(ésta es la casa que aparece en Mírame Mirón)
El 24 de junio, San Juan, nos juntamos en Pradillo para compartir tres piezas. Tres trabajos a los que me había asomado en los últimos meses y que tenían algo en común. Pradillo se convirtió en un cine antiguo, y en la entrada pusimos bandejas de sandwiches que había preparado Marisa Pons.
Vimos la película The Oval Portrait. Film in 12 tableaux, de Michela Depetris, la conferencia/slideshow Elefantes en Madrid. Una arqueología de los que bailan en la ciudad de Ana Folguera, y la película Mírame Mirón, de Claudia Claremi y Yimit Ramírez. Sobre la película de Michela: “12 planos secuencia que registran el revelado de 12 fotografías polaroid. Fuera del marco de la foto, la realidad prosigue con sus sonidos e imágenes. La artista sostiene la polaroid con sus dedos, observando cómo se crean, todas dedicadas a una persona”. Sobre los elefantes de Ana: “Madrid aparentemente no baila pero, aunque nos cueste creerlo, está poblada de elefantes; seres que, estéticos o no, dejan huella de sus huesos, su movimiento y su coreografía. Blanca Calvo, Lola Flores y Agustín Lara, Mónica Valenciano en Las Ventas, Goya en la pradera, Antonio Gades y sus caracoles”. Para Ana, “Los elefantes representan la gravedad sobre la tierra, el ritmo, el volumen de lo que no se puede evitar y de lo que se desea; las ganas de trabajar con lo que hay”. Sobre Mírame Mirón: en una casa abandonada frente al mar en La Habana, cámara en mano, Claudia y Yimit recorren las paredes repletas de dibujados: las fantasías sexuales, vivencias y confesiones de un “tirador” o pajillero anónimo.La voz en off que acompaña es una entrevista a 47 parejas de diferente edad, ideología y origen.
Me pareció que a las tres piezas les unía la necesidad de establecer contacto con un personaje ausente, o mudo, distante, de otro planeta o tiempo. Este contacto se intenta a través de las huellas y del azar.
Los tres hablan de huellas, de cómo asomarnos a las huellas. Este abordaje está determinado por un tiempo, diferente en cada una de las propuestas. En The Oval Portrait, Michela registra la formación de una huella en el mismo momento en que se realiza, se endurece, cristaliza para ser encontrada más tarde, confrontándola con los acontecimientos que continúan impertérritos.En Mírame Mirón, las huellas ya han sido encontradas y ahora están sometidas a una lectura tan múltiple e infinita como las voces que pueden llegar a encontrarlas (de hecho, estas voces son a su vez huellas de un pasado puesto que también están grabadas). En Elefantes en Madrid, una colección de huellas nos permite crear un relato, abierto y en permanente crecimiento, del marco que acoge el palimpsesto: Ana nos propone que lo llamemos ciudad de Madrid, esta vez.
El azar
Continuamente, sin interrupción, cada cosa me llevaba a otra cosa, tras cada objeto se ocultaba otro objeto, tras la mano de Lena estaba la mano de Ludwik, tras las taza había un vaso, tras una raya en el techo se veía una isla, el mundo era en realidad una especie de biombo y no se presentaba de otra manera sino enviándome cada vez más lejos. Los objetos jugaban conmigo como si yo fuese una pelota.
E. H Gombrowicz, Cosmos.
En The Oval Portrait, Michela señala con su cámara un instante. Ella intenta construir un sentido en medio de lo que ¿es? azar. En el tiempo del revelado se consigue el milagro de que la realidad que no para y el marco que no lo capta todo convivan y sean verdaderos a la vez. Así sucede también con el azar del pensamiento que discurre en Mírame Mirón; cada imagen mostrada y grabada arremolina frases, risas, discusiones, que a su vez se enredan con nuestra impresión. La arqueología de Elefantes en Madrid es azarosa, por supuesto: arqueología es la ciencia del hallazgo fortuito que se inserta en un relato y que pone en conexión los fragmentos encontrados. Un trocito de ánfora, un hueso de adolescente postrado en la tierra, o, como en el caso de Elefantes en Madrid, un vídeo, una foto, un recorte.
(éste es el personaje al que Michela ronda con sus polaroid)
El Misterio
El misterio, que acabó en título de esta velada, reside en por qué ciertos momentos son señalados para conservarse, o al menos para durar un poco más que los otros. En The Oval Portrait Michela se comporta como una antena, que capta las señales y las traduce a una polaroid: sin embargo, ¿por qué ha captado precisamente ese instante? ¿Por qué ése ha sido escogido para detenerse en algún lugar, un frágil marco que tiembla en la mano de Michela? Y, en el mapa arqueológico que ofrece Elefantes en Madrid, ¿por qué algunos fragmentos se colocan estratégicamente para ser encontrados? De igual manera, el tirador/pajillero de Mírame Mirón parecía estar esperando que llegaran Claudia y Yimit.
Esa incertidumbre rodea la palabra azar. Cómo se distribuye en ella el peso misterioso, que deja una huella, tras su aparición.
Tras el visionado, leí este texto que acabo de transcribir (no he hecho corta/pega, lo juro, lo he transcrito palabra a palabra porque no encuentro el documento original). Hablamos con los creadores. Se me olvida decir que en la conferencia de Ana participaron como lectores voluntarios Óscar Cornago, Juan Menchero, Marisa Pons y Ziad Chakaroun. Luego nos fuimos al bar de al lado, a refrescarnos.
The Oval Portrait. Film in 12 tableaux. Michela Depetris. Torino, 2013. 38 minutos. micheladepetris.com
Elefantes en Madrid. Una arqueología de los que bailan en la ciudad. Ana Folguera. Madrid, 2014. 30 minutos
Mírame Mirón. Claudia Claremi y Yimit Ramírez. La Habana, 2013. 20 minutos. claremi.net, domestika.org/yimit