Ahí está Sergi Fäustino

ATENCIÓN: SE SUSPENDE ESTA ACTUACIÓN

AHÍ ESTÁ presenta Nutritivo, de Sergi Fäustino (Barcelona, 1972), el sábado 11 a las 14:00 en el Hall de MUSAC. Pablo Caruana (madrileño nacido el mismo año que Fäustino) fue el primer periodista en fijarse en esta singular pieza (la más antigua de todas las que se presentan en el MUSAC), a la que dedicó un artículo que se publicó (curiosamente, para algunos) en el periódico La Razón. Una década después, Caruana vuelve sobre Nutritivo, repasa la trayectoria de Sergi como creador (que se iniciaba entonces y llega hasta hoy) y nos refresca la memoria con el relato en primera persona del contexto en el que se dio a conocer Nutritivo, una pieza que, durante los años siguientes, se convirtió para muchos de nosotros en un referente generacional.

Nutritivo, de Sergi Fäustino

Corre el año 2003, llevo cinco años dedicado al periodismo escénico, trabajo para el recién creado periódico La Razón. Gobierna Aznar con mano dura. Es el tercer año que voy a cubrir el Sitges Teatre Internacional que por aquellos años dirige Magda Puyo. Y voy encantado, es un buen festival, con todas sus herencias y todas sus pleitesías, pero un espacio imprescindible durante esos años.

En las ediciones anteriores he visto buenas piezas y descubierto gente que me interesa. Llego a Sitges en el año 2001 porque sí o sí quiero cubrir el estreno de “De vegades em sento tan cansat que faig aquestes coses”, de Rodrigo García. Rodrigo ha estado con “Conocer gente comer mierda” y “Haberos quedado en casa” el año anterior (en una edición, todavía dirigida por Ollé, que viendo el programa ojalá hubiese estado –el Sportivo de Bueno Aires, La Troppa de Chile, Simona Levi, General Elèctrica, los mallorquines Au Ments, los canarios El ojo de la faraona, Olga Mesa, Ostermeier…). Algo se mueve, es evidente, comienza la internacionalización de Rodrigo, comienza su particular influencia en el teatro catalán, hay una generación de danza catalana asentada e interesante y otra que puja desde abajo… Ese año, 2001, veo: Andrés Corchero y Rosa Muñoz, con un espectáculo maravilloso “A modo de esperanza» y una pequeña pieza intrigante “A jirones”; un montaje soberbio de la Schaubühne “Disco Pigs”, de Enda Walsh; abucheo en pie el “Bésame el cactus” de Sol Picó mientras una encantada platea catalana la jalea; me encuentro con un trazo de danza catalana a la canaria que no conocía y levanta todas mis alertas: “En voz baja” de Felix Santana (*); aplaudo un nacimiento: “K.O.S.” de la compañía La Vuelta… Y todo eso en una simple edición.

*a propósito de esto alguien debiera escribir o contarnos lo que supone la presencia y la influencia de Carmelo Salazar en Barcelona, sobre todo, y en la danza hispana. Influencia básica para comprender el trabajo último de Sergi Fäustino, por otro lado. En este texto no haré referencia a ello porque no llego a tenerlas todas conmigo, no sabría hacerlo porque no lo conozco tanto. Pero alguien debiera. Es evidente que hay todo un lenguaje que en torno a la cabeza de Salazar gravita.

En la siguiente edición, 2002, el año anterior al 2003 por el que escribo este texto, vería la continuación de La Vuelta, “Estamos un poco perplejos”, a la extraterrestre de Erna Omarsdottir con el neurálgico “My movements are alone like streetsdogs” de Jan Fabre (espectáculo que convulsiona mi concepción de la escena, de lo que es teatro, danza y poesía escénica); a la madrileña Elena Córdoba con un maravilloso “Los negocios acaban a las diez” que la misma platea catalana mal recibe con cara burguesa; la entrada en España de Javier Daulte y su “Gore” (flipaba cómo se lo rifaban los productores catalanes en el bar del festival); y el sobrecogedor montaje de Malpelo “Atrás los ojos” que une a María Muñoz y la prosa de Berger en transustanciación escénica. Ahí es nada.

Sitges era un buen festival, híper necesario en este país, festival en el que Cataluña se abría al mundo, lo abría a España. Y donde Cataluña, también, se abría al resto del teatro y la danza del Estado, por lo menos un poco. Era un festival con toda una herencia de luchas, aciertos y desaciertos, ahí estaban las direcciones anteriores de Salvat, Cots y Ollé. Tenía también Sitges aquello de ser un festival “probatina” para los productores catalanes antes de entrar en ciudad condal, ocurría en junio y servía para ver cómo una obra iba de crítica y público especializado antes de jugársela en Barcelona (se pueden imaginar). Y tenía también, en los años que yo allí fui, esa cosa tan horrible de los proyectos catalanes en lengua catalana, of course, de un teatro de texto pobre subvencionado y escénicamente lamentable. Pero visto desde hoy, aquello era el festival internacional más importante de España, con diferencia. Su hijo bastardo es Temporada Alta, ya, esta vez sí, dominado por completo por las productoras y distribuidoras catalanas. Esto es lo que dice la Viquipèdia sobre el final del Festival: La desaparició es produeix per una decisió del Departament de Cultura de la Generalitat, amb la connivència del Ministeri de Cultura i de l’Ajuntament de Sitges, que argumenten que el model centralitzat en un sol certamen per acollir l’escena alternativa i emergent està esgotat i que altres festivals hi entren en competència, com el Temporada Alta, així com per la necessitat de descentralitzar la creació contemporània en diferents centres territorials. La fi del festival amb la trajectòria més llarga del país va provocar desconcert i perplexitat entre els professionals del sector.

Flipaos hijos de puta.

Sergi Fäustino llega allá el año 2003. El penúltimo año del Festival, el 2004 sería su última edición. Y debió entrar de manera extraña, ya que estaba programado a última hora en la carpa que tenía el festival en la Playa de la Ribera para sala de prensa y bar. Nada sé de él, y leo, leo que ha estado con la Fura, con Sol Picó, con Corchero y con Rosa Muñoz… Creo que Fäustino había hecho algunas funciones en el Conservas de Simona Levi y lo vieron y se lo trajeron… Y ahora trato de recordar, es un poco mentira porque la pieza se remontó el año pasado en Pradillo y volví a verla, pero verla en Pradillo fue recordar, recordar esa noche, la impresión que aquella pieza me hizo y recordar todas las veces que la he rememorado viendo piezas de Fäustino como “La historia de Mª Engracia Morales” (2004) que vi en El Canto de la Cabra, “El Cremaster de los Cojones” (2005) que vi en video y se hizo en el Mercat con Sonai en escena, como el “f.r.a.n.z.p.e.t.e.r” (2006), como esas dos historias de teatro minimal que son “Condenados” y “Duques de Bergara” (2007 y 2008); como esa maravilla que se hizo en el Radicals y que yo vi en el Centro Párraga de Murcia “Z” (2010); y en esa deriva de cuerpo cansado que comenzó en el extinto y recordado LP con “Estilo internacional” (2011).

Sergi Fäustino en Estilo internacional

Foto: Efthymia Zymvra/Ana Costales

Viendo todas esas obras, y alguna más que me reservo, recordaba esa noche en Sitges, esa primera vez en que oigo la voz de Fäustino y veo su cuerpo moverse. Luego, esa noche no, esa noche simplemente miré, me diría muchas veces que en ese montaje estaba no solo el germen del trabajo futuro de Sergi, sino también una buena y avanzada síntesis de una corriente donde se aúnan en escena performance, danza y teatro. En “Nutritivo” Fäustino da con una manera de mostrar, de hacer y de decir en escena, que hoy quizá consideremos habitual pero que en el 2003 te pegaba un buen sopapo. Allí estaba Sergi, con toda la naturalidad del mundo, cocinando su morcilla, contándonos historietas de gente de barrio, sin dramaturgia a la que se le ven los hilos y las vergüenzas; y de repente, con un cubo en la cabeza comenzaba a moverse, a bailar poquito, y ese macarra en escena que era “perfomero” iba dejando pasar, de manera suave, una poesía de muertos, de los que estaba hablando, de una marea ingente de seres y deseos que se iban por ese desagüe que es el tiempo. Historia tranquila de la gente anónima, horripilante al mismo tiempo. Esa pequeña danza ahí metida, hasta el corazón y las venas del que estaba viendo. Luego, con esa cara que convoca, Sergi ofrecía sus morcillas bien cocinadas. Yo, lógicamente, me tomé una y la saboree como el rito chamánico que era, aunque estuviera vestido de cotidianeidad sin importancia. Todavía me acuerdo de la gente que me rodeaba en las sillas, de sus expresiones y su transcurrir durante la obra… Y me fui de la carpa, y llegué a la barra, y hablé de teatro como cualquiera, y bebí como siempre, y no sé bien donde acabé aquella noche, tan solo recuerdo ir escribiendo mentalmente la crónica del periódico, gin tonic a gin tonic mientras la morcilla repetía.

Y me acuerdo ahora de “Z”, en la que aparte de la acción anti burguesa y ritual (cocinar morcilla con tu sangre o en este caso beberse la baba de todo el público al son del Barcelona de Mercury y Caballé) lo relaciono con “Nutritivo” en la inteligencia nunca exhibida, siempre como subtexto, que en “Z” también va apareciendo sin que uno se vaya dando cuenta, o más bien que va apareciendo suavemente sin confrontarse con el espectador sino acompañándolo con tranquilidad. Aquellos zombis tontos, metáfora de nuestra sociedad, cainitas y al mismo tiempo tratados con ternura.

Y me acuerdo del “C60, grandes éxitos” (2010) donde Sergi retomaba esa veta blackmetalera de “Nutritivo” y la manera de hablar directo a público. Donde extendía ese espacio no teatral y de encuentro en el que contar y compartir con el público un saber y una pasión. Convertir la escena, rompiéndola, en un espacio donde contar y compartir; y, al mismo tiempo, reservarle un rincón “volado” en el que entre el cuerpo y la poesía.

c60, grandes éxitos, de Sergi Fäustino

Y me acuerdo de “La historia de Mª Engracia”, de “Condenados” y de “Duques de Bergara”, en los que Sergi iba quitando elemento a elemento todo lo teatral para quedarse con la columna vertebral del teatro. Fuera acciones, fuera personajes, fuera argumento… Y entonces qué queda. Tres montajes que son tres experimentos escénicos, de actor, espacio y estar. ¿Cómo estar en escena? ¿Qué puede ocurrir en un escenario? Verdadero tour de force de Fäustino para meterle la mano hasta el esófago al concepto de “representación”. Aquellas obras que pudieran parecer tan poco, dos actores hablando, unos actores hablando en un sofá, y ya está, arte povera escénico y españolito que nadie, ni críticos, ni teóricos, ni profesión, tuvo ni los bemoles ni la mirada de escrutar. Ni la olieron.

Nadie se acuerda mucho de esto, creo. De este falso tres al que la culturilla catalana quiso ubicar como “enfant terrible” de la nada y que no se dejó. Falso tres que ahora, con los años, como los buenos jugadores de basket, se ha buscado un sitio en la cancha desde donde poder seguir dándole. Vimos su “Fäustino III” en Pradillo el año pasado, que él mismo enfrentaba en la programación con “Nutritivo”. Todo el trabajo sobre el cuerpo cansado que comenzó hace cuatro años también tenía su germen en esta pieza que ahora se verá en León. Pieza tras la cual comenzó a ser distribuido por MOM & El VIVERO, pieza que le hizo repetir en la última edición de Sitges con “La historia de Mª Engracia Morales”, pieza que le abrió el Radicals, pieza con la que hizo mogollón de bolos… Ahí está quieta la pieza, quieta en el tiempo y la memoria, recogiendo toda una trayectoria con la avidez de un agujero negro.

Puro falso tres Fäustino, no se puede ser performer y al mismo tiempo investigador teatral serio y profundo en este país. O una cosa o la otra. O bailarín o coreógrafo, o dramaturgo o director, pero todo a la vez va a ser que no.

Tengo muchas ganas de ver “Faustino IV” que se ha visto hace bien poco en la Secció Irregular… Y tengo ganas de que Fäustino haga una zarzuela. Y un montaje en la Abadía sobre la teatrología de la representación. Y que repongan ya El Cremaster de los cojones en la Fundació Tàpies.

Les dejo con sus palabras, con ese video, pequeña joya que recoge toda la mala leche, sincera y quieta, de varias generaciones.

Vídeo sobre el artista y la autoría realizado para las jornadas Scanner II del Institut del Teatre en el año 2011. Atención al minuto 18:45, al final del vídeo.

Pablo Caruana Húder

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