PROCEDENCIA: Carmen La Griega
Tres músicos hacen sonar una batería y electrónica portátil. Los bailantes danzan cuesta arriba, con un paso que les obliga a separar sus muslos y balancear su cuerpo entre los terrones secos del barbecho, para luego correr la cuesta abajo y recuperar otra vez la agotadora danza cuesta arriba, una y otra vez al son frenético de los tambores y los alaridos de Nilo Gallego, la luz decreciente del sol, y entre las nubes se dejó poco a poco filtrar el contorno de la luna casi llena. La energía y belleza unió a público y bailantes con el territorio, con su historia labrada, con los ausentes aterrados, en la convicción de que éramos parte de un frente amplio y común que libra una batalla sin fin.
Carlos Marquerie