Efímeros

Dentro de menos de un mes comenzamos el tercer Bailar, ¿es eso lo que queréis? En esta ocasión, el camino que nos lleva al baile es su propia desaparición. En la primera edición buscamos el origen en el ritmo. En la segunda nos encontramos con la alegría. Y esta vez nos gustaría hincarle el diente a esa característica del baile que hace que nunca se pueda repetir ni reproducir: al bailar nos convertimos en un presente absoluto que se extiende hasta el infinito mientras no dejemos de movernos, mientras no cedamos a su fin implacable. Al bailar, ese ser monolítico que obsesiona a la filosofía, se suspende y en esa suspensión se produce un curioso diálogo con la muerte. Por eso bailar, cada vez, tiene algo de sacrificio: reverencia repetida al punto de llegada obligado para todos.