Es una performance de esas en las que piden la participación del público, ya sabéis. Nosotros estamos sentados en un pequeño anfiteatro, la performer está abajo sobre un linóleum blanco, lo típico. Y lo que nos pide es que besemos a quien tengamos al lado. Obedientes, Christiana y yo nos damos un beso, al principio tímido. Pero enseguida la cosa se enciende. Se nos calienta el morro, las lenguas se vuelven locas y no podemos parar. La cosa dura un buen rato hasta que ya no podemos más. Entonces vuelvo a mirar hacia el escenario y veo al director del teatro sentado delante de mí y a su lado una chica. Alguien (Blondie, creo) le grita desde atrás: ¿Qué tal Francisco? Francisco pone cara de sufrimiento.
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