Hechos de Movimiento, de Masu Fajardo en el TEA

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Mañana sábado 27 de enero a las 20h en el TEA (Tenerife Espacio de las Artes) se abre Hechos de Movimiento, una nueva fase del proceso de la coreógrafa Masu Fajardo.
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En esta nueva etapa de Hechos de Movimiento se ha trabajado desde comienzos de diciembre del año pasado. Si bien el día 22 de ese mes ya se realizó una apertura previa, mostrando materiales de cuerpo, movimiento y vídeo generados dentro del proceso.

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Ahora esta segunda apertura tendrá un carácter que fluctúa entre la exposición, la instalación y la comunicación, enriqueciendo y complementando el trabajo anteriormente mostrado, dando un nuevo giro sobre el material en vídeo y sobre todo poniendo el foco en algo fundamental dentro del discurso y la filosofía de este trabajo: la exposición de notas y apuntes de diversos artistas, tanto participantes en esta fase como ajenos pero afines, que han querido colaborar enviando y compartiendo sus apuntes. Anotaciones de este y de otros procesos creativos, actuales y antiguos, que no se exponen como resultado, en forma de notas sueltas, libretas, dibujos, fotos, croquis, tachones, vídeos…

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Personalmente estoy muy contento de poner el cuerpo en juego aquí junto a las artistas Gabriela Alonzo y Dani Curbelo, en uno de esos trabajos que no dejaría pasar como espectador. Cruzarnos de nuevo con la propuesta de Masu y generar entre todxs un equilibrio inestable al contagiarnos mutuamente, comprendiendo un proceso que a la vez se va generando y actualizando a medida que crece.

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Este no es momento de hacer un comentario muy profundo sobre un proceso del que formo parte y cuya fase actual termina mañana, pero sí cabe decir, para quienes estuvieron en diciembre y para quien quiera visitarnos de nuevo, que uno de los fundamentos esenciales ha sido el trabajo sobre la copia, concebida como herramienta y desarrollada en apropiación y deriva. Una labor meticulosa, artesanal, que nos hace volver al apunte y las notas (huella del cuerpo y a la vez mapa a seguir por éste). Trabajar la copia hace, entre tantas cosas, que un material de cuerpo devenga en nota, susceptible de ser incorporada por otra persona, que esa nueva incorporación sea anotada o registrada en vídeo, un nuevo apunte que a su vez puede ser también copiado, apropiado, versionado…

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Más aún: junto a esta parte expositiva, instalativa y de encuentro con las personas asistentes en el que intercambiar impresiones, mañana sábado se presentará el fanzine de Hechos de Movimiento, una edición planteada para la ocasión por Masu, editada por Javier Manrique y con collages realizados por Cero Fanzine, que incluye una selección de apuntes y textos generados en esta fase de investigación en el TEA por Dani, Gabriela y éste que escribe, y también por quienes generosamente se han sumado a la convocatoria que Masu ha hecho para ello.

Añado además el texto de la propia Masu, que introduce y enmarca esta publicación y da contexto al trabajo. Un texto sobre otro de los principios móviles que vertebran fluidamente el proceso, y que hemos llamado «liquidología», una de tantas palabras inventadas que han querido aparecer en el trabajo y que ahora resultan imprescindibles para nombrarlo.

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Como pueden ver, mucho trabajo, muy profundo y muy bonito, y que además encierra en sí mismo su propio principio. Y es que esta doble apertura del proceso responde a que todo lo invisible que ya estaba en y alrededor de nuestros cuerpos y movimientos el día 22 necesita la misma atención, cuidado, espacio y tiempo para ser visto. Un concepto hermoso, con muchas posibilidades para profundizar en él y con unas consecuencias transformadoras si nos planteamos aplicarlo tanto en escena como en el resto de lugares de la vida. Les esperamos con alegría porque necesitamos sus miradas.

Hechos de movimiento
es una práctica de creación compartida de Masu Fajardo con:

Gabriela Alonzo
Adán Hernández
Dani Curbelo

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Javier Manrique – Edición del fanzine
Cero Fanzine – Collages
Carlos VK Monitor – Videoartista
Victor Carballeira – Acompañamiento sonoro

Apuntes y notas en exposición y fanzine de lxs artistas:

Ana Beatriz Alonso
Paloma Hurtado
Tamara Ascanio
Begoña Vega
Lola Jiménez
Elena Albert
Norberto Llopis

Laboratorio de AcCión-TEA
Comisariado por Yolanda Peralta.

The Lieder, dos actos de resistencia en TNT + video

The Lieder es el proyecto que Javier Cuevas y Sara Serrano estrenarán el próximo sábado día 30 en el contexto del Festival TNT de Terrassa.En otros momentos ya hemos ido revelando por aquí en qué consiste, en la medida en la que la propia práctica nos lo ha sido revelado a nosotros, encontrando sus significaciones por el camino, sobre la marcha. Porque como bien se indica, The Lieder son dos actos de resistencia: marchar y cantar. Juntos. Vaciar así de contenido dos actos colectivos usurpados por el poder y recargados de otras cosas en el momento de coptarlos. Marchar como ejercicio de vaciado y limpieza, por tanto, dando lugar a que en sus huecos pueda aparecer dónde hacer hogar, nido desde el que reapropiarnos de nuevo de la marcha y el canto como contenedores, pudiendo hacer que en ellos quepa un nosotros de nuevo, o un nuevo algo al que llamar nosotros.

The Lieder comenzó casi como una invocación profética hace poco más de año y medio. Ese ha sido uno de sus motores, invocar primero, sembrar en la tierra luego lo invocado para esperar con cuidado, con más curiosidad que expectativas por la forma resultante de lo sembrado. Desde ese momento The Lieder ha ido desarrollándose, evolucionando, podándose, nutriéndose gracias a muy distintos cuerpos que practicaron con nosotros, que convirtieron la práctica en otra cosa. Todo ello por medio de distintas residencias y visitas en festivales, lugares nuevos a los que hemos transplantado el primer brote, la práctica, germinada en la tierra dura y fértil del volcán de Tenerife, gracias al soporte de la Asociación Solar. Allí comenzamos caminando y cantando tanto por espacios urbanos como en medio del bosque, encontrando una forma de «ópera-picnic»).

A partir de ahí, y con una segunda residencia en Tenerife donde las raíces del proyecto se afianzaron, llegó el momento de probar la práctica en otras tierras, con otros cuerpos. Y The Lieder estuvo en el Centro Párraga de Murcia, o en L’Estruch de Sabadell, siempre con un taller con gente local, indisociable del trabajo, que en cada lugar se ensanchaba y nos hablaba de sus posibilidades de ser enredadera pero, sobre todo, de su capacidad para resistir latente, como el cáctus que en letargo es capaz de reproducirse aún en los terrenos aparentemente más hostiles.

El paso por Nápoles para compartir la práctica en el contexto de AltoFest fue fundamental para medir y sopesar la envergadura de esta práctica, para soltarla y recibir lo que la gente del lugar nos devolvía, para mesurar el recorrido transitado, pues The Lieder es cada parada y el conjunto del camino, es decir, camino en sí mismo, a la vez proceso y procesión, meta-peregrinaje que se tiene a sí mismo por objeto. El propio caminar se nutre andando, no es movido por el empecinamiento de una promesa o en pos de una posible recompensa. En el rito de paso que The Lieder supone no hay intercambio: caminante y camino no van hacia lugares conocidos. Más bien quien transita deja que las cosas le lleguen, sin una idea o deseo imaginado en un futuro al que llegar. El futuro en The Lieder intentamos que ocurra como cada vez más en nuestras vidas, en el movimiento. Y la distancia que separa cada paso, en cada momento. Por ahí va ocurriendo un presente que se mueve a otro lugar.
Cargada de toda esa energía y a la vez ligera de equipaje, clara y desprendida, llega ahora al festival TNT la práctica de The Lieder. Por eso tenemos tantas ganas de compartirla. El final de un largo proceso que no es el final, sino el cierre de un círculo para un nuevo principio. Los cruces de caminos han hecho que todo esto tenga que ocurrir en Catalunya. En una Catalunya especial, al final de un proceso que no es el final, sino el cierre de un círculo para un nuevo principio. En Terrassa estamos muy a gusto. Estamos marchando y cantando juntos. Estamos parando. Estamos en silencio para escuchar lo pequeño. Estamos compartiendo mucho con la gente que nos hace el inmenso y generoso regalo de acompañarnos en las sesiones de taller. No les estamos integrando en nada. Les hemos dicho lo que somos y hacemos. Les hemos escuchado. Nos disolvemos para que no haya un adentro y un afuera. Ahora solo falta seguir dando pasos hasta el sábado. Que el sábado llegue el público. Y que sea lo que tenga que ser: público. Ahora más que nunca, para seguir dando pasos comunes.

Y aqui dejamos un vídeo especial, los típicos videomatones de Unknown Pleasures donde nuestro amigo Javi Cuevas ha sido pillado por el propio monstruo que ha ido creando, llevando consigo, eso sí, a Sara Serrano. Les esperamos este sábado.

We Can Dance – Esther Rodríguez Barbero – LEAL.LAV

We Can Dance de Esther Rodríguez Barbero, artista madrileña afincada en Bruselas, ha sido el segundo proyecto del año seleccionado en mini-residencia artística 3’33 de LEAL.LAV. Y en la muestra contamos con un público amplio donde nos alegró haber visto tantas caras nuevas y jóvenes.Las mini-residencias apoyan desde lo pequeño proyectos germinales en primera fase de desarrollo o gestación. Naturalmente ha pasado a formar parte de las mismas el acompañamiento a la artista en su proceso. A veces éstos trascienden el ámbito del LAV, como en esta ocasión, donde tuvo lugar un encuentro en la Asociación SOLAR entre Itsaso Otero y la propia Esther. Las dos residentes en SOLAR y LEAL.LAV respectivamente. Las dos envueltas en la reflexión sobre el espacio público y su intervención desde lo artístico. Al explorar territorios comunes que sembrar de interrogantes concretos, se dio un enriquecedor encuentro.

Esther Rodríguez Barbero, arquitecta de formación, ha realizado el movimiento transversal de cultivar su creatividad en los territorios de la danza, ya habituales para ella. Pero una no elige siempre lo que cree. Hay factores que potencian y moldean la personalidad, convirtiéndola en cierta indeterminación concreta. We Can Dance nace desde su necesidad de preguntarse qué concebimos o no como danza, pensando a partir de qué momentos el cuerpo en movimiento puede considerarse cuerpo que baila. Y también desde su curiosidad ante la legislación o prohibición del hecho de bailar en ciertos países. Finalmente, ambas cuestiones son abordadas en paralelo, en un acercamiento tan discursivo como corporal, poniendo en relación el valor del propio cuerpo frente al espacio público y urbano.

A la hora de compartir sus acercamientos a estas cuestiones se generan momentos muy frescos donde accedemos a un trabajo voluble, huidizo de nuestras miradas, capaz de hacerse muy presente o desaparecer. Que juega con las convenciones de la presentación escénica mientras trata los temas mencionados. De ese modo, seguimos las pautas que Esther ha decidido darnos, olvidando a veces que lo que nos propone es el revestimiento de una estructura, un cerramiento que está al servicio de una construcción mayor.

Por eso, entrar a la sala se convierte en parte experiencial de la pieza, realizando un recorrido por espacios normalmente inaccesibles para el público antes de llegar al espacio donde veremos a Esther bailar (¿o es esta invitación una pieza de danza que estamos haciendo entre todos?). Ese camino nos hace transitar el escenario vacío de la sala principal del Teatro Leal, donde realizamos un saludo como la gran compaía que somos.

Ya sentados cada uno en su butaca, ester, desde el linóleo, sigue hablándonos de su residencia, ahondando en lo que y le he mencionado más arriba, para interrumpirse y comenzar a marcar claramente compases de 4 en el suelo con los pies. Un movimiento imparable y progresivo que nos hace oir en el silencio de la sala, guiado por el tap que ella marca, el montón de techno que se está desarrrollando dentro de su cuerpo, sin que podamos escucharlo.

Esther se «interrumpe» el movimiento para recuperar el relato,  con toda la normalidad que su hiperventilación le permite. Entradas y salidas que hacen dejar de saber qué es dentro y qué es fuera, si movimiento o si relato, o cuánto de movimiento tiene el relato (cada vez más) o cuánto de relato tiene el movimiento (cada vez más), y cómo las líneas de esos dos acercamientos que antes definí como «paralelos», con la subida del latido del corazón, el sudor, y el calor, van reblandeciéndose hasta encontrar puntos de intersección para empezar a ser cada vez más lo mismo.

Esther tiene otra cuenta pendiente en su trabajo con algo que debería hablar con Amaranta Velarde, y puede ser como jugar a ser una dj, pero d no de disc, sino de dance. En todo momento lleva o juega a llevar un bpm marcado, para romperlo o sustituirlo por otro, intuyo también que escuchando cómo entra una música y va desvaneciéndose otra, aunque sus movimientos, ocupando cada vez más espacio, están realizados en silencio. Silencios atravesados de fragmentos cortísimos de luz o música, como metralla lumínica y sonora que a veces coincide, otras no. Fragmentos que nos devuelven a la esterilidad del fondo blanco. Que nos hacen poder imaginar tantas cosas antes y después del silencio que ha reservado para que estemos juntos y podamos imaginar estarlo aún más.Para terminar, Ester, sin abandonar la dinámica, nos invita a que entremos con ella a escena, si queremos hablar un rato de todas estas cuestiones. Precísamente, entrar a escena, confesó más de uno, era algo a lo que no sabíamos si se nos estaba llamando todo el tiempo, no solo al final.Juntos, en escena, hablamos más de esta complejidad de temáticas que de la pieza en sí, porque la conversación es movimiento, parte de la pieza que sigue sucediendo, y si está pasando no podemos hablar de ello con claridad.

Nos quedamos con la sensación de que con We Can Dance han llegado un montón de hallazgos inesperados que cambian la visión de Esther de su propio proyecto y de quienes la hemos encontrado. Y eso nos da ganas de seguir nuestro camino, al encuentro de tantas cosas.

Por motivos muy distintos me vienen al recuerdo nuestras queridas Elilsa Arteta, que también estuvo en el LAV hace tiempo con un proyecto llamado «Danza y política», por la manera de abordar tantos materiales y el contacto con el espectador. Pienso también más recientemente en el caso de Julián Pacomio, que si ser arquitecto nos trajo una de sus traducciones escénicas de un edificio que es a su vez la traducción de una novela, en su proyecto «Espacio Hacedor». Pienso en lo que le falta y lo que le sobra al proyecto de Esther conrespecto a esos otros proyectos que sin querer resuenan en mi. Nada es mejor que nada, me digo, pero en cualquier caso, en los múltiples caminos que todo esto puede tener, el trabajo de Esther ahora mismo es de hormiguita, de seleccionar y desechar, de tomar conciencia. Tiene un Iceberg de contenidos y en su manera de aproximarse a él todo está interconectado. Algo estupendo, por un lado, y cargante para ella, por otro, pues muchos pasadizos imprescindibles llevan al mismo lugar.

Tal vez Esther deba desenfundar su madera de arquitecta para bailar con su proyecto, extenderlo sobre una mesa como un cadáver o un plano, dibujar en planta la forma de esos elementos / órganos vitales imprescindibles para que la criatura pueda andar. Dibujarlos y comenzar a trabajar cómo se transita de unos a otros. «Less is more», con la planta del Pabellón Barcelona, decía la camisa que llevaba puesta el día que conocí a Ester en La Laguna. A lo mejor no era una casualidad.

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FOTOS:
_Las del teatro nos llegan gracias al buen hacer de nuestro Javier Pino.
_Las demás, cortesía de nuestras amigas de SOLAR.
_La última, de nuestro primer encuentro, como si esto fuera Instagram.

Oficio y experimentación / Javier Vaquero / LEAL.LAV

Salgo de la isla con prisa, sin tiempo a asimilar que me dirijo a L’Estruch para encerrarme a trabajar en The Lieder, proyecto de Javier Cuevas y Sara Serrano donde estoy involucrado del que ya he hablado (y en más cosas que ya contaré). Sin tiempo de asimilar lo mucho que acaba de pasar en Tenerife, cosas que siento que quedan arraigadas tras de mi, que como semillas que germinan estarán echando raíces cuando vuelva. Otras que siento que invisibles persisten resonando en el cuerpo (lo noto en el avión, donde apunto algunas para hacer esta entrada antes de caer dormido en algún lugar sobre el mar, en medio de la nada). Antes de viajar escribí una nota para el periódico sobre la visita de Javier Vaquero al LEAL.LAV, muy cortita si se tiene en cuenta toda la actividad que supuso. Me apoyaré a ratos en ella para escribir esta otra cosa. Allí decía que…

…el paso de algunos artistas a veces produce algo que va más allá de lo previsible, más de lo que un programa contiene. Y que su visita fue intensa, reveladora y nutritiva.

‘Lo innombrable’ titula el taller que Javier compartió con nosotxs durante dos días en la Sala de Cámara del Teatro Leal. Un trabajo intensivo, agradable y revelador que sí, se hizo corto, porque lo era, pero que hubiera resultado corto también de extenderse una semana. Porque…

…el taller no toca directamente los materiales de la pieza, pero entra en el modo o uno de los modos de concebir el cuerpo en escena por parte de Javier, la relación de los cuerpos entre sí y en el espacio mediante principios básicos como copia, repetición, versión, apropiación o variación. Pero lo de básico lo digo yo, que no soy bailarín y puse el cuerpo en juego en eso. Y lo hago con la mejor intención. Que sin perder un ápice de finura y rigurosidad, Javier nos supo llevar jugando en un viaje grupal a la base de un sistema que tomando la copia a tiempo real de las formas producidas por los cuerpos de los demás, abre un universo de posibilidades para la entrada de formas de movimiento inusitadas en el propio cuerpo y en el cuerpo colectivo. Y al trabajar e insistir en ello, entreabrir al menos esa puertecita a lo innombrable, a algo ancestral o puro que el cuerpo conoce antes o más allá de que el intelecto consiga interpretarlo. Un espacio de conocimiento en movimiento del que quisimos más…

…que supuso una suerte de introducción mínima al trabajo con estas herramientas pero que una vez experimentado hace sentir las ganas de entrar de lleno en su universo. Ojalá (invoquemos desde aquí) podamos hacernos un curso entero de esto en lo que ya nos involucramos. Porque esta es una de las semillas que quedan agarradas a la tierra a las que me refería. Y es que la metáfora de la semilla viene muy bien: algo muy concentrado que contiene la potencia de una planta y sus frutos, si se la cuida. Al disponernos generosamente a compartir, quedan entre manos unas herramientas comunes, se aprende a usarlas y se aprende también que el modo enseñado ha sido solo uno de los posibles, un modo bueno para iniciarse e ideal para pervertirse, transformarse y reinventarse. Herramientas para el movimiento del cuerpo, para la danza, para el estar juntxs, para la observación del natural y su intervención, para la generación de imágenes, para obtener información de los otros cuerpos o poner el propio cuerpo en disposición de lo que esté pasando… Herramientas Creative Commons en sí mismas que no dan el alimento, sino posibilitan labrar la tierra.

La segunda de estas semillas cayó en la tierra fértil de nuestro querido Equipo Para, que tantas veces nos hace de casa para actividades paralelas. Esta vez fue…

…la presentación del libro ‘Cuerpos Achorados’. Me gusta pensar que achorado podría ser una versión autóctono latinoamericana de kinky, que yo uso mucho. De este modo, cuerpos achorados sería algo así como cuerpos akinkados, o también cuerpos atravesados, si lo pensamos en canario. Lo achorado es lo chungo, lo freak, lo gamberro, lo no catalogado, lo amenazante. Lo vamos aprendiendo reunidos en el Equipo Para, donde tenemos una conversación en la que Javier nos cuenta cosas como que ésta es una obra que recoge los comentarios posteriores a una serie de charlas sobre danza realizadas en Colombia, donde reside hace ya un tiempo. Charlas planteadas en un primer momento como algo natural, casi como algo lúdico y necesario en su entorno más cercano, por curiosidad y necesidad de compartir conocimientos…

Pero casi si querer cosecharon éxito, la gente quería más, salieron de la pequeña biblioteca donde nacieron, convirtiéndose en algo más grande de lo esperado. Ahí llegó el momento de trabajar para no perder la escencia fresca y un tanto punky, por contracultural, que las había caracterizado. Y así fue. Aún en el libro, donde cualquier texto tiene que enfrentarse a los estándares de la ortodoxia, al trato con la institución, a la burocracia, se mantiene por completo la sensación de texto instantáneo – que no poco elaborado – de apunte rápido, la inmediatez de mensaje recién enviado. Un texto que es un meta – meta – texto, pues habla de lo que se habló y a la vez que trata de los temas de las charlas parece contar en tiempo real cómo está siendo escrito. Sus capítulos…

…ahondan en la política en torno a la danza, y a la danza como acto político en sí, ofreciendo visiones y revisiones de los feminismos, la historia y su enfoque occidental – colonial – capitalista – heteropatriarcal… Un texto que baila (atención a su edición y el modo en el que las palabras y los párrafos se disponen para significarse) y que es como una perla: corto para una temática tan extensa, pero donde la organicidad de su composición, capa por capa, ha dado forma a ese preciado núcleo. Y atención personas interesadas en Tenerife, que En el propio Equipo Para pueden consultar un ejemplar y pedir información para conseguir uno propio. Yo tengo uno. Y es muy bonito:

Después de contar todo esto tan intenso casi se olvida que Javier estuvo con nosotros para hacer una pieza escénica. Y es que sobre ella se podrían escribir muchas cosas. Me da un poco de rabia haber sacrificado tanto espacio y estar tan ajustado para decir cosas sobre la pieza, pero por otro lado creo que está bien, que a veces tendemos a hablar más de «lo espectacular» que de «lo otro» y cada día compruebo más y más que lo escénico es una cosa transfronteriza, que ocurre también en los escenarios, pero muchísimo a sus alrededores y antes y después de ellos. Me quedo pensando que mientras uno se plantea todo esto, al final un señor pide un café y abre el periódico el martes en Tenerife: Deshaucios, deportes, sucesos y una foto y un texto sobre la obra que dice solo que en…

…’Danzas Primitivas’ se concentran años de trabajo de Javier. De juntura de experimentación y oficio. No se si se ve, pero se palpa. Su desnudez es total en su entrega. Su cuerpo, como en un antiguo ritual, va vestido con la pintura que señala las articulaciones de su cuerpo. Un cuerpo subrayado que se mueve ante nosotros. Se deja ver. Expande el tiempo o bien insiste en el movimiento hasta agotarse y encontrar en el exceso una pérdida de control desde donde mirarnos y e incluirnos.

También me planteo que esto puede ser muy insuficiente. Hasta qué punto seré clasista y hasta cual inútil al resumir tanto lo dicho sobre el trabajo de Javier para todos los públicos, ampliándolo sin embargo aquí, donde quienes leen ya saben más que yo de lo que escribo. Y pienso en qué más podría hacer alguien que pretende ser un pequeño Robin Hood que le devuelva la performance al pueblo. No se. Voy a poner unas fotos.

Por las cosas inesperadas de la vida veo a Javier hacer  su curro desde la mesa de sonido. Desde esa perspectiva rara y entre dentro y fuera de lo que veo, veo también al público mirar, y cómo mira. Cómo se relaciona una persona, escondida y arropada por el conjunto de los demás, con un cuerpo que de entrada, en un sacrificio sin dolor, se ofrece por completo, se deja mirar. Un movimiento ritualístico largo de recogimiento y posterior expansión llena el silencio que se hace denso en la sala, generado en conjunto. en el nos centramos para ir paseando los ojos por el claroscuro de la escultura que late ahí delante. Y es justo entonces cuando eso se rompe.

Cuando venimos a darnos cuenta, eso en lo que tanto nos costó entrar y donde empezábamos a acomodarnos ya no es sino parte del pasado. Una explosión de sonido (que sale de escena, pero también de debajo, de detrás de las butacas) nos sumerge por completo en un directo de Daft Punk, que evoluciona como la luz fucsia que nos ilumina para terminar en un delirio techno con el que el cuerpo de Javier baila para jugar a encontrar algunos límites, bordearlos, traspasarlos. El techno como música chamánica electrónica, como llamada a una danza libre y colectiva. Tal vez tan inundado de referencias que sin pensarlas, solo mirando, nuestros culos se menean en la silla y estamos volcados, inclinados hacia el linóleo, casi bailando con ese cuerpo en escena que vamos conociendo y poco a poco es nuestro, como si lo hubiésemos elegido entre todos, como si por un momento funcionara que nos representen.

No se si estoy diciendo gran cosa con este montón de sensaciones mal ordenadas. Se que no son todas, se puede seguir hablando más y mejor. Pero antes de despedirme diré que me llamó la atención un público en su mayoría muy atento y volcado en la propuesta, capaz de estremecerse un poco cuando Javier se descalza al final, a pesar de haber hecho todo el trabajo desnudo, como si al descalzarse la fragilidad de esa desnudez que ya era nuestra se volviera aún más vulnerable y quisiéramos cuidar un cuerpo que es parte nuestra.

Pienso que cuando alguien va a ver algo de danza diciéndose «yo de esto no entiendo nada, pero vamos a ver», encuentra cosas inusitadas, aunque acceda pretendiendo entender lo que ve. Tras todo el viaje recorrido junto a Javier Vaquero, ver otra versión de su entrega cantando a capella nos remató por completo. Y creo que aunque Danzas Primitivas «no cuenta nada», mucha gente salió de la sala con la sensación de haber entendido mucho, o de haberlo captado. De llevar algo atesorado, sin que importara ya si no hay nada que entender.

Vuelvo a casa tras un viaje largo, lleno de experiencias nuevas, un tanto accidentado también y lleno de potencialidades. En mi casa hay un jardín que reconvertimos en huerto y lo primero que hago al volver es una ensalada con las cosas que en mi ausencia han ido creciendo de la tierra. Con el cuerpo un poco achorado abro de nuevo lo que había dejado aquí escrito. Lo leo, lo corrijo y lo completo. Y como la semilla que cae, germina y alimenta, creo que es el momento de dejar volar esto para que caiga donde tenga que caer, que con el paso de todo esto nuestro entorno ha quedado bien fertilizado.

*** Las fotos tan bonitas de Danzas Prmitivas en el LAV salen de la mirada curiosa de Javier Pino, nuestro fotógrafo particular.

Sobreescribir

Hay una peli de Woody Allen que no me gusta mucho (‘Granujas de medio pelo’) pero con un inicio curioso: un matrimonio más o menos patético decide robar un banco cavando un túnel desde el edificio de en frente, donde alquilan un local y ponen una tienda de galletas como tapadera. Pero el negocio de las galletas va tan bien que se hacen de oro con él antes de consumar el robo.

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Hostiando a M en el LEAL.LAV.

Hace dos semanas disfrutamos en el LEAL.LAV de este torbellino titulado ‘Hostiando a M’ con el quel Agnés Mateus y compañía llegaron para agitarnos como cuando un huracán se aproxima al archipiélago. Agitar no se el qué. Porque fue mucho lo agitado. Sensibilidades. Conciencias. Miedos. Expectativas.
Nosotros esquivamos como pudimos una serie de interrogantes afilados que nos llovían desde la escena, lanzados unos con rabia, otros con delicadeza, igualmente cortantes ambos. Interrogantes como guadañas, como hoces, capaces de sesgar y ante los que es preciso posicionarse si uno no quiere terminar con algún rasguño. Hoces separadas a patadas de su martillo, la herramienta que esta mujer usa para poner en práctica lo que sabe hacer. Porque ese martillo es su cuerpo y con él, como en una fragua, va enderezando el metal ardiente de su pieza, dándole forma (o quitándosela) ante nuestros ojos.

Hostiando a M LEAL.LAV

Pocas veces me he sentido tan incómodo a la hora de afrontar esto de escribir sobre el trabajo de otro. Siempre es un reto muy delicado y comrpometido. Veamos: la ecuación ‘me gusta / no me gusta’ suele estar despejada en estas crónicas y hoy pasa lo mismo. Pero mi incomodidad no viene de ahí, sino de esa agitación ya mencionada, y por otro lado porque ‘Hostiando a M’ se me antoja difícilmente comentable sin recaer en la anécdota o sin hacer unos spoilers tontos y bastante indeseables. Aparte, siento que comentar tal o cual parte sobre otra, distinguiéndola del resto del trabajo, la desactiva de algún modo y parece poner en tela de juicio la unidad con la que Agnés es capaz de presentarnos un trabajo de unidades muy fragmentadas que toman sentido en la ligazón que supone su cuerpo, en la manera en que la rotundidad de su presencia las hilvana.
Se me ocurre que en este sentido la maquinaria funciona porque todo se articula con claridad desde lo performativo, que propicia un modo muy concreto de estar y hacer, desde el que mostrarse y desde donde construir otras realidades. Un lugar que es un cuerpo disponible, afectado por cada una de las acciones que realiza, lugar al que volver desafectándose, cuando esas acciones concretas se cortan o se diluyen, transformándose en otras o desapareciendo.

Hostiando a M LEAL.LAV

Igual que cualquier comentario restaría importancia a esas escenas / acciones, desactivándolas, nosotros, como público observado, colectiva o individualmente nos hacemos cargo de cada guadaña lanzada, cuestiándonos con ella, o bien tratamos de esquivarlas más o menos torpemente mediante la risa. Ahí Agnés nos tira el chaleco salvavidas del humor, un recurso que aligera la propuesta, apareciendo intermitente pero constantemente, a veces como un guiño puntual, otras para quedarse. Un humor nada inocente que el público que ríe y quiere eludir toma más como algo televisivo, es decir, que intenta tomarlo como tal y así, de nuevo la palabra, tal vez desactivarlo, domesticarlo, hacerlo inofensivo. Pero no. El humor al que Agnés se entrega en este cabaret contemporáneo viene de muy lejos, es familia directa de aquel que usaran los bufones ya sabemos para qué y contra quién. Solo que ahora es necesario arremeter y darle su parte de hostias al público, y que esas hostias se difundan de algún modo, porque el rey o quien sea que reine no va a estar presente, interesado en lo que los artistas hacemos. Qué va. Lo que reina ahora solo dirige su mirada a lo artístico para encarcelar titiriteros como quien se saca una piedra del zapato. Y puede que por eso sea preciso arremeter contra las personas que formamos el público. Cuestión de responsabilidades. Porque somos nosotros quienes tenemos cuentas en Facebook y Twitter, quienes tenemos incluso vidas, aunque la mayor parte del tiempo lo olvidemos, del mismo modo que olvidamos que en cada acción y comentario reproducimos el discurso del propio poder que nos oprime.

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‘Hostiando a M’ en su carrusel de acciones transita por muy diversas formas, por decirlo de algún modo. En la coctelera (molotov) entran esos pequeños episodios que sostenidos sobre sí mismos o sirviendo como tránsitos dramatúrgicos hacen a la pieza cambiar de estética y coherentemente de estilo y de tono. A mi entender (o mi gustar) hay un trabajo de vídeo bien fino, sin ninguna sofisticación de más, que por su sencillez y crudeza mantuvieron mi mirada más atenta aún a la vez que permitieron que mi imaginación volara muy lejos, abriendo nuevos campos de significado desde los que complementar todo lo que estaba pasando ante nosotros.

Hostiando a M LELAL.LAV

Podrá parecer para quien esperaba que comentara la obra que me he escaqueado por la puerta de atrás. Pero no. Porque precísamente lo más trabajado y consciente, el lugar donde hay más oficio y potencia es en ese cuerpo que ven en la imagen de arriba. La obra bien podría hacerse en un garaje que en el salón de una casa. No porque no tenga valor ni esté cuidada (todo lo contrario) sino, porque es la propia Agnés la que pone en valor y da sentido a la arquitectura que ha fabricado tan a su medida. Hay histrionismo en muchos momentos de humor. Hay esa cosa llamada ‘sobreactuación’. A eso, como a muchas otras cosas en sus acciones, Agnés llega por pura insistencia. Insistencia. Insistencia. Hay personas que al salir, igual que destacan una u otra escena, cosa que he evitado, dicen que eso les sobra un poco. Hay incluso personas que se dan cuenta que sentirse mal ante la exageración, la risotada, la mueca, el balbuceo y las voces forzadas de la llamada sobreactuación era también otra trampa, una forma con la que trasmitir un mensaje con la voz mientras se nos pone en la situación de juzgar lo que vemos como bueno o malo, como tal vez ‘demasiado vulgar para nosotros’. Y pasa que si caemos ahí hacemos el ridículo. Agnés rompe cada juego cuando quiere y nos mira a los ojos para soltarnos otra pregunta o hablarnos con toda determinación, recordándonos que ella no está en eso. Que puede ir a eso, ponérselo y quitárselo como un traje de lentejuelas, pero que sobre todo nos está observando y nos lo está dando todo. Y viendo cómo nos las apañamos para recibirlo.

Es la magia que tiene la presencia en estos días inciertos en los que los gobernantes aparecen enmarcados por pantallas de plasma sin que nadie haga nada pero cualquiera se siente autorizado para decir al artista que abusa del vídeo o que sobreactúa.

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Si ese es el problema, me digo, sobreactuemos, pues. No es que en esta puta vida estemos solo una vez. Qué va. Es que en la vida no se está, como se está en un desierto o en un Carrefour. No. En la vida solo se es. Se es vida. Y por más que queramos mirar para otro lado o intentemos taparlo consumiendo nos están quitando de vivir haciéndonos solo pensar y haciéndonos pensar unas mierdas simplistas y además inoculadas, como un virus que se autolegitima en las mayorías. Por eso me digo que ante este percal, sobreactuemos.

Yo si sobreactuara querría ser una mujer como Agnés Mateus. Fuerte y sensible, acogedora y agresiva, despierta, clara, alegre y tan empoderada de sí misma. Más nos valdría a todos salir de los armarios / ataúdes que llamamos carácter y donde nos instalamos a ‘vivir’ y fuéramos capaces de sacar fuera a la amazona que somos. Mientras tanto, ya que todo el mundo no va a despertar a la vez y de repente, deseo por el bien de la artista, del oficio y de todas las personas que tengan la oportunidad de verla que ‘Hostiando a M’ se siga viendo mucho.

Gracias, Agnés.

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Las maravillosas fotos de esta entrada vuelven a salir de la cámara (y la mirada y finura) de Javier Pino. (He dejado que las imágenes contaran lo que yo no quería contar, pero también he prescindido de muchas y es que en ellas se ve… se ve… de todo! Todo lo que no pueden dejar de ver si tienen la oportunidad, así como las sonrisas de muchxs colaboradorxs que hicieron de la pieza algo realmente potente y emotivo).

VIDEOMATÓN_2 : Agnés Mateus (+LEAL.LAV 2016)

Ayer, miércoles 20 de enero se ha realizado la rueda de prensa para presentar la programación de 2016 del Laboratorio de Artes en Vivo del Teatro Leal de La Laguna. Es para quedarse con la boca abierta. Y poco más hay que decir. No contaré mucho más, ya que en aquí pueden verla entera y sorprenderse sin mi.

Para quienes no tengan tiempo pero sí interés, recomiendo consultar la programación en la página del LEAL.LAV pero no dejar de ver esta parte de la rueda de prensa, el momento donde nuestro querido Javier Cuevas, director artístico del proyecto y tan buen artista como amigo, trasmite con la mayor claridad, lucidez y sosiego una crítica a las instituciones en general (y de las nuestras en particular) que es nuestra crítica, lo que nos decimos entre nosotros, lo que demandamos y por lo que a veces nos movilizamos. Estaría bien, ya que podemos, que cada cual fuera igual de claro siempre, pues con distintas palabras daríamos forma a esa crítica que es común frente a lo que afecta a un trabajo como el nuestro, donde delicadeza nunca ha de ser sinónimo de precariedad.

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En esta rueda de prensa estuvo con nosotros Agnés Mateus, que el próximo viernes con ‘Hostiando a M’ dará un pistoletazo de salida por todo lo alto a este año maravilloso, arraigadísimo en tantas experiencias compartidas antes en estas islas. En este segundo VIDEOMATÓN que comparto por aquí nos saluda, habla un poco de la pieza e invita al público tinerfeño a sumarse a esta vorágine.

La programación que espera que la hagamos posible asistiendo a la acogedora sala del LAV cubrirá muchos gustos y colores, pero más allá de su calidad, en mi humilde opinión tiene algo que la hace genuina y inigualable: una presencia tan importante de talleres de formación, de actividades didácticas y abiertas al contexto y la comunidad. Que no solo de piezas escénicas vivimos el hombre y la mujer.

De todas maneras cuando digo eso de inigualable no me siento orgulloso. Lo es porque todo es así ahora. Mi deseo (y mi trabajo): que 2016 nos traiga lo mejor en y alrededor de la escena, y también que el LEAL.LAV no sea inigualable, que muchos espacios, festivales instituciones y cualesquiera grupos de personas trabajen en este sentido. Ya que somos la misma cosa, igualarnos, para aprender, para crecer, para distinguirnos.

U-topacio: pasión y ceguera – Lo que (no) pasa en Tenerife.

Esta entrada ha sido realizada expresamente para THE CULTURAL BUKKAKE a petición de la propia revista, en cuyo último número aparece publicada. En este blog, una versión muy extendida de la misma

Recomiendo saltarse la parte 1 e ir directamente a la 2. La parte 1 es solo el lugar donde echan raíces mi cabreo y mis motivos.

1) Super flashback personal:
(puedes saltarte este tocho): Tras años de hacer teatro monté una pequeña compañía con una amiga, hace tanto. Usar la narración oral y el clown para crear una pieza-taller. Moverla por institutos. Que los alumnos confinados en las aulas no encontraran por ningún lado lo que se les da como cultura, sino otra cosa que necesita ser hecha juntos para ser. Algo en contra de los profesores. Algo divertido. Y bonito, a ratos. Algo para que el participante jovencito sienta el contraste entre muermo y fiesta a través de su propia acción. Me decía que eso puede salvar personas a tiempo. En eso creía. A veces simplemente ocurre que encontramos el código para desprogramarnos. Y ese estado se puede facilitar. Y que uno vea su capacidad de pensar libremente. Entonces tenía esa idea en la cabeza, y pagaba el alquiler gracias a ello. Era una buena persona en esa época.

Quise más y entré en la EAC, un lugar con lo bueno y lo malo de las escuelas. Desarrollé el cuerpo. Me hizo ver que quería llegar más lejos, en busca de otra narratividad. Me descubrió la danza desde dentro y hasta pasé como invitado por el TDL. Benditas carambolas. Di tumbos, muchos dolorosos. Decidí estar en Tenerife. Pero no elegía la isla, sino el empeño de hacer algo con lo único que se hacer: cosas en torno a la escena.

Me quedé re-formándome en talleres y di saltos para hacer otros. O para descubrir cómo era ver una pieza de Sergi Faustino, de Angélica Liddell, qué pasaba en Pradillo o en la Cuarta Pared. Aposté por una cosa llamada Espacios Abiertos de Libre Creación.

Permanecí surfeando mejores y peores momentos. Me impulsaron las energías nuevas de gente que llegaba. Como Masu Fajardo. Como Javier Cuevas. Proyectos como el LEAL.LAV. me reforzaron al tomar conciencia que llevaba rato andando solo. Y que no era el único. Y percibir los Encuentros sobre Cuerpo y Performatividad, el Equipo Para, la asociación SOLAR, el pequeño pero afianzado festival NumaCircuit o el más ambicioso aunque recién nacido SITIO como puntas de iceberg, como voces que desde distintos lugares paticipan de una misma conversación, escuchar eso, me ha hecho ver que permanecer ha sido una manera extraña pero poderosa de movimiento sobre esta isla-balsa a la deriva. Ver que ese trabajo tectónico ha hecho que desde fuera (pero, ¿fuera de qué?), desde esta ultraperiferia somos un centro más al que se mira y desde el que mirar horizontalmente, cosa que (¡Ay va!) ha sido la tradicional promesa de utopía cultural para Canarias y que, como tal, nunca se ha logrado. Hasta ahora.

Pero ¿cómo es posible? Pues porque hoy es el día de mañana. Aquel del que los políticos de los 80 y 90 hablaban sin plantearse siquiera que otro tiempo distinto al del de sus promesas llegaría. Y las estructuras han cambiado: ¡Tachán! Tenerife, siendo lo de siempre, es ahora también otro centro, es decir, otro de los anclajes donde se coloca un trozo de red para que ésta no se caiga. La red donde nos movemos todas las personas que hacemos cultura desde las artes escénicas con la capacidad de diferenciar entre tostón y fiesta.

Porque aparte hay otras personas que hablan de la cultura pero no ven la red, y que por supuesto no se mueven en ni por ella. A Neo le costó lo suyo ver Matrix. No le pidamos peras al olmo, que antes de ver hay que querer, y tener voluntad para tomar la píldora roja es lo más difícil. Sobre todo con lo bien que sienta el azul, que además combina con todo.

Si has llegado hasta aquí te preguntarás el por qué de mis memorias. Lo siento. Simplemente es que lo individual se enreda en lo colectivo, y en mis recuerdos quedan también los huecos. Las negligencias, la torpeza, la sordera, la estupidez supina, la obstaculización o la ignorancia de quienes están arriba, en otro mundo, creyendo de verdad que lo que ocurre en esta delicada y compleja red es porque ellos existen. No, hombre, no.

2) Si por tu bien te has saltado el super flashback, puedes leer esto:

La segunda edición del FESTIVAL SITIO ha sido suspendida a poco de empezar. Javi Cuevas y Lola Barrena, como directores, son cabezas visibles, puntas de iceberg de redes de personas en constante trabajo para hacerlo posible. Y si Javier se ha currado el LEAL.LAV, la labor de Lola ha sido titánica, por larga e invisible. Estar a las riendas de algo así no es cosa de un día ni un año. Muy pocas personas tendrán en Tenerife su combinación de formación y perspectiva de la realidad. Curtida desde dentro y durante mucho tiempo, se puede decir que todos nos beneficiamos ahora de que esta chica pueda hacer lo mejor que sabe. Hasta que la obligan a parar.

No sirve de nada que cuente los motivos y las circunstancias del tema. Quien quiera saber mejor que a través mío, que eche un vistazo al comunicado en la página del festival. Porque no se trata solamente de que se tire por el desagüe un segundo cartel maravilloso, con Societat Doctor Alonso, Poderío Vital y muchas otras propuestas tan interesantes como lo fueron las de Juan Domínguez, Gichi Gichi do o Quim Bigas en la primera edición. No es solo eso. Es una cuestión del qué y del cómo.

SITIO no tiene un nombre arbitrario. El festival, sin megalomanías, es más comprensible como una pieza escénica dilatada en el espacio/tiempo de la ciudad que como festival al uso.

SITIO realiza eso proponiendo sus actividades en espacios privados cedidos a la filosofía del encuentro. Porque las ideologías hace tiempo que pasaron de residir en los partidos a ser en las acciones de las personas. Por eso cualquier cambio de gobierno (el pase de un vacío ideológico a otro) trae consigo la abolición de lo anterior y la instauración de lo nuevo, da igual lo que sea siempre que no sea lo que hacía el otro. Ni siquiera se aprovecha que a uno le hayan hecho ‘el trabajo sucio’. Y eso es lo más enrevesado de este culebrón venezolano contemporáneo: como demostración de poder, el necio vuelve su ignorancia absoluta, siendo estúpido adrede. Y a ver quién es el guapo que lidia con eso sin salir herido.

Al imposibilitar SITIO, el festival (y el gran esfuerzo, riqueza y placer que éste conlleva) el festival se queda sin lugar. Al imposibilitar SITIO se crea un no-sitio, un no-lugar una u-topía. Pero todo huele tanto a rancio que en lugar de utopía ha quedado un utopacio, una utopía de ceguera. Y apesta a cutre. Y por eso este texto viene de atrás, desde el flashback.

Porque no somos tontos. Porque ya no queremos más utopías. Queremos topías. Queremos un sitio y tiempo para él. Queremos nuestra vida ahora. Y no pedir permiso para ello. Queremos que no se obstaculice. Nosotros hace tiempo que no creemos  en el día de mañana. Creemos en cada momento. Si alguien quiere caminar cada paso, que se apunte con nosotros, los artistas, estudiantes, público, investigadores, curiosos, programadores, gente ávida de aprendizaje. Si no, que se quite de en medio, porque no vamos a parar.

El fin de semana escribiendo este texto vi la portada de ‘El Día’. Mostraba la foto del monumento a Franco con un titular ambiguo sobre las polémicas sobre la estatua. Y se me ocurre invocar: ¡A ver, poderosos sin Olimpo, por favor! ¡Búsquenle sitio a esa piedra, y a nosotros, si no van a ayudarnos, al menos déjennos en paz! Que estamos trabajando para hacer cosas bonitas. Alguien tiene que hacerlo.

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Las imágenes de esta entrada han sido descaradamente robadas de la web del festival, qué feo, pido disculpas. Pero lo he hecho porque supone robar para el bien de SITIO, y sea como sea, siempre será mucho menos de lo que ya se ha robado.

Sobre danza y política / Elisa Arteta en el LEAL.LAV

Este blog despierta de un sueño veraniego. Debe ponerse las pilas: se avecina un aluvión de cosas. Para hacerles sitio aquí hay que sacar otras acontecidas esta temporada y que las circunstancias dejaron en la sombra. Una de ellas, la mini-residencia de Elisa Arteta en el LEAL.LAV, allá por febrero, con un trabajo denominado Danza y política.

Digo denominado porque “titulado” no me sale: un título no solo designa. Añade y oculta algo. Eso me gusta. Dramaturgias. Una peli o un disco comienzan por su título y una imagen fija. Pero “Danza y política” denomina: no añade, oculta ni adorna. Se presenta, dice lo que es. Una absoluta claridad que acaba por toca algo a lo que a veces títulos más creativos no consiguen referirse. Un algo dentro del trabajo de Elisa. Pero esta crónica será algo rara: ese algo es escurridizo, diría que innombrable, porque es perceptible solo mientras pasa. Y he querido escribir para poner en situación la presentación de Elisa. Y me di cuenta al querer contextualizar que en ese “fuera de su trabajo» reside una parte importante de su sentido. Y eso me interesa.

Al entrar a la sala las sillas forman un gran óvalo. Nada acota el espacio. Tampoco hay focos. Solo luz de trabajo. Los saludos de la entrada se prolongan. Vamos tomando asiento. Hacemos gestos al otro lado, yo tampoco te había visto, luego hablamos. Y aunque la situación es distendida, un simple círculo nos condiciona, y ponemos cara de no conozco a nadie en el ascensor.

Hay otro cuerpo en una de las sillas, camuflado como un camaleón color público. Se presenta como Elisa y la mirada cambia. La situación toma algo de estar visitando a la artista en el salón de su casa. Un salón raro y grande, pero eso. Entonces nos cuenta del proceso de trabajo. De su incapacidad para preferir una de las dos formas que ha encontrado de presentar su trabajo, ni por apetito personal ni por una especial creencia en que una sirva más al que mira que la otra. Así que las describe: En la primera “se mueve y explica a la vez lo que hace”. La segunda “va sin la explicación”. No entra la palabra. Elisa asume el primer riesgo de darnos a elegir.

Titubeamos. Se sugiere votación. Hay ambigüedad. Como si nos diera cierto corte. La cosa empieza a organizarse. Parece que elegir a mano alzada va en serio. Se asume. Hay quien rema a favor de la corriente y quien se deja llevar por ella. Empezamos a crear un ambiente juntos y en su inestabilidad pasa de todo excepto que se cuestione. Parece también que hemos centrado el foco en que luego Elisa bailará. En luego, no en ahora. Casi para no estar bajo el foco. Eso alivia la responsabilidad sobre nuestra decisión. Las manos se levantan tímidamente por la opción 1 o la 2. Hay murmullos. Una voz evidencia el absurdo: una vez votadas, ¿tenemos que asumir que la mayoría gana? ¿Que la minoría pierde?

Votar es una opción entre tantas para una toma de decisión colectiva, pero parece que olvidamos que no tiene por qué ser la primera y sobre todo, no la única. Que antes de usarla se puede argumentar y consensuar. Que una votación lleva implícito un contrato donde las partes delegan responsabilidades y asumen consecuencias. Ese olvido es lo que aparece. Y que sea así todavía, y que no resulte obvio en lo pequeño es bastante inquietante. Sobre todo cuando actuando libremente lo reproducimos. ¿Es alarmante esa falta de conciencia? ¿O es mi postura ponerse muy tremendo, y mejor votar, y que la bailarina baile y ya? A lo mejor lo que estamos haciendo al ir a ver a Elisa forma parte solo del ocio, y no hay que darle tanta vuelta. ¿O es esa laxitud una de las grietas que tan bien le vienen al sistema para colarse en nuestras acciones cotidianas y seguir autolegitimándose?

En fin… al final votamos. Resultó elegida la opción de bailar y explicar al unísono. Confieso que fue la que voté, y que la inquietud de “haber ganado” no fue nada agradable.

Me hubiera encantado que nos hubiéramos detenido, que se hubiera escuchado esa voz. Claro que el trabajo de Elisa es el suyo, que lo que a mí “me hubiera encantado” no mejora la obra de nadie, y que si quiero “lo que a mí me gusta” más me vale ponerme a hacerlo. Pero insisto porque uno no puede ignorar cuando en medio de una excavación encuentra algo de oro, o al menos su brillo. Y porque imaginé a todas aquellas personas discutiendo sobre cómo ver el trabajo que nos había reunido. Una asamblea como tantas, donde la discusión hace una política de bolsillo pero ejercida de verdad, en lo inmediato. Y me pregunto (sin ser bailarín, pero sí curioso) hasta qué punto es coreografía un debate. O si eso que a veces aparece y que llamamos consenso no tendrá que ver con que la danza o lo musical participe en él y produciendo cierto unísono haga que se pase a bailar.

En la imagen de abajo Elisa Arteta bailando en un momento especial.

De lo que sí hablaré para acabar es de dos recursos que llegaron luego. Sin detenerse, hay un oscuro. La escuchamos moverse junto a su voz. Y podemos dibujar en la oscuridad más danza. Elisa ha ido desarrollando el discurso. Ha acabado hablando del capitalismo, sí. Mientras, se produce un efecto no intencionado: El oscuro no es total, hay luces de emergencia a las que las pupilas van adaptándose. Poco a poco reaparece como una sombra clara en la oscuridad. Por último, Elisa nos regala un pedacito pequeño de magia, un fuera de campo muy cinematográfico. Y la propuesta, que ha expuesto “danza” y también “política” acaba con un acceso cotidiano de poesía: Elisa abre de par en par una de las puertas de la sala. Desde antes, se estaba refiriendo a los movimientos cotidianos, los de todo el mundo, en el día a día. Y en la oscuridad de la sala entra el sonido de la calle. Y lo escuchamos. Vaya si lo escuchamos. Nada más que eso. Y nada menos.

elisa

Aparte de tener mucho que decir, de tener una propuesta en un sitio muy frágil, interesante y comprometido, aparte también de ser una artista que concibe la danza casi como material, usándola como usa el vídeo o el sonido, como herramienta y lenguaje, aparte de todo eso, con Elisa se está muy a gustito. Es fácil tenerla cerca. Así se alargaron las conversaciones en la playa, hablando de John Cage en Pamplona. Las medusas muertas en invierno se hinchan y se vuelven azules, como los nubarrones al atardecer. Todo eso.