Vuelvo a La Celda a pie. Esperando el ascensor me encuentro con Christiana. La verdad es que la he seguido a cierta distancia por las callejuelas del barrio mientras volvía a casa. Nos saludamos. Hola. Hola, ¿qué tal? El ascensor parece muy ocupado, va de un piso a otro pero no acaba de bajar. Ella se arranca a hablar de lo que le pasa por la cabeza con una familiaridad que me desarma porque no nos conocemos de nada. Me gusta, es muy guapa. Que hable, así puedo mirarla. Llega el ascensor. No se baja nadie. Subimos. Me ha dicho que es actriz. Ya sé por qué me resultas tan familiar, te vi ayer en la tele, tú sales en una serie, ¿verdad? Sí, pero me está explicando que se va a Estados Unidos. Le está costando conseguir el visado. No lo entiendo. ¿Tan difícil es? Me habla de dinero, mucha pasta, ya salimos del ascensor, los dos en el mismo piso. Es que ella no es de aquí, ¿sabes?
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Meta
Pocas cosas gustan tanto a un hombre como la posibilidad de contemplar largamente a una mujer con su anuencia…
Saludos desde la fría Bogotá