Vértigo

Unos gorilas trajeados me acorralan en la barra de un bar, de noche, para interrogarme sobre un lío en el que me he metido. No sé cómo salir de esta. Los gorilas miden todos 2 metros.

Luego me llevan a una pequeña habitación y me dejan sólo unos minutos hasta que, por la puerta, veo entrar a La Heroína. Ha pasado mucho tiempo pero está igual, sólo que ahora tiene 3 hijas. Me asusto sólo de imaginármelas, estoy seguro de que se parecen a ella. La situación me da vértigo porque no consigo entender la relación entre los gorilas y ella. Se lo pregunto pero ella no me contesta. Simplemente se baja la falda y se quita las bragas y con toda la naturalidad del mundo se acerca hacia mí. Reconozco su coño, se me pone dura y me muero de miedo.

En La Santa, en casa de Los Creadores, un cuarto piso, me apoyo en el balcón y noto cómo la barandilla se mueve. La zarandeo un poco y se desencaja. Me alarmo por lo que pudiera pasar y aviso al Creador. Podría haberme matado porque la barandilla está completamente suelta. El creador la desencaja del todo y la mete para adentro para arreglarlo. El balcón da al vacío sin ninguna protección. Tengo vértigo.

Al lado de la casa de los padres de La Creadora, en El Paraíso, está el chalet de Oriol Bohigas. Su piscina está tan llena de agua que se desborda. Me dirijo un poco más abajo y veo el río. Me siento en el borde del camino. Veo cómo se acerca Cristina con un amigo y espero su saludo pero no se produce. No me reconoce, no se acuerda o, peor, no me ve, lo cual me asusta mucho. Pierdo el equilibrio y me caigo hacia el río. La tierra en la que me apoyo va cediendo lentamente pero tengo el tiempo justo como para decidir a qué tronco de árbol agarrarme. Me decido justo cuando comienzo a caer. Ya no caigo más pero soy incapaz de reincorporarme y alcanzar el camino de nuevo. Me he quedado colgado.

Esta entrada fue publicada en Astronauta ficción, El Creador, El Paraíso, La Creadora, La Heroína, La Santa. Guarda el enlace permanente.