Esta conversación sucede en el verano de Madrid de 2021. Estamos en La Praga Roberto Rojas, Paula Cueto y Chano Caleta alias artistico de Chaki Medina. Ya ha tenido lugar su residencia y también el concierto dentro del ciclo La Praga en Pradillo en el Teatro Pradillo. El objetivo de estas entrevistas es generar conocimiento a pie de sala, abrir el código. Entrar en el cómo se hacen las cosas y conocer qué mueve a los artistas. En este caso el otoño vino con fuerza y nos ha hecho dejar macerando las palabras más de lo que nos hubiera gustado. Pero bien está lo que bien acaba.
Paula: Mil gracias por conversar con nosotras, Chaki, sobre tu investigación titulada “La querencia: De sangre un río” ¿Qué es la querencia?
Chaki: Es una palabra muy bonita del castellano y dícese del cariño procesado hacia un sitio o hacia alguien. Es el instinto de personas y animales de volver a un lugar y, en los toros de lidia, es lo que mide si el toro es bravo o no. Cuando se saca el toro al campo se le tira al suelo y si se levanta y huye no es bravo, si te embiste es agresivo y si se va a un sitio y lo protege es un toro bravo. En la plaza el toro siempre vuelve a un sitio y el torero tiene que entender cuál es la querencia del toro e ir a buscarle ahí.
P: Entonces, ¿con tu creación lo que estás haciendo es proteger un sitio?
C: No. Para mí funciona como una pregunta que aparece cuando yo, como persona de Madrid, no tengo un sitio al que volver, un sitio donde caer muerto, un arraigo, una raíz y todo el tiempo estoy intentando volver a un lugar que no existe o ha dejado de existir. Te sientes como ese toro, dando vueltas a una plaza. Es raro que el toro no escape sino que busque un sitio, como si ya supiera su condena. Algo así me pasa.
P: Lo que has estado haciendo aquí en La Praga, corrigeme si lo expreso mal, es hacer una investigación en forma de cancionero. ¿En qué sentido esas canciones tienen que ver con la querencia?
C: Cada vez lo sé definir peor. Antes lo tenía súper claro pero supongo que, al final, por el uso ya he interiorizado la palabra y tiene como más sentidos y es más difícil de definir. Por decir algo: sería una manera de darle sentido a diferentes sucesos, espacios (el sofá donde dormía, mi casa, el barrio, la ciudad) y a diferentes momentos de mi vida. En general recuerdos a los que vuelvo de forma repetitiva para intentar nombrar mi querencia o una forma de inventármela. Algo así sería. Este cancionero ayuda en parte a esa invención.
P: En cuanto al lenguaje de creación, ¿cómo ha sido esa búsqueda? ¿Qué ha pasado durante tu residencia en La Praga?
C: Yo llegué con una amalgama de cosas donde no sabría muy bien cómo posicionarme, como artista sonoro, como músico, como persona que escribe y que piensa que con las las canciones llegan a la gente muy bien… En la residencia ha sido guay poder entender con Rober el “vale, tu no eres músico, aquí lo que predomina es la letra, no intentemos cantar porque te estás ahogando sino decir y que llegue”. Está bien eso. Yo salgo teniendo claro que lo que me interesa es lo que estoy escribiendo: el mensaje, la forma en la que quiero transmitir el mensaje. Ahí, en la transmisión del mensaje sí me posiciono mucho como «músico» o artista sonoro, desde hace años grabo sonidos del barrio, conversaciones o lo que se me antoje que luego utilizo en las producciones y al final organizo todas esas herramientas y materiales a favor del mensaje o de la atmósfera que quiera crear.
P: En tu actuación escuchamos que te apetecía transformar en canción cosas que normalmente no se dicen. ¿Cuáles son esas cosas?
C: Son muchas. Suelen estar relacionadas con la violencia: abusos, relaciones familiares turbias, relaciones autodestructivas, ahondar en sentimientos contradictorios, narrar sucesos que ya sin cantar son difíciles de poder hablar. Intento hacer algo bonito de esas cosas que son crudas de contar. No sé.. me sirve como terapia intentar dar palabras o imágenes a cosas que pienso que no debería pensar o no debería hacer. Es raro decir que quieres que tu madre se muera de una vez, que has aceptado que aparezca en una cuneta de sobredosis, que no puedes hacer nada pero que por favor te deje de dar problemas. Pero igual si lo digo en canción puede ser un poco más bonito.
Rober: O puede ser leído con ambigüedad y no tan literalmente. Siento, al escucharte, que cuando hablas de la necesidad de, no solo escribir, sino hacer música (sin por ello ser cantante, ni músico, ni instrumentista) hay una gran importancia del paisaje. En tus canciones relatas desde un momento concreto en el que ha pasado algo y tú respondes. Casi podemos entender tus canciones como actos. Hay en ese sentido una gran exposición personal. No sé si te sientes identificado con esta idea y si ha sido una decisión consciente.
C: Lo de los actos me ha molado, me lo guardo (risas) no lo había pensado pero sí, el cancionero que propongo está muy vinculado a una serie de sucesos que tienen relación entre sí. Casi podría ser una obra teatral de esas con leyes aristotélicas. Y en cuanto a lo otro, ambas son decisiones conscientes. Por un lado, el utilizar un lenguaje más ambiguo como bien has señalado hace que de alguna forma tu pena y la mía dialoguen. Si piensas que yo hablando de mi madre hablo de tu ex seguro que hay algo del sentimiento que se conecta y así las cosas no nos quedan tan lejos, no somos tan desconocidos. Si eso pasa es, desde luego, un triunfazo.
Y por otro lado, hay paisajes que se me han quedado metidos, que se me han enquistado. Hay todo el rato un caminar sin rumbo pero intentando sacar algo. Es gracioso porque hablo de que no tengo espacio, de una falta de querencia, y quizás sea por eso que todo el rato en las canciones aparece un espacio personal de diferentes escenas de mi intimidad. Trabajar con ellas me fortalece pero, a la vez, que te llame tu hermana diciendo que el tema muy bonito pero qué le parece fatal o que a las dos semanas antes del concierto la situación de tu madre haya llegado a un momento muy delicado, te hace preguntarte si tienes que cantar esto. Ahí fue cuando me di cuenta de que me estaba mojando. Pensaba que sólo estaba metiendo los pies para ver cómo estaba el agua y en verdad estoy hasta el cuello. Eso te deja frágil porque por muy adornada que esté estás exponiendo tu intimidad.
R: A veces cuando sólo se escribe es más fácil tener una idea engañosa de lo que se está haciendo. Es muy diferente que la decisión que has tomado de querer ponerte delante de la gente y decirlo en el momento (sea cantando, bailando o haciendo una perfo). Eso ayuda a que aflore una claridad de si esto te hace vulnerable o te deja más frío que la pata de una mesa.
P: Sin embargo, tienes una voluntad de ir más allá de tu vivencia concreta para, de alguna manera, resonar con eso que llamas la “memoria del sur de Madrid”. ¿A qué te refieres con eso?
C: Para mi es la memoria olvidada o la memoria no escrita, la memoria que no interesa. Es la del sur porque concretamente yo soy del sur de Madrid y pues hay relatos que son de tradición oral que tiene que ver con formas de vida no tan aclamadas como puede ser la delincuencia, oficios que no se consideran oficios o formas de estar en la calle que, sin duda, son lo que configura la Memoria Histórica con mayúscula de la gente que vive en un sitio. Se tiende a soterrar, a enterrar en pos de una historia del «progreso». Me interesa cómo esto sobrevive. Todos saben que existe un matadero en Legazpi pero pocos conocen la banda de los Ojos Negros y cómo se aprovechaba esencialmente de la actividad del matadero. Por ejemplo, con esto de la delincuencia, me flipa cómo los mecanismos de la delincuencia sobreviven a pesar de no ser escritos. Bueno, a día de hoy sí hay videos en Youtube de cómo abrir una puerta, pero yo sé abrir una puerta porque, de repente, alguien que sabía me enseñó. Algo que puede ser súper técnico de repente llega a un chaval de 16 años que tiene un inhibidor. Cuando yo no tengo un sitio al que volver empiezo a estudiar de dónde soy yo me doy cuenta de que tampoco hay una memoria fuerte, arraigada y de que si me echan de mi casa es porque la gentrificación opera mejor cuanto más impersonal y menos identidad tenga una zona. Entonces dices: hostia y ¿cuál es la nuestra entonces?
Por ejemplo, y ya paro con los ejemplos pero, ¿por qué no están las canciones de las lavanderas en el río y lo único que está publicado son las mil quinientas denuncias que se le ponían a las lavanderas y los tratados de “PROHIBIDO A LAS LAVANDERAS GRITAR A LOS VIANDANTES”? Al final hay una cosa del cante jondo que me atrae en sobremanera y es que hablaban desde una vivencia y cantaban desde ahí. Las carceleras eran un palo que en un primer momento se transmitía o bien porque tú habías estado en la cárcel o bien porque tenías un familiar. La mayoría de canciones que tenemos de folklore o son de oficios o son de verbenas que tienen que ver con lo religioso directamente. Pero qué pasa cuando no hay pueblo dentro del folclore, qué pasa cuando es el canto del pueblo olvidado o canto del olvido.
P: Para hacer esas canciones has trabajado rodeado de gente querida que no es músico/a profesional. Casi parece una escena punk pero en otro imaginario. ¿Por qué has tomado esa decisión?
C: Yo no soy músico (lo que no quiere decir que no me rodee de músicos). Pa cantar, cómo decía Manuel Agujetas, tienes que haber sufrío. Si no tienes nada dentro pa qué vas a cantar y que pa cantar bien uno necesita no saber leer ni escribir porque sino pierde la intención de la voz. Esto es una exageración, pero hay temas que son más limpios cuanto más sucios estén. Ahí él hace mención a lo que te atraviesa y no tanto a una técnica vocal. Desde ahí dije: pues lo que voy a hacer es rodearme de lo que me atraviesa a mi durante el día a día y me da igual que no sea lo más técnico del mundo, creo que la potencia está en eso (aunque para mi sí haya habido, gracias a Dios, profesionales como la copa de un pino como Cruhda o Hazlacama). No hacerte el espejismo de que la cosa es perfecta cuando no lo es. También nace de vivir. Estas canciones no nacen si no estamos en un día de fiesta y la Isa, Mariana y Clara se cantan “celos” y decimos: esto hay que ponerlo en algún lao. Y si Paula un día no me enseña las panaderas y flipo con los oficios y decidimos partir de ese descubrimiento. Mil gracias a Mariana y a Clara de Las Bambulas. A Fernándo Sánchez-Bustos, un toro de lidia. A Isa La Ruman que hacemos un tándem increíble, te quiero. Ha hecho el cartel y toda la escenografía y si hay algo de gusto estético es gracias a ella
P: En cuanto al sonido, Rober, ¿tú cómo lo describirías?
R: El sonido, a nivel factura, es la consecuencia orgánica de todas las búsquedas descritas. Es un sonido híbrido (imposible asociarle un género). Vamos a encontrar referencias de sintetizadores propios de la electrónica más dura y oscura, sampleos tipo hip-hop, espacio sonoro que reutiliza grabaciones del folklore tipo Le Parody. Hay un poco de todo eso porque también convivimos con artistas que ahora mismo habitan esos mundos. Siempre teniendo en cuenta que jerárquicamente ha sido el último de los cajones en la residencia. Sólo en la última vuelta nos hemos centrado en la forma.
C: Claramente he trabajado más desde la construcción de atmósferas. Las referencias son muy variadas y contradictorias.Parte de la investigación era justamente entender qué cojones es el folklore de Madrid cuando de repente en La Pradera la mayoría de los que se visten de chulapo son latinoamericanos y nadie canta un puto chotis, nadie se sabe un chotis. Todos están con dembow, etc. Cuando vas a tomar algo a un bar dominicano te das cuenta que antes era un bar de inmigrantes asturianos y que de hecho, es el mismo bar pero que han pintado sobre pintado. Han puesto una bandera dominicana al lado de una cristalera con motivos de pesca y huelo todo a pica-pollo. A lo mejor habría que hacer un pichi-dembow. A lo mejor, esa es la definición del sonido que he ido fraguando. En general el camino es poner en valor ritmos de tradición, rollito perrear a ritmo de panaderas, eso sería una maravilla.
R: A mi me interesa mucho, ahora que la música como industria ha vuelto a desbordar el resto de las artes (y por tanto resurge la preocupación del mainstream, de un producto para todos) poner palabras para explicar la importancia de todos esos otros espacios que merecen apoyo y recursos porque cuentan cosas que el mainstream jamás se podrá permitir.
C: Lo primero es que estos espacios son el caldo de cultivo perfecto porque existe algo muy de verdad, tocar las cosas, hablar con gente que toca cosas, es como cocinar con peña versus cocinar para alguien que paga y lo quiere ya.
Hay una libertad y una tranquilidad que da potencial a cosas más ricas, no sé si me explico. Todo el mundo sueña con llegar a vivir de esto y ahora más que parece que es súper fácil y existe como mazo ansiedad con eso, queda poco proceso, poco cultivo. Para mí sí es importante hacer algo que diga algo, tenga un buen sazón y se haya tocado bien. Si al final todos vamos a componer con los bombos de Brian Eno esto es un descampao, se queda sequísimo. El mainstream es interesante en cuanto hace llegar cosas a la peña, pero ahí se acaba lo interesante. Es guay poder colar cosas en el mainstream que desentonan o aborden cosas de forma diferente, lo difícil es no intoxicarse por el camino y mantenerse con cierta libertad creativa, que no apeste a que me estas vendiendo el quinto caribe Mix del año porque te lo ha exigido la productora. Entiendo yo… no lo sé…tampoco sé nada del mainstream. De momento con que sigan existiendo espacios como este y con aprenderme mis letras para los conciertos, me doy con un canto en los dientes.
R: ¿Crees que hay espacio en la música popular como la conocemos para la violencia? Lo digo compartiendo la teoría de que lo que ha hecho gran parte del maistream es eludir gran parte de los detonantes violentos que tuvo en su momento la salsa y el sexo, el trap y la delincuencia callejera. La violencia queda totalmente extirpada. No tiene nada que ver la violencia que se transmite en tu “rosas a 1€” con la de “tú me dejaste de querer”.
C: Yo creo que hay violencia soterrada que el producto alisa. No tiene matices ni profundidad. Recogiendo el ejemplo del trap, todos dicen que viven una vida llena de violencia pero toda la violencia es la misma, no hay diferencias, no hay nada, no se mojan. Están utilizando la violencia como mecanismo estético. La salsa brava, la salsa dura de NY tenía esa potencia o la canción “El gran varón” de Willy Colón, tenía esa capacidad de llegar a mucha gente sin ser tan plana, tocar un tema como la transfobia y ser número uno en todas las listas.
P: ¿Qué has encontrado en un lugar híbrido como La Praga donde ya sabes que cojeamos hacia la escena teatral? ¿Qué tal fue presentar en el Teatro Pradillo?
C: Además de estar con vosotros que es una deliciosidad… (risas). Confío mucho en vosotros dos concretamente. Sabía que Rober iba a ser un muy buen asesor para toda la parte musical, saber cómo resolver para deshacer mi embrollo y la idea a nivel de sonido. Es rico poder hacerse preguntas nuevas. Presentar De Sangre un Río en formato teatral me ha abierto los ojos a entender que hubiera sido otra cosa si lo hubiera hecho desde una tarima en una sala de música. Fue muy buen punto para comenzar. El teatro no me es completamente ajeno ni tampoco para la gente, que rápidamente entendió que era un concierto/ presentación de algo a lo que había que atender con una predisposición de escucha concreta.
P: ¿Qué supuso tu primer concierto?
Abrir puertecitas. Pensaba que iba a estar más nervioso porque llevo dando el coñazo con dar un concierto desde que tengo uso de conciencia y todo el mundo estaba hasta la polla de mi, pero fue super cómodo. Me ha dado seguridad y me ha hecho reafirmarme. Sobre todo me ha hecho pensar cómo quiero enseñar todo esto. En el concierto decidí meter un texto para ir hilando los temas y gustó, le dio sentido. Ahora me pregunto si para las próximas veces estará, igual más corto o de otra manera.
A raíz del concierto pensé en presentar las canciones más cerradas pero en un formato instalativo-performativo. Pensé en juntar artistas plásticos que su trabajo mantenga relación con las canciones como Marco Prieto o La Ruman y meterlo en un cubo blanco a ver qué sucede para seguir investigando los espacios.
Por otro lado, lo que también tengo muy claro es que quiero sacar los temas en una versión física, por single, y en puntos geográficos. Por ejemplo, “Rosas a 1€” podrás conseguirla en la entrada del Cementerio de San Isidro, yendo a la gitana, tu le das dos euros y ella te da una rosa y una carátula con los textos, información y el QR. Así tú te puedes dar un paseo escuchando por el cementerio el tema. Serían puntos geográficos que tengan que ver con las cosas vividas o escritas. Si me voy a vivir a Almería igual hay tres temas por ahí y de repente generar como un mapa de vida mío y de vida de mi música.
P: Aunque no tenga que ver el cubo blanco con esa territorialización de la que hablas con los QR lo que sí tienen en común es que no son una lista en Spotify ni mucho menos.
C: No. Con eso tengo muchas dudas. A mi ahora mismo no me apetece un pescao. No sé.
De hecho, pienso todo lo contrario, me hace gracia el hecho de que tengas que moverte para conseguir las canciones. Evidentemente es lo menos comercial del mundo Mi éxito sería que ninguna canción estuviera subida y la peña las cantara 100% oral no fake, pero me temo que en algún momento tendré que sentarme conmigo para subirlo, empacarlo bien, pensar vídeos y esas cosas que en el fondo me gustan y comenzar a pensar que en internet también hay una oralidad, un post folklore
P: Y para terminar, por si alguien importante lee esta entrevista, ¿qué necesitas para continuar? ¿Quieres decir algo más para que quede escrito?
C: ¿Qué necesitaría? Salud. Ah, y si el nieto del Agujetas lo lee, que gracias y perdón. O, si Dolores Agujetas lo lee y se siente dolida, que mi intención no es ensuciar nada sino alabarlo. Eso sí se lo diría a toda la familia Agujetas y en general a toda la gente que mantiene la palabra viva. Y a la gente que mantiene las recetas en el fuego. Os quiero. Gracias