El ángel de la Historia una vez más: un post de frenada y un epílogo
<<En ese cuadro se representa a un ángel que parece a punto de alejarse de algo a lo que está mirando fijamente. Los ojos se le ven desorbitados, la boca abierta y las alas desplegadas. […]. Él ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde ante nosotros aparece una cadena de datos, él ve una única catástrofe que amontona ruina tras ruina y las va arrojando ante sus pies. Bien le gustaría detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destrozado. Pero, soplando desde el Paraíso, la tempestad se enreda entre sus alas, y es tan fuerte que el ángel no puede cerrarlas. La tempestad lo empuja, inconteniblemente, hacia el futuro, al cual vuelve la espalda, mientras el cúmulo de ruinas ante él va creciendo hasta el cielo. Lo que llamamos progreso es justamente esta tempestad>>. Walter Benjamin, ‘Sobre el concepto de historia’. Obras I, 2, p. 310
<<En ese cuadro se representa a un ama de casa que parece a punto de alejarse de algo a lo que está mirando fijamente. Los ojos se le ven desorbitados, la boca abierta y los brazos desplegados. […]. Ella ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde ante nosotros aparece una cadena de datos, ella ve una única catástrofe que amontona ruina tras ruina y las va arrojando ante sus pies. Bien le gustaría detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destrozado. Pero, soplando desde el Paraíso, la tempestad se enreda entre sus brazos, y es tan fuerte que el ama de casa no puede cerrarlos. La tempestad la empuja, inconteniblemente, hacia el futuro, al cual vuelve la espalda, mientras el cúmulo de ruinas ante ella va creciendo hasta el cielo. Lo que llamamos progreso es justamente esta tempestad>>.
<<En ese cuadro se representa a dos artistas que parecen a punto de alejarse de algo a lo que están mirando fijamente. Los ojos se les ven desorbitados, las bocas abiertas y los brazos desplegados. […]. Ellos han vuelto el rostro hacia el pasado. Donde ante nosotros aparece una cadena de datos, ellos ven una única catástrofe que amontona ruina tras ruina y las va arrojando ante sus pies. Bien les gustaría detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destrozado. Pero, soplando desde el Paraíso, la tempestad se enreda entre sus brazos, y es tan fuerte que los artistas no pueden cerrarlos. La tempestad los empuja, inconteniblemente, hacia el futuro, al cual vuelven la espalda, mientras el cúmulo de ruinas ante ellos va creciendo hasta el cielo. Lo que llamamos progreso es justamente esta tempestad>>.
<<En ese cuadro se representa a una cibernauta que parece a punto de alejarse de algo a lo que está mirando fijamente. Los ojos se le ven desorbitados, la boca abierta y los brazos desplegados. […]. Ella ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde ante nosotros aparece una cadena de datos, ella ve una única catástrofe que amontona ruina tras ruina y las va arrojando ante sus pies. Bien le gustaría detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destrozado. Pero, soplando desde el Paraíso, la tempestad se enreda entre sus brazos, y es tan fuerte que la cibernauta no puede cerrarlos. La tempestad la empuja, inconteniblemente, hacia el futuro, al cual vuelve la espalda, mientras el cúmulo de ruinas ante ella va creciendo hasta el cielo. Lo que llamamos progreso es justamente esta tempestad>>.
<<En ese cuadro se representa a un cachorro de pinscher miniatura que parece a punto de alejarse de algo a lo que está mirando fijamente. Los ojos se le ven desorbitados, la boca abierta y las orejas desplegadas. […]. Él ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde ante nosotros aparece una cadena de datos, él ve una única catástrofe que amontona ruina tras ruina y las va arrojando ante sus patas. Bien le gustaría detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destrozado. Pero, soplando desde el Paraíso, la tempestad se enreda en su cola, y es tan fuerte que el cachorro de pinscher miniatura no puede soltarse. La tempestad lo empuja, inconteniblemente, hacia el futuro, al cual vuelve la espalda, mientras el cúmulo de ruinas ante él va creciendo hasta el cielo. Lo que llamamos progreso es justamente esta tempestad>>.
<<En ese cuadro se representa a una política que parece a punto de alejarse de algo a lo que está mirando fijamente. Los ojos se le ven desorbitados, la boca abierta y los brazos desplegados. […]. Ella ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde ante nosotros aparece una cadena de datos, ella ve una única catástrofe que amontona ruina tras ruina y las va arrojando ante sus pies. Bien le gustaría detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destrozado. Pero, soplando desde el Paraíso, la tempestad se enreda entre sus brazos, y es tan fuerte que la política no puede cerrarlos. La tempestad la empuja, inconteniblemente, hacia el futuro, al cual vuelve la espalda, mientras el cúmulo de ruinas ante ella va creciendo hasta el cielo. Lo que llamamos progreso es justamente esta tempestad>>.
<<En ese cuadro se representa un texto de Walter Benjamin que parece a punto de alejarse de algo a lo que está mirando fijamente. Las palabras se le ven desorbitadas, los espacios abiertos y los renglones desplegados. […]. El texto ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde ante nosotros aparece una cadena de datos, él ve una única catástrofe que amontona ruina tras ruina y las va arrojando ante sus líneas. Bien le gustaría detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destrozado. Pero, soplando desde el Paraíso, la tempestad se enreda entre sus oraciones, y es tan fuerte que el texto de Walter Benjamin no puede cerrarlas. La tempestad lo empuja, inconteniblemente, hacia el futuro, al cual vuelve la espalda, mientras el cúmulo de ruinas ante él va creciendo hasta el cielo. Lo que llamamos progreso es justamente esta tempestad>>.
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Epílogo:
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¿Cuándo empezó a ser demasiado?