Las mismas palabras de siempre sobre desnudos, proyecciones, expectativas y presente

1. Ella era una importante representante de artistas de la escena contemporánea. Había traído a España el modelo europeo de management en los dos mil. Él era el representante de una importantísima coreógrafa española que había transformado la danza a finales del XX. También trabajaba como galerista en Londres. Los conocí a la vez, de pronto, a bocajarro, cuando yo tenía 21 años y empezaban a agitarse en mí una serie de inquietudes que implicaban la relación entre creación y producción y esa cosa de venderse a uno mismo, vender el trabajo y adaptarse al mercado. Aquella mañana hablamos de Rui Horta, de Angélica Liddell, de Pina Bausch y de los artistas a los que ellos representaban. Los dos eran de esa clase de personas que a todo le buscan fallos. Y empezaron a hablar del desnudo. La situación se convirtió en una tertulia de expertos donde yo solo miraba y mis palabras solo eran escuchadas a intervalos de 7 minutos para ser utilizadas como detonantes de nuevas sentencias de muerte. Fue uno de esos momentos terriblemente bellos en que alguien se monta en el llevar la contraria como un hooligan y termina por devorarse a sí mismo. La discusión llevaba por título: “En la escena contemporánea hay, todavía, muchos desnudos injustificados”. Y el único argumento a favor de esa hipótesis era: “sí, sí, pero hay algunos desnudos que están justificados y otros que no”.

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Comisión para la Justificación Oficial de Desnudos Artísticos.

2. Cito una canción de Poderío Vital: <<[…] no necesitas conocerme, necesitas verme. Veme, deja de darme nada, veme. No te proyectes en mí, no soy una pantalla de cine en blanco […] ¿Qué escuchas de mí? Tómate el tiempo. Toma el tiempo y veme, veme. Deja de darme nada, veme>>.

Psique y Eros viéndose.

3. Con 21 años empezaba a entender que había un batallón que combatía por perpetuar modos de producción anclados en técnicas, escuelas, seguridades, acomodamientos y proyecciones. Y que había otro batallón que se ocupaba de romper con esos modos de hacer y de dialogar con ellos, rasparlos en busca de sus interiores; que se ocupaba de explorar el arte pretendiendo no anclarse, en busca de una justa relación con el público; en busca de unos nuevos modos de investigación. Esta semana he detectado dos nuevos batallones que me parecen especialmente peligrosos: uno de ellos es el de aquellas que se ocupan de llevar a cabo un arte implicado en la evolución formal, el compromiso ético por el trabajo y la investigación artística radical, pero que tienen la cara oscura de encorsetar estos modos de hacer y, por tanto, de construir los muros entre lo que sí y lo que no, lo que entra dentro de mis proyecciones de lo que tu trabajo debe ser y lo que no es. El último batallón es una congregación utópica llena de casposas y mamarrachas desprejuiciadas (lo de utópica digo porque sueño con formar parte de ella) que entienden las artes (escénicas) como territorios del presente que no pueden ser valoradas a priori en los términos del sí, el no, la historia del arte y demás ciencias. Este grupete se presenta ante las piezas como batallón de espectadores (aún siendo trabajadores del mismo ámbito) abiertos y a la escucha (no al acecho). Y cuando llegan a sus casas, a veces, se cuestionan las relaciones entre lo que acaban de ver y sus trabajos. Es un batallón que no desconfía: entra o no, pero confía en lo que está viendo, se fía de quien tiene delante y, como desea hacer en su vida, se abre para facilitar el encuentro. Cuando van, no son coreógrafos ni dramaturgos. Cuando encienden la tele, tampoco. Van.

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Escuchar lo que uno mismo toca.

4. Ayer, en la Galería de la Academia (supongo que como ocurre todas las semanas), había visita de un instituto de secundaria andaluz. Estaban delante de las vallas del David de Miguel Ángel mirando y mirando, sacando fotos y acercando el palo de selfie a la piel de aquel monstruo. Una de las chicas dijo: <<mira cómo se le nota la piel en las venas y toda la movida>>. Otro, con prisa: <<voy a verle el culo que todavía no se lo he visto>>. Un grupo se sacaba fotos levantando el dedo, creando la ilusión de hincárselo entre las nalgas al héroe. Uno de los profes se acercó a decirle a otro: <<pues por lo visto hay mucha polémica por si el David está así antes o después de lanzar la honda>>. Otro: <<yo creo que después>>. Un hombre de 48 años, calvo y con una chaqueta northface rodeó con una sonrisa la escultura y posó sus ojos en el culo de mármol. Dejó de sonreír y sus ojos comenzaron a brillar como un dibujo manga. Se quedó absorto mirando la piel del culo de David.

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Hice esta foto de David y es igual que las de Google.

5. El día del juicio de los desnudos, aquella mañana de mis 21 años, no lograba entender si lo que querían decir aquellos dos gurús de la programación, el veto y el management tenía que ver con algún tipo de criterio artístico que podría descubrir con los años. Como siempre he tenido la ilusión de tener un maestro, me imaginaba con 43 años, mi chaqueta de ante desgastada, mis camperas y mi casa de adobe recibiendo en un momento de crisis artística, la carta póstuma de mi mentor diciéndome: <<<Anto, al fin puedo desvelarte el misterio de la creación. […] Las cosas… son así>>. Ante el percal de que pudiera haber un desnudo justificado frente a uno injustificado solo podía pensar en la idea de un cuerpo justificado frente a uno que no lo está. Me parecía un imposible. Como la modelo mexicana del reality que lloraba cuando le decían que no estaba siendo ella misma, implorando: <<pero si no soy yo misma, ¿yo quién soy?>> Ahora me pregunto, ¿existe algo que pueda ser injustificado en la escena o ese “estar justificado” solo puede referirse a un “injustificado en mi proyección de tu obra”? Es decir, tu desnudo es injustificado porque en lo que yo espero y quiero ver de tu obra (en la obra que yo hago pisoteando la tuya) ese desnudo no era necesario y posiblemente me sorprenda e incomode, sobre todo suponiendo que tenga que organizarte un bolo en un pueblo de Tarragona. El espectador hace su obra en paralelo a la tuya, eso es así. Pero la paralela es un presente, como la escena y es un presente de la lectura o coescritura.

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Bershka, el ángel mal vestido o bien vestido.

6. ¿Cómo diseñamos un espacio de diálogo limpio?

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Cara, persona, personaje.

7. En España el anglicismo “feedback” se correspondería con la palabra “retroalimentación”. ¿Cuál es el manual para crear un aftertalk que sea una sincera retroalimentación y no una pantalla de proyecciones, entrevistismo barato (por qué esto, por qué aquello), riña por no cumplir las expectativas o mercado de citas y cuadernos bonitos?. Confío en que se puede hacer y que pisotearía todos nuestros egos. Como no llegué a estar en ninguna edición de Im-presentable en LCE, para mí, en ese sitio, esto tendría lugar.

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Cabezas.

8. ¿Sigue siendo el cuerpo de David lo más revolucionario?

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Los malos del renacimiento dan muy buen rollo.

9. Pongamos atención en qué es lo que nos mueve a juzgar el trabajo de alguien. Digo juzgar cuando quiero pensar en “trabajar sobre”, “desde” o “con”. Escuchemos qué nos dicen nuestros comentarios desde la ciencia del arte (el análisis de formas, estrategias, dispositivos y disposiciones), desde la expectativa (alta, baja, insatisfecha o desbordada) o los prejuicios (la escena de los Países Bajos de los últimos 20 años, el montaje de Edipo de la compañía x de Castilla y León, la Barcelona conceptual, el concierto de Miguel Poveda o la cosa más comercial de Marina). ¿Cómo podemos estar en el sitio que tenemos que estar en un momento determinado?

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Marina (always) is present.

10. Ayer estuve viendo a Boticelli. Me costó mucho ver La Primavera y La Venus después de tantos libros de segunda mano y de aquel profe de Historia del Arte tan entusiasta que solo me dejaba ver diagonales, espirales y símbolos. Pero supuse que si me quedaba un rato más, las vería y, al final, las pude ver. Fue un esfuerzo, pero en cuanto entró se quedó dentro. Creo que ayer me encontré con unas cuantas cosas. A ver si empiezo a ser espectador como cuando me arrebató “El Caballero de Olmedo” de Lope con 14 años y no por tener ganas de hacerlo, corregirlo u odiarlo. Ayer, en las flores que le caen encima a Venus y en su mirada, me encontré con Lady Gaga y fue súperguay.

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Diablo flamenca.

11. Pienso en ser espectador como aquel que despierta en casa de su abuela y se encuentra el desayuno listo. Cuando este espectador se sienta a la mesa no piensa: uy, esta seguro que no le ha echado suficiente azúcar, ya verás; o, pffff, fijo que ha preparado lo de siempre; o, esto tendrá unos trescientos gramos de harina y dos cucharadas de miel; o, esto está así porque la tía esta lo ha hecho súperrápido (y encima le han dado la subvención de los desayunos)… Pienso en ir como espectador abierto (que lo hemos oído o dicho muchas veces y se ha convertido en ruido blanco pero que mola mogollón). ¿Será que cuando desconfiamos [con toda la complejidad inconsciente de esta desconfianza] de quien presenta es, entre otras cosas, porque desconfiamos de nosotras mismas en esa situación o en el hacernos vulnerables? Digo en el sentido de dejarnos engañar.

(Click en las imágenes para ver los títulos)

12. Ayer con David pensaba en cómo tantos años después ese trozo de mármol había empezado a ser lo más transgresor de occidente. Cuántos machos (de todos los sexos), homófobos y escleróticos (y cuántas de nosotras con estas características entrando y saliendo del ascendente) pasan cada día ante la piel desnuda de David y se quedan extasiados ante la belleza de sus venas. Es el cuerpo desnudo de un hombre. Ese momento de admiración al maromo en bolas. Cuántos miembros del PP, cuántos santos, beatos y cristianos feos, cuántos directivos de Intereconomía, cuánto programador y comisario del euro, cuánto casposo ha abierto su boca ante el culo y los muslos de David. La Historia ha hecho algo bien: nos deja otra vez ver a David. Ayer pensaba en qué pasaría si un marica se acercará al macho que babea ante el David y le dijera: ¡qué bueno está! Que se lo dijera, no por el chiste, sino por encontrarse en eso, en David.

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Con los ojos arrasados.

13. El cuerpo de Ricky Martin.

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Ángeles de fuego que todas queremos tener.

14. Transcribo a José Antonio Sánchez en su conferencia “Presencia y desaparición” en Experimenta sur 2015. <<[…] la presencia es necesaria cuando está motivada por el amor, cuando está motivada por la compasión o cuando está motivada por la voluntad de transformar. Y, en cambio, la presencia es innecesaria cuando está motivada por el interés, cuando está motivada por la obligación o cuando está motivada por la inercia. Y digo interés en el sentido del interés de los bancos, del interés de las grandes empresas, del interés de quien solo quiere estar ahí cuando necesita algo o el interés de quien quiere acaparar un interés acumulativo. Y digo amor y a lo mejor podría decirse interés también en el sentido de amor al conocimiento, de amor a la experiencia, de amor a los otros […] Me gustaría pensar que hoy no estamos aquí por interés, por el interés de a ver qué saco yo de aquí para aplicarlo a mi proyecto, o para ganar yo algo y así valer más, producir un valor añadido en mi personalidad>>.

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Paloma reposando en cabeza de león o león reposando hacia arriba en culo de paloma.

15. Nube de tags: Desnudo / confianza / proyección / encuentro / presente / presencia / Historia / interés / mirada / vulnerabilidad / ego / feedback / paralela / esto sí y esto no.

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Quítate tú pa’ ponerme yo.

2 Comments

  1. Este post atrasado que me acabo de leer me parece oro. Gracias gracias gracias

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  1. no title | Anto Rodríguez

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