‘Mix en scene’ Amaranta Velarde + Alba Corral + VIDEOMATÓN_3

La danza del futuro existe en muchos tiempos distintos. No es una cosa reciente, ni siquiera novedosa. Lleva pasando desde hace mucho. La danza del futuro sabe que las obras no se limitan al momento de su presentación, sino que se dispersan y extienden, transformándose hasta límites de los que no siempre podemos ser conscientes.

Jaime Conde-Salazar.

AAAAEAE & LBCRRL [ MRNTVLRD & AAOA ] Con todxs ustedes: ‘Mix en scene’.

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Amaranta y Alba / Alba y Amaranta.

Escribir es un reto. Y como actividad cotidiana, un ejemplo bien claro de mix. Las palabras que usamos existen previamente. Con ellas componemos frases que ya han sido escritas para referirnos a cosas ya dichas. En un texto, como en lo vivo (pues un texto ha de estarlo) todo se copia a sí mismo como un organismo que clona sus propias células para convertirse en otra cosa que le sirva para ser lo que era. Pero el colmo puede ser hacer crónica de algo que además de visto ya ha sido comentado anteriormente. Además, que para trasmitirlo en primera persona nada mejor que las voces de sus artífices. Qué suerte haber estado presente en eso. Aunque grabada, es bueno compartir esa conversación en una nueva entrega del VIDEOMATÓN que con pocos medios y mucha ilusión seguimos realizando para Lagenda de Tenerife.

Queda bien claro. A veces advierto aquí la dificultad de hablar del curro de otro. Hoy me pasa lo mismo y hay tanto por decir. Sin embargo ocurre algo extraño. Antes de que estos dos seres maravillosos llegaran a la isla tenía un entendimiento de lo que iban a hacer (y por tanto, de lo que en gran medida son). Un entendimiento como escencial, o digamos conceptual del entramado que soporta todo esto, muy concentrado en su título/juego de palabras. Comprendo bien a qué se refiere la idea clásica de mise-en-scène y por tanto el juego que Amaranta plantea. Así me sorprendí a mí mismo trasmitiéndolo al compartir materiales con Patricia Lorenzo y Franma Casanova, alumnos de Bellas Artes que realizan su practicum en el LAV y con los que se ha puesto en marcha el programa ESTO VA A ESTAR BONITO, que incluye la realización de una conferencia performativa con la que introducir al público ideas y contextos de cada pieza que se va a ver. A quienes interese, un pequeño vídeo al final de la entrada como muestra de por dónde empieza a moverse esto que indagamos.IMG_5445

Amaranta no sabe que es familia de un ángel. Alba que es pariente del fuego. Ambas se explican tan bien que solo puedo repetirlas. Y solo me queda decir que el primer mix de esta pieza es el de sus dos universos, dos creatividades tan complejas como claras cada una, en sí misma y combinada con la otra para dar forma a un fuego fatuo que hacer brillar efímeramente ante nuestras pupilas incrédulas.IMG_5414Por una cuestión de rigor que me ayuda diré también que la pieza no se inspira o toma la forma del trabajo del dj o de una rave. Que sí, pero es que me siento más a gusto si en vez de llamar a esto pieza lo llamo sesión en sí. Porque vista así el cambio de relación que desde el públcio establecemos con ella es significativo. Por ejemplo, si digo que ante la gran cantidad de momentos impresionantes, inesperados o estéticamente impecables que estas dos chicas regalan en escena me quedo clavado en la butaca estaría recurriendo a otra frase hecha que poco tiene que ver con la realidad. Las butacas fueron un límite aceptado sobre el que muchas personas nos pusimos a bailar. La sesión musical que Amaranta se hace en directo no es para menos.IMG_5495

Ese es el cometido de un dj en la audiencia de una fiesta. Aquí, debían producirse muchas otras cosas, que la sesión musical sirve también a la generación de los ambientes sobre los que se transita, abriendo espacios que las visuales aprovechan para evolucionar, abandonando su forma anterior y encontrando una nueva. Pero aún al servicio de la presentación y contando con fragmentos de Stravinsky o Debussy (lo cual no suele ser lo más popular en la discoteca) ese no poder parar de bailar desde la silla se mantiene toda la sesión. Y tanto disfrute hace que ‘Mix en scene’ resulte cortita, muy cortita. No queríamos que la luz se apagara, que ese fade out fuera de verdad. Y al rompernos las manos a aplaudir nos encontramos con unas ganas un tanto absurdas de pedir «otra», como al final de un concierto que has disfrutado tanto.

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Igual que algunas grandes obras la Historia (con hache mayúscula) de la música aparecen y son arrastradas hasta un techno made in Amaranta, las visuales de Alba juegan entre un bailar en libertad y disfrazarse de referentes pictóricos. Cada persona luego toma lo que quiere para bailar. Yo vi muy escondidos algún Malevich, salpicaduras de un Pollock, ese tipo de cosas, aunque me llamó la antención no percibir explícitamente un hit de Kandinsky. Se me escapa porque los referentes que Alba maneja con la videocreación, desde sus inicios a nuestros días, son demasiado amplios y desconocidos para mí. Pero igualmente todos ellos se movieron según la coreografía de sus dedos nerviosos recorriendo la mesa y la tableta gráfica. Otro cuerpo bailando, pese a estar fuera del espacio escénico, pero bailando, fuera, pero dentro, no solo disparado por la luz del proyector, sino por esa cosas que usamos bailarines y actores para proyectarnos y estar sin estar, algo que tenemos todas las personas y que tal vez debería hacer pensar a Amaranta y Alba si la sesión debe contar con una pequeña parte para que el cuerpo de quien está a los mandos técnicos pase a moverse sobre el linóleo.
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Pues del mismo modo que hemos hablado de cómo se mezclan los referentes sonoros, los visuales y cómo interactúan entre sí esas dos mezclas, el mismo principio afecta al cuerpo de Amaranta. Si vamos por partes, la sesión está plagada de referencias a obras históricas de la danza que la performer toma libremente y modifica y mezcla entre sí como hace con dos pistas de audio. Pero si esto ya da al cuerpo una presencia particular, afectado de estos dos préstamos, lo es más cuando tenemos en cuenta que la misma música que nos hace bailar y las visuales que nos deslumbran afectan igualmente y en el mismo tiempo sus acciones y movimientos, más o menos coreografiadas pero en ningún momento gratuitas.IMG_5603

ANEXOS : 1) ‘Mix en scene’ es un piezón que hizo las delicias del público cada vez más fiel que tuvo la suerte de acercase este día al LEAL.LAV, impresionando a propios (del mundo de la danza, la música electrónica o no, las artes en vivo, las plásticas) y ajenos. Ajenos a todo ello. Muchas personas antes no habituales al teatro empiezan a habituarse a venir al encontrar propuestas como éstas, y gracias a las que repiten y descubren cosas que disfrutan y de otro modo se habrían perdido. Sí. Esto de venir al teatro estaba guay, ¿en qué momento se nos olvidó o nos hicieron olvidarlo?
2) Antes de su llegada a Tenerife, Alba había sido contactada por dos festivales de la isla en torno a la experimentación visual y sonora y sus nuevas formas, el NumaCircuit y el festival Keroxen. Siempre es un placer unir lazos en la isla y hacer que un trabajo tan bueno pueda verse en otros contextos, así como tener de nuevo entre nosotros a la artista y que su paso no sea fugaz, sino deje un poso.
3) Alba y Amaranta dieron un taller de dos días en en LAV del que no se puede decir más que fue una revelación. Una experiencia de una entrega extraordinaria, como pocas veces había visto, donde unas doce personas pudimos disfrutar del trabajo directo con las herramientas de la pieza. Muchísimo aprendizaje compartido, copiado y reversionado, todo un mix en scene, en el sentido más enriquecedor que se me ocurre: realmente bailar guiado por las indicaciones y música de Amaranta y las proyecciones de Alba fue habitar la pieza, un regalo que consistió en poder entrar en una habitación llena de juguetes (sus herramientas) y utilizarlos con total libertad respetando y aprendiendo su función. Una cosa que pasa poco y que para ellas también fue una primera experiencia de taller compartido, lo que las hizo irse de la isla con la maleta más llena de lo que la trajeron (y creo que los corazones también). Así mismo nos dejaron a nosotros, y es que para que la cosa funcione ha de ser recíproca. Eso enseñan estas dos criaturas también, sin saberlo, en todo lo que hacen, y por eso es tan fácil que la pieza y el taller se extiendan, y que nos den ganas de tomar cervezas y hablar e inventar tonterías bailando más allá del teatro.
4) Como dije, para quien pueda interesar, un fragmento de lo que empieza a ser ESTO VA A ESTAR BONITO, pues esta pieza es la primera que cuenta con un previo en forma de conferencia performativa creativa en la que los alumnos, tras entrar en contacto con materiales del artista, inventan un juego con el que conectar al los asistentes con lo que están a punto de ver y con las demás personas. Larga vida a toda esta vidilla y gracias, gracias, gracias. Porque esta experiencia (la pieza y todo lo demás) es de esas por las que uno dice felicidades y siente que se queda corto. No. Gracias otra vez. Hay gente muy especial que al llegar, sin buscarlo, se hace un huequito en este volcán a la deriva. Y ese hueco persiste.


ESTO VA A ESTAR BONITO/MIX-EN-SCENE from //soluciones dramáticas// on Vimeo.IMG_3595

*** Las magníficas imágenes de la pieza son cortesía de Javier Pino, que casi pierde la cabeza con un vinilo asesino de Amaranta.
*** Sirva este vídeo final como un pequeño homenaje utilizando los principios de apropiacionismo y reversión y añadiéndoles algo de tropicalismo para decir… ¡hasta pronto, amigas!

Beautifull boys de Javier Alemán / VIDEOMATÓN_1

5.2

Me gustas. Me gustas. Me gustas, me gustas, me gustas. Lo diré mil veces sin saber si lo habrás comprendido. Rodeados de opiniones, le gustas a tanta gente que mi declaración parece diluirse en un mar de likes. Lágrimas en la lluvia, esas cosas. Se que mi frustración es rotunda no solo porque te vas, sino porque entiendes que me gustas cuantitativamente, un like más, y no el milagro, lo que tiene de único haber encontrado eso. El amor tiene partes difíciles.

Beautifull boys

Javier Alemán es un gran conversador. Se nota en el VIDEOMATÓN de siempre, esta vez con un café tras el reciente estreno en el LEAL.LAV de ‘Beautiful boys’. Ahí Javi comparte mucho alrededor de un solo gestado tras un largo periodo dedicado a ‘otras cosas’ que tal vez sean la misma. Tanto por decir y la forma de hacerlo indican lo mucho que le dedica a escuchar. El vídeo le resta a la escritura la utilidad de hacer crónica para quienes no estivueron, de aludir a sensaciones e ideas para quienes disfrutaron la pieza. Una liberación oportuna que permite que nos adentremos por derroteros inesperados. Puertas invisibles en ‘Beautifull boys’ abiertas tiempo después. Así funcionan algunos placeres desconocidos en una obra, sí, que golpeó el viernes, pero que vino a hacerme daño luego.

 ‘Beautifull boys’.

Llego temprano a la sala. Parece mayor, distribuida con elegancia y sobriedad. Javi se mueve sobre el linóleo. Le sonrío sin ganas de hablarle. No hay solemnidad. Sí un ambiente intenso de trabajo. Elijo no interferir. El intérprete excitado, mueve el cuerpo para mantenerse conectado a lo esencial. El creador y director, exigente, operativo y claro, procura fluir y evitar cualquier presión. Lo último que sugiere su cuerpo al retirarse es que tiene un pie en cada uno de esos dos sitios. Y lo primero, al exponerse cuando el público ya llena la sala. Ahora sería bonito hacer sonar esta música:

El cuerpo tendido. Sobre un silencio denso un pie se mueve lento, como si despertara desde ahí, y encontrara espacios que recorrer, arrastrando al resto del cuerpo con él, que a su vez va encontrando huecos que llenar. Vale, de esto va la cosa. Paciencia pues. El procedimiento se alarga. Tiempo dilatado para apreciar que una polilla escénica se cuela en el espacio, arriba, muy arriba, vuela de un lado a otro deslumbrada por los focos. Pocas personas la ven. Javi lo hace. Alarga un brazo hacia ella. Los dos. Hasta que se va. Una mariposilla que entra en la coreografía. Hasta que continúa el movimiento por otro lado. Y sucecede: suena música en mi cabeza. La línea de bajo de esta canción de Radiohead. (‘Desnudo’, se titularía en castellano, espero que por casualidad). Pero no puedo recrearme en eso. Javi ha elegido una música más adecuada, menos narrativa. Mi sorpresa es la similitud de una misma sensualidad en el sonido de ambas pistas, incluso la similitud en el tono del arpegio. ¿Qué hace que el movimiento del cuerpo del intérprete lleve a un espectador a imaginar sonidos tan cercanos a los que elige el creador? Ni idea. Pero sí se que sería bonito hacerla sonar cuando la canción anterior acabe:

El movimiento de Javi ya nos ha arrastrado con él, igual que antes todo el cuerpo siguiera lo que comenzó en un pie. Este punteo de guitarra con truco nos atraviesa: estamos completamente atrapados y Javi ‘simplemente’ está bailándonos su música, apoyándose en ella como si fuera sólida. Tanto que parece que nos muestra un dúo. Ok. Dejemos aquel inicio, yo también creí que la pieza iba a ser más… O sea, menos…

Beautifull boys

 Olvidemos el principio. Olvidémoslo todo, incluidos nuestros principios. Esto es fácil de comentar, queda clarito en la conversación: si el actor interpreta lo que sea, su cuerpo se implicará al 100% hasta llevarle a momentos de silencio verbal. Pero la palabra sigue todo el tiempo en el cuerpo, aunque a veces no suene. Es movimiento y se traduce con placer. Javier cierra los ojos para que le veamos, y me digo que ahí hay mucho de intimidad. La misma (¿por qué no?) con la que bailamos a solas al ponernos música en casa y nadie, juzga, ni nosotros mismos. Es en ese moverse con la música donde Javier de nuevo interpreta. Se mueve blando, casi lánguido y ahora su cara refleja esa relajación para que cuando el rostro y la dinámica corporal entren en contradicción se abra un espacio donde imaginar o sentir que un buen o mal recuerdo acaban de aparecer.

Beautifull boys

 Antes dije que el punteo de guitarra que era tramposo. Si lo escuchas, lo notarás. Como me decía el propio Javier, ‘se va y viene’. Yo me fui mucho con la música. Y algo de su caracter vertebra ‘Beautifull boys’, un trabajo que es lo que es… y todo lo demás. La guitarra inevitable en primer plano desaparece y reaparece inesperada, pasa de un lado a otro. Esa música, esa forma musical se mantiene en toda la pieza. Con ella Javi atraviesa una escena que mezcla un karaoke con una pista de baile, otra casi de teatrillo en la que interpreta a una pareja sobre la que podemos proyectar las alegrías y miserias de las relaciones, como sucede con la violencia en los tradicionales títeres de cachiporra.
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Un carrusel de géneros que los presenta sin mezclarlos. Porque algo de género tiene también este trabajo escurridizo, de contenidos ocultos en su apariencia de sencillez inofensiva. Si se quiere leer, aparece algo queer, presente como una capa más, no como cimiento, pues si efectivamente eso está ahí es porque el cimiento versa sobre la identidad, del mismo modo que casi sin aludirla explícitamente hay cierta mirada a la adolescencia, vista como esa reserva para algunas verdades, aquel lugar en el tiempo donde el ansia de amor nos llevó a ser tan apasionados.

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Mi herida tras ‘Beautifull boys’ se llama ‘Love’, una película de Gaspar Noé.

Javier me preguntó por el trabajo con una cerveza tras el estreno. Mi imprecisión fue incómoda para los dos. ¡Con lo fácil que hubiera sido felicitarle y ya! Pero estaba algo afectado. Salvé la situación hablando de lo concreto y entonces me di cuenta. Me había gustado. Pero me llevé algo más a casa agarrado por dentro. Y pensé: ‘Esto mañana me va a doler. Y a ti también, amigo’. Efectivamente. El fin de semana podría haber puesto cualquier otra peli pendiente. ¿Por qué elegí ésta?

‘Love’, último rodaje del más que interesante Gaspar Noé, no es un peliculón y aún así recomiendo verla. Tampoco es fácil. Es larga y encima el ritmo cojea a la mitad, rozando el tedio. Sin embargo, paciencia. No arranca para nada así y llega a enganchar (hasta que coquetea con ciertas puerilidades, efectismos o pasajes un tanto incongruentes). Pero por otro lado, está muy bien cuidada a la hora de moverse por el tiempo narrativo, de presentar a unos personajes poliédricos y contradictorios, incómodamente realistas, con los que es inevitable tanto identificarse como arrepentirse de haberlo hecho. Todo con una luz y una fotografía bastante suculenta. Aunque solo con luz y encuadres no se llega a ningún lugar.

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 Gaspar Noé se ha atrevido y dedicado a contar una historia de relaciones y las relaciones de una historia adentrándose en lo que normalmente el espectador debe sobreentender detrás el fundido en negro de un beso. Ha habido quien polemiza con este tema. ¿Es necesario mostrar esto? Bueno, me pregunto qué es necesario. Y no me interesa el tema. Porque aquí está ‘Love’, incomprensible sin toda la pasión de su delicadeza. Y también con la ceguera destructiva a la que esa pasión hace derivar. Aquí está para hacernos ver todo lo que comprendemos a través del cuerpo, y como sin la esponja para el conocimiento que el propio cuerpo es quedarían tantas cosas incomprendidas. Por eso es un misterio íntimo lo que conocemos con nuestro cuerpo en relación con otro.

Beautifull boys

 Javi, como los niños a los que nos refiere, tiene un cuerpo bonito. Nada más (y nada menos) que con él se presenta y representa también cosas que están más allá de su cuerpo, en nuestro cruce de miradas cuando nos sirve de pantalla. Sobre la del cine, Gaspar Noé en su epopeya de relaciones ha cometido un error, o bien algo se le va de las manos. Justo lo que Javier Alemán maneja muy bien en todo momento. Lo voy a llamar contención. No se me ocurre otra palabra. Eso que en ‘Beautiful boys’ hace que lo pequeño reluzca, lo que deja abierta la posibilidad de que el trabajo pueda crecer y crecer en adelante, haciendo que una pieza que apela a lo pequeño sea de alguna manera enorme.
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Sí, vale. Todo esto de incluir la película es un tanto forzado. Pero, ¿qué voy a hacer? Son las cosas que me pasan. No puedo evitarlas. Ocurren. O voy tras ellas, o me persiguen. Porque, ¿cómo podría obviar que en una de las escenas centrales de ‘Love’ suene precísamente el largo solo de guitarra que Javi eligiera como pareja de baile en ‘Beautifull boys’? Y es que la sensualidad, a pesar de todo, está en algún lugar, esperando a que le añadamos la nuestra para realizarse. Así que no nos quedemos en casa. Solos. No nos quedemos en casa solos. Olvidemos de una vez el miedo. Dejemos de ser tanto lo que creemos. Abramos de verdad la puerta a placeres desconocidos

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* Las imágenes del estreno de ‘Beautifull boys’ se las debemos como de costumbre al buen hacer de Javier Pino. Gracias.
* Los fotogramas de ‘Love’, son pantallazos de la peli. Gaspar, no te enfades. En el fondo ha sido para hablar bien de lo que has hecho.

 

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El ejercicio del amor: Carlota Mantecón + Jesús Rubio

Jugar a imaginar tal aglomeración de esculturas que ya solo pudiéramos percibir el cuerpo.

Así, con un título más largo que un día sin pan iba a empezar esta entrada. Luego he cambiado de parecer por esto de la utilidad. Un título es de esos lugares donde un recorte puede venir bien cuando no se ajusta, cuando no es justo. De resto, a las piezas que conforman eso que con la boca llena llamamos la Cultura habría que dejarlas intactas. Deshacernos en su lugar de los dueños de las tijeras, que normalmente no las comprenden o ni se interesan en ello, por tanto, no se ajustan. Pero como las palabras siguen siendo gratis y nunca viene solas, no solo mantendré la frase larga, sino que haré un despilfarro y añadiré la imagen que la acompaña. Una no es anterior a la otra. Ah, por cierto, esta parte sirve para hacer libre asociación. Yo lo he hecho y me lo he pasado bien:

Ahora me tiraré el rollo de que este es uno de los cuatro análisis de la belleza que realizara nuestro amigo William Hogarth en pleno siglo XVIII. Abigarrados y misteriosos, con toda la mala leche o el sarcasmo, si se prefiere, en sus grabados esa parte ácida es muy importante, como si gracias a ella se elevara el discurso presentado entre líneas de la mera exposición a un lugar de fresca lucidez donde el que mira puede acceder al código que se le presenta también desde una leyenda icónica, y usándola interpretar la imagen con libertad.

Porque el marco que precede la imagen es un damero sistemáticamente dividido, con una variante graduada, entre otras cosas, de la curva serpentina, junto a dibujos de objetos donde ésta está presente: un corsé o el propio rostro humano. Según la S de la línea se pronuncia menos o más los dibujos que la contienen pasan de lo anodino de un simple monigote al paroxismo de lo grotesco, como ocurre en las versiones extremas de los corsés, incomodísimas: una extremamente plana, la otra demasiado curva. El marco abre una perfecta perspectiva canónica donde personajes ilustrados (en los dos sentidos) estudian esculturas clásicas. Libros gordos abiertos con apuntes. Torsos de mármol colocados de espaldas frente a un señor muy moderno y estirado que se relaciona desde su dimensión humana con la escala de un cuerpo griego de piedra y su curva praxiteliana. Y Venus desnuda eternamente entre tanto desorden masculino y académico. Muy al fondo, el grupo del Laocoonte dentro de una pirámide de tablas, usada para sacar sus medidas, que es que estamos inventando los manuales y resulta tan necesario copiar a los clásicos.

Por mi parte, me he puesto a escribir y he empezado por lo fácil: mis asociaciones con lo inesperado. Pero, ¿qué le voy a hacer? Es muy complicado escribir sobre una obra a la que me cuesta llamar obra. Lo que Carlota y Jesús tienen entre manos, entre cuerpos, es una pequeña joya, valiosa, delicada y frágil que produce la curiosidad, la inquietud y también la incomodidad de ciertas miniaturas. Y aunque se supone que conocía un poco lo que iba a ver (tuve la suerte de olisquear algún ensayo), casi diría que me engañaron. Porque no es para nada lo mismo jugar a imaginar cientos de esculturas que verlas. Eso junto al cómo en la ejecución de esa aglomeración son factores clave que convirtieron este estreno en algo capaz de cambiarme considerablemente.

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Foto de Irene Zireja.

En escena: linóleo blanco, luz general y silencio total. El cuerpo de Jesús que entra y mira, y nos mira como si fuera la primera vez que lo hace para empezar a moverse, despacio, de manera fragmentada, tal vez solo una articulación por movimiento. Y hacernos ver así que el ‘como si’ es nuestro y solo nuestro. Carlota llega. Se le acerca. Hace lo propio. Intentan acoplarse. Se desencuentran. Comienzan de nuevo. Cuando se han acoplado, cuando es ese cuerpo doble el que mueve casi una articulación por turno, como naciendo de sí mismo, de su propio encuentro, observamos ‘desde fuera’, como usando mirada ‘más global’. Vemos que los dos van vestidos en distintos tonos de gris. Que efectivamente, la propuesta es esa. Y ya está. Y que en lo que le hemos dado permiso a esa mirada externa hemos perdido la finura de la otra: la criatura doble Jesús-Carlota ha evolucionado. Ahora el movimiento tiene múltiples motores en su lentitud, pero la clave ha pasado a los apoyos de uno sobre otro y realmente no sabemos cómo han llegado a enroscarse de esa manera. Porque en lo que estamos viendo no hay una exhibición de formas. Digamos que es toda la pieza la que tiene una forma indivisible, y que cada una de las imágenes que encontramos es el accidente de haber mirado este momento del paisaje: Para nosotros, justo eso ahora. Para los cuerpos que vemos, la consecuencia de una decisión conjunta.

¿Hasta qué punto en esto que veo hay coreografía?, me recuerdo preguntando en uno de los ensayos, con ganas de saber pero también haciendo preguntitas incómodas para que ponerse a responderlas ayude a lo que se estaba gestando. ‘No hay coreografía / No siempre / A veces sí / Tenemos algunas pautas que…’ recuerdo escuchar. Por ahí nace otro cogollo de este trabajo. ‘El ejercicio del amor’ es una maquinaria que organiza pautas de movimiento conjuntas de una manera muy cuidada y precisa para que en ella quepa la apertura y la dispersión. Pautas que los creadores conocen pero que sus cuerpos, sorprendidos o desconcertados, encuentran siempre por primera vez, pautas que el que observa no siempre identifica, a las que han de plegarse y que generan la necesidad de una escucha constante, intensa e imprescindible, incluso cuando ésta se ha roto, o no incluso, sino sobre todo. Cuando llega el error. Cuando estoy caminando sobre tu espalda porque me ofreciste confianza y ahora no se cómo hacer para salir de aquí y encontrar lo mejor para los dos, así que voy a rodar hacia atrás y dejar que me pases por encima.

Creo que la propuesta de Jesús y Carlota es arriesgada. Mucho. Digo creo porque para mí es preciosa. Pero comprendo que en el conjunto de el público sea más o menos difícil entrar. Cuestión de gustos, de expectativas… Hay quien se remueve en su butaca contribuyendo a la banda sonora. No. No nos van a explicar nada. Las cosas no significan explícitamente. Ahora Carlota vuela sobre las piernas de Jesús. Pero es mentira. ¿Por qué he visto eso así y no que ahora Jesús soporta el peso de Carlota? Sea lo que sea, es ambos. Más mi intervención, con o sin palabras. Pero decía que todo es arriesgado. Desde el comienzo todo se presenta sobre un silencio denso, sin concesiones. Un silencio ensordecedor, a lo John Cage, pues no deja otra alternativa que escuchar. Pero ¿cómo podría haber escuchado la música en directo de esta pieza si me hubieran pinchado un tema? El pliegue de la ropa. La piel contra el suelo. Un chasquido de la madera. La respiración acelerada que recuperan en la renuncia o tras la consecución explosiva de una propuesta. Alguien tose. Los móviles que vibran. Todo. Estamos vivos y no hay otro lugar donde mirar que el espejo que Jesús y Carlota sostienen entre el placer y la dificultad, con la libertad del compromiso. Y de nuevo es arriesgado el número 2. Ante el 2 formado por un hombre y una mujer proyectamos la idea de pareja. Proyectamos Disney. Hollywood. Romanticismo barato y peligroso hasta la náusea. Tarde o temprano hay un click. Entonces vemos más allá o más acá. Dos cuerpos ejercitan el amor con toda su dificultad. Y nos conmueven en lo mínimo aunque nos cueste dejarnos, tras haber visto tanto porno. Cada movimiento es evidente, ocurre ante nuestras narices. Sin embargo, todo está velado. Y quiero recorrerles con la mirada, conocer algo del secreto de cómo hacer para estar juntos, ese sitio donde tanto me he equivocado, disfrutado y aprendido.

A todas estas, para despedirme, pienso que no he hablado de emoción igual que no he hablado de narratividad. Tal vez alojo mi parte de miedo a que el amor de verdad me toque (como si uno fuera un agente externo, como si cupiera la abstención). Miedo a que mi cuerpo sea también frágil y a la vez apoyo para otro cuerpo. ¿Y si por eso miro tanto lo que miro, lo sobrio, y no ese otro campo de emoción y narratividad que no dejará de existir porque no lo comente? Bien. Como ya dije lo que la propuesta tiene de maquinaria orgánica de pautas y forma conjunta, puedo escaquearme por la puerta de atrás sin que se note. Pero no lo haré.

Epílogo.

Afortunados

Se que cualquier lugar puede ser isla. Y que el primer lugar es el cuerpo. He aprendido cómo funciona la máquina del miedo. Y cómo no estar aislado. Y aunque quieran que lo estemos o lo creamos, cómo no ser solo isla, sino archipiélago. Que archipiélago significa red, y las redes eliminan los miedos. Y sin miedo, amanece sobre lo común. Y que esa luz descubre palabras que apelan a la comunidad desde el primer lugar, desde el cuerpo. Hay jaulas que pueden ser más o menos fuertes, pero ninguna hace al pájaro olvidar el vuelo.

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canario en su hábitat

Me dice Rubén Ramos en su visita relámpago a Tenerife acompañando a Cris Blanco: «Escribe más, tío, no lo dejes. Lo haces bien y es necesario». Como el «bien» es relativo y subjetivo, me dejo halagar, pero lo dejo pasar. Ahora, el «necesario» se me clava. Lo hace en el sentido que Rubén percibe clara una red que ha de ser alimentada por todos sus lados para seguir siéndolo. Y me siento comprometido con ello. «También prometiste una retrospectiva de cosas que ya han pasado por el Teatro Leal y la seguimos esperando», me dice. Y tiene razón. Y yo tan poco tiempo. Pero usa un plural que me dice que debo hacerlo. Y aquí estoy para declararme afortunado. Como llaman a las islas estas donde hago todo lo que puedo, de las que necesito escapar para poder volver.

Esta lista que se avecina en este post son la mayoría de cosas que me hacen sentir que no tengo tiempo, que no puedo pararme a escribir y a la vez lo que me obliga a no poder afirmarme sino como afortunado.

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Claudia Faci

Octubre lleva todo el año deseando llegar. Importante. Empiezo una residencia artística titulada «Colectivo Translúcido», seleccionada el año por la ASOCIACIÓN SOLAR para ser realizada ahora. Solar es un grupo de personas con cabecitas muy bien amuebladas, fresco, despierto, independiente y tan maravilloso como los proyectos que sacan adelante. No confundir con el Festival Sitio, del que ya hemos hablado por aquí, aunque sí, claro, muchas de las personas que estamos en una cosa estamos en muchas otras. Como yo mismo, que a pesar de querer dedicar tanto tiempo a mi trabajo en residencia no dudo un segundo en realizar un curso con nuestra amada Claudia Faci. Gracias a las energías puestas por Javi Cuevas y el LEAL.LAV y la confluencia con el TEATRO VICTORIA empiezo por todo lo alto un mes que no olvidaré aunque quisiera.

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Adriático Adentro con Carmelo Fernández.

Pero en otro momento hablaré de mi trabajo. De la importancia de acabar las mañanas afectado por la mirada sabia de Claudia sobre mí y los compañeros que nos reunimos, de continuar con esas energías la tarde con mi residencia, recibiendo personas de manera individual en una sala para entregarme por completo a la consecución de sus deseos, deseos con forma escénica pero del todo privados e íntimos, pues ese ha sido uno de los dispositivos de mi residencia artística.

No, ahora eso no. Ahora seguiremos hablando de confluencias. Y es que sin tiempo para asimilar el huracán que supuso el curso de Claudia, llegaron otros dos a Tenerife, Carmelo Fernández nos trajo al LEAL.LAV un novísimo trabajo en mini-residencia. Sin embargo la muestra de «Adriático Adentro», tras diez días en la sala de cámara, tuvo que ser aplazada por el amago de uno de los huracanes de los que hablo. El otro probablemente estaba dentro del propio Carmelo, detrás de sus ojos.

Digo novísimo sobre el trabajo de Carmelo con toda la doble intención del mundo. Lo digo porque no puedo hablar de su trabajo con gran conocimiento de causa. Porque se que llevaba cierto tiempo sin presentar un trabajo nuevo. Y que «volver», signifique lo que signifique, siempre es un empezar de cero, casi una nueva primera vez. Muy interesado por una mística del movimiento en la línea de Gurdjeff, el propio Carmelo nos cuenta cómo en lo que nos presenta hay todo un trabajo fino y honesto de observación hacia su propia interioridad y la de su movimiento. Y tal vez esa sea la mirada que constantemente es nueva, ese poner la conciencia en el interior para descubrir y tensionar sin las interferencias de la voluntad una sintonía entre el cuerpo que baila y el cuerpo-público de quienes miramos. Un vibrar juntos. Y ahí es donde algunos de nosotros sentimos toda la armonía de este animal escénico que es carmelo, y como en ella conviven huracanes agitados al borde de desbocarse, sin hacerlo.

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Sonia Gómez en Bailarina.

Ya que dijimos confluir, confluyamos. Conocí a Cris Blanco y A Rubén Ramos el día antes de ver esa muestra de Carmelo, en el Auditorio de Tenerife. Bueno, Rubén me conocía a mí y se me presentó mientras yo estaba aún en las nubes, muy, muy arriba. Él me había visto actuar antes con «Acciones para bordear la nada», que la última pieza que he hecho, estrenada en el Antic Teatre en Julio dentro del Experimental Room Festival del que ya hablara por aquí. Los tres salimos del artilugio que Calatrava le regaló a la ciudad tras haber visto a Sonia Gómez y Javier Cuevas realizando «Bailarina Lírica», una pieza que muchos conocerán y en distintas versiones, una pieza de trasmisiones, realizada por Sonia con 8 pautas de movimiento, pautas que pasa a otros artistas para que con la misma receta cocinen otros platos.

Muchas eran mis expectativas, lo confieso. Antes de viajar a Barcelona por el estreno que ya dije, Javi me había contado y mostrado incluso preguntado cosas acerca de su versión. Para mí todo era al revés. No había visto el trabajo de Sonia y sabía por dónde empezaba a caminar el concierto en movimiento de Javi, pues eso es en lo que se fue convirtiendo su versión. Por eso al hablar con Cris y Rubén mi pelota estaba aún en la estratosfera, pues si la pieza de Sonia me hizo de algún modo bailar con ella (y para mí tuvo un sentido musical de por sí poderosísimo, además de ofrecerme imágenes a partir de las que construir libremente y llegar muy lejos), aquello no fue una pieza, sino dos. Un díptico simétrico en el que un cuerpo sale de escena con lo suyo hecho para que el otro entre a comenzar lo suyo. Y uno ve algo bonito y vuela.

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Javier Cuevas en Bailarina (lírica).

Aparte de un trabajo fino y cuidado, apareció ante mí la palabra coherencia, que me doy cuenta que a estas alturas no es sinónima, pero es familia cercana, al menos en mi mundo de significado, tanto de dramaturgia como de poesía. Sonia y Javi pueden estar contentísimos de haber confiado el uno en el otro para depositar y amparar un trabajo que una vez soltado a la brisa no pertenece a ninguno pero es de los dos, que pueden manipular para mejorarlo, pero que les contiene.

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Éste que escribe canbiando el boli por la guitarra en el festival Keroxen.

Claro, yo tuve que concentrarme en el fin de semana y ver el pase del sábado obligatoriamente. Y es que cuando en este volcán pasan cosas, pasan de verdad. Sin olvidar mi proceso de residencia en SOLAR, el viernes anterior, a 500 metros de donde Sonia y Javi estrenaban me tocaba a mi estrenarme por primera vez en el Festival KEROXEN. Muchos lo conocerán de oídas porque a lo largo de bastantes ediciones y contra viento y marea se ha sabido mantener con un cartel exquisito y propuestas arriesgadas, amparando desde la electrónica a la cumbia, del post-punk a la psicodelia. En mi caso, no fui solo. Se trata de uno de mis proyectos paralelos, Hernández&Fernández, un dúo que nació con la idea lúdica de destruir el concepto de recital poético generando ambientes sonoros para presentar textos en directo y que poco a poco hemos ido consolidando, trabajando con el cuerpo, el vídeo y el ruidismo. Sin embargo, la palabra sigue siendo un pilar fundamental en nuestras propuestas. Tal vez el Keroxen, que se realiza, sí, dentro de un antiguo tanque industrial de gasolina reconvertido en espacio cultural, es uno de esos lugares donde una propuesta de perfopoesía puede convivir con toda naturalidad con un cartel meramente musical y eso no solo lo honra, sino que es otro de tantos motivos para cuidarlo.

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Plano general de Cris Blanco en su coche invisible junto a plano detalle de Christ White perseguida por T-Rex.

Por eso estaba tan agotado cuando conocí a Cris y Rubén. Y a la semana siguiente no quise dejar de acompañarles a rato en el berenjenal de montar «El Agitador Vórtex», compañía de la que resultó un vídeo promocional un tanto desastroso y divertidísimo que tenemos por costumbre hacer a todo el que pasa por la sala.

De «El Agitador» Comentaré poco porque creo que quien lea estas líneas probablemente lo conozca bastante bien. Sobre todo en Barcelona, de donde Cris venía de hacerlo dos semanas en la sala Hiroshima con un resultado bastante bueno. ¿Será hora, señoras y señores, de volver a desempolvar aquel concepto de «hacer temporada» que tan bueno es para algunas cosas? Sobre todo porque estando en temporada se actúa. Y necesitamos actuar, en todos los sentidos.

Aquí algunos esperábamos la obra de Cris como se espera a un amigo que viene de lejos. Y eso que hemos visto dispositivos similares, pues en distintas visitas hemos visto el trabajo de Macarena Recuerda e incluso hemos realizado talleres con ella. Pero en este caso, el modo de realizar su película en directo, el uso de la planificación del lenguaje cinematográfico y la parodia total y absurda a través de los tópicos hollywoodienses mezclados a las joyas de su imaginación nos hicieron pasar un rato de lo más agradable. «El Agitador», es también una obra de difícil de manejar, como pasa con todas las miniaturas, y que no funcionaría tan bien si Cris no tuviera esa soltura en escena para integrar cualquier mínimo error. No obstante, sentí que algunos vacíos en los que la cámara tenía que desplazarse de un lugar a otro no le hacían del todo bien al conjunto. Una lástima que en esos recorridos no entrara más esa magnífica voz en off, casi improvisada de Cris, capaz de decir cosas como «mientras tanto, al otro lado de la ciudad ocurría algo completamente inesperado… mientras intento encender de nuevo la cámara», y seguir adelante. Sea como sea, otro auténtico lujo verla en acción. En Acción y en «ReAcción», festival que se está realizando ahora mismo en la isla de en frente, Gran Canaria, y a la que Cris Blanco ha dado el salto tras visitarnos para consolidar otro año más esta iniciativa que poco a poco va afianzándose como otro de los eventos referenciales en este lado  de paradojas atlánticas.

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Colectivo Translúcido en la ASOCIACIÓN SOLAR.

Tras toda esta vorágine Rubén podrá entender que no escriba más, aunque se que me insistiría para hacerlo, aunque lo entienda. Tras tantas cosas en tan poco, no he dejado de meterme en esa sala de la imagen de arriba, foto de la que he hecho un montaje cutre, entre una foto del espacio y el cartel de la residencia. Y es que tras una experiencia tan intensa, cuando me meto a trabajar ya en esta recta final para esa sesión abierta a compartir en la Asociación Solar, de algún modo siento los ecos de cada una de las personas que se han interesado, han pasado, han mostrado sus deseos, han intentado realizarlos conmigo y han dejado materiales, pero también senaciones tangibles e intangibles en el cuerpo y en el aire, y es como si un eco resonara todo el tiempo. Gente a la que desde aquí quiero dar una infinita muestra de agradecimiento y que me ha influido tanto acudiendo a la sala como tropezándose conmigo en este mes imposible de imaginar.

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El Conde de Torrefiel visita el LEAL.LAV con un taller de dramaturgia.

Gente de la que me despido igual que de todo quien pueda haber llegado hasta aquí leyendo (yo he conseguido vivir cada minuto de esto y sí, es intenso), y me despido diciendo que desde hace dos días, más confluencias, más solapamientos. El Conde de Torrefiel está aquí con nosotros, realizando un más que suculento taller de dramaturgia en el LEAL.LAV algo que como lo de Cris esperábamos con gran ilusión y que no nos está defraudando. Al igual que los cuerpos que pasan por el estudio donde trabajo, cada compañía, cada persona, cada línea que forma parte de esa red pasa por nosotros y nosotros por ellos para liarse y liarnos, para hacer un nuevo nudo y estirar a otros lados. Y así nos interconectamos y lo hacemos más fuertemente. Y para acabar como empecé, sí, todo esto, incluso no tener tiempo casi de vivirlo y menos de escribirlo, todo es un gran motivo para sentirse afortunados.

Si estas palabras que disparo como metralla entre tanto que hacer sirven para rebotar en la red, llegar donde sea y que otras nos lleguen, bienvenidas sean. Haré entonces lo posible por abrirles la jaula más a menudo. Saludos!

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Las fotos del LEAL.LAV son cortesía de Javier Pino.
La del Keroxen, de David Perreko.
Las de Bailarina se las he robado a Javi y las demás a internet.
Si es necesario añadir créditos por algo de esto estaré encantado. Mientras, dar las gracias.

U-topacio: pasión y ceguera – Lo que (no) pasa en Tenerife.

Esta entrada ha sido realizada expresamente para THE CULTURAL BUKKAKE a petición de la propia revista, en cuyo último número aparece publicada. En este blog, una versión muy extendida de la misma

Recomiendo saltarse la parte 1 e ir directamente a la 2. La parte 1 es solo el lugar donde echan raíces mi cabreo y mis motivos.

1) Super flashback personal:
(puedes saltarte este tocho): Tras años de hacer teatro monté una pequeña compañía con una amiga, hace tanto. Usar la narración oral y el clown para crear una pieza-taller. Moverla por institutos. Que los alumnos confinados en las aulas no encontraran por ningún lado lo que se les da como cultura, sino otra cosa que necesita ser hecha juntos para ser. Algo en contra de los profesores. Algo divertido. Y bonito, a ratos. Algo para que el participante jovencito sienta el contraste entre muermo y fiesta a través de su propia acción. Me decía que eso puede salvar personas a tiempo. En eso creía. A veces simplemente ocurre que encontramos el código para desprogramarnos. Y ese estado se puede facilitar. Y que uno vea su capacidad de pensar libremente. Entonces tenía esa idea en la cabeza, y pagaba el alquiler gracias a ello. Era una buena persona en esa época.

Quise más y entré en la EAC, un lugar con lo bueno y lo malo de las escuelas. Desarrollé el cuerpo. Me hizo ver que quería llegar más lejos, en busca de otra narratividad. Me descubrió la danza desde dentro y hasta pasé como invitado por el TDL. Benditas carambolas. Di tumbos, muchos dolorosos. Decidí estar en Tenerife. Pero no elegía la isla, sino el empeño de hacer algo con lo único que se hacer: cosas en torno a la escena.

Me quedé re-formándome en talleres y di saltos para hacer otros. O para descubrir cómo era ver una pieza de Sergi Faustino, de Angélica Liddell, qué pasaba en Pradillo o en la Cuarta Pared. Aposté por una cosa llamada Espacios Abiertos de Libre Creación.

Permanecí surfeando mejores y peores momentos. Me impulsaron las energías nuevas de gente que llegaba. Como Masu Fajardo. Como Javier Cuevas. Proyectos como el LEAL.LAV. me reforzaron al tomar conciencia que llevaba rato andando solo. Y que no era el único. Y percibir los Encuentros sobre Cuerpo y Performatividad, el Equipo Para, la asociación SOLAR, el pequeño pero afianzado festival NumaCircuit o el más ambicioso aunque recién nacido SITIO como puntas de iceberg, como voces que desde distintos lugares paticipan de una misma conversación, escuchar eso, me ha hecho ver que permanecer ha sido una manera extraña pero poderosa de movimiento sobre esta isla-balsa a la deriva. Ver que ese trabajo tectónico ha hecho que desde fuera (pero, ¿fuera de qué?), desde esta ultraperiferia somos un centro más al que se mira y desde el que mirar horizontalmente, cosa que (¡Ay va!) ha sido la tradicional promesa de utopía cultural para Canarias y que, como tal, nunca se ha logrado. Hasta ahora.

Pero ¿cómo es posible? Pues porque hoy es el día de mañana. Aquel del que los políticos de los 80 y 90 hablaban sin plantearse siquiera que otro tiempo distinto al del de sus promesas llegaría. Y las estructuras han cambiado: ¡Tachán! Tenerife, siendo lo de siempre, es ahora también otro centro, es decir, otro de los anclajes donde se coloca un trozo de red para que ésta no se caiga. La red donde nos movemos todas las personas que hacemos cultura desde las artes escénicas con la capacidad de diferenciar entre tostón y fiesta.

Porque aparte hay otras personas que hablan de la cultura pero no ven la red, y que por supuesto no se mueven en ni por ella. A Neo le costó lo suyo ver Matrix. No le pidamos peras al olmo, que antes de ver hay que querer, y tener voluntad para tomar la píldora roja es lo más difícil. Sobre todo con lo bien que sienta el azul, que además combina con todo.

Si has llegado hasta aquí te preguntarás el por qué de mis memorias. Lo siento. Simplemente es que lo individual se enreda en lo colectivo, y en mis recuerdos quedan también los huecos. Las negligencias, la torpeza, la sordera, la estupidez supina, la obstaculización o la ignorancia de quienes están arriba, en otro mundo, creyendo de verdad que lo que ocurre en esta delicada y compleja red es porque ellos existen. No, hombre, no.

2) Si por tu bien te has saltado el super flashback, puedes leer esto:

La segunda edición del FESTIVAL SITIO ha sido suspendida a poco de empezar. Javi Cuevas y Lola Barrena, como directores, son cabezas visibles, puntas de iceberg de redes de personas en constante trabajo para hacerlo posible. Y si Javier se ha currado el LEAL.LAV, la labor de Lola ha sido titánica, por larga e invisible. Estar a las riendas de algo así no es cosa de un día ni un año. Muy pocas personas tendrán en Tenerife su combinación de formación y perspectiva de la realidad. Curtida desde dentro y durante mucho tiempo, se puede decir que todos nos beneficiamos ahora de que esta chica pueda hacer lo mejor que sabe. Hasta que la obligan a parar.

No sirve de nada que cuente los motivos y las circunstancias del tema. Quien quiera saber mejor que a través mío, que eche un vistazo al comunicado en la página del festival. Porque no se trata solamente de que se tire por el desagüe un segundo cartel maravilloso, con Societat Doctor Alonso, Poderío Vital y muchas otras propuestas tan interesantes como lo fueron las de Juan Domínguez, Gichi Gichi do o Quim Bigas en la primera edición. No es solo eso. Es una cuestión del qué y del cómo.

SITIO no tiene un nombre arbitrario. El festival, sin megalomanías, es más comprensible como una pieza escénica dilatada en el espacio/tiempo de la ciudad que como festival al uso.

SITIO realiza eso proponiendo sus actividades en espacios privados cedidos a la filosofía del encuentro. Porque las ideologías hace tiempo que pasaron de residir en los partidos a ser en las acciones de las personas. Por eso cualquier cambio de gobierno (el pase de un vacío ideológico a otro) trae consigo la abolición de lo anterior y la instauración de lo nuevo, da igual lo que sea siempre que no sea lo que hacía el otro. Ni siquiera se aprovecha que a uno le hayan hecho ‘el trabajo sucio’. Y eso es lo más enrevesado de este culebrón venezolano contemporáneo: como demostración de poder, el necio vuelve su ignorancia absoluta, siendo estúpido adrede. Y a ver quién es el guapo que lidia con eso sin salir herido.

Al imposibilitar SITIO, el festival (y el gran esfuerzo, riqueza y placer que éste conlleva) el festival se queda sin lugar. Al imposibilitar SITIO se crea un no-sitio, un no-lugar una u-topía. Pero todo huele tanto a rancio que en lugar de utopía ha quedado un utopacio, una utopía de ceguera. Y apesta a cutre. Y por eso este texto viene de atrás, desde el flashback.

Porque no somos tontos. Porque ya no queremos más utopías. Queremos topías. Queremos un sitio y tiempo para él. Queremos nuestra vida ahora. Y no pedir permiso para ello. Queremos que no se obstaculice. Nosotros hace tiempo que no creemos  en el día de mañana. Creemos en cada momento. Si alguien quiere caminar cada paso, que se apunte con nosotros, los artistas, estudiantes, público, investigadores, curiosos, programadores, gente ávida de aprendizaje. Si no, que se quite de en medio, porque no vamos a parar.

El fin de semana escribiendo este texto vi la portada de ‘El Día’. Mostraba la foto del monumento a Franco con un titular ambiguo sobre las polémicas sobre la estatua. Y se me ocurre invocar: ¡A ver, poderosos sin Olimpo, por favor! ¡Búsquenle sitio a esa piedra, y a nosotros, si no van a ayudarnos, al menos déjennos en paz! Que estamos trabajando para hacer cosas bonitas. Alguien tiene que hacerlo.

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Las imágenes de esta entrada han sido descaradamente robadas de la web del festival, qué feo, pido disculpas. Pero lo he hecho porque supone robar para el bien de SITIO, y sea como sea, siempre será mucho menos de lo que ya se ha robado.

Sobre danza y política / Elisa Arteta en el LEAL.LAV

Este blog despierta de un sueño veraniego. Debe ponerse las pilas: se avecina un aluvión de cosas. Para hacerles sitio aquí hay que sacar otras acontecidas esta temporada y que las circunstancias dejaron en la sombra. Una de ellas, la mini-residencia de Elisa Arteta en el LEAL.LAV, allá por febrero, con un trabajo denominado Danza y política.

Digo denominado porque “titulado” no me sale: un título no solo designa. Añade y oculta algo. Eso me gusta. Dramaturgias. Una peli o un disco comienzan por su título y una imagen fija. Pero “Danza y política” denomina: no añade, oculta ni adorna. Se presenta, dice lo que es. Una absoluta claridad que acaba por toca algo a lo que a veces títulos más creativos no consiguen referirse. Un algo dentro del trabajo de Elisa. Pero esta crónica será algo rara: ese algo es escurridizo, diría que innombrable, porque es perceptible solo mientras pasa. Y he querido escribir para poner en situación la presentación de Elisa. Y me di cuenta al querer contextualizar que en ese “fuera de su trabajo» reside una parte importante de su sentido. Y eso me interesa.

Al entrar a la sala las sillas forman un gran óvalo. Nada acota el espacio. Tampoco hay focos. Solo luz de trabajo. Los saludos de la entrada se prolongan. Vamos tomando asiento. Hacemos gestos al otro lado, yo tampoco te había visto, luego hablamos. Y aunque la situación es distendida, un simple círculo nos condiciona, y ponemos cara de no conozco a nadie en el ascensor.

Hay otro cuerpo en una de las sillas, camuflado como un camaleón color público. Se presenta como Elisa y la mirada cambia. La situación toma algo de estar visitando a la artista en el salón de su casa. Un salón raro y grande, pero eso. Entonces nos cuenta del proceso de trabajo. De su incapacidad para preferir una de las dos formas que ha encontrado de presentar su trabajo, ni por apetito personal ni por una especial creencia en que una sirva más al que mira que la otra. Así que las describe: En la primera “se mueve y explica a la vez lo que hace”. La segunda “va sin la explicación”. No entra la palabra. Elisa asume el primer riesgo de darnos a elegir.

Titubeamos. Se sugiere votación. Hay ambigüedad. Como si nos diera cierto corte. La cosa empieza a organizarse. Parece que elegir a mano alzada va en serio. Se asume. Hay quien rema a favor de la corriente y quien se deja llevar por ella. Empezamos a crear un ambiente juntos y en su inestabilidad pasa de todo excepto que se cuestione. Parece también que hemos centrado el foco en que luego Elisa bailará. En luego, no en ahora. Casi para no estar bajo el foco. Eso alivia la responsabilidad sobre nuestra decisión. Las manos se levantan tímidamente por la opción 1 o la 2. Hay murmullos. Una voz evidencia el absurdo: una vez votadas, ¿tenemos que asumir que la mayoría gana? ¿Que la minoría pierde?

Votar es una opción entre tantas para una toma de decisión colectiva, pero parece que olvidamos que no tiene por qué ser la primera y sobre todo, no la única. Que antes de usarla se puede argumentar y consensuar. Que una votación lleva implícito un contrato donde las partes delegan responsabilidades y asumen consecuencias. Ese olvido es lo que aparece. Y que sea así todavía, y que no resulte obvio en lo pequeño es bastante inquietante. Sobre todo cuando actuando libremente lo reproducimos. ¿Es alarmante esa falta de conciencia? ¿O es mi postura ponerse muy tremendo, y mejor votar, y que la bailarina baile y ya? A lo mejor lo que estamos haciendo al ir a ver a Elisa forma parte solo del ocio, y no hay que darle tanta vuelta. ¿O es esa laxitud una de las grietas que tan bien le vienen al sistema para colarse en nuestras acciones cotidianas y seguir autolegitimándose?

En fin… al final votamos. Resultó elegida la opción de bailar y explicar al unísono. Confieso que fue la que voté, y que la inquietud de “haber ganado” no fue nada agradable.

Me hubiera encantado que nos hubiéramos detenido, que se hubiera escuchado esa voz. Claro que el trabajo de Elisa es el suyo, que lo que a mí “me hubiera encantado” no mejora la obra de nadie, y que si quiero “lo que a mí me gusta” más me vale ponerme a hacerlo. Pero insisto porque uno no puede ignorar cuando en medio de una excavación encuentra algo de oro, o al menos su brillo. Y porque imaginé a todas aquellas personas discutiendo sobre cómo ver el trabajo que nos había reunido. Una asamblea como tantas, donde la discusión hace una política de bolsillo pero ejercida de verdad, en lo inmediato. Y me pregunto (sin ser bailarín, pero sí curioso) hasta qué punto es coreografía un debate. O si eso que a veces aparece y que llamamos consenso no tendrá que ver con que la danza o lo musical participe en él y produciendo cierto unísono haga que se pase a bailar.

En la imagen de abajo Elisa Arteta bailando en un momento especial.

De lo que sí hablaré para acabar es de dos recursos que llegaron luego. Sin detenerse, hay un oscuro. La escuchamos moverse junto a su voz. Y podemos dibujar en la oscuridad más danza. Elisa ha ido desarrollando el discurso. Ha acabado hablando del capitalismo, sí. Mientras, se produce un efecto no intencionado: El oscuro no es total, hay luces de emergencia a las que las pupilas van adaptándose. Poco a poco reaparece como una sombra clara en la oscuridad. Por último, Elisa nos regala un pedacito pequeño de magia, un fuera de campo muy cinematográfico. Y la propuesta, que ha expuesto “danza” y también “política” acaba con un acceso cotidiano de poesía: Elisa abre de par en par una de las puertas de la sala. Desde antes, se estaba refiriendo a los movimientos cotidianos, los de todo el mundo, en el día a día. Y en la oscuridad de la sala entra el sonido de la calle. Y lo escuchamos. Vaya si lo escuchamos. Nada más que eso. Y nada menos.

elisa

Aparte de tener mucho que decir, de tener una propuesta en un sitio muy frágil, interesante y comprometido, aparte también de ser una artista que concibe la danza casi como material, usándola como usa el vídeo o el sonido, como herramienta y lenguaje, aparte de todo eso, con Elisa se está muy a gustito. Es fácil tenerla cerca. Así se alargaron las conversaciones en la playa, hablando de John Cage en Pamplona. Las medusas muertas en invierno se hinchan y se vuelven azules, como los nubarrones al atardecer. Todo eso.