He tenido la oportunidad de asistir en Valencia a unas jornadas organizadas por AVED – asociación valenciana de empresas de danza- para reflexionar sobre los nuevos modos y estructuras de la danza.
Únicamente he podido asistir a la mesa de trabajo sobre agilidad y movilidad en la creación, cuyos ponentes eran Cristina Alonso, de la Fábrica de creación el Graner en Barcelona, Andrés Corchero de la compañía Rara Avis, Leo Santos del Centro Coreográfico de Valencia y José Luis Pérez Pont de la asociación valenciana de críticos de arte.
Desde los ponentes y la participación de los asistentes se ha intentado llevar a cabo un análisis de la situación de la danza a nivel nacional, haciendo hincapié en el contexto valenciano, en un momento en el que parece que el Festival VEO no tendrá continuidad.
No pretendo hacer una crónica de cómo ha ido la sesión sino destacar algunos puntos que considero importantes y que casi no se han tratado. Primero, quiero agradecer a Ana Extremiana –directora de AVED- el haber organizado estas jornadas, ya que considero extremadamente necesario sentarse para hablar, compartir experiencias, escuchar otras voces de diferentes lugares y reflexionar para buscar posibles soluciones.
Y a eso voy. No sólo debemos de plantear la situación en abstracto porque así nos podemos pasar toda una vida. Que el análisis acabe llevándonos a la afirmación de que tenemos que pensar nuevos modelos, nuevas formas de hacer y nuevas estructuras es –desde mi punto de vista- peligroso (por repetitivo) y poco útil.
De hecho tenemos una prueba clara de aquellos que defienden siempre que hay que definir qué es cultura. Típica intervención en cualquier debate cultural. Cuando en realidad lo importante no es definir cultura sino qué es o debe de ser objeto de las políticas culturales. Pero esto es otro tema muy interesante del que ahora no voy a hablar.
Volviendo a las jornadas. Efectivamente ni el modelo de subvenciones públicas que desde los felices años 90 las compañías están “disfrutando”, ni el binomio “artista-distribuidor” se sostienen en estos tiempos. Que debemos buscar otros modelos, queda claro – no hay más que ir a varios encuentros de este tipo para escucharlo docenas de veces. Pero, ¿cuáles?
Las subvenciones públicas están desapareciendo y tenemos una ley de mecenazgo que no incentiva a las empresas privadas a apostar por proyectos culturales. Así parece bastante claro que vamos hacia modelos autogestionados y autofinanciados, si queremos seguir trabajando en este campo.
Desde hace más de un año han nacido diferentes proyectos que se encargan de poner en contacto a creadores con mecenas e inversores y emprendedores. En Cataluña está Verkami y en Madrid, Lánzanos, aunque existen otras muchas, me limito a citar los proyectos más consolidados.
Tanto Verkami como Lánzanos son plataformas de crowdfunding, esto es, el llamado micro-mecenazgo o financiación colaborativa de una gran masa de gente (usuarios, fans, amigos, etc) que aportan una pequeña cantidad de dinero con el objetivo de hacer realidad un proyecto. Cada mecenas recibe un beneficio o un bien (no tiene por qué ser un objeto) dependiendo de la cantidad aportada.
En las web se puede ver que muchas de las propuestas están relacionadas con la creación o la cultura. Cada proyecto presentado tiene un límite de tiempo para conseguir la cantidad que necesita. Si no se consigue, ni se pierde ni se gana.
Claramente esto no es una solución al problema pero sí que se debería de tener en cuenta como una vía más. Actualmente en Barcelona hay gente que está trabajando para dar a conocer esta nueva forma de financiación a través de debates, cursos y encuentros, como por ejemplo: Rubén Martínez, Daniel Granados, Óscar Abril Ascaso, etc… todos ellos forman parte de la plataforma ZZZINC.
El crowdfunding consigue crear un sentimiento colectivo de unión entre los mecenas, los cuales viven experiencias que no se pueden comprar, algo muy valioso en un momento en el que la sociedad se rige por economías del objeto (una exposición, un musical, un algo que empiece, acabe y tenga visibilidad en los medios de comunicación).
Además crea un vínculo especial entre el creador y los mecenas, fans –que por otro lado y en el caso de las escénicas especialmente, son público fiel que va a la sala a ver la pieza. El simple hecho de participar de forma activa en el proceso de producción genera una satisfacción que va más allá del producto final.
Y todo esto lo quería plantear porque las artes escénicas se suelen sumar tarde – por falta de conocimiento o por escepticismo, o sinceramente no lo sé- a estas nuevas alternativas. Desde aquí quiero invitar a Ana Extremiana y en general a AVED que conozcan estas plataformas para las próximas jornadas invitar a aquellos profesionales que están trabajando en ello y así, ampliar el espacio de debate y presentar al sector otras formas de hacer.
De esos nuevos modos paso a las nuevas estructuras. Desde hace algún tiempo el modelo de compañía –con todos los problemas para poder sostener estructuras y equipos- empezaba a ser una crónica de una muerte anunciada y como vemos, la crisis del 2008 ha acelerado su proceso.
Creo que vamos hacia modelos en los que los creadores pueden trabajar de forma independiente y al mismo tiempo en colaboración, compartiendo conocimiento, conociendo otros lugares, trabajando en residencias o laboratorios y en definitiva, generando complicidades, colaboraciones entre iguales y creando así nuevas formas de hacer.
Las plataformas son “lugares” enriquecedores para desarrollar proyectos interdisciplinares, ya que sus miembros suelen tener perfiles diferentes pero intereses en común. Creo que se podría resumir con la frase Do it with others.
Por la misma razón que la estructura de compañía es difícilmente sostenible, el modelo de institución que trabaja desde ópticas jerárquicas también lo es. Las instituciones pueden crear espacios donde converjan diferentes disciplinas, donde los creadores, gestores y comisarios se contaminen unos de otros a través de sus prácticas, y donde la investigación sea la base de cualquier proyecto cultural –desde esas mismas prácticas.
Considero que es más enriquecedor trabajar desde estructuras horizontales, transparentes y en colaboración –insisto, entre iguales- para abandonar definitivamente el modelo “Yo Creador – Tú Institución que va a financiar mi arte”. Con el nuevo paradigma, las jerarquías ya no son trendy.
Se están llevando a cabo encuentros para reflexionar sobre cómo colectivizar la cultura y cómo (re) pensar las formas contemporáneas de institucionalidad en el campo cultural. Actualmente, el CCCB –Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona- está trabajando con los profesionales de la escena catalana. Animo a que estos foros de debate se extiendan por el resto del país.
Un tema recurrente durante la mesa de trabajo ha sido los públicos de la danza. O mejor dicho, los no-públicos de la danza. O mucho mejor dicho, la ansiedad que nos entra de los no-públicos de la danza. No dudamos de que este es un tema relacionado con la educación. Pero también quiero destacar que a corto plazo es un tema relacionado con la comunicación de los proyectos.
Es importante definir el público objetivo de cada proyecto para crear las estrategias de comunicación y definir las acciones que permitan llegar a ese segmento interesado de la población. Esto que parece tan obvio, se sigue sin practicar. La creación y consolidación de los diferentes públicos que tiene la danza y las artes en vivo en general es una tarea a largo plazo que no puede esperar más.
Un@ de l@s participantes ha llamado la atención sobre la necesidad de reflexionar sobre la relación basada en el trío: creador-gestor-espectador y no desde el binomio, creador-gestor. Conocer a los espectadores, escuchar qué tienen que decir, y pensar nuevas estrategias juntos es una tarea urgente que tanto creadores como gestores, comisarios, etc pueden llevar a cabo desde sus campos de acción.
Vivimos en la llamada sociedad del conocimiento en la que los consumidores – espectadores han dejado de ser pasivos. El espectador no va a una sala a mirar, escuchar y aprender –únicamente- porque ahora él también tiene la capacidad de aportar conocimiento, de enriquecer la pieza escénica, a sus creadores e incluso de influir en el espacio. El “prosumidor” produce y consume información, es decir, genera de forma activa contenidos al igual que los consume, motivo por el cual debe de ser tenido en cuenta.
No debemos vivir anclados en el pasado. La post-modernidad ha caducado y la participación, el “nosotros” y la libre circulación de información y conocimiento son las protagonistas de este siglo. Que la danza no se quede atrás. Que empiece a (re) pensarse desde estos “nuevos” lugares para no quedarse en el rincón del olvido.
Paola,
muchas gracias por esta reflexión. Es realmente muy interesante leer todos estos aspectos que propones, estos nuevos paradigmas que tienen que entrar en funcionamiento ya.
Claro y contundente análisis.
Quisiera puntualizar que Verkami está en Cataluña, por supuesto, pero es de ámbito español como mínimo (no sé si se pueden presentar proyectos de fuera de España). Igual que Lánzanos.
Y la novedad del mes es http://www.goteo.org , crowdfunding para proyectos creativos que fomenten el procomún.
Bien por Goteo! y por pensar y analizar todos juntos! a algún sitio nos llevará…
Los que estais por Alicante y os interesa el tema, podeis acercaros a las jornadas de C+D21 sobre nuevas formas de financiación en el ámbito cultural http://www.cmasd21.es/jornadas/index.html , también ahí se hablará de crowdfunding. Y siguiendo con ZZZINC y el procomún :http://bookcamping.cc/blog/11-sobre-lo-comun-todo-lo-que-me-hace-va-mas-alla-del-yo . Saludos.