El texto que reproducimos a continuación, fue escrito tras la celebración de Reality Creation Kit (RCK) un proyecto de La Porta que tuvo lugar entre del 5 al 9 de diciembre de 2012. Hace justo un año. Algunas partes del texto sirvieron de inspiración para la propuesta de Sergi Fäustino y Mónica Muntaner durante la segunda edición de Bailar, ¿es eso lo que queréis? en la que bailamos y sudamos juntos durante dos horas.
RESONANCIAS UN MES DESPUÉS
Intimidad compartida. ¿Estamos dispuestos a someternos a un proceso de disolución de los límites que hasta ahora habíamos reconocido como propios?, ¿y si abdicáramos del “yo” heróico, solitario, poderoso, ese estatuto que nos ha sido asignado sin preguntar? , ¿y si reconociéramos de una vez por todas que las grietas que nos constituyen, que nos permiten reconocernos como sujetos, no son heridas, sino invitaciones, huecos dispuestos a acoger, distancias para mirar?. “Sería recomendable la práctica interior del sfumatto, dejar de saber dónde termino yo y donde comienza lo que no soy. Preguntarse: ¿soy yo el aire que roza mi piel, el aire que respiro, el que expulso y aspiran otros a mi lado? ¿Dónde termino yo y empiezas tú? ¿Dónde acabas tú cuando me tocas y aprietas mi mano y te respondo? ¿Dónde empieza el agua en la que me baño y que se introduce por mi boca y por mis poros, esa agua del Ganges que acarrea un cuerpo muerto un poco más abajo y que acaricia el de los niños recién nacidos que descansan en el borde de su cauce? ¿Dónde termino y dónde empieza el otro? Y mi voz, mi voz-pensamiento, cuando tú me escuchas y asientes, esa voz que te alcanza y dota de imágenes tu mente, ¿dónde empieza mi voz y dónde termina? ¿Dónde empieza la tuya? ¿Dónde empiezan mis pensamientos y dónde los tuyos? Y luego, ¿Cuánto depende cada cuerpo de aquel otro lado de sus límites?” (Chantal Maillard,2009, Contra el arte, p.229)
Nosotras. Puta corrección política que ha llenado el lenguaje de trampas, de fórmulas estúpidas que, haciéndonos creer que curaban su puta culpa, han acabado llenándonos la boca de la fealdad más mendaz. No puedo con más @, no puedo con más os/as, no puedo con más x. Y teníamos la casa delante de nuestras narices… La casa de partida es el género femenino; antes que cualquier otra cosa, somos nosotras; y después del ser heroico, también somos nosotras. La solución no estaba en inventar nuevas fórmulas sino en reconocer lo que hay y aprovecharse de las puntos ciegos de la heteronormatividad. Femenina ya es excluida, ya está en los márgenes, ya es invisible, ya es otra, ya es las demás, ya es la que observa y aprende desde las fronteras. No hay nada que inventar. Somos nosotras: las terroristas que nos apropiamos del insulto, las putas que cubrimos el lenguaje con guirnaldas de flores para que les revienten los oídos cuando oigan nuestro nombre. Somos nosotras, las que no estamos dispuestas a renunciar a la belleza, aunque duela. Somos nosotras, las hermanas.
Higiene. El primer día debería estar prohibido hablar y hacer tertulia. Cualquier encuentro debería comenzar con una sesión de higiene colectiva que durara al menos 24 horas. Si no hay fuentes de calor cercanas, habría que construir una cabaña de sudar. Dentro, a oscuras, desnudos, sentados en la tierra, piel con piel, la única y primordial tarea es sudar como perras, dejar que el ser chorree y sea absorbido por la tierra. Luego, cuando no se pueda más, salir y dejar que el sol seque la piel. Frotar. Frotarse. Frotarse unas a otras. Hacer espuma de jabón de rosas. Lavar pelos. Arreglar pelos. Y luego bañarse largamente. En aguas frias y aguas calientes. Y volver a secarse. Es el momento de los bálsamos, elixires, perfumes y aceites que correrán sin medida. Al final, comer y beber cerveza. Luego dormir durante diez horas seguidas todos juntos, en el mismo espacio. Despertar y ducha fría colectiva. Entonces, solo entonces, estaremos listos para comenzar a trabajar.
Escuchar. En la mente del bicho humano se producen imágenes al igual que se producen imágenes en las mentes de los demás bichos. Pero nosotras tenemos, además, el poder de hacer que esas imágenes se conviertan en objetos estables que existen fuera de nuestras mentes individuales y son independientes de nuestra propia presencia. Dicho simple: producimos imágenes en forma de objetos. Pero las imágenes de nuestra consciencia son de todo menos estables, son más bien un flujo que nunca para, tiene ritmos muy diversos, pero nunca para. El recuerdo de xä arrodillado frente a su ordenador, tocando para nosotros. Un lenguaje hermético que se ha deshecho de la gramática lineal y la sintaxis ortodoxa. Un lenguaje sin palabras y sin letras, un lenguaje hecho de direcciones, encuentros y acciones que que se acerca a algunas imágenes que se producen en el cerebro. Podrían ser fosfenos. Lo que se dice es lo que se quiere decir: literalidad radical. Este lenguaje permite que las imágenes de la mente se deslicen hasta las puntas de los dedos y se hagan visibles sobre la pantalla. Y, ¡oh maravilla!, resulta que esas imágenes suenan y llenan el espacio de vibraciones. Se escucha el resonar del cerebro. De rodillas, ante la visión sonora, xä baila ligera y discretamente.
Luz y calor. Una escena para compartir. Hace suficiente calor como para poder estar solo ligeramente vestidas. Mucha luz, sol radiante, cielo abierto y de vez en cuando brisilla templada. Nosotras estamos protegidas bajo unos pinos. Mar de fondo. Arena. El horizonte es una línea clara y perfecta. Calor y luz. Cada vez más calor y más luz. Siesta y baños sin parar. Hasta que comience a hacer fresquito. Entonces vestirse, ser testigos de la caída del sol y volver a casa a cenar mucho. Banquete y baile hasta las tantas.
Otro intento. La misma escena que la descrita anteriormente pero con un poco más de calor. Pump up the volume!
¿Y si hubiera llegado el momento de ser muy ambiciosas? Ya está bien de moderación, de ser razonables y de autocensurarnos para que ellos no se asusten. Se acabó. Ahora hay que desearlo todo, sin límite, sin cuartel. Lo queremos todo y no vamos a negociar. Aspirar a lo máximo y a lo mínimo, lo más grande y lo más pequeño y todo lo que queda entre medias. Y a quien no esté dispuesto a asumir esta revolución, le será extirpado el deseo y será expulsado del mundo de los seres vivos.
Los sustitutos nos condenan a la melancolía. Dicen que es ella, pero no es ella y la repetición de su forma y de su nombre nos hace acabar comiendo pura melancolía. Atados anímicamente a la memoria de aquello que no está. Rellenar los huecos de la renuncia con soja texturizada, no es una buena idea. Cargando con ese peso, no es posible acceder a la siguiente pantalla y explorar el nuevo mundo. Lo que comemos no son ingredientes: comemos trozos del mundo que nos transforman constantemente. Todo lo que podemos comer nos viene dado a través de un sacrificio. Y es el sacrificio lo que activa su poder performativo: la comida hace porque somos capaces de devorarla. Debemos asumir y entender que los platos dan de comer al alma. Dulce, salado, ácido, amargo y umami son cualidades anímicas que se realizan y manifiestan en cada uno de nuestros órganos. Lo duro es dureza. Lo seco es sequedad. Lo frio es frialdad. Lo caliente es calor, and so on and so forth.
Jaime Conde-Salazar