Bailar es un acto común. Está inscrito en todos y cada uno de los cuerpos humanos. Es cierto que es una experiencia que interrumpe lo cotidiano: cuando bailamos la consciencia ordinaria se altera, sube la temperatura de nuestro cuerpo, desaparecen el pasado y el futuro, sudamos, nos volvemos porosos y hacemos cosas que solo tienen sentido como pura expresión del hecho de estar vivos. Pero este estado del cuerpo que baila no debe confundirse con una huída de la realidad. Todo lo contrario: al bailar caemos con todo nuestro peso sobre el mundo. Bailar no deja de ser una manera de reconocer y celebrar nuestra naturaleza física y carnal. Bailamos porque estamos en el mundo, porque somos tan comunes como una piedra, un palo, un jabalí, un arbusto o una sombra en una ribera.
En este cuarto encuentro abandonamos el teatro para trabajar a cielo abierto. Durante seis días bailarines y amantes del baile nos reunimos para trabajar sobre el baile y la tierra, sobre la luz, sobre la unión y los límites entre el cuerpo y la naturaleza, sobre la idea de ser paisaje, sobre la idea de la fiesta.
La culminación de estos días de baile y reflexión fue el “baile en el bosque”, una fiesta colectiva celebrada en la rivera del Rio Guadarrama.
Participaron en el encuentro: Tania Arias • Ana Buitrago • Jaime Conde-Salazar • Elena Córdoba • Oscar Dasí • Álvaro Frutos • Nilo Gallego • Cristina Libertad • Mar López • Colectivo maDam • Janet Novas • María José Pire • Mónica Valenciano • Susana Velasco • Carlos Marquerie
IV. El baile en el bosque tuvo lugar en Los Barros del monje (Boadilla del Monte, Madrid) entre los días 21 y 26 de septiembre de 2015