever, cómo el miedo y el ansia se apoderan de nuestros cuerpos.
Y es ahora cuando recordamos clásicos básicos de nuestra profesión y que, en el fondo, también la hacen algo más vivo y entrañable: nos faltaría una semana más de ensayos…la previa al estreno siempre es catastrófica…aún no he entendido el arco emocional de mi personaje…el día del estreno ya me saldrá…no sé si se entenderá el mensaje del autor…y un sinfín de excusas más que tapan el verdadero quid de la cuestión, que es el hecho de que SIEMPRE ES ASÍ.
Aunque nos esforcemos por creer que esta vez es la peor, que no hay habrá presentación más accidentada que esta o que este proyecto ha sido más agotador que nunca. Nuestra tendencia al olvido y a magnificar el pasado nos juega estas malas pasadas.
Evidentemente que al hacer balance de cómo ha ido “el proceso”, hay infinidad de cosas que han cambiado respecto a la imagen ideal y conceptual del inicio del proyecto. Ya lo decía Buñuel (o era Berlanga…ahora no me acuerdo…pero en todo caso es una buena frase) que empezar a rodar es empezar a fracasar. Porque nunca una película, una obra de teatro, una obra de arte o un hijo (que también se crean) va a ser tan perfecta como lo era en tu cabeza antes de empezar.
Y eso, también forma parte de la creación. Equivocarse, torcerse, arriesgarse, implicarse, consumirse…eso !también es teatro! Y entonces tenemos que hacer un ejercicio de memoria y recordar que todo empezó con una pregunta ¿Cuál es mi voz como creador? ¿Qué es lo que quiero decir/ Qué teatro quiero hacer? Y ser honesto con uno mismo, o intentar acercarse lo máximo posible, no es un camino fácil. Las voces del demonio nos susurran al oído ideas antiguas, pero nosotros nos hacemos los sordos y seguimos adelante porque este es hijo nuestro, por muy feo o muy informático que nos salga. ¡Y nunca podrán decir que no era nuestro!
Y tras la presentación vendrá la segunda fase de todo proyecto: los bolos, el público, lo que funciona, lo que no, lo que evoluciona.
Por cierto, la presentación es este viernes 1 de marzo, en la Sala UpLoad de Barcelona. ¿Te vienes?