Siento una urgencia que me empuja a viajar fuera y dentro de mí para abrazar los múltiples lugares que me interesan. En esta sed por satisfacerme con lo que ya existe intuyo que sólo es necesario revelar lo que está, alimentada por un interés constante con lo que forma nuestro mundo, complejo y extremo. No tengo un único interés o Estética, hace tiempo que estudié Psicología y estoy aún interesada en entender la posible, real, intersección entre el arte y la ciencia, cuánto de mi conocimiento científico en percepción, género o personalidad puede ser amplificado, distorsionado a través del trabajo preformativo. Me interesa la intimidad y sus mediaciones hoy en día, lo que llamo el congelamiento de la intimidad, y cuando digo intimidad no me refiero sólo a la sexual-afectiva ni cuando digo relación estoy sólo pensando en amor o amistad. La intimidad está lejos del cliché y hace que me encuentre preguntándome por ejemplo cómo la tecnología afecta a nuestra percepción del tiempo y el espacio de nuestras relaciones. Ahí el género, la disolución de lo privado en lo público, la manera en la que el cuerpo se representa y se presenta en las redes sociales y las implicaciones que esto tiene en nuestra percepción. Siento atracción hacia la Historia desde la perspectiva de las mujeres, más específicamente, hacia las mujeres que luchando por su trabajo, luchando por dejar de ser invisibles, estaban abriendo las posibilidades del Arte. En un intento constante por abrazar el juego, porque de hecho jugar, como dice mi amiga Mariana, es algo muy serio, que permite que nos mantengamos lejos de la censura y cercana a la curiosidad. Reconociendo la imposibilidad del no movimiento, abrazo el dolor de estómago mientras busco contemplar y conversar con lo efímero. Observando con obsesión, interesada en la autobiografía como proceso ficcional, las construcciones cognitivas y con un trabajo muy vinculado con cuestiones de género, y un imaginario que se desvela bizarro a través de sueños, pensamientos, alucinaciones e intuiciones, integrando o acentuando contradicciones, llorando y riendo a la vez, sintiendo placer y dolor simultáneamente, amor y odio al mismo tiempo, construyo ficciones que se visten para desvelar en escena toda su fragilidad, y permitir que su potencia toque. Desgraciadamente, la intensidad me engancha y debe ser ella la que me lleva a experimentar en extremos que tratan de tocarse. Soy alguien implicado social y políticamente, utópica porque sin utopía es difícil soñar, y yo apuesto por la capacidad del arte para transformar. A la vez que existe lucha, también aceptación y vaciado son direcciones claras en las que trato de caminar. Busco vaciar porque sin limpiar nada real puede suceder realmente. La profundidad como una necesidad para conseguir ver lo que hay. Uno de los focos que trato de desarrollar constantemente es el de quitar ruido y quedarme con lo esencial, acercándome a una especie de nivel cero y desde allí quiero mirar sin inocencia hacia lo que queda. Y digo sin inocencia porque ella me impregna.
Acerina