Presenciado en el TEM de Valencia (01/04/23)
Salvar las llamas o salvar las palabras, o si no, pegarle fuego a todo y reflexionar cenizas. Por asociación, Cocteau dice que la única técnica que conviene dominar es la que uno inventa. Y aquí hay técnica. Uno de los personajes pregunta si alguien ha leído a Thoreau. Os ahorro la búsqueda en wikipedia: era un escritor que se fue a vivir 2 años, 2 meses y 2 días al bosque, en una parcela propiedad de Emerson, se construyó una cabaña para intentar vivir de un modo acorde a la naturaleza (en realidad, para escribir un libro). También es cierto que unos meses antes, había incendiado por descuido unos 300 acres de árboles en Concord, Massachusetts. Sus escritos se convirtieron en clásicos de la literatura estadounidense y posterior inspiración de Tolstoi y Gandhi. Y la autora Anja Hilling no solo hace que uno de sus personajes lo nombre, sino que además incluye una cita suya en el texto: «sea vida o sea muerte, lo único por lo que nos consumimos es la verdad». Pero de lo que yo venía a hablar era de las llamas, o de las palabras.
Cuatro hombres, dos mujeres y un bebé van de excursión a un bosque. Aunque lo parezca, no es un chiste. Luego, entre ellos, bueno, es un lío. Tienen un pasado, eso está claro. Quiero decir que han tenido relación unos con otros y nos lo van a explicar, con bastante detalle porque todavía hay dos horas que llenar con palabras (las llamas no llegan hasta la mitad de la obra). Sin embargo, desde el principio, hay un tufillo a chamuscado. Ahora, la temporada de incendios empieza en marzo y «el arte es una almohada sobre la que dormir en verano», por volver a Cocteau. Aquí el incendio, pues sí, es una cosa central, convierte a la obra en Teatro de la Catástrofe, tenemos una caja para meter cada tipo de teatro y digo fuego y veo llamas, proyectadas decorativamente en el fondo. Esa es la segunda parte, la que más le mola a los que entienden de esto, porque pueden usar palabras como fragmentación o multiplicidad de puntos de vista y espacios. Las brasas que van quedando al final se van apagando lentamente en una “coda anticlimática” que se me hace interminable. Entonces tengo que mirar el reloj. En un acto torpe se me cae el móvil al suelo como si fuera un adoquín. Todo el teatro parece girarse hacia mí. Deseo irme corriendo para recoger a mi hija, no me puedo quitar de la cabeza la parte en la que el bebé acaba carbonizado dentro de la furgoneta con la ropita que se le ha quedado pegada a la piel. Ya no sé de qué están hablando, solo siento la urgencia de salir. Pienso que no podré despedirme de todos los conocidos de la profesión que han venido para ver y ser vistos. De pronto, algo me saca de mis pensamientos. A fuera, en la plaça del Rosari, suenan las campanas de la iglesia y se superponen a los diálogos microfonados de los actores. Mañana es Domingo de Ramos y una vez más, como en esa secuencia del Séptimo Sello, la religión se roba el show. Las campanas sofocan involuntariamente las llamas y de paso, enmudecen las palabras.
Animal Negre Tristeza en el TEM de Valencia (01/04/23)
El espectáculo se estrenó la temporada 21-22 dentro del ciclo Planeta Persona. Los límites de la crisis climática.
FITXA
Autoria: Anja Hilling
Traducció: Maria Bosom
Direcció: Julio Manrique
Elenc: Guillem Balart, Màrcia Cisteró, Mia Esteve, Norbert Martínez, Jordi Oriol, Mima Riera, David Vert i Ernest Villegas
Escenografia: Alejandro Andújar
I.lluminació: Jaume Ventura
Vestuari: Maria Armengol
Caracterització: Núria Llunell
So: Damien Bazin
Video: Francesc Isern
Disseny de moviment, coreografia i ajudant de direcció: Ferran Carvajal
Fotografia espectacle: David Ruano
Agraïments: Maurici Martínez Elias
Una producción de la Sala Beckett y el Teatro Español