Ahora lo que me pica es la cuestión del cuerpo al aire libre. Normalmente, cuando hablamos del cuerpo lo imaginamos como una entidad en sí, distinguida y separada del entorno en el que el cuerpo existe. El teatro al igual que la mesa de quirófano nos permiten aislar la cuestión y lanzar una mirada más certera sobre el cuerpo. Pero en esta ocasión, hemos decidido prescindir de esos dispositivos y salir al aire libre. Esto es una manera de reconocer «el mundo» como un dispositivo inmenso en relación con el cual existimos como cuerpo.
¿Qué demonios es esa condensación carnal que se yergue entre el cielo inmenso y vago y la tierra pequeña y concreta? ¿Qué hacemos ahí en medio de esas dos dimensiones que nos exceden por completo? ¿Cómo es que sobrevivimos en ese espacio entre medias?
Jaime Conde (25 agosto)