Esta vez desde el interior.
Reflexionar un evento de estas características asumiendo una pérdida conceptual, puede resultar traumático. Pero un trauma recorre un terreno inhóspito donde el miedo, la desorientación y la incapacidad de ejercer un control se pueden presentar.
No es el caso.
Aquí el trauma viene respaldado por una sensación que se escapa a un control real. Estamos perdiendo el espacio público.
Un sentimiento que desde el festival se muestra como una oportunidad para reflexionar. A ras de suelo ha buscado desde sus inicios la posibilidad de confrontación real entre lo privado y lo público, ocupaciones del espacio relacional que establecen nuevas vacantes conceptuales, donde creadores y espectadores asumen su pertenencia a la “esfera pública” (entendida como dominio de la vida social en el que se forman las opiniones en libertad). Poner esos criterios en cuestionamiento es la herramienta de los creadores, establecer puentes la del festival.
Tradicionalmente a ras de suelo planteaba este ámbito contenedor de la conflictividad social descubriendo nuevas estructuras urbanas, increpando la corporatividad institucional y mercantil del espacio e intentando establecer nuevos usos creativos de lo público.
Esta vez la esfera pública como ágora de debate se traslada al interior y el cuerpo continuará siendo el centro de referencia cartesiana. Es por ello que desde lo privado se generaran discursos de experimentación, conflictos identitarios y herramientas de involucración crítica.
Los proyectos que se presentan en el festival buscan continuar en esa brecha de cuestionamiento para el individuo, el cuerpo y su relación espacial. Propuestas donde todas las posibilidades ocurren hasta que un observador las define y la realidad es inversamente proporcional a los metros que la separan de la fantasía. Ser conscientes de como otros nos atraviesan, designificando como estrategía sensitiva. Piezas que se articulan en terrenos transversales, atraviesan al cuerpo y se materializan en movimientos, sonidos, opiniones e intenciones. Seguimos apostando por la experimentación, generando una red de colaboraciones donde lo institucional se deja de lado y las personas, sus cuerpos y el diálogo florecen para entablar un escenario de posibilidades creativas, terrenos de hibridación y espacios de confrontación.
La fantasía se enfrenta a la realidad, se genera una situación de posibilidades, un ingenuo desaliento intentando reeditar puentes que desde otros estamentos solo se conforman en derribar. Pero esa fantasía ingenua siempre construye e instaura utopías necesarias. Probablemente sea esta la última parada de un largo camino pero no debemos olvidar que encontraremos otras excusas para continuar con el cuestionamiento.
No nos quitaran la posibilidad de ilusionar, de preguntar, de generar, de comenzar de nuevo si es necesario. Seguirán ocurriendo movimientos de inestabilidad bajo los pies de los que creen pisar una tierra firme de construcciones e infraestructuras que no generan nada. Sin los cuerpos que habiten los espacios sólo engendramos lugares de olvido.