Moerugomi, basura para quemar. Fabián A. Gómez Bohórquez en el LEAL.LAV

Llueve. Acabo de ver el documental sobre Angélica Liddell. Ese donde prepara Todo el cielo sobre la Tierra. El síndrome de Wendy. Donde Fabián Augusto Gómez Bohórquez recibe indicaciones sobre cómo sujetar la cabeza de Lola Jiménez. Ese que intercala fragmentos del diario de Angélica, del que miro las fechas. Coinciden con aquellas donde yo mismo hice un estreno. Ese donde alguien me envió por correo una carta dentro de un libro que la propia Angélica le había dado. Ese. Pero estreno de qué, me pregunto. Porque el pasado viernes 23, Fabián estrenó ‘Moerugomi, basura para quemar’, tras una residencia de dos semanas en el LEAL.LAV, Laboratorio de Artes en Vivo del Teatro Leal de La Laguna. Tiempo donde yo mismo también he estrenado algo, esta vez sonoro, quizá por miedo a la escena. Pero otro estreno de qué, me repito. Si en unos cuantos meses, Lola Jiménez también vendrá al LAV, sola, sin Fabián, sin Angélica, a mostrarnos su último trabajo. Y ahora que sigue lloviendo veo que es exáctamente así como me encuentro. Como lo que aún no ha llegado. Como lo que ya se fue.

¿Cómo se hace una obra de teatro? ¿Cómo, si es algo que solo se hace mientras se está haciendo, mientras ocurre? ¿Qué se hace, pues, antes de esa hora sagrada donde el ojo ajeno, curioso, tal vez cómplice o frío, observa?

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En Moerugomi, Fabián usa un texto antiguo, retocado en el tiempo como un pequeño monstruo de Frankenstein. El destino ha querido que su criatura cobrara vida en La Laguna. Para moldearla, Fabián ha trabajado concienzudamente en una estructura que articulase su osamenta. Piezas como cuadros independientes orientadas a crear por separado imágenes precisas y contundentes, como quien monta un bodegón o la escenografía para un autorretrato. Grandes cuadros rellenos por el músculo que Fabián fue trabajando, encerrado en el teatro, solo, recorriendo insistente sus fibras. Más tarde fueron bañados por el fluido que los recorrería, unificándolos: la sangre de ese texto ya sonando.

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Sostenido sobre Fabián, como un exoesqueleto que le hiciera enorme, el conjunto ganó en matices bajo la luz de Carlos Dalton, que asistió la pieza, y la llegada de la pareja de músicos Jan Raydan, generando potentes loops en directo, y Giomar Espiñeira, delicada en el manejo de distintos tipos de flautas, dio al conjunto el latido necesario para vibrar e insufló ese aire para que la criatura de Fabián se nos presentara realmente viva.

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Justo ese aire inaprensible del que Fabián habla, tal vez un alma (como la de Ghost in the shell, como la de un replicante, como la de su propia pieza) capaz de hacernos viajar del cuentacuentos a una gruta donde espiar la primera pintura rupestre, a una misa pagana, a un contramanifiesto donde queda bendecida nuestra estéril simiente, la de los tristes solos que escribimos, mejor si llueve, y ojalá con la entrega que reside en Moerugomi.

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Las imágenes de esta entrada son, como sienmpre, de la mirada intrépida de Javier Pino, excepto la segunda, tomada, entre muchas otras, por el grupo de alumnos de BBAA que realizan el Prácticum Universitario en Leal.Lav y han acompañado a Fabián en su proceso de residencia previo al estreno, realizando además una gran labor de documentación.

Taller de Público para Público, Raquel Ponce en el TEA

La gente de Tenerife está de suerte, porque nos visita desde la isla de Gran Canaria la artista Raquel Ponce para realizar su «Taller de Público para Público» en el TEA, Tenerife Espacio de las Artes, dentro del contexto del Laboratorio de Acción. Personalmente este es para mí un motivo de gran alegría: Raquel me ha pedido / ofrecido que le acompañe en su proceso y cuando uno entra en contacto con trabajos así es imposible negarse.

Desde mi punto de vista, el Taller de Público para Público de Raquel Ponce es una de esas propuestas que creo muy necesarias y a la vez están llenas de magia. Normalmente podría asociarse lo útil, lo necesario, a la parte de taller y la «magia» a la emoción suscitada por lo estético de una pieza. Sin embargo, aquí ocurre una simbiosis particular, porque el espacio donde Raquel trabaja es un amplio espacio difuminado entre una cosa y otra, que no deja nunca de ser ambas. Y si el público trabaja la mirada en cada propuesta artística, aquí ese trabajo se hace explícito (es un taller). Pero desde dentro de ese taller, igualmente, nos cuestionamos… ¿es esto un taller? ¿No estoy viendo una pieza de danza, de teatro, una performance? En fin, que todo esto lo he escrito del tirón no solo porque crea en el valor de esta propuesta, sino también porque va a ocurrir, y es como cuando quieres que un amigo no se pierda una película que sabes que le va a gustar.

En las propias palabras de Raquel:

TALLER DE PÚBLICO PARA PÚBLICO

Se trata de una propuesta teórico-práctica sobre el papel y la responsabilidad que tiene el público como modificador y transformador del resultado artístico. Un taller de público, para público, en el que poner en práctica, profundizar y transformar las diferentes posturas, comportamientos y actos-hábitos que poseemos como espectadores.

¿Podemos “todos” ser público para “todos” los trabajos artísticos? ¿Se puede aprender a ser un público alternativo, emergente, experimental, autónomo e independiente? ¿Existe un público profesional y otra amateur?
Durante el taller se intentará construir un manual propio de conducta para público contemporáneo, según un abanico de acciones participativas propuestas.

La actividad es gratuita pero requiere de inscripción previa. Las personas interesadas en asistir deberán enviar el formulario de inscripción, disponible en la web de TEA, y una carta de motivación al correo actividades.tea@tenerife.es

Para un completo aprovechamiento se recomienda la asistencia durante los tres días programados.

VIDEOMATÓN con Fabián Augusto Gómez Bohórquez

Mañana veremos en el LEAL.LAV ‘Moerugomi, Basura para quemar’, del performer colombiano afincado hace ya mucho en Madrid, Fabián Augusto Gómez Bohórquez, que se presenta rápidamente en este nuevo ‘VIDEOMATÓN’ junto a su equipo en escena para hablárnos un poco de este trabajo.

Fabián, que ya nos había visitado años atrás como intérprete de Angélica Liddell, ha venido a realizar residencia artística a partir de la que este trabajo ha crecido en dos semanas y se ha visto reforzado. La muestra será mañana viernes 23 en la sala principal del Teatro Leal a las 21h.

Las actrices siempre mienten, de El Pollo Campero / Teatro Victoria

Nos obsesiona la verdad. Qué es cierto y qué no. Podría significar que compartimos un sentido común crítico, que nos ayudamos frente a lo que nos falsea. Pero la obsesión es un caballo desbocado difícil de llevar. Nuestra preocupación con lo verdadero es el reflejo de que sabemos que vivimos en un estado y un Estado de engaño constante. Hace mucho que la verdad no es algo que se atisbe tras un buen trabajo de reflexión y conciencia. La verdad se produce. Y los productos se venden. Y se compran.

El Pollo Campero, comidas para llevar, es la Cía. teatral integrada por Gloria March y Cristina Celada, dos actrices (y performers, y dramaturgas, y auto-directoras, y auto-managers…) que forman un tándem electrizante en escena. Los días 11 y 12 de noviembre compartieron ‘Las actrices siempre mienten’ en el Teatro Victoria, una pieza que les está dando algunas merecidas alegrías. De hecho, las recibimos en Tenerife a su vuelta de Brasil, donde mostraron este mismo trabajo.

‘Las actrices siempre mienten’ es un fino ejercicio de metateatralidad abierto en canal en el que la pareja de creadoras nos muestran constantemente las entrañas, los mecanismos de esta cosa tan rara que es el teatro. Solo que para ir un paso más allá, en lugar de establecer una ficción para romperla, como dos magas que mostraran sus trucos, Cristina y Gloria nos han tomado la decisión valiente y fresca de establecerse en el lugar de la ruptura, en el estadio ambiguo y frágil de lo desarmado, donde están las piezas, para de vez en cuando juntarlas de distintos modos y que se den momentos de magia donde la ficción toma cuerpo, crece y se desvanece. Algo que es muy agradecido de observar como espectadores. Porque nos deja mucha libertad para elegir cual de las dos cosas queremos mirar más sin que podamos dejar de ver la otra. Y porque la mayoría de estas ficciones armadas a tiempo real están cargadas de mucha comicidad, realizadas a veces con la frescura del juego infantil, otras con el ridículo o el absurdo, pero sin perder en ningún momento un sentido un tanto más profundo sobre eso que veíamos antes de la verdad y la mentira, una raíz invisible, más política y filosófica, que lo vertebra todo sin ser nunca un discurso o un alegato.

Algo que funciona tan bien como eso de mostrar las piezas y juntarlas de distintas formas para crear algo como sombras de escenas efímeras es el modo en el que ambas nos reciben al llegar. Las actrices están en la calle y entran al vestíbulo con todo el mundo. Nos reciben y nos dan a elegir entre ir con una u otra para pasar un primer momento. Decimos adiós a la otra actriz y a la mitad del público. Vivimos algo que se nos cuenta, establecemos un síndrome de Estocolmo con la actriz que hemos querido que nos rapte. Nuestros acompañantes dejan de ser público y pasan a ser personas a las que nos une algo. Al volver al vestíbulo recuperamos a la otra actriz y a la mitad del público que habíamos olvidado. Y ocurren más cosas. Se ha roto algo en todas direcciones, no sabemos qué ha vivido la otra mitad y sobre todo, nosotros también somos recuperados. Así entramos a la sala. Con un relax y una sonrisa leve dibujada. Hemos compartido un pequeño ritual. No somos los de antes.

De las ficciones que comienzan a jugar ante nosotros, una de las que más seduce al público es el hallazgo de los doblajes en directo que Gloria y Cris realizan sobre fragmentos de películas. Poniendo voz a Marylin Monroe o Bette Davis, tratan los miedos y dudas indisociables de hacer el teatro que quieren hoy. Pero son Marylin y Bette quienes nos lo cuentan. A Gloria y Cristina las vemos hacer su trabajo de doblaje. Un distanciamiento entre lo que dicen y hacen presente en todo el trabajo, que han sabido desarrollar con sensibilidad e inteligencia para que las imágenes que nos muestran coincidan con el texto que se escuchó antes o con el que se leerá después, generando espacios de vacío de significado donde un poquito de poesía es posible si queremos participar en el juego con la mirada.

Teatro de hoy hecho por ellas. Hay que animar a esta pareja a que siga trabajando. Pero espera…

Tengo la sensación de que toda esta crónica es mentira. Primero, porque es solo una visión subjetiva. Y segundo, porque al decir ‘metateatral’ caemos en una trampa: distinguimos entre esa muestra de ‘lo real’, donde solo hay trozos que se nos muestran, de ‘la ficción’, lo que construyen con esos trozos. Pero, ¿no es todo construcción, incluidos esos momentos naturales donde parece ‘no pasar nada’? ¿Hasta qué punto las actrices que nos reciben en el vestíbulo son personajes de otra ficción invisible? Al final va a resultar que el teatro, esa cosa tan rara, está también poderosamente viva, porque sigue despertando preguntas sin respuesta cierta a estas alturas. Y eso es muy necesario. Vayan a ver este trabajo. No se engañen.

«Esto va a estar bonito», el podcast que se lee / #1.17 Preudi Orfici

ESTO VA A ESTAR BONITO es el programa de tutorización y acompañamiento de estudiantes de Practicum de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna en colaboración con LEAL.LAV. Un proyecto dirigido y coordinado por Adán Hernández que cristaliza, entre otras acciones, en este PODCAST que se lee, generado a partir del acercamiento de los estudiantes a los artistas y sus trabajos a través de la investigación, la toma de contacto con sus prácticas y el análisis de sus trabajos.

Los estudiantes que han realizado este podcast son Nativel Arvelo y Héctor León.

Puedes ver / leer / escucharlo y descargarlo haciendo click aquí.

Dedicamos el primer ESTO VA A ESTAR BONITO a:
PRELUDI ORFICI, de Marco Antonio Regueiro.

INSTRUCCIONES:

Esto es un programa de radio escrito. Cada vez que encuentres un audio:

1) Para y escucha o
2) Escucha mientras lees.

La auténtica ficción / Parallax, Silvia Zayas / LEAL.LAV

Me encanta el momento  de antes de entrar en el teatro, la polisemia de una expresión tan sencilla como entrar en el teatro. En esa sucesión de acciones previas entre encuentros y saludos se hacen y deshacen expectativas, nos preparamos (pero, ¿es preciso prepararse, pre-pararse?) para lo que le espera dentro. Como buena experiencia teatral, Parallax comulga de este principio. El pasado 7 de abril las personas acudieron curiosas por lo que Silvia Zayas traería al LEAL.LAV, y solamente el acceso a la sala hizo parte del tipo de juego que nos iba a proponer. Había gente acostumbrada a nuestra sala de cámara en lo alto del teatro. También quien acudía por primera vez al LAV. Unas y otras personas se sorprendieron al ver que el montaje se desarrollaría en la sala principal del teatro, que la propia Silvia esperaba por ellas sobre el escenario.

Arriba, de espaldas al patio de butacas, las gradas colocadas casi en V, dando forma a un trapecio escénico, con dos líneas divergentes contrarias a las convenciones de perspectiva. Entre ambas, Silvia, saludándonos, como la capitana de una embarcación recreativa a su tripulación justo antes de zarpar en una travesía sideral, a los mandos de una compleja mesa de control llena de lucecillas, mandos, pantallas, ruedas, palancas y muchos botoncitos que daban ganas de apretar, a ver qué pasa: la cabina del subnarino o nave espacial que atrae más la vista de los viajeros que el resto de la escena, completamente vacía. Como no sabemos dónde vamos (no vemos ni pensamos ningún horizonte) simplemente miramos el volante y el acelerador.

Me recreo en esto. En todo lo que no es aún la pieza. Porque ya es la pieza. Siempre hay una tensión o una excitación en el antes de. O una relajación y un dejarse ir. Algo. Pero en ciertos trabajos que están finamente tramados, finamente trenzados poéticamente, donde los muy diversos elementos que los componen (incluso invisibles o casi imperceptibles) responden o vibran en armonía con un principio básico fundamental que hace de tónica a partir de la que lo demás danza y se coloca para formar un acorde, ahí, suele pasar que todo lo que no es aún la pieza tenga cierta densidad, cierta calidad que no esta hecha solo de nervios o expectativas, sino que, como veíamos, hace juego con el juego propuesto. Y subir a escena y buscar un sitio y mirar los mandos de la almirante Zayas, antes de, resulta preñado de un sentido que se traduce en silencio.

La artista enciende una luz. Apaga. Enciende otra. Apaga. Enciende las dos. Apaga. Luego una parpadea a la derecha. Sale humo mientras. Enciende varias luces cruzadas en el aire. El humo y los colores se llenan. Este paupérrimo análisis serviría para figurarnos una parte mínima de Parallax. Pero no dice mucho, ¿verdad? Pues volvamos atrás. Repitamos. Imaginemos que el primer foco muestra a María Turra, locutora de radio activista por la independencia de Guinea-Bissau y Cabo Verde. El segundo, a João Carvalheiro, tío de Silvia, joven soldado portugués en la guerra que la locutora combatía desde su emisora. Los dos focos que se encienden a la vez son el puente de Farim. La luz que parpadea, la voz de María, a partir de una grabación original doblada en directo por Silvia al micrófono. Y el humo cruzado por luces, lo que sea que deja atrás el audio de un helicóptero que escuchamos elevarse. Solo que bajo esos focos «no hay nada». Por eso, aunque todo esto estuvo (al igual que un filtro casero hecho con un caleidoscopio acoplado a una linterna, un concierto de piano barroco interpretado por Silvia a la mesa de luz o incluso la banda sonora de Misión Imposible con láseres rojos atravesando el humo), nada de esto es Parallax.

Parallax es todo eso ocurriendo en paralelo a un documental sobre esta historia bélica colonial a la que le da soporte. Y más, porque en su trabajo Silvia Zayas recurre a veces a tópicos del cine documental. Pero al «negar» la imagen (figurativa) parece que vemos un documental con la pantalla apagada, lo que nos hace ver también nuestra predisposición para juzgar la imagen como real cuando se nos dice qué mirar o cómo hacerlo.

Parallax es también popurrí discreto de géneros. Y juego de distanciamientos. Establece un código inicial, como este texto, para romperlo y dar paso a otro que también rompe. Y seguimos con la mirada, el oído y la atención la danza que luz y audio dibujan en torno a… ¿A qué?
A veces a un ambiente de guerra por el que nos lleva de la mano a una sensación. Pero ahí se disuelve despacio hasta que algo ha desaparecido. Nos deja en el vacío. Y en el vacío del universo Parallax, tres luces que se encienden y una que cruza pueden ser soldados que escuchan la emisora de Turra, un haz verde en diagonal, una selva espesa, un cenital rojo, una explosión, incluso tres focos naranja pueden ser… ¡focos naranja! Luz que baila con nuestra disposición y juega con los restos de nuestra infancia colonizada, entre el cuentacuentos y la instalación, entre Kandinsky y el rigor documental. Parallax es teatro vaciado incapaz de desaparecer, espacio para una representación liberadora que Silvia eleva sobre la fantasía del cimiento de nuestras retinas para que se derrumbe sobre la realidad de nuestras conciencias. No como los puentes de Calatrava, que son de mentira, sino como el de Farim, el más real de los puentes.

He dicho mucho ya de la experiencia de Parallax, algo que por estos lares no olvidaremos. Sin embargo me quedo con la sensación de necesitar decir mucho más. Y es que hay un después de y un durante que tampoco son la pieza pero que son también parte de su trabajo y tiene que ver con toda la luz que maneja Silvia a su paso, no solo en escena. En primer lugar, tras la foto del puente sobre el río Kwai, me apetece mencionar la lección de cine (y de estética) que uno se lleva si se acerca al entramado del trabajo de Silvia, entendiendo ese entramado como la pieza en sí, sus motivaciones y entresijos, la propia Silvia, su sensibilidad, intereses y motivaciones, sus referentes y su modo de funcionar igual con respecto a Parallax que para hablar de música, de pelis pero también de política o de educación. Y sobre todo, hacerlo con la risa de por medio en todo momento. Una lección que Silvia no la da. Uno la toma. Ella ni se entera. En torno suyo todo es muy fácil, y las conversaciones salen, se alargan y retuercen hasta el punto que su visita hubirera sido corta aún de haber durado unas semanas. Y como por un lado estoy hablando de ese feeling indisociable del trabajo que todo el que se acercó a ella sintió (qué gusto, trabajar así, necesito afrontar mi trabajo desde ese punto de nuevo, me digo), pues añado imágenes.

 

Solo decir que son unas pocas de las cientos que vinieron en conversaciones con alguna cervecilla compartida hablando entre otras cosas de teatro de los objetos, de cierta arcaicidad buena en la escena, la insistencia de
cierto mainstream artístico de buscar una estética de lo actual que nadie sabe cual es pero de la que es preciso participar… eso frente a la necesidad que la escena pueda tener de que alguien trabaje con lo clásico para recuperarlo hoy. Y pensar en los albores del cine, o en la narración oral como sistemas de comunicación tan complejos a través de la imagen (generada por luces o verbos) y a la vez obligatoriamente abstractos, por simplicidad de recursos o por falta de necesidad de ornato. Yo que se. Que queremos a Silvia cerca, porque todo esto se puede reflexionar por gusto sin ella, pero de eso también nos ha hecho conscientes. Ha sido un motor y una inyección de actividad.

Además, como estamos viendo, Silvia trabajó durante tres días con el CEIP Las Mercedes, compartiendo el taller Travelling, en el que una clase del cole, bastante chiflada, dispuesta y creativa, tomó la herramienta de cine en directo y las reglas del juego que Silvia les llevó para enseñarnos cómo hacer cine entre todxs combinando una narrativa a otra formada solo por imágenes fijas.
Y es que estos discursos son necesarios. Porque si cuando éramos pequeños soñábamos con máquinas con las que pudiéramos hacer de todo lo que soñáramos, pensando que llegarían en el futuro, las personitas que vienen tras nosotras y que son nativas tecnológicas tienen los recursos, pero colectivamente sus sueños parecen mermados, entre limitados y reprimidos por esa cosa que viene desde arriba. Y experiencias como estas son granos de arena en el desierto, pero son. Y quien la sepa usar o atesorar podrá abrir muchas puertas que normalmente se pide que no se atraviesen.

Por eso mucha gente puede quedar descolocada ante Parallax, que en el fondo es un juego tan sencillo, tan frágil y tan sutil, nada invasivo ni espectacular, algo que no ocurre, sino que está esperando que nuestra mirada lo suceda. Por eso quedarse descolocado es buena señal. Porque a falta de consumirla y practicarla se nos olvidan los efectos que tiene en el organismo la poesía. Y la poesía no se puede explicar. «Si me nombras, desaparezco». Y ahí perdura.

* * *

 Las fotos de Parallax salen de la mirada curiosa de nuestro querido Javi Pino. El resto, apropiaciones. Las del taller Travelling, cortesía del cole. El resto, apropiaciones de internet.

VERSIÓN ESPAÑOLA + Preludi Orfici / Marco Antonio Regueiro / LEAL.LAV

Cortázar y su gato, un punto de partida rarito para una entrada sobre la visita al LEAL.LAV de Marco Antonio Regueiro con Preludi Orfici. La imagen, sin nada que ver (o sí) vino sola recordando algunas cosas que vimos en el taller. Aunque ya he publicado sobre esto en La Opinión de Tenerife y Lagenda de Tenerife, en esta versión para TEATRON me tomaré la gran licencia de hablar de más cosas, como dice el título. Porque cuando uno escribe no solo dice sobre lo que escribe sino sobre el momento en el que lo está haciendo, ¿verdad Julio? Así que mejor no ignorar eso.

Nunca me gustó leer el reverso de los libros. Como un spoiler mal hecho, genera falsas expectativas. En el mejor caso se cumplen. En el peor, ni rozan el sentido del libro y uno entra en él incómodo, sabiendo que hay algo de lo que deshacerse. Los prejuicios funcionan fuerte.
Alguien viene a dar un taller a la isla. Se convoca a personas relacionadas con la escena y la creatividad, a escritorxs, antropólogxs… Al consultar, información del artista y la práctica que compartirá empiezan las pesquisas entre lo que uno imagina a partir de lo que conoce y lo que sabe que no sabe. Como leer el dorso de un libro. Preludi Orfici dice tener que ver con las láminas de oro órficas, milenario ritual funerario en el que se enterraba al difunto con coordenadas poéticamente apuntadas acerca del camino a seguir al otro lado, en oro, material resistente a la transición interdimensional, claro, con una apariencia como esta:

Es licito pensar… «¡Pero si yo soy actor! ¿Qué vamos a hacer?» Expectativa y prejuicio. Leer tras el libro preguntándose por el contenido sin percatarse que lo que se tiene entre manos es justo el propio libro, lleno de la huella del tiempo del que escribe, y de tiempo por descorchar de quien quiera leer, seguir indicaciones de oro a otro lado.

To read or not to read. Esa es la cuestión. Willy Shakespeare no podía imaginarse que en 2017 tendríamos el icono de Hamlet en su célebre monólogo con una calavera en la mano. No. Cuando Hamlet inicia su soliloquio está hojeando un libro. Lo otro es una tergiversación. Y va más allá de la imagen. Muchísimos montajes procuran alterar la pieza para poder mostrar eso en esa escena. Hasta Mel Gibson se hizo una peli que recuerda a Joaquín Reyes. Y eso pasa por cabezotas. O por no leer el libro. Por quedarse en la tapa. Si uno es fiel al texto, Hamlet comienza el monólogo leyendo, no como tú, que por no ahondar en el texto te quedas en lo superficial. Porque no ves…
Pero espera… espera… Espera un momento…
Entonces… ¿qué es esto?

¡Ni libro ni calavera! ¡Un saco de boxeo! ¿Dónde dice Willy que Hamlet es una mujer vestida de boxeador por el sastre de Marilyn Manson? ¿Qué parte me he perdido? O qué parte de texto se ha perdido aquí…

Me gusta el teatro desde joven. Como Sonic Youth. O como los pistachos. Procuro ver de todo. Recuerdo un Hamlet multidisciplinar de Juan Diego Botto. El fantasma era un vídeo. Hamlet parecía dudar si ser Juan Diego o no. Eso justificaba el monólogo. José Coronado hacía de Polonio. Un montón de señoras le aplaudían fuerte. No se si conocían la obra, pero las intervenciones de Coronado eran lo más multidisciplinar. Fue curioso verlo. Admiro a la gente que se lo curra.
Recuerdo a Blanca Portillo. Me hacía gracia en Siete Vidas. Me cayó bien en entrevistas y en persona. Me llegó a fascinar aquel tándem suyo con Tomaz Pandur. El estilo de él. La potencia de ella. Su conexión mutua, invisible pero casi palpable en escena.
Por eso mientras Marco Regueiro nos iniciaba en Tenerife no sentí rabia al leer cada nueva noticia sobre el matador monotema Matadero. No sentí que se formaban dos bandos y que un profesional a quien siempre admiré se iba al otro. No. Sentí una profunda decepción. Y una tristeza tan grande que me tuve que obligar a parar de sentirla. Sentí que alguien me decía que las arquitecturas de Numen para Tomaz Pandur y toda su cuidada estética no valían un pimiento. Que todo ese tinglado se montaba ahí por lo importante: que había un texto. Noté la pena honda de que alguien (o álguienes) estaba leyendo solo el reverso del libro queriendo darme lecciones sobre su contenido.

Versión española del texto de Hans.

Hay libros y libros. Este lo publicó Hans Thies Lehmann en 1999. Es interesante leerlo también por dentro. Porque Hans no plantea un ensayo para una vanguardia escénica (no se lo que será) o un manifiesto de cómo debe ser. Lo que hace es recopilar lo que ya se hacía y clasificarlo para comentarlo. Pero mucha gente se enfadó con el libro y buscó otra gente a la que sí le gustara para descargar su ira.
Aunque el problema en Alemania no fue grave, Hans fue previsor. Sabía que España no lo editaría hasta 2013 por lo menos. Ganó tiempo y nos hizo una versión más digerible, evitando una nueva guerra civil artística y un fracaso editorial. Con el alboroto, nadie notó que en nuestra versión light el título cambiaba.
Pensemos que si entonces discutimos sobre si la escena debía ser así o asá en base al librito, estábamos teniendo una discusión con cuatro años de retraso. Pero además era una discusión estéril: la obra cuenta de dónde viene, no nos habla de hacia dónde ir. ¿Tenemos tanta sensación de haber muerto ya que necesitamos una guía externa que adoptar o rechazar, como una lámina órfica? Digo, ¿el teatro que hacemos está vivo? Hans fue listo. En España necesitamos drama.

Mientras la gente grita, se descalifica o se une en contra de otra creyendo que así se fortalece, sin ver que eso es dividir y fracturar, nosotras somos otras personas que nos ponemos manos a la obra, en manos de la obra, que comprendemos que estamos decidiendo confiar y atrevernos. Mientras la gente esgrime biblias no leídas, nosotras accedemos cada vez más a algo que sintoniza con la tradición oral, de obligada toma de tiempo y entrada en un profundo nivel de escucha.
Somos un grupo sin identidad conformado por cuerpos puestos en disposición de algo que ocurre. Y a la vez no dejamos de ser escritores, bailarinas de ballet y contemporáneo, actores experimentados y experimentales, videoartistas, estudiantes de bellas artes, de varias procedencias y nacionalidades, autóctonos y migrantes.Compartimos la diversidiversidad y la incertidumbre de no saber dónde estamos yendo cada día. Y si alguien encuentra una certeza, Marco le ayuda a disolverla. Como a nuestros cuerpos, nunca nos abandona en una yerma seguridad. En Preludi Orfici, Marco invita primero a explorar el propio cuerpo. Manipularnos en pareja se hace rutina. Movilizar al otro para luego entrar en su cuerpo, sentir la presencia y densidad de un fémur dentro de la pierna, la plasticidad de rotación de los músculos que se expanden, dejando avanzar un dedo en busca de un hueso dentro de un cuerpo yaciente (un yacimiento).Marco sabe pero no sabe que en esa manipulación meditada sus guías son concisas como un bisturí pero plagadas de poesía. Y donde se diría «mueve su pelvis» se nos indica que accedamos a al gran molusco, esa concha que guarda una perla. Y sin darnos cuenta la rutina se apodera de nosotras: el taller es un rito de paso.

Lo trabajado en el LAV ha sido un acercamiento al cuerpo, su memoria y la de su movimiento. En un sentido expandido, donde el propio cuerpo es a su vez memoria de nuestros ancestros. Código genético traspasado como herencia. Lo que hemos trabajado es absolutamente pequeño. Como performers hemos puesto la atención en algo tan mínimo como lo hace un científico al estudiar una célula o un átomo. De la mano de Marco, y también con algún empujón suyo, hemos descendido ahí como se desciende a los infiernos, de donde, si se vuelve, es siempre regenerados. Por eso al «salir» y estar en escena, de lo micro a lo macro, la escucha está potentemente resintonizada. Cada cuerpo conectado consigo mismo es un canal para el circuito que forma el grupo. Y en esa red puede sostener la magia. Y una sala llena de humo hizo aparecer nuestras ánimas en un portal barroco hacia otra dimensión. Cuando la confianza se asume con todas sus consecuencias comienza a llamarse fe. Y solo con ella pudimos atesorar otra cosa que Marco nos traía:

Aceptar el reto de enfrentar el propio vacío. Contemplarlo y dar un paso hacia él, con miedo incluso. Caer, si es preciso. Darnos esa oportunidad. Aparecen el abismo, el olvido, la duda, incluso el agujero negro. Ahí nos invitó a entrar. A una dimensión sumamente íntima pero colectiva, nueva y ya habitada muchas veces. Ese otro lugar donde se llega por primera vez con una inscripción en una lámina de oro como única guía.
Retomando el juego de antes, si existiera un Teatro Predramático de verdad, sin duda hemos coqueteado con él. Un teatro anterior al agón y por tanto al diálogo. De ese momento en el que danza y teatro no existían: eran una misma cosa movida por los cuerpos que el fuego iluminaba. Artes Vivas. En lo que Marco plantea hay también una distancia. Nuestra lámina de oro dice que podemos transitar del actor al performer. Que un gesto de llanto evocará el llanto. Las posiciones en el espacio miradas por el público harán el resto. También hay un juego de arquetipos. Una cara se pinta de oro y aparece una diosa. Cuatro cuerpos se juntan en ejército. Lo arquetípico como aquello ajeno al tiempo, donde da la sensación de que Marco tiene una segunda residencia desde la que a veces nos habla.

En un capítulo de Rayuela, creo que un personaje se quedaba sin luz en casa. Pensaba a tientas cómo se alargaba su mano al interruptor. Esa mano acostumbrada a accionar el picaporte, abrir un grifo, una libreta. Gesto aprendido. Pensaba que antes esa misma mano estaría hecha a blandir una espada, a sostener una rienda. La arcaicidad de nuestros cuerpos, trasvase milenario de un solo cuerpo heredado que no sabemos que somos.

En Tenerife, en Barcelona, en Valencia noto que salgo corriendo de discusiones de gente sobre un teatro convencional vs otro supuestamente más experimental. Unos enfrentan la validez de lo de los otros, lo cuestionan y se enrocan en un «pues no te entiendo», o bien «tú no entiendes». Una amiga guiri que hace performances me pregunta por teléfono qué les pasa a mis amigos. Desganado, sin saber explicarlo ni en castellano, chapurreo en inglés: «¡Es que en este país la gente discute de esto!». Y me doy cuenta de lo frescas que tenemos las heridas. Que hay fémures en las cunetas donde nuestros dedos no entran. Que éramos dos bandos anteayer. Que nos estamos poniendo a prueba, a ver quién salta, si hay cojones de pelear. Porque no se contempla una vía no heteronormativa. Y veo que nuestro autobús transfóbico está hecho de lo mismo que la indignación ante la gala Drag Queen de Las Palmas. De lo mismo que nuestra guerrita escénica. Justo ahora. Ahora, Madrid. Ahora que estábamos todas en este «no pasarán», unidas por un cambio. Ahora, con una nueva fractura. Ahora sí que podemos ser ciudadanos.

– ¡Oh, cuando un arte está más allá del tiempo, qué vacíos resultan los discursos de los hombres! ¿Verdad, Yorick?
– Sí, Alteza, pero yo, como republicano…
– ( Madito payaso ).

*     *     *

FOTOS : Expolio variado de internet.
– Taller / disparos improvisados con mi móvil.
– Preludi Orfici, muestra al público / Nuestro siempre oportuno Javier Pino.
– El Teatro predramático no existe. Son los padres.

 

 

VIDEOMATÓN_6: Laila Tafur + Carmelo Fernández

Una temporada nueva en el LEAL.LAV trae un nuevo VIDEOMATÓN de Unknown Pleasures, el formato que usamos para espiar con cariño a quienes nos visitan. En este caso aprovechamos un descanso en la residencia artística que realiza Laila Tafur con el acompañamiento de Carmelo Fernández para compartir una conversación entre ellos en nuestra Sala de Cámara, donde dan forma a EL MONSTRUO, la que será su próxima pieza escénica y de la que podremos ver una muestra en proceso el próximo DOMINGO 29 a las 18h en el Teatro Leal La Laguna.

Sobreescribir

Hay una peli de Woody Allen que no me gusta mucho (‘Granujas de medio pelo’) pero con un inicio curioso: un matrimonio más o menos patético decide robar un banco cavando un túnel desde el edificio de en frente, donde alquilan un local y ponen una tienda de galletas como tapadera. Pero el negocio de las galletas va tan bien que se hacen de oro con él antes de consumar el robo.

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Viernes, sábado… y domingo! / LEAL.LAV

VIERNES 10

Con el tiempo justo llego a esta entrada porque es imposible no informar de lo que se nos viene encima y de nuevo vuelve a alegrarnos el día a día. Muchos planes, algunos inesperados, alrededor del Laboratorio de Artes en Vivo del Teatro Leal de La Laguna. Tinerfeñxs, tomen nota, que aún están a tiempo y abróchense el cinturón:

Hoy, viernes 10 a las 21h, una gran cita, «Rublev, una paniconografía», la última y esperada pieza de Societat Dr. Alonso que vuelve a visitarnos a la isla, esta vez junto a Nazario Díaz, con el que la compañía se tropezara ya hace algún tiempo aquí mismo cuando desarrollaba la residencia de «El desenterrador».

nazario

Este útimo trabajo estrenado por Tomás Aragay y Sofía Asencio quiere generar un repertorio de iconografías del cuerpo humano, y al mismo tiempo trabajar con el sonido y la escenografía como símbolos del paisaje. Un encuentro entre tres creadores fruto de un primer encuentro en LEAL.LAV que se materializa en esta pieza hecha para ser contemplada.

Andrei Rublev toma como punto de partida y título la película de Andrei Tarkovsky rodada en 1966, donde el pintor Andrei Rublev (1360 – 1427) realiza un largo viaje en la Rusia medieval para pintar los frescos de la catedral de la Asunción del Kremlin.

La obra del singular pintor, con su estilo iconográfico único, provoca en el espectador un impacto y recogimiento interior debido al uso de la perspectiva invertida, que nos habla del arte no como un retrato de la realidad sino como una realidad entre las realidades.

Dirección: Tomàs Aragay
Dramaturgia: Tomàs Aragay
Coreografía: Sofia Asencio
Creación e interpretación: Sofia Asencio y Nazario Díaz
Espacio escénico e iluminación: CUBE. SZ
Producción: Imma Bobé

Espectáculo co-producido por Temporada Alta y el Festival Alto de Vigo.
La Sociedad Doctor Alonso recibe la ayuda del ICEC y el INAEM.

Entrada 8€ / Si tienes 18 años entras gratis.

SÁBADO 11 – por la mañana

Por si fuera poco, Sofía y Nazario ofrecerán mañana sábado 11 a partir de las 10 de la mañana un taller de dramaturgias de la imagen (ojo performers, actores, actrices… y escenógrafxs, videoartistas, fotógrafxs…) La inscripción es gratuita y sigue abierta a través de LEAL.LAV

SÁBADO 11 – por la tarde/noche

PARA

He aquí una gran sorpresa. El paso de Societat Dr. Alonso siempre se deja notar. Sin embargo, si algo nos ha marcado a muchas personas es el trabajo con El Desenterrador. Por eso hemos acordado un encuentro para volver a desenterrar palabras en común, algo en lo que es tan bonito participar como asistir para presenciarlo. Nuestro encuentro para realizar «El Desenterrador de Palabras» será en el emblemático Equipo Para de Santa Cruz de Tenerife, a las 22h. Desenterradorxs! Dense por avisadxs y convocadxs! Allí estaremos, pico y pala, pala y pico, con quien se nos quiera sumar!

DOMINGO 12 – por la mañana 11h

sun

Y por si fuera poco, acogemos este domingo 12 la segunda sesión de SUN DANCE FAMILY SESSIONS, un proyecto de LEAL.LAV + Micromusic con el que la Sala de Cámara del Teatro se convierte por unas horas en pista de baile, aunando la mejor y más bailable música electrónica en un ambiente saludable para una matiné de danza en familia, entendiendo familia en su versión más extendida y divertida. Esta sesión combinará un calentamiento inicial para ponernos a tono con Teresa Lorenzo, y estará sonorizada por la mezcla rica de DJ WATTSRIOT. Un éxito asegurado para que bailemos jóvenes de 0 a 99 años con entrada a 3€ y gratuita para los menores de 18 añitos. A bailar todo el mundo, que al final la familia se disuelve y no se sabe lo que es, y es tal vez, un grupo de personas que hace una misma cosa junta, aunque sea por un momento. Y si dan dudas esta definición, echar un vistazo al vídeo de algunas cosas que pasaron en la edición anterior y la gran familia que encontró forma en ella.

Una entrada rauda y veloz a la que casi no he llegado y de la que salgo igualmente veloz porque tengo que prepararme para vivir todo esto! Besos a quien pueda leerme y si además de leerme estás en Tenerife… recomiendo no perdérselo por nada en el mundo!