Ética demostrada según el órden geométrico. Parte tercera.Definiciones de los afectos:
II. La alegría es el paso del hombre de una menor a una mayor perfección
III. La tristeza es el paso del hombre de una mayor a una menor perfección
EXPLICACIÓN: Digo «paso», pues la alegría no es la perfección misma. En efecto: si el hombre naciese ya con la perfección a la que pasa, la poseería entonces sin ser afectado por la alegría, lo que es más claro aún en el caso de la tristeza, afecto contrario a aquella. Pues nadie puede negar que la tristeza consiste en el paso a una menor perfección, y no en esa perfección mism, supuesto que el hombre, en la medida en que participa de alguna perfeccción, no puede entristecerse. Y tampoco podemos decir que la tristeza pueda consistir en la privación de una perfección mayor, ya que la «privación» no es nada; ahora bien, el afecto de la tristeza es un acto y no puede ser otra cosa, por tanto, que el acto de pasar a una perfecció menor, el acto por el que resulta disminuida o reprimida la potencia de obrar del hombre. Por lo demás, omito las definicione de regocijo, el agrado, la melancolía y el dolor, porque se refieren más que nada al cuerpo y no son sino clases de alegría o tristeza.»
(…)
VI. El amor es una alegría acompañade de una causa exterior.
EXPLICACIÓN: Esta definición eplica bastante claramente la esencia del amor; en cambio la de los autores que lo definen como la voluntad que tiene el amante de unirse con la cosa amada, no expresa la esencia del amor, sino una propiedad suya, y como esos autores no han penetrado lo bastante en la esencia del amor tampoco han podido tener un concepto claro de su propiedad, y de ello ha resultado que todos hayan juzgado sumamente oscura tal definición. Es de notar, no obstante que cuando digo que el amante tiene la propiedad de unirse «por su voluntad» a la cosa amada no entiendo por «vouluntad» un consentimiento, o una liberación, o sea, un libre decreto del ánimo (…) ni tampoco un deseo de unirse a la cosa amada cuando está ausente, ni de perseverar en su presencia cuando está presente, pues el amor puede concebirse sin ninguno de esos deseos, sino que entiendo por voluntad el contento que la presencia de la cosa amada produce en el amante, contento que fortifica, o al menos mantiene , la alegría del amante»