Juego a rugby con Richarte y John Hillerman en un campo de césped que roda la casa de los padres de La Creadora. Jugamos y reímos como críos.
Por la puerta del garaje entro en la casa. Estoy un poco torpe. Llaman al timbre de abajo. Descuelgo el auricular del interfono mientras me inclino hacia la puerta. Siento como si me diesen una descarga eléctrica en mi brazo y una voz como la de Angélica Liddell en El año de Ricardo me grita al oído: ¡Estúpido! ¡No hagas eso! ¡Contesta! Contesto al interfono y abro. Siento una presencia inquietante a mi lado que corrige mis movimientos a golpe de descarga eléctrica. Oigo voces pero no veo a nadie.