Espero un tren en el andén de la estación. Entre la gente que espera al tren veo a Mi Protegida hablando con una amiga. Con la mayor naturalidad no la saludo. Quizá porque ya nos hemos visto durante el día: «los saludos ya se produjeron«. Subo al tren y me siento al lado de la ventana.
La Creadora y yo vamos a comprar unas bambas a una tienda. Mientras tanto La Creadora me recrimina que no haya ido esta mañana a la iglesia para celebrar mi bautizo. La madre de La Creadora era la madrina y le he hecho un feo. Han tenido que celebrarlo sin mí. Me quedo a cuadros y le contesto que no sabía nada y que la próxima vez que monten un evento de ese estilo, si quieren que yo vaya deberían, como mínimo, avisarme. Ya no digo consultarme pero al menos avisarme.