‘Somewhat Paler’ titula el último trabajo de Bárbara Sánchez realizado en estrecha colaboración con Jaime Conde. Ambos están en Tenerife para mostrarlo este jueves 7 de abril en el LEAL.LAV. Aquí, en la sala de cámara del teatro han estado dedicados a su faena, que ha incluido el tiempo necesario para ofrecernos el taller ‘Contemplación gozosa de la pena’, con el que hemos podido sentir desde dentro las entrañas de la pieza.
Solo que el día que fui a buscarles para grabar un nuevo VIDEOMATÓN no les encontré. En su lugar había una pareja de artistas bastante rara ocupando la sala. Dicen que Bárbara y Jaime se han espantado o han dejado las artes escénicas, así, de repente. No se, todo muy raro. Yo tenía que grabar algo y como estas dos señoritas tenían tantas ganas de comaprtir su proceso creativo, pues… este ha sido el resultado.
Si alguien encuentra a Jaime y Bárbara por ahí, por favor, recuérdenles que tienen trabajo el jueves en Tenerife, que si no van a tener que pinchar estas dos…
El jueves, como viene siendo habitual, abrimos la puerta del teatro media hora antes, a las 20:30h. para culminar otro trabajo del programa ESTO VA A ESTAR BONITO. Son ya 4 lxs alumnxs en prácticas que investigan sobre el trabajo de los artistas que nos visitan y comparten impresiones sobre sus obras en formato conferencia performativa, una oportunidad para compartir esos conocimientos y acceder de otro modo a la programación del LEAL.LAV, al que no hay que olvidar que todas aquellas personas y personos con 18 añitos entran gratis, por la cara bonita.
Toca el turno para que el VIDEOMATÓN de Unknown Pleasures, sistema de batalla donde los haya, irrumpa en la residencia que una muy bien acompañada Amalia Fernández ha realizado durante dos semanas en el LEAL.LAV para escuchar y trasmitir de primera mano detalles sobre ‘El resistente y delicado hilo musical’. Un título más que sugerente para un trabajo que será mostrado en proceso mañana jueves a las 21 horas en la sala de cámara del lagunero Teatro Leal.
Recuerda:
Antes, a las 20:30, ‘Esto va a estar bonito’, micro intervención sobre el trabajo de Amalia a cargo de los alumnos de Practicum de Bellas artes en el LAV. Un aperitivo gratis.
Y si tienes 18 añitos te sale gratis tanto el aperitivo como la muestra de las 21. Venirse.
La danza del futuro existe en muchos tiempos distintos. No es una cosa reciente, ni siquiera novedosa. Lleva pasando desde hace mucho. La danza del futuro sabe que las obras no se limitan al momento de su presentación, sino que se dispersan y extienden, transformándose hasta límites de los que no siempre podemos ser conscientes.
Jaime Conde-Salazar.
AAAAEAE & LBCRRL [ MRNTVLRD & AAOA ] Con todxs ustedes: ‘Mix en scene’.
Amaranta y Alba / Alba y Amaranta.
Escribir es un reto. Y como actividad cotidiana, un ejemplo bien claro de mix. Las palabras que usamos existen previamente. Con ellas componemos frases que ya han sido escritas para referirnos a cosas ya dichas. En un texto, como en lo vivo (pues un texto ha de estarlo) todo se copia a sí mismo como un organismo que clona sus propias células para convertirse en otra cosa que le sirva para ser lo que era. Pero el colmo puede ser hacer crónica de algo que además de visto ya ha sido comentado anteriormente. Además, que para trasmitirlo en primera persona nada mejor que las voces de sus artífices. Qué suerte haber estado presente en eso. Aunque grabada, es bueno compartir esa conversación en una nueva entrega del VIDEOMATÓN que con pocos medios y mucha ilusión seguimos realizando para Lagenda de Tenerife.
Queda bien claro. A veces advierto aquí la dificultad de hablar del curro de otro. Hoy me pasa lo mismo y hay tanto por decir. Sin embargo ocurre algo extraño. Antes de que estos dos seres maravillosos llegaran a la isla tenía un entendimiento de lo que iban a hacer (y por tanto, de lo que en gran medida son). Un entendimiento como escencial, o digamos conceptual del entramado que soporta todo esto, muy concentrado en su título/juego de palabras. Comprendo bien a qué se refiere la idea clásica de mise-en-scène y por tanto el juego que Amaranta plantea. Así me sorprendí a mí mismo trasmitiéndolo al compartir materiales con Patricia Lorenzo y Franma Casanova, alumnos de Bellas Artes que realizan su practicum en el LAV y con los que se ha puesto en marcha el programa ESTO VA A ESTAR BONITO, que incluye la realización de una conferencia performativa con la que introducir al público ideas y contextos de cada pieza que se va a ver. A quienes interese, un pequeño vídeo al final de la entrada como muestra de por dónde empieza a moverse esto que indagamos.
Amaranta no sabe que es familia de un ángel. Alba que es pariente del fuego. Ambas se explican tan bien que solo puedo repetirlas. Y solo me queda decir que el primer mix de esta pieza es el de sus dos universos, dos creatividades tan complejas como claras cada una, en sí misma y combinada con la otra para dar forma a un fuego fatuo que hacer brillar efímeramente ante nuestras pupilas incrédulas.Por una cuestión de rigor que me ayuda diré también que la pieza no se inspira o toma la forma del trabajo del dj o de una rave. Que sí, pero es que me siento más a gusto si en vez de llamar a esto pieza lo llamo sesión en sí. Porque vista así el cambio de relación que desde el públcio establecemos con ella es significativo. Por ejemplo, si digo que ante la gran cantidad de momentos impresionantes, inesperados o estéticamente impecables que estas dos chicas regalan en escena me quedo clavado en la butaca estaría recurriendo a otra frase hecha que poco tiene que ver con la realidad. Las butacas fueron un límite aceptado sobre el que muchas personas nos pusimos a bailar. La sesión musical que Amaranta se hace en directo no es para menos.
Ese es el cometido de un dj en la audiencia de una fiesta. Aquí, debían producirse muchas otras cosas, que la sesión musical sirve también a la generación de los ambientes sobre los que se transita, abriendo espacios que las visuales aprovechan para evolucionar, abandonando su forma anterior y encontrando una nueva. Pero aún al servicio de la presentación y contando con fragmentos de Stravinsky o Debussy (lo cual no suele ser lo más popular en la discoteca) ese no poder parar de bailar desde la silla se mantiene toda la sesión. Y tanto disfrute hace que ‘Mix en scene’ resulte cortita, muy cortita. No queríamos que la luz se apagara, que ese fade out fuera de verdad. Y al rompernos las manos a aplaudir nos encontramos con unas ganas un tanto absurdas de pedir «otra», como al final de un concierto que has disfrutado tanto.
Igual que algunas grandes obras la Historia (con hache mayúscula) de la música aparecen y son arrastradas hasta un techno made in Amaranta, las visuales de Alba juegan entre un bailar en libertad y disfrazarse de referentes pictóricos. Cada persona luego toma lo que quiere para bailar. Yo vi muy escondidos algún Malevich, salpicaduras de un Pollock, ese tipo de cosas, aunque me llamó la antención no percibir explícitamente un hit de Kandinsky. Se me escapa porque los referentes que Alba maneja con la videocreación, desde sus inicios a nuestros días, son demasiado amplios y desconocidos para mí. Pero igualmente todos ellos se movieron según la coreografía de sus dedos nerviosos recorriendo la mesa y la tableta gráfica. Otro cuerpo bailando, pese a estar fuera del espacio escénico, pero bailando, fuera, pero dentro, no solo disparado por la luz del proyector, sino por esa cosas que usamos bailarines y actores para proyectarnos y estar sin estar, algo que tenemos todas las personas y que tal vez debería hacer pensar a Amaranta y Alba si la sesión debe contar con una pequeña parte para que el cuerpo de quien está a los mandos técnicos pase a moverse sobre el linóleo.
Pues del mismo modo que hemos hablado de cómo se mezclan los referentes sonoros, los visuales y cómo interactúan entre sí esas dos mezclas, el mismo principio afecta al cuerpo de Amaranta. Si vamos por partes, la sesión está plagada de referencias a obras históricas de la danza que la performer toma libremente y modifica y mezcla entre sí como hace con dos pistas de audio. Pero si esto ya da al cuerpo una presencia particular, afectado de estos dos préstamos, lo es más cuando tenemos en cuenta que la misma música que nos hace bailar y las visuales que nos deslumbran afectan igualmente y en el mismo tiempo sus acciones y movimientos, más o menos coreografiadas pero en ningún momento gratuitas.
ANEXOS : 1) ‘Mix en scene’ es un piezón que hizo las delicias del público cada vez más fiel que tuvo la suerte de acercase este día al LEAL.LAV, impresionando a propios (del mundo de la danza, la música electrónica o no, las artes en vivo, las plásticas) y ajenos. Ajenos a todo ello. Muchas personas antes no habituales al teatro empiezan a habituarse a venir al encontrar propuestas como éstas, y gracias a las que repiten y descubren cosas que disfrutan y de otro modo se habrían perdido. Sí. Esto de venir al teatro estaba guay, ¿en qué momento se nos olvidó o nos hicieron olvidarlo? 2) Antes de su llegada a Tenerife, Alba había sido contactada por dos festivales de la isla en torno a la experimentación visual y sonora y sus nuevas formas, el NumaCircuit y el festival Keroxen. Siempre es un placer unir lazos en la isla y hacer que un trabajo tan bueno pueda verse en otros contextos, así como tener de nuevo entre nosotros a la artista y que su paso no sea fugaz, sino deje un poso. 3) Alba y Amaranta dieron un taller de dos días en en LAV del que no se puede decir más que fue una revelación. Una experiencia de una entrega extraordinaria, como pocas veces había visto, donde unas doce personas pudimos disfrutar del trabajo directo con las herramientas de la pieza. Muchísimo aprendizaje compartido, copiado y reversionado, todo un mix en scene, en el sentido más enriquecedor que se me ocurre: realmente bailar guiado por las indicaciones y música de Amaranta y las proyecciones de Alba fue habitar la pieza, un regalo que consistió en poder entrar en una habitación llena de juguetes (sus herramientas) y utilizarlos con total libertad respetando y aprendiendo su función. Una cosa que pasa poco y que para ellas también fue una primera experiencia de taller compartido, lo que las hizo irse de la isla con la maleta más llena de lo que la trajeron (y creo que los corazones también). Así mismo nos dejaron a nosotros, y es que para que la cosa funcione ha de ser recíproca. Eso enseñan estas dos criaturas también, sin saberlo, en todo lo que hacen, y por eso es tan fácil que la pieza y el taller se extiendan, y que nos den ganas de tomar cervezas y hablar e inventar tonterías bailando más allá del teatro. 4) Como dije, para quien pueda interesar, un fragmento de lo que empieza a ser ESTO VA A ESTAR BONITO, pues esta pieza es la primera que cuenta con un previo en forma de conferencia performativa creativa en la que los alumnos, tras entrar en contacto con materiales del artista, inventan un juego con el que conectar al los asistentes con lo que están a punto de ver y con las demás personas. Larga vida a toda esta vidilla y gracias, gracias, gracias. Porque esta experiencia (la pieza y todo lo demás) es de esas por las que uno dice felicidades y siente que se queda corto. No. Gracias otra vez. Hay gente muy especial que al llegar, sin buscarlo, se hace un huequito en este volcán a la deriva. Y ese hueco persiste.
*** Las magníficas imágenes de la pieza son cortesía de Javier Pino, que casi pierde la cabeza con un vinilo asesino de Amaranta.
*** Sirva este vídeo final como un pequeño homenaje utilizando los principios de apropiacionismo y reversión y añadiéndoles algo de tropicalismo para decir… ¡hasta pronto, amigas!
MATERIALES PARA LA ARQUITECTURA DE PALABRAS SOBRE EL SONIDO.
(como partículas girando en torno a un núcleo invisible).
Las cosas que escribo no son ortodoxas. Tampoco vengo aquí a hablar de mi libro, pero lo que escribo siempre habla de mi (desde mí) : escrito con el cuerpo, es una acción, un movimiento.
Lo que pienso queda ninguneado. Lo que pienso es un lugar al que el cuerpo acude a repostar para gestar o encontrar la palabra.
Muchas veces no hay más que decir.
Aquella cosa del coro griego.
Eso de ‘quien mucho abarca poco aprieta’ resuena en mí ante trabajos tan elaborados como esta simbiosis BRADIEN / Escoffet, propuestas que hacen que me diga que me gustan demasiadas cosas. Quiero destruir esa aportación del refranero. Me pregunto quién no abarca mucho en estos tiempos globalizados y también hasta qué punto es necesario apretar lo abarcado cuando probablemente estamos necesitados de una laxitud, una relajación donde fluir para encontrarnos.
Entrar en la sala genera nerviosismo más que expectativas, al ver los instrumentos callados, todo en su sitio esperando ser. Aunque la música es indisociable de la escena, éste es el primer concierto programado en el LEAL.LAV. Pero incluso esta forma de concierto, como mis palabras, no es la más ortodoxa.
CONFLUENCIAS
A fuerza de ser intérprete he montado mis propias piezas escénicas casi olvidando que me mis primeras veces en un escenario fueron con gurpos de metal, noise-rock y electrónica. Esa fuerza de lo musical tanto tiempo apartada quiso materializarse en algo que intuitivamente llamé perfopoesía y que actualmente ha tomado forma de dúo bajo el nombre de ‘Hernández&Fernández’ en una de tantas intentonas de aunar textualidad, corporalidad y sonoridad, de modo que esta autocita era ineludible. Pero mencionar mis orígenes no es gratuito, que no he venido a hablar de mi libro.
Pienso en el estreno el año pasado de ‘Destino Intercambiador’ nuestra primera pieza, en la colaboración entre Javier Cuevas y Sonia Gómez en esa obra de transmisiones que es ‘Bailarina Lírica’, donde la Bailarina de Sonia es tomada por Javi para hacer un concierto escénico. La misma idea aunque con un concepto completamente diferente está en ‘La Banda del Fin del Mundo’ de Los Corderos. Y es que parece que se está haciendo presente en la investigación de muchos artistas esta tendencia a abrir el flujo de lo musical para que entre en escena y lo revuelva todo, como también ocurre en las cosas que inventa Amalia Fernández, por citar solo un caso más de especial aprecio.
CONTEXTOS.
Tengo mucha suerte de hacer lo que hago, esta actividad floreciente, no siempre fácil, sí ilusionante desde el LEAL.LAV. Comenté al propio grupo cómo a veces la propia confluencia de estilos y géneros de la propuesta se hace extensible al modo de difundirla, lo que permite ver cómo el público, que se hace uno en la sala, es múltiple y diverso antes de ser congregado. Pensar en tanats mentes y cuerpos inquietos dedicados a la experimentación sonora y de vídeo, a la producción literaria y a tantas cosas en los círculos interseccionados del festival Keroxen, el Equipo Para, el festival NumaCircuit, la asociación Solar, por citar algunos, me hizo ver reflejada esa eterna contradicción: la convivencia de una mezcla de estilos y un inevitable gusto por algo que torpemente llamamos multidisciplinaridad. Y me hizo reconocer de nuevo que este sitio pequeño en las antípodas de las grandes ciudades funciona gracias a la gente como una especie de gran ciudad en miniatura donde, como en tierra fértil, tienden a germinar semillas de todo tipo.
Lástima que a veces no se cultiven, que no siempre se de con quien sepa gestionar su cultura, que a la hora de cultivar aplique faraónicos y anticuados criterios de Monsanto a lo que cualquiera sabe que debe ser cuidado de manera ecológica.
BRADIEN + ESCOFFET.
Versar sobre las bondades de la mezcla en este largo previo se me antoja necesario también para poder decir una frase que sería horrible de escuchar sin haberla armonizado, como una nota muy desafinada. ‘Nos sentimos modernos’. Esa es la frase que puede ser tan snob o cursi pero que bien entonada puede ser hasta esperanzadora. No hablaré de la dilatada y variada relación con las letras de Eduard Escoffet. Google hace maravillas y es genial descubrir por uno mismo. Sí de la sensación de hermanamiento, de ese ‘están hechos unos para otros’ al verlos en acción y sentir esa cosa inefable ante los componentes del grupo y su poeta moviéndose o no moviéndose, generando sonidos como un solo cuerpo. Amparados todo el tiempo por un trabajo de vídeo minimalista, el grupo de multiinstrumentistas va generando ambientes para presentarlos la selección de textos que Eduard trae entre manos. Su voz, sólida y rotunda, es el cuerpo de aire que el poema habita efímeramente ante nosotros. Pero también es un señuelo que lleva a otro lugar. Una palabra es una fuente sonora, y si no es octavada por el propio poeta entonces viaja por cables hasta los dispositivos de los músicos para entrar en bucles o fragmentarse hasta el ruido y reconvertida, pasar a ser un elemento más del cuerpo musical. Como las líneas de luz proyectadas al fondo, algo nos habla de estructuras mínimas capaces de romperse solo para encontrar nuevas formas de convivencia entre partes. Uno va entrando poco a poco en la musicalidad, preguntándose a veces cómo se conforma este monstruo, cuándo el texto sugirió la ambientación o hasta qué punto la música tuvo sed de poema.
Y para terminar, volvemos al principio de las confluencias y las mezclas de estilos. Que en acompañar a Eduard y nutrirse de él Bradien encuentra y hace una música a la que cualquier comentario queda estrecho. Sorprende la irreverencia que hace saltar de uno a otro estilo según el tema, su sencillez, que produce una apertura con la que incluir instrumentos y sonoridades impensables. Ahora el pequeño metalófono, luego la calidez del fliscornio que coquetea con su propio ruido, incluso un pequeño solo de radiocassette, o los momentos donde la percusión aparece y junto a líneas de bajo muy repetitivas nos hacen entrar en pasajes de un dub inclasificable, ideal para sostener y bailar con la rítmica que la palabra trae consigo. Pero hay más. y es que todos estos dispositivos y esta presentación, con vídeo y electrónica, podían hacernos pensar de entrada que escucharíamos algo menos orgánico, más sintético, incluso ruidista. Es verdad que hubo guiños a todo eso. Pero Bradien y Escoffet hacen canciones. Canciones pervertidas de su estructura, troceadas y reensambladas, pero canciones. ¿Y qué si no es el poema? Y por eso hablo de que nos sentimos modernos. Y por eso hablo de confluencias. Literatura y electrónica, canción y ruido juegan y bailan juntas, se mezclan sin miedos, como deberían mezclarse nuestros pensamientos estanco para que igualmente nos mezcláramos nosotros.
Hemos tenido la suerte de vivir este concierto con ellos, que cuentan que es la primera vez que presentan este disco fuera de Cataluña. Para celebrarlo nos dejan el regalo inolvidable de hacer como despedida ‘Poema idealista’, un texto inesperado de Felipe Boso, poeta de Palencia con P, y que es de esas cosas que uno nunca olvidará. Qué bonito cuando se accede a algo que aparte de disfrutarse a uno lo traspasa como referente.
¡Ah, por cierto! Al principio dije no se qué del coro griego y ¿cómo olvidarlo? Nos sentimos modernos porque se nos ha regalado un concierto cuidado y coherente dentro de su variedad de formas usando los nuevos medios. Pero si se mira despacio lo que encontramos no es sino otra vez el principio de todo (salvo la danza). La palabra puesta en el aire impulsada por la música. Algo que estaba en todo aquello de siglos atrás y que llamamos prototeatral, anterior a la necesidad de un corifeo, de la representación de discusiones dialécticas. Un arte escénico de campo, sólo de campo.
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Las imágenes, magníficas como siempre, del fotógrafo de la casa, Javier Pino.
El vídeo registrado por el móvil de Javi Cuevas, que no puede evitar estar en todo.
Hace dos semanas disfrutamos en el LEAL.LAV de este torbellino titulado ‘Hostiando a M’ con el quel Agnés Mateus y compañía llegaron para agitarnos como cuando un huracán se aproxima al archipiélago. Agitar no se el qué. Porque fue mucho lo agitado. Sensibilidades. Conciencias. Miedos. Expectativas.
Nosotros esquivamos como pudimos una serie de interrogantes afilados que nos llovían desde la escena, lanzados unos con rabia, otros con delicadeza, igualmente cortantes ambos. Interrogantes como guadañas, como hoces, capaces de sesgar y ante los que es preciso posicionarse si uno no quiere terminar con algún rasguño. Hoces separadas a patadas de su martillo, la herramienta que esta mujer usa para poner en práctica lo que sabe hacer. Porque ese martillo es su cuerpo y con él, como en una fragua, va enderezando el metal ardiente de su pieza, dándole forma (o quitándosela) ante nuestros ojos.
Pocas veces me he sentido tan incómodo a la hora de afrontar esto de escribir sobre el trabajo de otro. Siempre es un reto muy delicado y comrpometido. Veamos: la ecuación ‘me gusta / no me gusta’ suele estar despejada en estas crónicas y hoy pasa lo mismo. Pero mi incomodidad no viene de ahí, sino de esa agitación ya mencionada, y por otro lado porque ‘Hostiando a M’ se me antoja difícilmente comentable sin recaer en la anécdota o sin hacer unos spoilers tontos y bastante indeseables. Aparte, siento que comentar tal o cual parte sobre otra, distinguiéndola del resto del trabajo, la desactiva de algún modo y parece poner en tela de juicio la unidad con la que Agnés es capaz de presentarnos un trabajo de unidades muy fragmentadas que toman sentido en la ligazón que supone su cuerpo, en la manera en que la rotundidad de su presencia las hilvana.
Se me ocurre que en este sentido la maquinaria funciona porque todo se articula con claridad desde lo performativo, que propicia un modo muy concreto de estar y hacer, desde el que mostrarse y desde donde construir otras realidades. Un lugar que es un cuerpo disponible, afectado por cada una de las acciones que realiza, lugar al que volver desafectándose, cuando esas acciones concretas se cortan o se diluyen, transformándose en otras o desapareciendo.
Igual que cualquier comentario restaría importancia a esas escenas / acciones, desactivándolas, nosotros, como público observado, colectiva o individualmente nos hacemos cargo de cada guadaña lanzada, cuestiándonos con ella, o bien tratamos de esquivarlas más o menos torpemente mediante la risa. Ahí Agnés nos tira el chaleco salvavidas del humor, un recurso que aligera la propuesta, apareciendo intermitente pero constantemente, a veces como un guiño puntual, otras para quedarse. Un humor nada inocente que el público que ríe y quiere eludir toma más como algo televisivo, es decir, que intenta tomarlo como tal y así, de nuevo la palabra, tal vez desactivarlo, domesticarlo, hacerlo inofensivo. Pero no. El humor al que Agnés se entrega en este cabaret contemporáneo viene de muy lejos, es familia directa de aquel que usaran los bufones ya sabemos para qué y contra quién. Solo que ahora es necesario arremeter y darle su parte de hostias al público, y que esas hostias se difundan de algún modo, porque el rey o quien sea que reine no va a estar presente, interesado en lo que los artistas hacemos. Qué va. Lo que reina ahora solo dirige su mirada a lo artístico para encarcelar titiriteros como quien se saca una piedra del zapato. Y puede que por eso sea preciso arremeter contra las personas que formamos el público. Cuestión de responsabilidades. Porque somos nosotros quienes tenemos cuentas en Facebook y Twitter, quienes tenemos incluso vidas, aunque la mayor parte del tiempo lo olvidemos, del mismo modo que olvidamos que en cada acción y comentario reproducimos el discurso del propio poder que nos oprime.
‘Hostiando a M’ en su carrusel de acciones transita por muy diversas formas, por decirlo de algún modo. En la coctelera (molotov) entran esos pequeños episodios que sostenidos sobre sí mismos o sirviendo como tránsitos dramatúrgicos hacen a la pieza cambiar de estética y coherentemente de estilo y de tono. A mi entender (o mi gustar) hay un trabajo de vídeo bien fino, sin ninguna sofisticación de más, que por su sencillez y crudeza mantuvieron mi mirada más atenta aún a la vez que permitieron que mi imaginación volara muy lejos, abriendo nuevos campos de significado desde los que complementar todo lo que estaba pasando ante nosotros.
Podrá parecer para quien esperaba que comentara la obra que me he escaqueado por la puerta de atrás. Pero no. Porque precísamente lo más trabajado y consciente, el lugar donde hay más oficio y potencia es en ese cuerpo que ven en la imagen de arriba. La obra bien podría hacerse en un garaje que en el salón de una casa. No porque no tenga valor ni esté cuidada (todo lo contrario) sino, porque es la propia Agnés la que pone en valor y da sentido a la arquitectura que ha fabricado tan a su medida. Hay histrionismo en muchos momentos de humor. Hay esa cosa llamada ‘sobreactuación’. A eso, como a muchas otras cosas en sus acciones, Agnés llega por pura insistencia. Insistencia. Insistencia. Hay personas que al salir, igual que destacan una u otra escena, cosa que he evitado, dicen que eso les sobra un poco. Hay incluso personas que se dan cuenta que sentirse mal ante la exageración, la risotada, la mueca, el balbuceo y las voces forzadas de la llamada sobreactuación era también otra trampa, una forma con la que trasmitir un mensaje con la voz mientras se nos pone en la situación de juzgar lo que vemos como bueno o malo, como tal vez ‘demasiado vulgar para nosotros’. Y pasa que si caemos ahí hacemos el ridículo. Agnés rompe cada juego cuando quiere y nos mira a los ojos para soltarnos otra pregunta o hablarnos con toda determinación, recordándonos que ella no está en eso. Que puede ir a eso, ponérselo y quitárselo como un traje de lentejuelas, pero que sobre todo nos está observando y nos lo está dando todo. Y viendo cómo nos las apañamos para recibirlo.
Es la magia que tiene la presencia en estos días inciertos en los que los gobernantes aparecen enmarcados por pantallas de plasma sin que nadie haga nada pero cualquiera se siente autorizado para decir al artista que abusa del vídeo o que sobreactúa.
Si ese es el problema, me digo, sobreactuemos, pues. No es que en esta puta vida estemos solo una vez. Qué va. Es que en la vida no se está, como se está en un desierto o en un Carrefour. No. En la vida solo se es. Se es vida. Y por más que queramos mirar para otro lado o intentemos taparlo consumiendo nos están quitando de vivir haciéndonos solo pensar y haciéndonos pensar unas mierdas simplistas y además inoculadas, como un virus que se autolegitima en las mayorías. Por eso me digo que ante este percal, sobreactuemos.
Yo si sobreactuara querría ser una mujer como Agnés Mateus. Fuerte y sensible, acogedora y agresiva, despierta, clara, alegre y tan empoderada de sí misma. Más nos valdría a todos salir de los armarios / ataúdes que llamamos carácter y donde nos instalamos a ‘vivir’ y fuéramos capaces de sacar fuera a la amazona que somos. Mientras tanto, ya que todo el mundo no va a despertar a la vez y de repente, deseo por el bien de la artista, del oficio y de todas las personas que tengan la oportunidad de verla que ‘Hostiando a M’ se siga viendo mucho.
Gracias, Agnés.
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Las maravillosas fotos de esta entrada vuelven a salir de la cámara (y la mirada y finura) de Javier Pino. (He dejado que las imágenes contaran lo que yo no quería contar, pero también he prescindido de muchas y es que en ellas se ve… se ve… de todo! Todo lo que no pueden dejar de ver si tienen la oportunidad, así como las sonrisas de muchxs colaboradorxs que hicieron de la pieza algo realmente potente y emotivo).
Ayer, miércoles 20 de enero se ha realizado la rueda de prensa para presentar la programación de 2016 del Laboratorio de Artes en Vivo del Teatro Leal de La Laguna. Es para quedarse con la boca abierta. Y poco más hay que decir. No contaré mucho más, ya que en aquí pueden verla entera y sorprenderse sin mi.
Para quienes no tengan tiempo pero sí interés, recomiendo consultar la programación en la página del LEAL.LAV pero no dejar de ver esta parte de la rueda de prensa, el momento donde nuestro querido Javier Cuevas, director artístico del proyecto y tan buen artista como amigo, trasmite con la mayor claridad, lucidez y sosiego una crítica a las instituciones en general (y de las nuestras en particular) que es nuestra crítica, lo que nos decimos entre nosotros, lo que demandamos y por lo que a veces nos movilizamos. Estaría bien, ya que podemos, que cada cual fuera igual de claro siempre, pues con distintas palabras daríamos forma a esa crítica que es común frente a lo que afecta a un trabajo como el nuestro, donde delicadeza nunca ha de ser sinónimo de precariedad.
En esta rueda de prensa estuvo con nosotros Agnés Mateus, que el próximo viernes con ‘Hostiando a M’ dará un pistoletazo de salida por todo lo alto a este año maravilloso, arraigadísimo en tantas experiencias compartidas antes en estas islas. En este segundo VIDEOMATÓN que comparto por aquí nos saluda, habla un poco de la pieza e invita al público tinerfeño a sumarse a esta vorágine.
La programación que espera que la hagamos posible asistiendo a la acogedora sala del LAV cubrirá muchos gustos y colores, pero más allá de su calidad, en mi humilde opinión tiene algo que la hace genuina y inigualable: una presencia tan importante de talleres de formación, de actividades didácticas y abiertas al contexto y la comunidad. Que no solo de piezas escénicas vivimos el hombre y la mujer.
De todas maneras cuando digo eso de inigualable no me siento orgulloso. Lo es porque todo es así ahora. Mi deseo (y mi trabajo): que 2016 nos traiga lo mejor en y alrededor de la escena, y también que el LEAL.LAV no sea inigualable, que muchos espacios, festivales instituciones y cualesquiera grupos de personas trabajen en este sentido. Ya que somos la misma cosa, igualarnos, para aprender, para crecer, para distinguirnos.
Aunque esta entrada ya se publicó por aquí en el perfil de LEAL.LAV me parece oportuno colgarla de nuevo en este blog. Por tres motivos:
– inaugurar ‘retronotas’ como una sección del blog dedicada a comentar cosas que ya pasaron por este espacio.
– empezar el año con buen pie.
– mandar un saludo y animar a quien pueda regalar(se) asistir a este trabajo imprescindible que se verá muy pronto en el Teatro Pradillo.
Y cuando publiqué esta entrada decía tal que así:
Hay tanto por decir sobre la visita al LEAL.LAV de Claudia Faci con ‘A-creedores’ que mucho quedará fuera. Pero a veces lo callado resuena tanto como lo dicho. A ver qué pasa.
1. ESPECTROS / VISIONES
2.EL SUECO
Me gusta pillar imágenes a boleo de internet. Me gusta lo que pasa con esas derivas. Esta vez pasó al buscar una foto de Strindberg para ponerla por aquí. Pero qué apuesto era. ¿Verdad, August? Tenías ese atractivo de Rimbaud, esa cosa de dandy de verdad que ya no puede ni imitarse. En la siguiente imagen quedaron atrapadas dos bellezas: esa y la de tu juventud. Y no nos referimos tanto a que con la edad te marchitaras, como todos estamos haciendo. No. Más bien queremos decir, sin nombrarlo mucho para no conjurarlo, que en este retrato no estaba todavía el espectro eclipsándote. Al menos no del todo. No se había hecho con el control. Pero antes estaba diciendo que es divertido lo de buscar una cosa en internet y encontrar otra. Para escribir esto buscaba un daguerrotipo o algo así de Strindberg y encontré una página con frases supuestamente célebres. Y esta es fuertecita. Y esta nos sirve. Y la tendremos en cuenta un rato.
2.2 (HACERSE) EL SUECO Recuerdo que tenía una idea vaga de Strindberg hasta mi paso por la EAC. Por desgracia o por suerte, nunca interpreté ninguno de sus personajes. Me lo descubrió en profundidad mi querida Esther Terrón, profesora de literatura de la escuela. (Un beso fuerte, Esther). Esther tiene algo especial gracias a lo que es capaz de hacerte ver en sus clases (a pesar de lo limitado y caduco del formato ‘clase’) un dibujo de su carácter, de su creatividad, de su inconformismo, su ansia a rabiar de modernidad, su relación nefasta con las mujeres, sus conflictos y su genialidad, sus neuras y su complicada ‘salud mental’. Podríamos hablar del paralelismo de todas estas cosas colocadas entre la escena (sus textos y sus montajes) y su vida. Pero no sería verdad. Y eso es una clave para comprenderle y para comprender (si es que ese verbo es apropiado) lo que pasó el pasado sábado en el Teatro Leal. Porque la cosa es que hablar de paralelismos es estéril cuando resulta tan evidente que la vida y la escena son la misma cosa.
En mis derivas de internet, a veces aburridísimas, descubrí un post estúpido que decía cómo reconocer la obra de varios pintores de la historia del arte según topicazos. (Ejemplos: Si hay mucha gente haciendo mil cosas = Brueghel. Si hay mucha gente haciendo frikadas = El Bosco). Bien Juguemos a esa mierda:
Si hay una casa, mejor con amenaza de desahucio, si hay un pasado oscuro y una esperanza, con todo lo malo que ésta conlleva, si hay pocos personajes, si entre ellos se dan triángulos amorosos (y odiosos), si hay lucha de poder a partir de la diferencia de clase, si hay hombres que aprovechan su posición de poder para ejercer dominio, si se respira un deseo sexual bestia pero contenido, si hay mujeres que se revelan, algún que otro sometido y manipulado, si hay un sufrimiento atroz que se lleva por delante a alguno que no puede soportar ser torturado emocionalmente y en el mejor de los casos se queda muerto en vida = Strindberg.
Antes de eso, las reglas del juego de Zola. Después, Chéjov, todos los textos teatrales del siglo XX, Beckett, Pinter, Albee, y hasta Reza… y por supuesto otro señor sueco que también hacía cine, apellidado Bergman.
Para crear esas atmósferas opresivas no hace falta ser sueco. Pero voy a escribir unas preguntas porque tengo como un hueco en el corazón (sí, soy un pesado con este tema). Ahí van: ¿Se hizo el sueco el público potencial de ‘A-creedores’ en Tenerife? Un público que imaginé acudiendo expectante, en mayor cantidad y también más variado. Porque de verdad que esta vez no me lo explico, no me cabe en la cocorota. A ver: ya dije que mi paso por la EAC me descubrió al amigo August. Bien. El trabajo que disfrutamos esta ocasión se basaba en una de sus piezas, sin reproducirla lo más mínimo, por lo que a mi entender (o mejor dicho, a mi sentir) se mantenía fiel a su esencia. De este modo, como el teatro tiene muchos amantes, ‘A-creedores’ es una pieza que puede contentar y contenta tanto a quienes les gustan sus virtudes más clásicas, (amantes que suelen tener un fino olfato para las esencias inoculadas) como a quienes se les despierta el deseo con su lado más contemporáneo. Pero es que además este trabajo en concreto sin lugar a dudas tiene la capacidad de dejar flipando en su asiento a cualquier espectador no familiarizado con nada de esto, a cualquier amante con capacidad de amar. Porque lo que vimos, lo que se nos dejó mirar y en lo que participamos, esa maquinaria llamada ‘A-creedores’, tiene el engranaje de sus partes tan bien engrasado como para que no las reconozcamos como partes, un sistema que pone en marcha algo que no es solo una obra, sino la mirada y al que mira, que en poco tiempo va dándose cuenta cómo su propio mirar es una acción, y que al llevarla a cabo está participando, está haciendo también la obra.
Mis preguntas, pues, son las de siempre. ¿Por qué a veces estoy tan solo? Quiero decir… mi sensación no fue esa. Mi sensación fue justo la contraria. Pero por qué, por qué no fuimos más los amantes colmados. ¿Dónde estaba puesta la mirada de el enorme conjunto de personas que imaginé que tanto disfrutarían, que se que se hubieran maravillado de presenciar una propuesta de este calibre? Se que en mi querida escuela estaban de estreno con un taller de fin de curso. No excuso a nadie porque tampoco acuso. Lo que otro diría como reproche yo lo siento como lástima. Pero dejemos a los alumnos y al público de los alumnos en paz. Me pregunto cómo pudo ser que tanta compañía de teatro local no aprovechara una ocasión así, ni siquiera para copiar. Porque es preciso copiar a los grandes. Y mis preguntas siguen bailando. ¿Por qué este tesoro en tan pocas manos? Que no queremos ser como los poderosos. Queremos repartir la riqueza para tenerla de verdad.
Pensando un poco en poderosos, me da por creer que muchas veces las instituciones conciben la programación como abandono, como un delegar absoluto que lejos de suponer confianza denota desinterés. El que hace no ir a impregnarse de lo que tenemos la suerte de tener en una sala, sino solo mirar las estadísticas de final de temporada para comprobar cuántas entradas se han vendido. Claro que pasa que muy poquitas de esas entradas son compradas por quienes deciden los presupuestos culturales. Pero pasa también que eso las estadísticas no lo reflejan. Y quiero pensar que esta maravilla que Claudia Faci y compañía nos han regalado y que todavía resuena en el cuerpo se les ha pasado a muchos tinerfeños en gran medida porque los de arriba ignoran las joyas que pasan por su casa. A ésta le espera lo mejor, y en adelante será vista una y mil veces por un número mayor de espectadores, aunque con la misma pasión con la que algunos pudimos disfrutarla.
3. CLAUDIA
Me da apuro hablar de Claudia Faci. ¿Qué podría decir de ella? Mucho más fácil hablar de Strindberg, aunque él podría vengarse con su espectro. Está vivo y hay que tenerle respeto. Un fantasma que se mueve en la propuesta de Claudia. Por eso hay que evitarlo con salud. Y esa, justo esa es una de tantas cosas que la directora ha planteado en su pieza.
A Claudia la vi actuar hace tiempo en aquella cosa desaparecida que se llamaba Escena Contemporánea. Eso me hizo no querer perderme un taller que ofreció en el Auditorio de Tenerife y que cerramos movidos por su batuta al son de La Pastoral de Beethoven. En esa misma ocasión disfruté de ‘Agnès’, en el Teatro Victoria, y más adelante de ‘Construyo sobre el ovido’, también en el Teatro Leal. Incluso la vi en el Teatro Pradillo como intérprete, con todo el cuerpo y el fuego a disposición de un texto de Fernando Renjifo en la pieza titulada ‘Mayo, S. XXI. ¿Es el fracaso un atributo del alma?’.
Por suerte, no puedo ser objetivo con ella. Si no, cómo diría lo que ya dije, que es un fuego, a veces llamarada, a veces brasa ardiente que espera incendiar o que calienta. Pero al margen de las hogueras y sin comparar sus distintos trabajos, para quien no estuviera el otro día tengo que decir con la mayor simplicidad que puedo que en las cosas que Claudia hace (y esto significa en las cosas que es) hay como un modo ancestral (probablemente el único auténtico) de filosofía. Sobre sus propuestas, y esta no iba a ser menos, queda muy bien colocadito el pensamiento, porque como un ramo en un jarrón, el pensamiento refulge como parte del cuerpo, y con él suda, se mueve, vibra y se marchita, sí, como lo hacen los otros pensamientos, cuyo cuerpo es todo flor.
4. UN TEATRO ÍNTIMO
Pero si Claudia Faci hace Rock ‘n’ Roll con los clásicos, trae consigo una pedazo de banda en la que se integra sin pretender para nada ser solista.
En escena, como la pareja que el viejo August dibujara, torturada por su matrimonio, unos inmensos Pablo Messiez y Fernanda Orazi que hacen un trabajo finísimo al que ningún comentario haría justicia. Uno se imagina al salir el enorme trabajo de co-creación para montar la pieza, donde utilizan un sinfín de recursos como intérpretes.
Sin embargo no hay ni un atisbo de virtuosismo en nada de esto. Al contrario, ¿qué más dan los recursos actorales? Resulta delicioso ver cómo pasan de uno de esos, llamémosles ‘recursos’ a otro, ya que salió el palabro. Sobre el diálogo en off que escuchamos entre el personaje de Pablo y el exmarido de su mujer, interpretada por Fernanda, comienzan a ocurrir cosas. Pero cada nuevo elemento, con algunas excepciones aparece o se desvanece gradualmente, hay infinidad de subidas y bajadas. Luces, movimientos y acciones que entran en fade-in o que se difuminan en fade-out, disolviéndose como una niebla para hacernos ver el espacio donde se está jugando a Strindberg. Y disipados los cuerpos que bailan alocadamente el ‘Psycho Killer’ de Talking Heads, reaparece un nuevo espacio, o bien cuando algunos espacios son movidos, inesperadamente es entonces que los cuerpos reaparecen, empoderados o frágiles, o ambas cosas.
A todas éstas, Claudia Faci está presente también y su papel no es otro que el de directora de ‘A-creedores’. La entendemos como guía y acompañante para los intérpretes y para la propia pieza, como observadora, como cuerpo que entra en la acción y en fragmentos de la narrativa que se enlazan en un trabajo delicadamente iluminado por un diseño de luces de Carlos Marquerie que, como suele ser habitual, compartimenta el espacio a la vez que crea atmósferas crecientes y decrecientes, luces que danzan y se suman a esta coreografía de intensidades, como si la pieza al completo fuese manejada por una mano externa que moviera faders en una mesa.
No en vano, el espacio sonoro se ha cuidado de la misma manera, llevado por Óscar Villegas, habitual colaborador de Claudia y mitad de Gichi-Gichi Do. Probablemente no pudimos apreciarlo del todo porque el sonido de la sala no fue el mejor esa noche, y aún así, impresionó. Sea como sea (a mí me pasó y creo que no fui el único), tengo que decir que me excité una barbaridad con la selección musical para la pieza, que iba de un acierto en otro, con momentos musicales en directo especialmente mágicos. Casi me mata la versión de ‘Wild is the wind’, para la que Óscar entra a escena y toca la guitarra arrodillado junto a Pablo, tumbado en el suelo, roto, acompañando a su personaje para no dejarlo solo, porque éste sí que empieza a hacer aguas, a desesperar ante la tortura matrimonial que nuestro amigo August redactara con bilis. Y así dice ese ‘Love me, love me / Say you do / Let me fly away with you / We are creatures of the wind / And wild is the wind’.
Sí, vale, soy un flipado de la música. Pero cuando hablo de que la selección musical es un acierto tan grande no me refiero a que las canciones sean bonitas, que lo son. Hablo de la dramaturgia, del sentido interno que ha hecho encontrar esas canciones, del momento para hacerlas sonar y el modo.
5. LA SEGUNDA CUARTA PARED
Ese otro personaje de la pieza de Strindberg que ya comentamos, el exmarido de ella, que aconseja con la peor intención al personaje de Pablo, aquí ocupa dos lugares: el del texto en off al que hicimos referencia y que deja ese diálogo y al interlocutor en uno de los muchos fuera de plano que se proponen, y el del cuerpo de un alguien distinto que lo encarna en cada función. Alguien con quien ya se ha negociado previamente es invitado a subir desde el público, pero esa persona no sabe qué va a pasar en ningún momento. Alguien que en escena se mueve con la inocencia y la soltura de una primera vez, que, que es invitado a beber, y bebe. Que se sienta a una mesa y mantiene una conversación en segundo plano con Claudia y Pablo, mientras el foco principal está en una de las múltiples y a veces fieras, sensuales y a veces bestias acciones de Fernanda.
Comprendemos, porque hemos entrado en la propuesta hace rato: alguien mira desde dentro con nuestra misma curiosidad. Desde nuestra posición miramos el conjunto, elegimos dónde situar la mirada y miramos al que mira. Tenemos un satélite en escena, un repetidor de la mirada que nos da una visión desde dentro hasta que volvemos a comprender que no estamos fuera de nada, que no hay nada de lo que estar fuera. Como el cantante de Talking Heads en el vídeo que he encontrado, tras un mobiliario casual nuestra mirada no encuentra un telón de fondo teatral, sino que tropieza contra el muro y la puerta de fondo del teatro, desde donde reverbera y nos dice que formamos parte, que somos nosotros los mirados.
A la salida escuché decir a varias personas que al principio fue un poco difícil entrar. Sin embargo, percibí también que era una manera rápida de hablar. La pieza comienza con el actor tumbándose sobre una alfombra y la actriz jugando a descubrir su cuerpo sin vida, lamentándose, ¿sobreactuando? En fin, es lo mismo que la manera rápida e imprecisa de hablar. No comprendo muy bien lo que se quiere decir a estas alturas con lo de la sobreactuación, según qué códigos. Disculpas por eso. Pero inmediatamente después esta cadena de fundidos de la que ya hablamos introducen los textos en off, los juegos de luces y espacio, el movimiento y los múltiples puntos de vista.
Tal vez hay una ansiedad por querer seguir la cosa, pensando que se escapa, ganas de cada cual por encontrar dónde o a qué engancharse. ¿Pero qué es eso sino precísamente estar metido hasta el cuello en la obra? Casi tan metidos que para el tercer acto (porque se nos ha ido hablando de cada uno) no nos cuesta pasar a escena cuando han montado un bar donde nos invitan a tomar un gintonic.
Y ahí el buen número de espectadores que nos sumamos a la fiesta, copa en mano, como en una celebración algo trágica y vitalista, tarareamos con los demás una versión preciosa de Lhasa de Sela o el estribillo de ‘Femme Fatale’, de la Velvet. Porque ahora estamos dentro. Porque siempre lo estuvimos. Porque ahora tenemos el punto de vista del que antes mirábamos, y somos objetos dentro del lienzo. Somos comensales a la mesa del ‘Cristo en casa de Emaús’ de Caravaggio. Somos extras de una peli de Fellini. ¿Yo qué se lo que somos? Estamos vivos.
6. CAUSE EVERYBODY KNOWS
Estéticamente, el fin del siglo XIX es una joyita. No me voy a meter con esto ahora porque escribo una tesis. Solo reitero que me encanta. La representación del cuerpo femenino, el tratamiento de la pintura prerrafaelista y simbolista, la sífilis en Europa campando a sus anchas y todas esas imágenes lanzadas desde la cultura masculina, por supuesto, pasando del lienzo al cartel publicitario. Lo dicho, una joya. Una joya porque toda estética implica una ética, porque en algunas épocas precisas y a algunos buenos trabajos se les nota, como aquí. Y un poco de eso está hecho el personaje de Fernanda Orazi.
‘She’s gonna break your heart in two / it’s true’, que decía Nico. La mujer perra. La puta. La manipuladora. La mujer degenerada (de-generada). La que es mala por naturaleza porque va más allá que ella, porque sabiéndose objeto de deseo para el hombre, no se mantiene sumisa y accede a su propio deseo, y utiliza sus encantos para atrapar al hombre en sus redes y sodomizarlo con el falo de su propio pensamiento podrido. Y el deseo reprimido de los hombres de ser dominados, envuelto en miedo.
¿Cómo no iba a escribir Strindberg esas cosas, siendo como era? ¿Cómo no iba Fernanda a contarnos su versión de la amistad entre la mujer y la serpiente? Lilith está por todos lados. ‘¡Me quemo viva!’, le hace decir.
Fernanda en escena es un animal desbocado por su personaje y a la vez un estribo para el mismo. Una escultura que se arrastra por el suelo, una venus que baila en bañador la mitad de la pieza, que se calza las botas de ‘La Señorita Julia’ como si Juan las hubiera olvidado en una escena de Claudia y que ya vestida, armada con una fusta que lleva por dentro, se duele de su propia rebelión. Cuánto sufrimiento. Supongo que no hemos cambiado casi nada.
Supongo también que por ese no haber cambiado casi nada hay gente que sí cambia. Prueba de ello es esta maravillosa versión, olvidando el terrorismo psicológico con el que Strindberg minara sus piezas, por desgracia para él, sacado de su sinvivir, y sustituyéndolas, dándoles la vuelta o descartándolas para contar justo eso, el cómo y el por qué del descarte. Por eso, en lo que en una crónica convencional de una obra convencional alguien llamaría ‘clímax dramático’, la pareja comienza a discutir y el conflicto pasa de lo que se está diciendo al hecho mismo de decirlo. Pablo quiere abandonar la escena. ¿Y cómo no va a querer? Su personaje ya se ha suicidado, inducido por los demonios, al empezar la pieza. Está escrito por el autor sueco y ese es el final de su obra.
Supongo que en esta fiesta de la dramaturgia (esa cosa que también tiene que ver con el texto) hay que felicitar a toda la banda, sin excepción, incluyendo a Jaime Conde-Salazar y su cruce de miradas con las de tantas otras personas. Gracias a eso, el espacio se llena de líneas, como trayectorias proyectadas de a dónde miramos, cómo y por qué en cada momento, y cómo cada cosa en esta obra de la que formamos parte nos mira. Sin duda, entre tanta mirada, ‘A-creedores’ es un trabajo de Claudia y compañía que clama ser visto. Así será, y dichosos quienes lo hagan, porque también serán mirados.
7. POST
Al final de su carrera y de su vida, esto es muy interesante, Strindberg fundaría lo que llamaría ‘Teatro Íntimo’. En su momento no fue muy comprendido, como tantas otras cosas, y fue juzgado como algo decadente, como un teatro menor. Sin embargo, la cosa se trataba de hacer una especie de teatro de cámara. Y pasarse por el forro todo el rollo del naturalismo de Zola: si lo que se quería era ver la realidad a través de una cuarta pared o como quien mira a través de la cerradura, lo mejor sería meter al público dentro de la acción, pensó el bueno de August. Y eso hizo. Y en ese contexto escribió puso en pie ‘El Espectro’, una de esas piezas ‘de cámara’ donde la subjetividad y ese fantasma ya lo habían impregnado todo. Porque la verdad, por mucho que dijeran los naturalistas, no era algo que se pudiera colocar ante nosotros por los dones del artista. Son los dones de las distintas miradas los que crean realidad y acceden por partes a la verdad. Tal vez compartiendo esas miradas estemos más cerca de ella. Tal vez.
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Créditos de las imágenes:
Las fotografías son cortesía de Javier Pino (soy fan), como suele ser habitual. Gracias.
La imagen de portada retrata, sin que él se sepa retratado, al famoso Peeping Tom, y es de Jean Carolus.
La Lilith y la serpiente que están teniendo un rollo, literalmente, es de John Collier.
Me gustas. Me gustas. Me gustas, me gustas, me gustas. Lo diré mil veces sin saber si lo habrás comprendido. Rodeados de opiniones, le gustas a tanta gente que mi declaración parece diluirse en un mar de likes. Lágrimas en la lluvia, esas cosas. Se que mi frustración es rotunda no solo porque te vas, sino porque entiendes que me gustas cuantitativamente, un like más, y no el milagro, lo que tiene de único haber encontrado eso. El amor tiene partes difíciles.
Javier Alemán es un gran conversador. Se nota en el VIDEOMATÓN de siempre, esta vez con un café tras el reciente estreno en el LEAL.LAV de ‘Beautiful boys’. Ahí Javi comparte mucho alrededor de un solo gestado tras un largo periodo dedicado a ‘otras cosas’ que tal vez sean la misma. Tanto por decir y la forma de hacerlo indican lo mucho que le dedica a escuchar. El vídeo le resta a la escritura la utilidad de hacer crónica para quienes no estivueron, de aludir a sensaciones e ideas para quienes disfrutaron la pieza. Una liberación oportuna que permite que nos adentremos por derroteros inesperados. Puertas invisibles en ‘Beautifull boys’ abiertas tiempo después. Así funcionan algunos placeres desconocidos en una obra, sí, que golpeó el viernes, pero que vino a hacerme daño luego.
‘Beautifull boys’.
Llego temprano a la sala. Parece mayor, distribuida con elegancia y sobriedad. Javi se mueve sobre el linóleo. Le sonrío sin ganas de hablarle. No hay solemnidad. Sí un ambiente intenso de trabajo. Elijo no interferir. El intérprete excitado, mueve el cuerpo para mantenerse conectado a lo esencial. El creador y director, exigente, operativo y claro, procura fluir y evitar cualquier presión. Lo último que sugiere su cuerpo al retirarse es que tiene un pie en cada uno de esos dos sitios. Y lo primero, al exponerse cuando el público ya llena la sala. Ahora sería bonito hacer sonar esta música:
El cuerpo tendido. Sobre un silencio denso un pie se mueve lento, como si despertara desde ahí, y encontrara espacios que recorrer, arrastrando al resto del cuerpo con él, que a su vez va encontrando huecos que llenar. Vale, de esto va la cosa. Paciencia pues. El procedimiento se alarga. Tiempo dilatado para apreciar que una polilla escénica se cuela en el espacio, arriba, muy arriba, vuela de un lado a otro deslumbrada por los focos. Pocas personas la ven. Javi lo hace. Alarga un brazo hacia ella. Los dos. Hasta que se va. Una mariposilla que entra en la coreografía. Hasta que continúa el movimiento por otro lado. Y sucecede: suena música en mi cabeza. La línea de bajo de esta canción de Radiohead. (‘Desnudo’, se titularía en castellano, espero que por casualidad). Pero no puedo recrearme en eso. Javi ha elegido una música más adecuada, menos narrativa. Mi sorpresa es la similitud de una misma sensualidad en el sonido de ambas pistas, incluso la similitud en el tono del arpegio. ¿Qué hace que el movimiento del cuerpo del intérprete lleve a un espectador a imaginar sonidos tan cercanos a los que elige el creador? Ni idea. Pero sí se que sería bonito hacerla sonar cuando la canción anterior acabe:
El movimiento de Javi ya nos ha arrastrado con él, igual que antes todo el cuerpo siguiera lo que comenzó en un pie. Este punteo de guitarra con truco nos atraviesa: estamos completamente atrapados y Javi ‘simplemente’ está bailándonos su música, apoyándose en ella como si fuera sólida. Tanto que parece que nos muestra un dúo. Ok. Dejemos aquel inicio, yo también creí que la pieza iba a ser más… O sea, menos…
Olvidemos el principio. Olvidémoslo todo, incluidos nuestros principios. Esto es fácil de comentar, queda clarito en la conversación: si el actor interpreta lo que sea, su cuerpo se implicará al 100% hasta llevarle a momentos de silencio verbal. Pero la palabra sigue todo el tiempo en el cuerpo, aunque a veces no suene. Es movimiento y se traduce con placer. Javier cierra los ojos para que le veamos, y me digo que ahí hay mucho de intimidad. La misma (¿por qué no?) con la que bailamos a solas al ponernos música en casa y nadie, juzga, ni nosotros mismos. Es en ese moverse con la música donde Javier de nuevo interpreta. Se mueve blando, casi lánguido y ahora su cara refleja esa relajación para que cuando el rostro y la dinámica corporal entren en contradicción se abra un espacio donde imaginar o sentir que un buen o mal recuerdo acaban de aparecer.
Antes dije que el punteo de guitarra que era tramposo. Si lo escuchas, lo notarás. Como me decía el propio Javier, ‘se va y viene’. Yo me fui mucho con la música. Y algo de su caracter vertebra ‘Beautifull boys’, un trabajo que es lo que es… y todo lo demás. La guitarra inevitable en primer plano desaparece y reaparece inesperada, pasa de un lado a otro. Esa música, esa forma musical se mantiene en toda la pieza. Con ella Javi atraviesa una escena que mezcla un karaoke con una pista de baile, otra casi de teatrillo en la que interpreta a una pareja sobre la que podemos proyectar las alegrías y miserias de las relaciones, como sucede con la violencia en los tradicionales títeres de cachiporra.
Un carrusel de géneros que los presenta sin mezclarlos. Porque algo de género tiene también este trabajo escurridizo, de contenidos ocultos en su apariencia de sencillez inofensiva. Si se quiere leer, aparece algo queer, presente como una capa más, no como cimiento, pues si efectivamente eso está ahí es porque el cimiento versa sobre la identidad, del mismo modo que casi sin aludirla explícitamente hay cierta mirada a la adolescencia, vista como esa reserva para algunas verdades, aquel lugar en el tiempo donde el ansia de amor nos llevó a ser tan apasionados.
Mi herida tras ‘Beautifull boys’ se llama ‘Love’, una película de Gaspar Noé.
Javier me preguntó por el trabajo con una cerveza tras el estreno. Mi imprecisión fue incómoda para los dos. ¡Con lo fácil que hubiera sido felicitarle y ya! Pero estaba algo afectado. Salvé la situación hablando de lo concreto y entonces me di cuenta. Me había gustado. Pero me llevé algo más a casa agarrado por dentro. Y pensé: ‘Esto mañana me va a doler. Y a ti también, amigo’. Efectivamente. El fin de semana podría haber puesto cualquier otra peli pendiente. ¿Por qué elegí ésta?
‘Love’, último rodaje del más que interesante Gaspar Noé, no es un peliculón y aún así recomiendo verla. Tampoco es fácil. Es larga y encima el ritmo cojea a la mitad, rozando el tedio. Sin embargo, paciencia. No arranca para nada así y llega a enganchar (hasta que coquetea con ciertas puerilidades, efectismos o pasajes un tanto incongruentes). Pero por otro lado, está muy bien cuidada a la hora de moverse por el tiempo narrativo, de presentar a unos personajes poliédricos y contradictorios, incómodamente realistas, con los que es inevitable tanto identificarse como arrepentirse de haberlo hecho. Todo con una luz y una fotografía bastante suculenta. Aunque solo con luz y encuadres no se llega a ningún lugar.
Gaspar Noé se ha atrevido y dedicado a contar una historia de relaciones y las relaciones de una historia adentrándose en lo que normalmente el espectador debe sobreentender detrás el fundido en negro de un beso. Ha habido quien polemiza con este tema. ¿Es necesario mostrar esto? Bueno, me pregunto qué es necesario. Y no me interesa el tema. Porque aquí está ‘Love’, incomprensible sin toda la pasión de su delicadeza. Y también con la ceguera destructiva a la que esa pasión hace derivar. Aquí está para hacernos ver todo lo que comprendemos a través del cuerpo, y como sin la esponja para el conocimiento que el propio cuerpo es quedarían tantas cosas incomprendidas. Por eso es un misterio íntimo lo que conocemos con nuestro cuerpo en relación con otro.
Javi, como los niños a los que nos refiere, tiene un cuerpo bonito. Nada más (y nada menos) que con él se presenta y representa también cosas que están más allá de su cuerpo, en nuestro cruce de miradas cuando nos sirve de pantalla. Sobre la del cine, Gaspar Noé en su epopeya de relaciones ha cometido un error, o bien algo se le va de las manos. Justo lo que Javier Alemán maneja muy bien en todo momento. Lo voy a llamar contención. No se me ocurre otra palabra. Eso que en ‘Beautiful boys’ hace que lo pequeño reluzca, lo que deja abierta la posibilidad de que el trabajo pueda crecer y crecer en adelante, haciendo que una pieza que apela a lo pequeño sea de alguna manera enorme.
Sí, vale. Todo esto de incluir la película es un tanto forzado. Pero, ¿qué voy a hacer? Son las cosas que me pasan. No puedo evitarlas. Ocurren. O voy tras ellas, o me persiguen. Porque, ¿cómo podría obviar que en una de las escenas centrales de ‘Love’ suene precísamente el largo solo de guitarra que Javi eligiera como pareja de baile en ‘Beautifull boys’? Y es que la sensualidad, a pesar de todo, está en algún lugar, esperando a que le añadamos la nuestra para realizarse. Así que no nos quedemos en casa. Solos. No nos quedemos en casa solos. Olvidemos de una vez el miedo. Dejemos de ser tanto lo que creemos. Abramos de verdad la puerta a placeres desconocidos
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* Las imágenes del estreno de ‘Beautifull boys’ se las debemos como de costumbre al buen hacer de Javier Pino. Gracias.
* Los fotogramas de ‘Love’, son pantallazos de la peli. Gaspar, no te enfades. En el fondo ha sido para hablar bien de lo que has hecho.
Cada fin de año se hace balance. Esta vez coincide con un momento en el que ya veníamos haciéndolo de antes. Porque sabíamos que 2015 sería importante. Lo proyectamos y nos preparamos. Pero cada cosa que ha pasado ha superado de una u otra manera nuestras expectativas,
Ah, cuando digo nosotrxs me refiero a la red formada por las personas relacionadas con la creación escénica contemporánea que residimos en Tenerife, una red que es parte de otra más grande y nos permite saltar a otros lugares así como acoger en ella a quien nos visita.
Dentro de esas cosas tan bonitas que han pasado (y alguna que no ha pasado o no han dejado pasar) está la programación del LEAL.LAV, una alegría rotunda y variada para quienes formamos esa red en la que no dejo de incluir al público. Una alegría que nos ha hecho entrar en contacto con trabajos muy diversos, a cual más interesante, con muchos talleres de formación y también con más personas estupendas que amplían esa red.
Acabar y hacer balance nos hace ver también que desde hace meses muchos estábamos ya viviendo un futuro próximo. Tal vez es una manera de decir que esta vez no solo tenemos esperanza, sino fe en ella. Este final de 2015 se celebra con la apertura de convocatorias de las Mini-residencias artísticas para 2016. Un recurso pequeñito, sí, pero con el que se pueden hacer (y se han hecho) grandes cosas. Así ha pasado cada vez que alguien ha echado mano de ellas y es que cuando llegan suceden muchas cosas más de lo que se trabaja dentro de la sala.
Comunicando esto este blog a provecha también para marcar un cambio de estilo. Con el impulso de esta transición de balances se irán publicando por aquí entradas en dos nuevas secciones que creo importantes y que en adelante llevarán título prefijado para distinguirlas de las crónicas del momento:
La primera, Retronotas – Crónicas pasadas sobre piezas ya mostradas en el LEAL.LAV y que merecen su espacio.
La segunda – Videomatón – Grabaciones cutres con el teléfono móvil de conversaciones improvisadas con algunos artistas que han compartido tanto con nosotros, para quien le pueda interesar.
Se que cualquier lugar puede ser isla. Y que el primer lugar es el cuerpo. He aprendido cómo funciona la máquina del miedo. Y cómo no estar aislado. Y aunque quieran que lo estemos o lo creamos, cómo no ser solo isla, sino archipiélago. Que archipiélago significa red, y las redes eliminan los miedos. Y sin miedo, amanece sobre lo común. Y que esa luz descubre palabras que apelan a la comunidad desde el primer lugar, desde el cuerpo. Hay jaulas que pueden ser más o menos fuertes, pero ninguna hace al pájaro olvidar el vuelo.
canario en su hábitat
Me dice Rubén Ramos en su visita relámpago a Tenerife acompañando a Cris Blanco: «Escribe más, tío, no lo dejes. Lo haces bien y es necesario». Como el «bien» es relativo y subjetivo, me dejo halagar, pero lo dejo pasar. Ahora, el «necesario» se me clava. Lo hace en el sentido que Rubén percibe clara una red que ha de ser alimentada por todos sus lados para seguir siéndolo. Y me siento comprometido con ello. «También prometiste una retrospectiva de cosas que ya han pasado por el Teatro Leal y la seguimos esperando», me dice. Y tiene razón. Y yo tan poco tiempo. Pero usa un plural que me dice que debo hacerlo. Y aquí estoy para declararme afortunado. Como llaman a las islas estas donde hago todo lo que puedo, de las que necesito escapar para poder volver.
Esta lista que se avecina en este post son la mayoría de cosas que me hacen sentir que no tengo tiempo, que no puedo pararme a escribir y a la vez lo que me obliga a no poder afirmarme sino como afortunado.
Claudia Faci
Octubre lleva todo el año deseando llegar. Importante. Empiezo una residencia artística titulada «Colectivo Translúcido», seleccionada el año por la ASOCIACIÓN SOLAR para ser realizada ahora. Solar es un grupo de personas con cabecitas muy bien amuebladas, fresco, despierto, independiente y tan maravilloso como los proyectos que sacan adelante. No confundir con el Festival Sitio, del que ya hemos hablado por aquí, aunque sí, claro, muchas de las personas que estamos en una cosa estamos en muchas otras. Como yo mismo, que a pesar de querer dedicar tanto tiempo a mi trabajo en residencia no dudo un segundo en realizar un curso con nuestra amada Claudia Faci. Gracias a las energías puestas por Javi Cuevas y el LEAL.LAV y la confluencia con el TEATRO VICTORIA empiezo por todo lo alto un mes que no olvidaré aunque quisiera.
Adriático Adentro con Carmelo Fernández.
Pero en otro momento hablaré de mi trabajo. De la importancia de acabar las mañanas afectado por la mirada sabia de Claudia sobre mí y los compañeros que nos reunimos, de continuar con esas energías la tarde con mi residencia, recibiendo personas de manera individual en una sala para entregarme por completo a la consecución de sus deseos, deseos con forma escénica pero del todo privados e íntimos, pues ese ha sido uno de los dispositivos de mi residencia artística.
No, ahora eso no. Ahora seguiremos hablando de confluencias. Y es que sin tiempo para asimilar el huracán que supuso el curso de Claudia, llegaron otros dos a Tenerife, Carmelo Fernández nos trajo al LEAL.LAV un novísimo trabajo en mini-residencia. Sin embargo la muestra de «Adriático Adentro», tras diez días en la sala de cámara, tuvo que ser aplazada por el amago de uno de los huracanes de los que hablo. El otro probablemente estaba dentro del propio Carmelo, detrás de sus ojos.
Digo novísimo sobre el trabajo de Carmelo con toda la doble intención del mundo. Lo digo porque no puedo hablar de su trabajo con gran conocimiento de causa. Porque se que llevaba cierto tiempo sin presentar un trabajo nuevo. Y que «volver», signifique lo que signifique, siempre es un empezar de cero, casi una nueva primera vez. Muy interesado por una mística del movimiento en la línea de Gurdjeff, el propio Carmelo nos cuenta cómo en lo que nos presenta hay todo un trabajo fino y honesto de observación hacia su propia interioridad y la de su movimiento. Y tal vez esa sea la mirada que constantemente es nueva, ese poner la conciencia en el interior para descubrir y tensionar sin las interferencias de la voluntad una sintonía entre el cuerpo que baila y el cuerpo-público de quienes miramos. Un vibrar juntos. Y ahí es donde algunos de nosotros sentimos toda la armonía de este animal escénico que es carmelo, y como en ella conviven huracanes agitados al borde de desbocarse, sin hacerlo.
Sonia Gómez en Bailarina.
Ya que dijimos confluir, confluyamos. Conocí a Cris Blanco y A Rubén Ramos el día antes de ver esa muestra de Carmelo, en el Auditorio de Tenerife. Bueno, Rubén me conocía a mí y se me presentó mientras yo estaba aún en las nubes, muy, muy arriba. Él me había visto actuar antes con «Acciones para bordear la nada», que la última pieza que he hecho, estrenada en el Antic Teatre en Julio dentro del Experimental Room Festival del que ya hablara por aquí. Los tres salimos del artilugio que Calatrava le regaló a la ciudad tras haber visto a Sonia Gómez y Javier Cuevas realizando «Bailarina Lírica», una pieza que muchos conocerán y en distintas versiones, una pieza de trasmisiones, realizada por Sonia con 8 pautas de movimiento, pautas que pasa a otros artistas para que con la misma receta cocinen otros platos.
Muchas eran mis expectativas, lo confieso. Antes de viajar a Barcelona por el estreno que ya dije, Javi me había contado y mostrado incluso preguntado cosas acerca de su versión. Para mí todo era al revés. No había visto el trabajo de Sonia y sabía por dónde empezaba a caminar el concierto en movimiento de Javi, pues eso es en lo que se fue convirtiendo su versión. Por eso al hablar con Cris y Rubén mi pelota estaba aún en la estratosfera, pues si la pieza de Sonia me hizo de algún modo bailar con ella (y para mí tuvo un sentido musical de por sí poderosísimo, además de ofrecerme imágenes a partir de las que construir libremente y llegar muy lejos), aquello no fue una pieza, sino dos. Un díptico simétrico en el que un cuerpo sale de escena con lo suyo hecho para que el otro entre a comenzar lo suyo. Y uno ve algo bonito y vuela.
Javier Cuevas en Bailarina (lírica).
Aparte de un trabajo fino y cuidado, apareció ante mí la palabra coherencia, que me doy cuenta que a estas alturas no es sinónima, pero es familia cercana, al menos en mi mundo de significado, tanto de dramaturgia como de poesía. Sonia y Javi pueden estar contentísimos de haber confiado el uno en el otro para depositar y amparar un trabajo que una vez soltado a la brisa no pertenece a ninguno pero es de los dos, que pueden manipular para mejorarlo, pero que les contiene.
Éste que escribe canbiando el boli por la guitarra en el festival Keroxen.
Claro, yo tuve que concentrarme en el fin de semana y ver el pase del sábado obligatoriamente. Y es que cuando en este volcán pasan cosas, pasan de verdad. Sin olvidar mi proceso de residencia en SOLAR, el viernes anterior, a 500 metros de donde Sonia y Javi estrenaban me tocaba a mi estrenarme por primera vez en el Festival KEROXEN. Muchos lo conocerán de oídas porque a lo largo de bastantes ediciones y contra viento y marea se ha sabido mantener con un cartel exquisito y propuestas arriesgadas, amparando desde la electrónica a la cumbia, del post-punk a la psicodelia. En mi caso, no fui solo. Se trata de uno de mis proyectos paralelos, Hernández&Fernández, un dúo que nació con la idea lúdica de destruir el concepto de recital poético generando ambientes sonoros para presentar textos en directo y que poco a poco hemos ido consolidando, trabajando con el cuerpo, el vídeo y el ruidismo. Sin embargo, la palabra sigue siendo un pilar fundamental en nuestras propuestas. Tal vez el Keroxen, que se realiza, sí, dentro de un antiguo tanque industrial de gasolina reconvertido en espacio cultural, es uno de esos lugares donde una propuesta de perfopoesía puede convivir con toda naturalidad con un cartel meramente musical y eso no solo lo honra, sino que es otro de tantos motivos para cuidarlo.
Plano general de Cris Blanco en su coche invisible junto a plano detalle de Christ White perseguida por T-Rex.
Por eso estaba tan agotado cuando conocí a Cris y Rubén. Y a la semana siguiente no quise dejar de acompañarles a rato en el berenjenal de montar «El Agitador Vórtex», compañía de la que resultó un vídeo promocional un tanto desastroso y divertidísimo que tenemos por costumbre hacer a todo el que pasa por la sala.
De «El Agitador» Comentaré poco porque creo que quien lea estas líneas probablemente lo conozca bastante bien. Sobre todo en Barcelona, de donde Cris venía de hacerlo dos semanas en la sala Hiroshima con un resultado bastante bueno. ¿Será hora, señoras y señores, de volver a desempolvar aquel concepto de «hacer temporada» que tan bueno es para algunas cosas? Sobre todo porque estando en temporada se actúa. Y necesitamos actuar, en todos los sentidos.
Aquí algunos esperábamos la obra de Cris como se espera a un amigo que viene de lejos. Y eso que hemos visto dispositivos similares, pues en distintas visitas hemos visto el trabajo de Macarena Recuerda e incluso hemos realizado talleres con ella. Pero en este caso, el modo de realizar su película en directo, el uso de la planificación del lenguaje cinematográfico y la parodia total y absurda a través de los tópicos hollywoodienses mezclados a las joyas de su imaginación nos hicieron pasar un rato de lo más agradable. «El Agitador», es también una obra de difícil de manejar, como pasa con todas las miniaturas, y que no funcionaría tan bien si Cris no tuviera esa soltura en escena para integrar cualquier mínimo error. No obstante, sentí que algunos vacíos en los que la cámara tenía que desplazarse de un lugar a otro no le hacían del todo bien al conjunto. Una lástima que en esos recorridos no entrara más esa magnífica voz en off, casi improvisada de Cris, capaz de decir cosas como «mientras tanto, al otro lado de la ciudad ocurría algo completamente inesperado… mientras intento encender de nuevo la cámara», y seguir adelante. Sea como sea, otro auténtico lujo verla en acción. En Acción y en «ReAcción», festival que se está realizando ahora mismo en la isla de en frente, Gran Canaria, y a la que Cris Blanco ha dado el salto tras visitarnos para consolidar otro año más esta iniciativa que poco a poco va afianzándose como otro de los eventos referenciales en este lado de paradojas atlánticas.
Colectivo Translúcido en la ASOCIACIÓN SOLAR.
Tras toda esta vorágine Rubén podrá entender que no escriba más, aunque se que me insistiría para hacerlo, aunque lo entienda. Tras tantas cosas en tan poco, no he dejado de meterme en esa sala de la imagen de arriba, foto de la que he hecho un montaje cutre, entre una foto del espacio y el cartel de la residencia. Y es que tras una experiencia tan intensa, cuando me meto a trabajar ya en esta recta final para esa sesión abierta a compartir en la Asociación Solar, de algún modo siento los ecos de cada una de las personas que se han interesado, han pasado, han mostrado sus deseos, han intentado realizarlos conmigo y han dejado materiales, pero también senaciones tangibles e intangibles en el cuerpo y en el aire, y es como si un eco resonara todo el tiempo. Gente a la que desde aquí quiero dar una infinita muestra de agradecimiento y que me ha influido tanto acudiendo a la sala como tropezándose conmigo en este mes imposible de imaginar.
El Conde de Torrefiel visita el LEAL.LAV con un taller de dramaturgia.
Gente de la que me despido igual que de todo quien pueda haber llegado hasta aquí leyendo (yo he conseguido vivir cada minuto de esto y sí, es intenso), y me despido diciendo que desde hace dos días, más confluencias, más solapamientos. El Conde de Torrefiel está aquí con nosotros, realizando un más que suculento taller de dramaturgia en el LEAL.LAV algo que como lo de Cris esperábamos con gran ilusión y que no nos está defraudando. Al igual que los cuerpos que pasan por el estudio donde trabajo, cada compañía, cada persona, cada línea que forma parte de esa red pasa por nosotros y nosotros por ellos para liarse y liarnos, para hacer un nuevo nudo y estirar a otros lados. Y así nos interconectamos y lo hacemos más fuertemente. Y para acabar como empecé, sí, todo esto, incluso no tener tiempo casi de vivirlo y menos de escribirlo, todo es un gran motivo para sentirse afortunados.
Si estas palabras que disparo como metralla entre tanto que hacer sirven para rebotar en la red, llegar donde sea y que otras nos lleguen, bienvenidas sean. Haré entonces lo posible por abrirles la jaula más a menudo. Saludos!
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Las fotos del LEAL.LAV son cortesía de Javier Pino.
La del Keroxen, de David Perreko.
Las de Bailarina se las he robado a Javi y las demás a internet.
Si es necesario añadir créditos por algo de esto estaré encantado. Mientras, dar las gracias.