Se que cualquier lugar puede ser isla. Y que el primer lugar es el cuerpo. He aprendido cómo funciona la máquina del miedo. Y cómo no estar aislado. Y aunque quieran que lo estemos o lo creamos, cómo no ser solo isla, sino archipiélago. Que archipiélago significa red, y las redes eliminan los miedos. Y sin miedo, amanece sobre lo común. Y que esa luz descubre palabras que apelan a la comunidad desde el primer lugar, desde el cuerpo. Hay jaulas que pueden ser más o menos fuertes, pero ninguna hace al pájaro olvidar el vuelo.
Me dice Rubén Ramos en su visita relámpago a Tenerife acompañando a Cris Blanco: «Escribe más, tío, no lo dejes. Lo haces bien y es necesario». Como el «bien» es relativo y subjetivo, me dejo halagar, pero lo dejo pasar. Ahora, el «necesario» se me clava. Lo hace en el sentido que Rubén percibe clara una red que ha de ser alimentada por todos sus lados para seguir siéndolo. Y me siento comprometido con ello. «También prometiste una retrospectiva de cosas que ya han pasado por el Teatro Leal y la seguimos esperando», me dice. Y tiene razón. Y yo tan poco tiempo. Pero usa un plural que me dice que debo hacerlo. Y aquí estoy para declararme afortunado. Como llaman a las islas estas donde hago todo lo que puedo, de las que necesito escapar para poder volver.
Esta lista que se avecina en este post son la mayoría de cosas que me hacen sentir que no tengo tiempo, que no puedo pararme a escribir y a la vez lo que me obliga a no poder afirmarme sino como afortunado.
Octubre lleva todo el año deseando llegar. Importante. Empiezo una residencia artística titulada «Colectivo Translúcido», seleccionada el año por la ASOCIACIÓN SOLAR para ser realizada ahora. Solar es un grupo de personas con cabecitas muy bien amuebladas, fresco, despierto, independiente y tan maravilloso como los proyectos que sacan adelante. No confundir con el Festival Sitio, del que ya hemos hablado por aquí, aunque sí, claro, muchas de las personas que estamos en una cosa estamos en muchas otras. Como yo mismo, que a pesar de querer dedicar tanto tiempo a mi trabajo en residencia no dudo un segundo en realizar un curso con nuestra amada Claudia Faci. Gracias a las energías puestas por Javi Cuevas y el LEAL.LAV y la confluencia con el TEATRO VICTORIA empiezo por todo lo alto un mes que no olvidaré aunque quisiera.
Pero en otro momento hablaré de mi trabajo. De la importancia de acabar las mañanas afectado por la mirada sabia de Claudia sobre mí y los compañeros que nos reunimos, de continuar con esas energías la tarde con mi residencia, recibiendo personas de manera individual en una sala para entregarme por completo a la consecución de sus deseos, deseos con forma escénica pero del todo privados e íntimos, pues ese ha sido uno de los dispositivos de mi residencia artística.
No, ahora eso no. Ahora seguiremos hablando de confluencias. Y es que sin tiempo para asimilar el huracán que supuso el curso de Claudia, llegaron otros dos a Tenerife, Carmelo Fernández nos trajo al LEAL.LAV un novísimo trabajo en mini-residencia. Sin embargo la muestra de «Adriático Adentro», tras diez días en la sala de cámara, tuvo que ser aplazada por el amago de uno de los huracanes de los que hablo. El otro probablemente estaba dentro del propio Carmelo, detrás de sus ojos.
Digo novísimo sobre el trabajo de Carmelo con toda la doble intención del mundo. Lo digo porque no puedo hablar de su trabajo con gran conocimiento de causa. Porque se que llevaba cierto tiempo sin presentar un trabajo nuevo. Y que «volver», signifique lo que signifique, siempre es un empezar de cero, casi una nueva primera vez. Muy interesado por una mística del movimiento en la línea de Gurdjeff, el propio Carmelo nos cuenta cómo en lo que nos presenta hay todo un trabajo fino y honesto de observación hacia su propia interioridad y la de su movimiento. Y tal vez esa sea la mirada que constantemente es nueva, ese poner la conciencia en el interior para descubrir y tensionar sin las interferencias de la voluntad una sintonía entre el cuerpo que baila y el cuerpo-público de quienes miramos. Un vibrar juntos. Y ahí es donde algunos de nosotros sentimos toda la armonía de este animal escénico que es carmelo, y como en ella conviven huracanes agitados al borde de desbocarse, sin hacerlo.
Ya que dijimos confluir, confluyamos. Conocí a Cris Blanco y A Rubén Ramos el día antes de ver esa muestra de Carmelo, en el Auditorio de Tenerife. Bueno, Rubén me conocía a mí y se me presentó mientras yo estaba aún en las nubes, muy, muy arriba. Él me había visto actuar antes con «Acciones para bordear la nada», que la última pieza que he hecho, estrenada en el Antic Teatre en Julio dentro del Experimental Room Festival del que ya hablara por aquí. Los tres salimos del artilugio que Calatrava le regaló a la ciudad tras haber visto a Sonia Gómez y Javier Cuevas realizando «Bailarina Lírica», una pieza que muchos conocerán y en distintas versiones, una pieza de trasmisiones, realizada por Sonia con 8 pautas de movimiento, pautas que pasa a otros artistas para que con la misma receta cocinen otros platos.
Muchas eran mis expectativas, lo confieso. Antes de viajar a Barcelona por el estreno que ya dije, Javi me había contado y mostrado incluso preguntado cosas acerca de su versión. Para mí todo era al revés. No había visto el trabajo de Sonia y sabía por dónde empezaba a caminar el concierto en movimiento de Javi, pues eso es en lo que se fue convirtiendo su versión. Por eso al hablar con Cris y Rubén mi pelota estaba aún en la estratosfera, pues si la pieza de Sonia me hizo de algún modo bailar con ella (y para mí tuvo un sentido musical de por sí poderosísimo, además de ofrecerme imágenes a partir de las que construir libremente y llegar muy lejos), aquello no fue una pieza, sino dos. Un díptico simétrico en el que un cuerpo sale de escena con lo suyo hecho para que el otro entre a comenzar lo suyo. Y uno ve algo bonito y vuela.
Aparte de un trabajo fino y cuidado, apareció ante mí la palabra coherencia, que me doy cuenta que a estas alturas no es sinónima, pero es familia cercana, al menos en mi mundo de significado, tanto de dramaturgia como de poesía. Sonia y Javi pueden estar contentísimos de haber confiado el uno en el otro para depositar y amparar un trabajo que una vez soltado a la brisa no pertenece a ninguno pero es de los dos, que pueden manipular para mejorarlo, pero que les contiene.
Claro, yo tuve que concentrarme en el fin de semana y ver el pase del sábado obligatoriamente. Y es que cuando en este volcán pasan cosas, pasan de verdad. Sin olvidar mi proceso de residencia en SOLAR, el viernes anterior, a 500 metros de donde Sonia y Javi estrenaban me tocaba a mi estrenarme por primera vez en el Festival KEROXEN. Muchos lo conocerán de oídas porque a lo largo de bastantes ediciones y contra viento y marea se ha sabido mantener con un cartel exquisito y propuestas arriesgadas, amparando desde la electrónica a la cumbia, del post-punk a la psicodelia. En mi caso, no fui solo. Se trata de uno de mis proyectos paralelos, Hernández&Fernández, un dúo que nació con la idea lúdica de destruir el concepto de recital poético generando ambientes sonoros para presentar textos en directo y que poco a poco hemos ido consolidando, trabajando con el cuerpo, el vídeo y el ruidismo. Sin embargo, la palabra sigue siendo un pilar fundamental en nuestras propuestas. Tal vez el Keroxen, que se realiza, sí, dentro de un antiguo tanque industrial de gasolina reconvertido en espacio cultural, es uno de esos lugares donde una propuesta de perfopoesía puede convivir con toda naturalidad con un cartel meramente musical y eso no solo lo honra, sino que es otro de tantos motivos para cuidarlo.
Por eso estaba tan agotado cuando conocí a Cris y Rubén. Y a la semana siguiente no quise dejar de acompañarles a rato en el berenjenal de montar «El Agitador Vórtex», compañía de la que resultó un vídeo promocional un tanto desastroso y divertidísimo que tenemos por costumbre hacer a todo el que pasa por la sala.
De «El Agitador» Comentaré poco porque creo que quien lea estas líneas probablemente lo conozca bastante bien. Sobre todo en Barcelona, de donde Cris venía de hacerlo dos semanas en la sala Hiroshima con un resultado bastante bueno. ¿Será hora, señoras y señores, de volver a desempolvar aquel concepto de «hacer temporada» que tan bueno es para algunas cosas? Sobre todo porque estando en temporada se actúa. Y necesitamos actuar, en todos los sentidos.
Aquí algunos esperábamos la obra de Cris como se espera a un amigo que viene de lejos. Y eso que hemos visto dispositivos similares, pues en distintas visitas hemos visto el trabajo de Macarena Recuerda e incluso hemos realizado talleres con ella. Pero en este caso, el modo de realizar su película en directo, el uso de la planificación del lenguaje cinematográfico y la parodia total y absurda a través de los tópicos hollywoodienses mezclados a las joyas de su imaginación nos hicieron pasar un rato de lo más agradable. «El Agitador», es también una obra de difícil de manejar, como pasa con todas las miniaturas, y que no funcionaría tan bien si Cris no tuviera esa soltura en escena para integrar cualquier mínimo error. No obstante, sentí que algunos vacíos en los que la cámara tenía que desplazarse de un lugar a otro no le hacían del todo bien al conjunto. Una lástima que en esos recorridos no entrara más esa magnífica voz en off, casi improvisada de Cris, capaz de decir cosas como «mientras tanto, al otro lado de la ciudad ocurría algo completamente inesperado… mientras intento encender de nuevo la cámara», y seguir adelante. Sea como sea, otro auténtico lujo verla en acción. En Acción y en «ReAcción», festival que se está realizando ahora mismo en la isla de en frente, Gran Canaria, y a la que Cris Blanco ha dado el salto tras visitarnos para consolidar otro año más esta iniciativa que poco a poco va afianzándose como otro de los eventos referenciales en este lado de paradojas atlánticas.
Tras toda esta vorágine Rubén podrá entender que no escriba más, aunque se que me insistiría para hacerlo, aunque lo entienda. Tras tantas cosas en tan poco, no he dejado de meterme en esa sala de la imagen de arriba, foto de la que he hecho un montaje cutre, entre una foto del espacio y el cartel de la residencia. Y es que tras una experiencia tan intensa, cuando me meto a trabajar ya en esta recta final para esa sesión abierta a compartir en la Asociación Solar, de algún modo siento los ecos de cada una de las personas que se han interesado, han pasado, han mostrado sus deseos, han intentado realizarlos conmigo y han dejado materiales, pero también senaciones tangibles e intangibles en el cuerpo y en el aire, y es como si un eco resonara todo el tiempo. Gente a la que desde aquí quiero dar una infinita muestra de agradecimiento y que me ha influido tanto acudiendo a la sala como tropezándose conmigo en este mes imposible de imaginar.
Gente de la que me despido igual que de todo quien pueda haber llegado hasta aquí leyendo (yo he conseguido vivir cada minuto de esto y sí, es intenso), y me despido diciendo que desde hace dos días, más confluencias, más solapamientos. El Conde de Torrefiel está aquí con nosotros, realizando un más que suculento taller de dramaturgia en el LEAL.LAV algo que como lo de Cris esperábamos con gran ilusión y que no nos está defraudando. Al igual que los cuerpos que pasan por el estudio donde trabajo, cada compañía, cada persona, cada línea que forma parte de esa red pasa por nosotros y nosotros por ellos para liarse y liarnos, para hacer un nuevo nudo y estirar a otros lados. Y así nos interconectamos y lo hacemos más fuertemente. Y para acabar como empecé, sí, todo esto, incluso no tener tiempo casi de vivirlo y menos de escribirlo, todo es un gran motivo para sentirse afortunados.
Si estas palabras que disparo como metralla entre tanto que hacer sirven para rebotar en la red, llegar donde sea y que otras nos lleguen, bienvenidas sean. Haré entonces lo posible por abrirles la jaula más a menudo. Saludos!
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Las fotos del LEAL.LAV son cortesía de Javier Pino.
La del Keroxen, de David Perreko.
Las de Bailarina se las he robado a Javi y las demás a internet.
Si es necesario añadir créditos por algo de esto estaré encantado. Mientras, dar las gracias.
No pares, sigue sigue.